Candyman
2021 

5.0
5,625
Terror
Desde tiempos inmemoriales, los proyectos residenciales del barrio de Cabrini Green en Chicago se han visto amenazados por la historia de un supuesto asesino en serie con un gancho por mano al que se invoca fácilmente repitiendo su nombre cinco veces frente a un espejo. Hoy, una década después de que la última torre de Cabrini fuese derruída, el artista visual Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen) y su novia Brianna Cartwright (Teyonah ... [+]
28 de octubre de 2021
28 de octubre de 2021
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se deja ver, entretiene si te gusta el género, bien hecha y bien interpretada. Con un comienzo prometedor que se va diluyendo con el paso de los minutos. Actuaciones correctas de actores que yo no conozco, pero cumplen su función a la perfección. Yo no he visto la original, pero esta es del montón, otra más de supuesto terror medianamente entretenido pero fácilmente olvidable. Para pasar el rato y punto.
Así que, si te gusta el género, adelante, la puedes ver, pero no esperes nada excepcional, pero sí te encontrarás con un producto bien hecho y que puede llegar a entretener si no se es muy exigente.
Así que, si te gusta el género, adelante, la puedes ver, pero no esperes nada excepcional, pero sí te encontrarás con un producto bien hecho y que puede llegar a entretener si no se es muy exigente.
14 de noviembre de 2021
14 de noviembre de 2021
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo confesar que la he visto por las buenas críticas que había leído por ahí.
La primera película de "Candyman" y única que había visto hasta ahora me había gustado mucho, sobre todo por la magnética presencia de una Virginia Madsen maravillosa. Así que, en primera instancia, no creía que esta nueva la superara. Y lo cierto es que no sé si lo hace, ya que me gustó más la primigenia pero confieso que esta es más profunda, ahondando en la problemática social en cuando la vivienda y transformaciones de barrios por mor de las "liberales" políticas que convierten en ghettos lugares donde los blancos no quieren ir a vivir. Y también aborda la lacra del racismo y la xenofobia. Es pues, más "moderna" y progresista, no quedándose sólo en el más puro cine de terror sino que va más allá.
Y lo hace, desde mi punto de vista, de forma bastante irregular, con una primera mitad donde mi interés ha sido relativo y conseguido con muchos altibajos. Más tarde, en su seguna mitad sí que he disfrutado más al ser su narración más clara y concisa, con notables escenas llenas de tensión y una parte final que creo cierra bien la historia (al menos de momento).
Técnicamente muy competente, con estupenda fotografía y dirección artística.
A destacar los títulos de crédito finales, con marionetas narrando los diversos orígenes de Candyman. Conviene verlos al ser muy demostrativos y clarificadores.
https://filmsencajatonta.blogspot.com/
La primera película de "Candyman" y única que había visto hasta ahora me había gustado mucho, sobre todo por la magnética presencia de una Virginia Madsen maravillosa. Así que, en primera instancia, no creía que esta nueva la superara. Y lo cierto es que no sé si lo hace, ya que me gustó más la primigenia pero confieso que esta es más profunda, ahondando en la problemática social en cuando la vivienda y transformaciones de barrios por mor de las "liberales" políticas que convierten en ghettos lugares donde los blancos no quieren ir a vivir. Y también aborda la lacra del racismo y la xenofobia. Es pues, más "moderna" y progresista, no quedándose sólo en el más puro cine de terror sino que va más allá.
Y lo hace, desde mi punto de vista, de forma bastante irregular, con una primera mitad donde mi interés ha sido relativo y conseguido con muchos altibajos. Más tarde, en su seguna mitad sí que he disfrutado más al ser su narración más clara y concisa, con notables escenas llenas de tensión y una parte final que creo cierra bien la historia (al menos de momento).
Técnicamente muy competente, con estupenda fotografía y dirección artística.
A destacar los títulos de crédito finales, con marionetas narrando los diversos orígenes de Candyman. Conviene verlos al ser muy demostrativos y clarificadores.
https://filmsencajatonta.blogspot.com/
1 de septiembre de 2021
1 de septiembre de 2021
9 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Remake y secuela del clásico de los noventa Candyman, el Dominio de la Mente (Bernard Rose, 1992), además de la cuarta película de la saga, que es la segunda película de la responsable de Little Woods (2018), y que está protagonizada por Yahya Abdul-Mateen ll (Nosotros, 2019), y Teyonah Parris (serie Bruja Escarlata y Visión).
