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7.4
5,328
9
10 de mayo de 2021
10 de mayo de 2021
23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las terribles Guerras de Secesión Yugoslavas o, más comúnmente conocidas como Guerras de los Balcanes (1991-2001), representan una verdadera mancha en la Historia de la Humanidad y, concretamente, en la Historia de Europa. Por suerte, el cine ha dado voz a muchas historias y han quedado en el recuerdo importantes trabajos firmados por Emir Kusturica, Milcho Manchevski, Dalibor Matanic, Goran Paskaljevic, Danis Tanovic o la misma Jasmila Zbanic. Esta última ya ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín 2006 con Grbavica y ahora presenta Quo Vadis, Aida?, un grito de sufrimiento y desesperación de una mujer en medio de una encrucijada dolorosa e imborrable.
El mismo y acertadísimo título de la película se pregunta hacia dónde va Aida. Ella es una profesora de escuela convertida en traductora de la ONU, desde el inicio de los conflictos en los Balcanes, que debe llevar a cabo su importantísimo y, a veces, invisibilizado trabajo de intérprete, estando presente en la toma de decisiones en un momento de incertidumbre y crispación. Antes, pero, es madre y, durante este sensible contexto, debe hacer lo posible para salvar a su marido y sus dos hijos de una posible ejecución. A partir de su personaje, la directora construye la historia de lo que aconteció en julio de 1995 en la pequeña ciudad de Srebrenica, cuando el ejército serbio ocupó la ciudad y decidió, eufemísticamente, proteger a la población, ocasionando una matanza de más de 8 mil bosnios musulmanes.
Uno de los grandes logros de la película es la representación de esa incertidumbre y crispación que vivió una parte de la población en ese momento, ofreciendo detalles impagables. A través de los ojos de Aida, magistralmente interpretada por Jasna Djuricic, el espectador va adentrándose en la historia del terrible acontecimiento sin caer en el drama exagerado o de lágrima fácil. De hecho, Zbanic no quiere mostrar el horror explícitamente, sino que opta por explicar la antesala del suceso, dejando a la audiencia sensaciones incómodas pero, a la vez, confusas sobre lo que pasará, como si estuviéramos en el papel de Aida. De este modo, Quo Vadis, Aida? es un auténtica y dura joya a descubrir, tanto a nivel técnico como narrativo. Pasará al Olimpo de películas sobre la Guerra de los Balcanes.
Lo bueno: centrarse en la encrucijada que vive Aida y los últimos 20 minutos.
Lo malo: prácticamente nada.
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El mismo y acertadísimo título de la película se pregunta hacia dónde va Aida. Ella es una profesora de escuela convertida en traductora de la ONU, desde el inicio de los conflictos en los Balcanes, que debe llevar a cabo su importantísimo y, a veces, invisibilizado trabajo de intérprete, estando presente en la toma de decisiones en un momento de incertidumbre y crispación. Antes, pero, es madre y, durante este sensible contexto, debe hacer lo posible para salvar a su marido y sus dos hijos de una posible ejecución. A partir de su personaje, la directora construye la historia de lo que aconteció en julio de 1995 en la pequeña ciudad de Srebrenica, cuando el ejército serbio ocupó la ciudad y decidió, eufemísticamente, proteger a la población, ocasionando una matanza de más de 8 mil bosnios musulmanes.
Uno de los grandes logros de la película es la representación de esa incertidumbre y crispación que vivió una parte de la población en ese momento, ofreciendo detalles impagables. A través de los ojos de Aida, magistralmente interpretada por Jasna Djuricic, el espectador va adentrándose en la historia del terrible acontecimiento sin caer en el drama exagerado o de lágrima fácil. De hecho, Zbanic no quiere mostrar el horror explícitamente, sino que opta por explicar la antesala del suceso, dejando a la audiencia sensaciones incómodas pero, a la vez, confusas sobre lo que pasará, como si estuviéramos en el papel de Aida. De este modo, Quo Vadis, Aida? es un auténtica y dura joya a descubrir, tanto a nivel técnico como narrativo. Pasará al Olimpo de películas sobre la Guerra de los Balcanes.
Lo bueno: centrarse en la encrucijada que vive Aida y los últimos 20 minutos.
Lo malo: prácticamente nada.
