Múnich
7.1
57,263
Thriller. Drama. Intriga
Basada en hechos reales. Tras el asesinato de varios atletas israelíes por el grupo terrorista palestino "Septiembre Negro" durante los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, un agente especial del Mossad tuvo que ejecutar una misión altamente secreta: asesinar a los responsables. (FILMAFFINITY)
10 de julio de 2016
10 de julio de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una reflexión a consecuencia de la película MUNICH.
Antecedentes:
Seis millones de judíos cayeron bajo el régimen nazi, que casi dominó Europa. Tras ese exterminio, muchas fueron las voces que tacharon a los judíos de pusilánimes, acusándoles de no haber obrado con valor, rebelándose y planteando una lucha en vez ir, cuall animales al matadero, sumisos, derrotados.
Los países que ganaron la 2ª Guerra Mundial, contrajeron una deuda de honor con los supervivientes: restituirles de alguna forma, ideando para ellos un estado propios, un país. Tenían derecho. Se les debía.
Para cederles la tierra prometida, de la que habían sido echados tras siglos y siglos de peleas contra pueblos circundantes, debían hacer hueco en ese secarral incinerado que sería entregado a los judíos, desplazando y echando a sus actuales moradores, un pueblo nómada de pastores: los palestinos, Y hasta hoy.
Ese enfrentamiento por la tierra, ese ubicar a los judíos donde merecían estar con el apoyo de las grandes potencias, Inglaterra, EEUU, convirtió a los palestinos, más pobres, menos hábiles, en los perdedores, sin derechos.
Para resarcir a unos, era obligado perjudicar a otros, a los que ni siquiera se les consultó. La tierra era mucha y estéril y qué más daba, si esa tierra no era un país ni era de nadie, entregársela a unos miles de judíos. Pero allí vivían personas, pobres pero personas que criaban a sus hijos y a sus cabras bajo la sombra de aquellos olivos.
Y hasta hoy.
Los judíos, con conciencia de raza y de pueblo abochornado por su pasado reciente, hicieron urgentemente, dos cosas. Una: armarse hasta los dientes para que núnca jamás un hitler cualquiera viniera a combatirles y dos: convertir ese pedregal en un vergel, a base de utilizar el agua y los recursos de forma magistral.
Mientras, sus vecinos pobres y ultrajados, expulsados de la otrora su tierra, veían como los israelitas, eran objeto de todos las ayudas y reconocimientos, mientras ellos no cultivan nada, no extendían los regadíos ni los invernaderos, no levantaban carreteras ni puentes y se estancaban en una lucha baldía de exigir la devolución de sus territorios y en el inmovilismo más absoluto. Y hasta hoy.
En el mismo territorio, unos tienen un país próspero a base del esfuerzo colectivo - los kibutz- y de sus grandes dotes para hacer prosperar ideas y negocios, y los otros se apartan las moscas y dejan que las cabras y sus pocas ovejas les den alimento sin preocuparse demasiado del progreso ni del futuro. Hasta que la tierra no vuelva a ellos, no harán otra cosa que lamentarse y combatir a Israel con toda su alma. Hasta hoy.
¿Quién, después de haber perdido a seis millones de compatriotas no se comportaría como lo hacen los judíos de Israel? Si yo fuera judía y hubiera visto a mi familia perecer bajo el yugo nazi ¿no sería una furibunda defensora del estado de Israel, al que creería tener derecho, por tanto sufrimiento y tanta pérdida de vidas?
Y si mis antepasados palestinos, con su túnica y sus rebaños, no hubieran vivido a la sombras de olivos centenarios en aquella tierra asolada de la que han sido desplazados ¿no sería yo una defensora a ultranza de las reivindicaciones palestinas, y de intentar por todos los medios, incluidos los violentos, que mi voz resonara en todo el mundo para avivar las conciencias?
A esta reflexión invita la película , magistral en su forma, contenido, montaje e interpretación que pasaron hace dos noches por la tele después del western Apaloosa. La película es Munich de Steven Spielberg. Un peliculón, si señor.