Desde tiempos inmemoriales, los proyectos residenciales del barrio de Cabrini Green en Chicago se han visto amenazados por la historia de un supuesto asesino en serie con un gancho por mano al que se invoca fácilmente repitiendo su nombre cinco veces frente a un espejo. Hoy, una década después de que la última torre de Cabrini fuese derruída, el artista visual Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen ll) y su novia Brianna Cartwright (Teyonah Parris), se mudan a un apartamento de lujo de un barrio ahora irreconocible, repleto de millennials y de personas que, por lo general, desconocen su oscuro pasado.(FilmAffinity)
La película viene cargada de una fuerte crítica social, que ya venía implícita en el resto de películas de la saga, aunque se acentúe claramente en este caso, además encontramos en el tono y en algunos elementos como el tipo de comedia la huella de Jordan Peele (Déjame Salir, 2017), que aquí ejerce de productor. Las actuaciones cumplen con creces, inquietando en ciertas ocasiones y destacando un Yahya Abdul-Mateen ll que consigue comerse gran parte de las escenas en las que aparece, y las muertes resultan más explícitas y sangrientas de lo que uno espera, además, el guión se atreve a ampliar en buena medida la mitología de la historia, para, posiblemente, continuar la historia en otras entregas.
Candyman es una buena reinvención del clásico de los noventa, que además de continuar y ampliar la historia ya conocida, la actualiza y consigue aportar el sello personal de una directora a la que seguro vale la pena seguir la pista.
Nota personal 7/10
Desde tiempos inmemoriales, los proyectos residenciales del barrio de Cabrini Green en Chicago se han visto amenazados por la historia de un supuesto asesino en serie con un gancho por mano al que se invoca fácilmente repitiendo su nombre cinco veces frente a un espejo. Hoy, una década después de que la última torre de Cabrini fuese derruída, el artista visual Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen ll) y su novia Brianna Cartwright (Teyonah Parris), se mudan a un apartamento de lujo de un barrio ahora irreconocible, repleto de millennials y de personas que, por lo general, desconocen su oscuro pasado.(FilmAffinity)
La película viene cargada de una fuerte crítica social, que ya venía implícita en el resto de películas de la saga, aunque se acentúe claramente en este caso, además encontramos en el tono y en algunos elementos como el tipo de comedia la huella de Jordan Peele (Déjame Salir, 2017), que aquí ejerce de productor. Las actuaciones cumplen con creces, inquietando en ciertas ocasiones y destacando un Yahya Abdul-Mateen ll que consigue comerse gran parte de las escenas en las que aparece, y las muertes resultan más explícitas y sangrientas de lo que uno espera, además, el guión se atreve a ampliar en buena medida la mitología de la historia, para, posiblemente, continuar la historia en otras entregas.
Candyman es una buena reinvención del clásico de los noventa, que además de continuar y ampliar la historia ya conocida, la actualiza y consigue aportar el sello personal de una directora a la que seguro vale la pena seguir la pista.
Nota personal 7/10
2 de septiembre de 2021
2 de septiembre de 2021
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer la sala registraba un aforo casi completo de menores no acompañados entre los 14 y 17 años que a punto estuvo de acabar con mi paciencia e incluso llegué a plantearme salir del cine, menos mal que después de dos bramidos infernales y la propia película, ejercieron su poder de atracción sobre la marabunta imberbe y a la media hora ya nadie saltaba sobre las sillas ni se tiraban palomitas de una fila a otra, aunque el murmullo seguía de fondo como un sonido propio del film.
Es difícil valorar el trabajo de la directora Nia DaCosta porque el resultado es tan característico de Jordan Peele ; aquí ejerce de productor y guionista, que se podría decir que está firmado por él mismo y nadie se daría cuenta ya que contiene todos los elementos propios que lo han hecho famoso en su representación del miedo acompañada de la reivindicación de la población afroamericana presente en algunas de sus más conocidas obras ; “Get out” y “Us”, así como en la estupenda “Antabellum” que aunque no es suya, mantiene la misma carga dramática de la América racista y también en clave de terror.
La película está bien y se sigue con facilidad en ese descenso progresivo a los infiernos de su protagonista que consigue cuajar una interpretación interesante, acompañado de un elenco que da la talla y aderezado de una dirección artística muy elegante, así como una partitura musical que atrapa y da el tono de intriga necesario para la función.
Es difícil valorar el trabajo de la directora Nia DaCosta porque el resultado es tan característico de Jordan Peele ; aquí ejerce de productor y guionista, que se podría decir que está firmado por él mismo y nadie se daría cuenta ya que contiene todos los elementos propios que lo han hecho famoso en su representación del miedo acompañada de la reivindicación de la población afroamericana presente en algunas de sus más conocidas obras ; “Get out” y “Us”, así como en la estupenda “Antabellum” que aunque no es suya, mantiene la misma carga dramática de la América racista y también en clave de terror.