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6.9
37,833
8
1 de marzo de 2022
1 de marzo de 2022
35 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras años de espera, controversias y escepticismo, la nueva película de Batman se estrena para plantar cara a la avalancha de películas basadas en superhéroes con tono colorido y humorístico. El encargado de dirigir esta complicada empresa es Matt Reeves, mayormente reconocido por conducir las dos últimas entregas de El planeta de los simios.
Antecedentes
Las últimas dos adaptaciones de Batman en el cine han dejado el listón muy alto. Christopher Nolan, junto a Christian Bale, cambiaron el cine de superhéroes para siempre con su trilogía del Caballero Oscuro, al proponer un tono mucho más realista y serio, sin dejar de lado los elementos que hacen tan único al personaje. Posteriormente, Zack Snyder introdujo al personaje en la polémica Batman v Superman: El amanecer de la justicia, con un matiz mucho más agresivo y contundente, interpretado por el actor Ben Affleck, quien en un primer momento se encargaría de dirigir, escribir y protagonizar la próxima película de Batman en solitario. Pero, por problemas personales y diferencias creativas, Affleck abandonó la producción y esta fue entregada a Matt Reeves, quien elegiría a Robert Pattinson como la nueva encarnación de Bruce Wayne/Batman.
Interpretaciones
Desde los primeros minutos de metraje, The Batman se siente como una película diferente, con una introducción pausada y solemne. Sus primeras escenas asoman un grado de misterio y terror, lo que supone toda una declaración de intenciones por parte del director.
Para Matt Reeves era muy importante desmarcarse de las anteriores interpretaciones del personaje y su entorno, objetivo que consigue exitosamente con un golpe sobre la mesa al mostrar un Bruce Wayne mucho más deprimido, amargado y taciturno, en una Gotham City decadente y podrida de corrupción. Este personaje requería de un actor que supiera transmitir ese estado emocional, por lo que hay que reconocer que Robert Pattinson desarrolla este papel de sobradas maneras. Asimismo, su versión de Batman es sumamente impulsiva, oscura y agresiva, con ciertos destellos de compasión y empatía.
El filme establece su propio canon en la mitología de Batman al reimaginar y desarrollar a los personajes y sus tramas de forma muy coherente y más entrelazadas, jugando con sus orígenes y dotándolos de más complejidad. Tanto la ciudad como sus habitantes están llenos de secretos y cumplen un papel muy importante en la historia.
Las actuaciones del reparto son generalmente correctas, aunque en algunos personajes se sientan más flojas. Además de Pattinson, destacan enormemente los roles de Paul Dano como Enigma (The Riddler), quien regala una puesta en escena portentosa tanto con su atuendo criminal (indudablemente siniestro) como a cara descubierta, donde demuestra un histrionismo apabullante y perturbador. De igual forma, El Pingüino, interpretado por Colin Farrell, ofrece un registro muy convincente y genuino, aún con la prótesis facial que no hace más que engrandecer su performance.
Secuencias
La película tiene un ritmo variado y bien equilibrado, pues intercala escenas pausadas —dotadas de drama y misterio— con secuencias de acción trepidantes, tratadas con un enfoque más artístico y grandilocuente. En este sentido, algunos segmentos toman un tono más melodramático, con subtramas que ahondan en las motivaciones de los personajes. Otros, en cambio, adoptan un matiz más detectivesco y policial, con momentos de misterio e intriga bien conseguidos.
Mención aparte merecen los apartados estético y la banda sonora, donde el director despliega su virtuosismo ante la cámara al ofrecer planos verdaderamente cinematográficos y con mucha personalidad. La mirada subjetiva de los personajes y los planos objetuales destacan favorablemente. La banda sonora está firmada por el remarcable Michael Giacchino, que refuerza cada escena con piezas muy alegóricas a lo que se muestra, con un leitmotiv para cada personaje. Sin embargo, algunas veces, la banda sonora satura demasiado la escena con la pretensión de sugestionar o dar énfasis a lo que sucede.
Conclusión
En definitiva, The Batman nos reintroduce a un personaje ya conocido por el público, pero reinterpretado con una nueva estética aún más realista que en adaptaciones anteriores, con un tono mucho más oscuro que ahonda en la psicología de los personajes, en una Gotham City sumergida en secretos y corrupción. Matt Reeves convence con su propuesta y nos da un gran aliciente para convertirla en una saga. Los actores protagonistas se ajustan a sus personajes, con un Robert Pattinson atormentado, contundente y obstinado, tanto en su rol de Bruce Wayne como en el de Batman. Zoë Kravitz como Selina Kyle/Catwoman seduce en cada escena al mostrarnos diferentes registros dramáticos. Y un Paul Dano como Enigma, restregando su psicopatía en la pantalla.