Eric Bana está, para mí en el mejor papel de su carrera, con infinidad de matices, con todo el protagonismo a cuestas. Pero los demás, están soberbios también. (Es que a mí me gusta mucho Eric Bana, como actor y como todo).
Munich fue un estropicio de las fuerzas de seguridad alemanas que se convirtió en la masacre que no debió ser, palestinos secuestrando a atletas israelitas en sus dormitorios de la villa olímpica. Esa afrenta, esa matanza, Israel ¿debía vengarla? ¿Debían dejar otra vez que el mundo pensara que eran pasivos, que como estado no habían defendido a su gente, a sus mejores hombres, a todo lo que ellos simbolizaban? La población clamaba por ello y Golda Meir, su primera ministra hizo lo que "tenía que hacer" No por ella, si no, por su pueblo. ¿Se equivocaron? Probablemente. ¿No habían sufrido ya bastante el pueblo judío? Pues eso yo no lo sé. No sé si un estado, país o nación tiene legítimo derecho a la venganza, pero Israel lo hizo.... Y la Historia nunca puede retroceder. Lo hecho, hecho está. Y hasta hoy.
Antecedentes:
Seis millones de judíos cayeron bajo el régimen nazi, que casi dominó Europa. Tras ese exterminio, muchas fueron las voces que tacharon a los judíos de pusilánimes, acusándoles de no haber obrado con valor, rebelándose y planteando una lucha en vez ir, cuall animales al matadero, sumisos, derrotados.
Los países que ganaron la 2ª Guerra Mundial, contrajeron una deuda de honor con los supervivientes: restituirles de alguna forma, ideando para ellos un estado propios, un país. Tenían derecho. Se les debía.
Para cederles la tierra prometida, de la que habían sido echados tras siglos y siglos de peleas contra pueblos circundantes, debían hacer hueco en ese secarral incinerado que sería entregado a los judíos, desplazando y echando a sus actuales moradores, un pueblo nómada de pastores: los palestinos, Y hasta hoy.
Ese enfrentamiento por la tierra, ese ubicar a los judíos donde merecían estar con el apoyo de las grandes potencias, Inglaterra, EEUU, convirtió a los palestinos, más pobres, menos hábiles, en los perdedores, sin derechos.
Para resarcir a unos, era obligado perjudicar a otros, a los que ni siquiera se les consultó. La tierra era mucha y estéril y qué más daba, si esa tierra no era un país ni era de nadie, entregársela a unos miles de judíos. Pero allí vivían personas, pobres pero personas que criaban a sus hijos y a sus cabras bajo la sombra de aquellos olivos.
Y hasta hoy.
Los judíos, con conciencia de raza y de pueblo abochornado por su pasado reciente, hicieron urgentemente, dos cosas. Una: armarse hasta los dientes para que núnca jamás un hitler cualquiera viniera a combatirles y dos: convertir ese pedregal en un vergel, a base de utilizar el agua y los recursos de forma magistral.
Mientras, sus vecinos pobres y ultrajados, expulsados de la otrora su tierra, veían como los israelitas, eran objeto de todos las ayudas y reconocimientos, mientras ellos no cultivan nada, no extendían los regadíos ni los invernaderos, no levantaban carreteras ni puentes y se estancaban en una lucha baldía de exigir la devolución de sus territorios y en el inmovilismo más absoluto. Y hasta hoy.
En el mismo territorio, unos tienen un país próspero a base del esfuerzo colectivo - los kibutz- y de sus grandes dotes para hacer prosperar ideas y negocios, y los otros se apartan las moscas y dejan que las cabras y sus pocas ovejas les den alimento sin preocuparse demasiado del progreso ni del futuro. Hasta que la tierra no vuelva a ellos, no harán otra cosa que lamentarse y combatir a Israel con toda su alma. Hasta hoy.
¿Quién, después de haber perdido a seis millones de compatriotas no se comportaría como lo hacen los judíos de Israel? Si yo fuera judía y hubiera visto a mi familia perecer bajo el yugo nazi ¿no sería una furibunda defensora del estado de Israel, al que creería tener derecho, por tanto sufrimiento y tanta pérdida de vidas?