La película está bien y se sigue con facilidad en ese descenso progresivo a los infiernos de su protagonista que consigue cuajar una interpretación interesante, acompañado de un elenco que da la talla y aderezado de una dirección artística muy elegante, así como una partitura musical que atrapa y da el tono de intriga necesario para la función.
31 de agosto de 2021
31 de agosto de 2021
5 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Candyman es una obra cinematográfica que trasciende al terror, que lo transmuta regurgitándolo con los componentes sociopolíticos para convertirlo en un vehículo comunicacional de sentires y denuncias: la raza negra oprimida por la brutalidad policial y sus actos perversos dan sentido a un hombre de piel oscura con garfio por mano llamado Candyman, que desata el dolor de innumerables víctimas de raza negra. Sin embargo, para la directora Nia DaCosta su personaje comprende distintas pieles, con resortes multifacéticos, pero no duda en afirmar que Candyman debe entenderse igualmente como monstruo y villano, aunque su propósito sea deconstruirlo y responder la pregunta: ¿Cómo llegó allí y de qué es producto?
El filme, que transita con paso firme sin apenas cojear, reúne en el arte y en su artista el ritual de la seducción y la atracción del mal. Abdul-Mateen, quien hace las veces de protagonista, es un pintor que, sugestionado por el mito que espolea la tradición de Candyman, da rienda suelta a su creación, propiciando con el título de su obra: “Dí mi nombre” el advenimiento de, en apariencia, el rostro del mal. La galería de arte donde expone su obra, que constituye por sí misma un cuadro de falsedades e imposturas que sitúan en mal lugar a la industria, ofrece al anochecer, cuando todo el mundo ha abandonado el recinto, la primera afilada sonrisa de nuestro personaje, tiñendo la escena de rojo-sangre, cumpliendo satisfecho con el deber de su invocación.
En realidad, lo que DaCosta construye es una alegoría terroríficamente bella. Si miras al espejo y pronuncias cinco veces su nombre, Candyman no tardará en aparecer en el reflejo, lo que sin duda constituye un interesante juego: Candyman es la oscura refracción de una sociedad donde el terror confluye en todas partes a lo largo de la geografía americana, manifestándose en ámbitos diversos como el policial, el legal o el jurídico. Un terror, que, dicho sea de paso, se ejecuta unas veces de forma explícita a los ojos del espectador, y en otras, sintiéndolo de forma calmosa y fría, sin música, en lontananza.
En definitiva, Candyman no es un muestrario de asesinatos gratuito injustificado. Demuestra, más bien, que los monstruos no surgen del vacío, sino que existen causas y consecuencias. El largometraje acaba constatando, en la postrera y única escena que acaba resultando sobrecogedora, que el rostro de Candyman no es en realidad, el rostro del terror, son otros.
Lo bueno: El terror como pretexto de ambiciones de crítica social .
Lo malo: en contadas ocasiones logra llegar el terror al paroxismo. Carece de impacto.
Nota: 8/10
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El filme, que transita con paso firme sin apenas cojear, reúne en el arte y en su artista el ritual de la seducción y la atracción del mal. Abdul-Mateen, quien hace las veces de protagonista, es un pintor que, sugestionado por el mito que espolea la tradición de Candyman, da rienda suelta a su creación, propiciando con el título de su obra: “Dí mi nombre” el advenimiento de, en apariencia, el rostro del mal. La galería de arte donde expone su obra, que constituye por sí misma un cuadro de falsedades e imposturas que sitúan en mal lugar a la industria, ofrece al anochecer, cuando todo el mundo ha abandonado el recinto, la primera afilada sonrisa de nuestro personaje, tiñendo la escena de rojo-sangre, cumpliendo satisfecho con el deber de su invocación.
En realidad, lo que DaCosta construye es una alegoría terroríficamente bella. Si miras al espejo y pronuncias cinco veces su nombre, Candyman no tardará en aparecer en el reflejo, lo que sin duda constituye un interesante juego: Candyman es la oscura refracción de una sociedad donde el terror confluye en todas partes a lo largo de la geografía americana, manifestándose en ámbitos diversos como el policial, el legal o el jurídico. Un terror, que, dicho sea de paso, se ejecuta unas veces de forma explícita a los ojos del espectador, y en otras, sintiéndolo de forma calmosa y fría, sin música, en lontananza.
En definitiva, Candyman no es un muestrario de asesinatos gratuito injustificado. Demuestra, más bien, que los monstruos no surgen del vacío, sino que existen causas y consecuencias. El largometraje acaba constatando, en la postrera y única escena que acaba resultando sobrecogedora, que el rostro de Candyman no es en realidad, el rostro del terror, son otros.
Lo bueno: El terror como pretexto de ambiciones de crítica social .
Lo malo: en contadas ocasiones logra llegar el terror al paroxismo. Carece de impacto.
Nota: 8/10
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