Y si mis antepasados palestinos, con su túnica y sus rebaños, no hubieran vivido a la sombras de olivos centenarios en aquella tierra asolada de la que han sido desplazados ¿no sería yo una defensora a ultranza de las reivindicaciones palestinas, y de intentar por todos los medios, incluidos los violentos, que mi voz resonara en todo el mundo para avivar las conciencias?
A esta reflexión invita la película , magistral en su forma, contenido, montaje e interpretación que pasaron hace dos noches por la tele después del western Apaloosa. La película es Munich de Steven Spielberg. Un peliculón, si señor.
Eric Bana está, para mí en el mejor papel de su carrera, con infinidad de matices, con todo el protagonismo a cuestas. Pero los demás, están soberbios también. (Es que a mí me gusta mucho Eric Bana, como actor y como todo).
Munich fue un estropicio de las fuerzas de seguridad alemanas que se convirtió en la masacre que no debió ser, palestinos secuestrando a atletas israelitas en sus dormitorios de la villa olímpica. Esa afrenta, esa matanza, Israel ¿debía vengarla? ¿Debían dejar otra vez que el mundo pensara que eran pasivos, que como estado no habían defendido a su gente, a sus mejores hombres, a todo lo que ellos simbolizaban? La población clamaba por ello y Golda Meir, su primera ministra hizo lo que "tenía que hacer" No por ella, si no, por su pueblo. ¿Se equivocaron? Probablemente. ¿No habían sufrido ya bastante el pueblo judío? Pues eso yo no lo sé. No sé si un estado, país o nación tiene legítimo derecho a la venganza, pero Israel lo hizo.... Y la Historia nunca puede retroceder. Lo hecho, hecho está. Y hasta hoy.
10 de agosto de 2013
10 de agosto de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 1972, durante la celebración de los Juegos Olímpicos en la ciudad alemana de Munich, un comando terrorista palestino conocido como "Septiembre negro" se infiltró en la villa olímpica para secuestrar a atletas y miembros del equipo israelí. Este acto terrorista terminó en tragedia cuando los atacantes, al verse asaltados por la policía en lo que iba a ser su vía de escape, decidieron asesinar a todos los rehenes. A partir de aquí el gobierno de Israel decidió tomar represalias, y se aprobó la creación de un comando con miembros del Mosad para la captura y eliminación de todos aquellos hombres que hubieran participado directa o indirectamente en dicho ataque (Operación Cólera de Dios). El mensaje que Israel pretendía transmitir con tales acciones se resumía en que "atacar a los judíos no va a volver a ser gratuito para nadie".
"Munich", un film de Steven Spielberg, nos pone en la situación de estos agentes del gobierno hebreo, que recorrieron gran parte del continente europeo para dar caza a los terroristas. Operaciones encubiertas y asesinatos selectivos serán gran parte del contenido del filme, además de profundizar en los personajes principales, con bastantes instrospectivas en el protagonista, así como en el ataque a los atletas israelíes.
Entre los actores principales de la película nos encontramos con Eric Bana (Troya) y Daniel Craig (007). El primero interpreta a un agente del Mosad cuyas emociones internas abundan, líder del grupo anti-terrorista que pretende dar caza a los autores materiales e intelectuales del atentado. El actor cumple con su papel y se acopla a él de manera legítima, transmitiendo la figura de un hombre que mata por encargo aparentemente de forma insensible y eficaz, pero realmente no deja de cuestionarse las consecuencias tanto sociales para su país o emocionales para sí mismo que esto acarrearía. Craig, por otro lado, se pone en la piel de un agente que representa lo opuesto al personaje de Bana; un hombre insensible sediento de venganza y de hacer llegar la muerte a los terroristas por cualquier medio y de forma inmediata.
La película está narrada de forma casi magistral, con sus altos y sus bajos, pero no por ello deja de ser una historia envolvente y atractiva. La dirección de Spielberg en este filme ha resultado en uno de los productos más brillantes de su carrera, y el guión no presenta lagunas. Los exteriores se han recreado de manera totalmente fiel a la época, así como el vestuario y apariencia de los personajes. Uno de los aspectos más positivos del filme es que no se trata de una obra partidista, sino que la crítica hacia ambos bandos va a ser uno de los mensajes constantes en esta obra, en la que los líderes dictan y los peones se mueven
"Munich", un film de Steven Spielberg, nos pone en la situación de estos agentes del gobierno hebreo, que recorrieron gran parte del continente europeo para dar caza a los terroristas. Operaciones encubiertas y asesinatos selectivos serán gran parte del contenido del filme, además de profundizar en los personajes principales, con bastantes instrospectivas en el protagonista, así como en el ataque a los atletas israelíes.
Entre los actores principales de la película nos encontramos con Eric Bana (Troya) y Daniel Craig (007). El primero interpreta a un agente del Mosad cuyas emociones internas abundan, líder del grupo anti-terrorista que pretende dar caza a los autores materiales e intelectuales del atentado. El actor cumple con su papel y se acopla a él de manera legítima, transmitiendo la figura de un hombre que mata por encargo aparentemente de forma insensible y eficaz, pero realmente no deja de cuestionarse las consecuencias tanto sociales para su país o emocionales para sí mismo que esto acarrearía. Craig, por otro lado, se pone en la piel de un agente que representa lo opuesto al personaje de Bana; un hombre insensible sediento de venganza y de hacer llegar la muerte a los terroristas por cualquier medio y de forma inmediata.
La película está narrada de forma casi magistral, con sus altos y sus bajos, pero no por ello deja de ser una historia envolvente y atractiva. La dirección de Spielberg en este filme ha resultado en uno de los productos más brillantes de su carrera, y el guión no presenta lagunas. Los exteriores se han recreado de manera totalmente fiel a la época, así como el vestuario y apariencia de los personajes. Uno de los aspectos más positivos del filme es que no se trata de una obra partidista, sino que la crítica hacia ambos bandos va a ser uno de los mensajes constantes en esta obra, en la que los líderes dictan y los peones se mueven
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Durante el tiroteo en Atenas se produce una escena que personalmente he encontrado un poco desacertada. Cuando los agentes israelíes están huyendo en coche y el terrorista árabe les encañona, este se detiene unos segundos como esperando a que le maten. La situación en sí me ha parecido un poco irreal, ya que alguien curtido en este tipo de enfrentamientos no suele vacilar a la hora de apretar el gatillo y mucho menos cuando está su vida en juego.
El diálogo entre Avner (Bana) y este terrorista durante la noche que pasan juntos en Atenas, es uno de los puntos más clave de la película a mi parecer, ya que ambos soldados de su causa en particular explican su visión y la contrastan con la del otro, siendo un conflicto que ha perdurado hasta el mismo día de hoy.
Cuando Avner encuentra a Carl muerto en su habitación, podemos ver como este último mueve los ojos en sendas ocasiones mientras Avner le sujeta la cabeza.
Me parece un acierto por parte del directorel enfocar las Torres Gemelas en el plano final de la película con la panorámica de Manhattan, para así romper el tabú. La presencia de estos emblemáticos edificios también puede suponer un gran simbolismo de que el terrorismo islámico estaba muy lejos de finalizar.
El diálogo entre Avner (Bana) y este terrorista durante la noche que pasan juntos en Atenas, es uno de los puntos más clave de la película a mi parecer, ya que ambos soldados de su causa en particular explican su visión y la contrastan con la del otro, siendo un conflicto que ha perdurado hasta el mismo día de hoy.
Cuando Avner encuentra a Carl muerto en su habitación, podemos ver como este último mueve los ojos en sendas ocasiones mientras Avner le sujeta la cabeza.
Me parece un acierto por parte del directorel enfocar las Torres Gemelas en el plano final de la película con la panorámica de Manhattan, para así romper el tabú. La presencia de estos emblemáticos edificios también puede suponer un gran simbolismo de que el terrorismo islámico estaba muy lejos de finalizar.
5 de diciembre de 2013
5 de diciembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras haber visionado de nuevo Munich (son varias veces ya, desde que acudí a ver la película en sala), no puedo dejar de pensar acerca de la majestuosidad de esta gran película de Spielberg.
Una auténtica gozada cinematográfica con múltiples pequeños - grandes (o grandes - pequeños) detalles, que vienen a corroborar ese "salto de calidad" que las obras de Spielberg dieron tras él mismo haber explorado nuevos caminos en la dirección con La Lista de Schindler. Tras esa fantástica obra, todas sus películas han estado dotadas de una impronta diferente, una nueva "textura", por decirlo de algún modo, más... cómo decirlo, "artesanal". Creo que en esto tiene mucho que ver, aparte de la madurez del director que alcanzó tras su obra cumbre de 1993, con su nuevo director de fotografía que desde entonces, siempre le ha acompañado.
Como comentaba anteriormente, este nuevo estilo no siempre le ha dado buenos resultados, a mi parecer. Pero cuando ha funcionado, ha funcionado y DE QUÉ FORMA. Y yo sitúo entre sus obras esenciales en su período post - Schindler, a este Munich.
La perfecta ejecución de las escenas de acción y suspense, con esa fotografía con grano, ese estilo deliberadamente retro en la ejecución, la aplicación del zoom (hay que tener mucho arte y mucha clase para marcarse en un film de acción dramático, unos zooms en planos tan efectivos y maravillosos.
Por no hablar de los flashbacks acerca de la masacre de los deportistas, la Villa Olímpica, el aeropuerto. Esa ejecución. Esa música (John Williams, en un trabajo contenido a ratos, agresivo y descarnado en otros). Todo.
No comento nada más, por no extenderme. Y por temor a spoilerear.
Una película magnífica. Sin discusión. Como dije en el título, es un film de calidad apabullante. Cómo me gustaría que Spielberg retomase alguna historia dramática, con elementos de acción policial no ambientada en el presente.
Una auténtica gozada cinematográfica con múltiples pequeños - grandes (o grandes - pequeños) detalles, que vienen a corroborar ese "salto de calidad" que las obras de Spielberg dieron tras él mismo haber explorado nuevos caminos en la dirección con La Lista de Schindler. Tras esa fantástica obra, todas sus películas han estado dotadas de una impronta diferente, una nueva "textura", por decirlo de algún modo, más... cómo decirlo, "artesanal". Creo que en esto tiene mucho que ver, aparte de la madurez del director que alcanzó tras su obra cumbre de 1993, con su nuevo director de fotografía que desde entonces, siempre le ha acompañado.
Como comentaba anteriormente, este nuevo estilo no siempre le ha dado buenos resultados, a mi parecer. Pero cuando ha funcionado, ha funcionado y DE QUÉ FORMA. Y yo sitúo entre sus obras esenciales en su período post - Schindler, a este Munich.
La perfecta ejecución de las escenas de acción y suspense, con esa fotografía con grano, ese estilo deliberadamente retro en la ejecución, la aplicación del zoom (hay que tener mucho arte y mucha clase para marcarse en un film de acción dramático, unos zooms en planos tan efectivos y maravillosos.
Por no hablar de los flashbacks acerca de la masacre de los deportistas, la Villa Olímpica, el aeropuerto. Esa ejecución. Esa música (John Williams, en un trabajo contenido a ratos, agresivo y descarnado en otros). Todo.
No comento nada más, por no extenderme. Y por temor a spoilerear.
Una película magnífica. Sin discusión. Como dije en el título, es un film de calidad apabullante. Cómo me gustaría que Spielberg retomase alguna historia dramática, con elementos de acción policial no ambientada en el presente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuestiones a indicar en Spoiler:
- Lo único que me chirría es que no se pudiese utilizar como localización el Estadio Olímpico de Munich. Por supuesto es un detalle ínfimo. Menor. Quizás no obtuvo permisos.
- Final apabullante y reflexivo, en Brooklyn, con el East River, Manhattan y por supuesto, el World Trade Center. Final con mensaje visual (además de la magnífica conversación entre Avner y Efhren).
- La escena de la chica del bar. De referencia absoluta a la hora de revisionar una escena de "cortejo". Sublime.
- La muerte, minutos después, de esa chica. Perfección absoluta.
- El asalto a Beirut.
En fin, son tantas cosas...
- Lo único que me chirría es que no se pudiese utilizar como localización el Estadio Olímpico de Munich. Por supuesto es un detalle ínfimo. Menor. Quizás no obtuvo permisos.
- Final apabullante y reflexivo, en Brooklyn, con el East River, Manhattan y por supuesto, el World Trade Center. Final con mensaje visual (además de la magnífica conversación entre Avner y Efhren).
- La escena de la chica del bar. De referencia absoluta a la hora de revisionar una escena de "cortejo". Sublime.
- La muerte, minutos después, de esa chica. Perfección absoluta.
- El asalto a Beirut.
En fin, son tantas cosas...
18 de abril de 2014
18 de abril de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Munich es como esas obras de arte que a la vista no son impresionantes, y sin embargo son simples, bonitas y precisas en los detalles. No destaca por sus efectos especiales, visuales ni de sonido. Pero expulsa realismo puro y duro por cada uno de sus fotogramas.
Basada en hechos reales. Trata sobre el asesinato de varios atletas israelíes por el grupo terrorista palestino “Septiembre Negro” durante los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. Dentro de este contexto, el agente del Mossad israelí (Eric Bana) y su equipo, se embarcan en una misión secreta para vengarse y asesinar a los responsables.
Lo más destacable de la película es la minuciosidad de Spielberg en la ambientación, el trabajo de documentación del hecho histórico, la investigación de los hechos, la estrategias utilizadas para intentar llevar a cabo la misión, las armas utilizadas (totalmente de la época), y el clima de tensión entre dos “pueblos” históricamente reñidos.
Inmejorable actuación de Eric Bana rodeado de grandes nombres como Daniel Craig o Geoffrey Rush y acompañada con una buena banda sonora que expresa la dureza y gravedad de los acontecimientos.
Un trabajo fino, muy bien hecho.
Basada en hechos reales. Trata sobre el asesinato de varios atletas israelíes por el grupo terrorista palestino “Septiembre Negro” durante los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. Dentro de este contexto, el agente del Mossad israelí (Eric Bana) y su equipo, se embarcan en una misión secreta para vengarse y asesinar a los responsables.
Lo más destacable de la película es la minuciosidad de Spielberg en la ambientación, el trabajo de documentación del hecho histórico, la investigación de los hechos, la estrategias utilizadas para intentar llevar a cabo la misión, las armas utilizadas (totalmente de la época), y el clima de tensión entre dos “pueblos” históricamente reñidos.
Inmejorable actuación de Eric Bana rodeado de grandes nombres como Daniel Craig o Geoffrey Rush y acompañada con una buena banda sonora que expresa la dureza y gravedad de los acontecimientos.
Un trabajo fino, muy bien hecho.
3 de diciembre de 2008
3 de diciembre de 2008
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película definitiva sobre el terrorismo no viene de Europa, ni mucho menos de España, como cabe esperar de la especial idiosincrasia de nuestros cineastas. Viene, paradójicamente, de la persona más poderosa del mundo del cine.
En fin, ese malvado esclavo de la taquilla que acabó con el sueño del Hollywood para adultos de los años 70, ha cogido el mejor cine político de aquella década, le ha sumado un talento igual o superior al de Hitchcock para la planificación y el suspense, y ha fichado a dos guionistas (Eric Roth y Tony Kushner) que conocen hasta el más mínimo detalle sobre el funcionamiento de la lucha armada, o más bien, de la lucha contra esta. Excepto por una escena del final, una obra maestra del primer minuto al último.
En fin, ese malvado esclavo de la taquilla que acabó con el sueño del Hollywood para adultos de los años 70, ha cogido el mejor cine político de aquella década, le ha sumado un talento igual o superior al de Hitchcock para la planificación y el suspense, y ha fichado a dos guionistas (Eric Roth y Tony Kushner) que conocen hasta el más mínimo detalle sobre el funcionamiento de la lucha armada, o más bien, de la lucha contra esta. Excepto por una escena del final, una obra maestra del primer minuto al último.
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