Sus casi tres horas de duración cuentan con un equilibrio entre drama, misterio policial y acción, que en algún punto del visionado puede notarse su extensión, sin que necesariamente signifique que se haga larga o pesada, resultando más bien intensa y sustanciosa.
PD: Contiene un breve mensaje poscrédito lo suficientemente interesante como para esperar a verlo.
Lo bueno: la cinematografía de Matt Reeves y el tono oscuro y realista en la narrativa.
Lo malo: algunas actuaciones flojas y la superposición de la banda sonora satura en algunas escenas.
Escrito por Gabriel Bonanni Caldeira
-
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Antecedentes
Las últimas dos adaptaciones de Batman en el cine han dejado el listón muy alto. Christopher Nolan, junto a Christian Bale, cambiaron el cine de superhéroes para siempre con su trilogía del Caballero Oscuro, al proponer un tono mucho más realista y serio, sin dejar de lado los elementos que hacen tan único al personaje. Posteriormente, Zack Snyder introdujo al personaje en la polémica Batman v Superman: El amanecer de la justicia, con un matiz mucho más agresivo y contundente, interpretado por el actor Ben Affleck, quien en un primer momento se encargaría de dirigir, escribir y protagonizar la próxima película de Batman en solitario. Pero, por problemas personales y diferencias creativas, Affleck abandonó la producción y esta fue entregada a Matt Reeves, quien elegiría a Robert Pattinson como la nueva encarnación de Bruce Wayne/Batman.
Interpretaciones
Desde los primeros minutos de metraje, The Batman se siente como una película diferente, con una introducción pausada y solemne. Sus primeras escenas asoman un grado de misterio y terror, lo que supone toda una declaración de intenciones por parte del director.
Para Matt Reeves era muy importante desmarcarse de las anteriores interpretaciones del personaje y su entorno, objetivo que consigue exitosamente con un golpe sobre la mesa al mostrar un Bruce Wayne mucho más deprimido, amargado y taciturno, en una Gotham City decadente y podrida de corrupción. Este personaje requería de un actor que supiera transmitir ese estado emocional, por lo que hay que reconocer que Robert Pattinson desarrolla este papel de sobradas maneras. Asimismo, su versión de Batman es sumamente impulsiva, oscura y agresiva, con ciertos destellos de compasión y empatía.
El filme establece su propio canon en la mitología de Batman al reimaginar y desarrollar a los personajes y sus tramas de forma muy coherente y más entrelazadas, jugando con sus orígenes y dotándolos de más complejidad. Tanto la ciudad como sus habitantes están llenos de secretos y cumplen un papel muy importante en la historia.
Las actuaciones del reparto son generalmente correctas, aunque en algunos personajes se sientan más flojas. Además de Pattinson, destacan enormemente los roles de Paul Dano como Enigma (The Riddler), quien regala una puesta en escena portentosa tanto con su atuendo criminal (indudablemente siniestro) como a cara descubierta, donde demuestra un histrionismo apabullante y perturbador. De igual forma, El Pingüino, interpretado por Colin Farrell, ofrece un registro muy convincente y genuino, aún con la prótesis facial que no hace más que engrandecer su performance.
Secuencias
La película tiene un ritmo variado y bien equilibrado, pues intercala escenas pausadas —dotadas de drama y misterio— con secuencias de acción trepidantes, tratadas con un enfoque más artístico y grandilocuente. En este sentido, algunos segmentos toman un tono más melodramático, con subtramas que ahondan en las motivaciones de los personajes. Otros, en cambio, adoptan un matiz más detectivesco y policial, con momentos de misterio e intriga bien conseguidos.
Mención aparte merecen los apartados estético y la banda sonora, donde el director despliega su virtuosismo ante la cámara al ofrecer planos verdaderamente cinematográficos y con mucha personalidad. La mirada subjetiva de los personajes y los planos objetuales destacan favorablemente. La banda sonora está firmada por el remarcable Michael Giacchino, que refuerza cada escena con piezas muy alegóricas a lo que se muestra, con un leitmotiv para cada personaje. Sin embargo, algunas veces, la banda sonora satura demasiado la escena con la pretensión de sugestionar o dar énfasis a lo que sucede.
Conclusión
En definitiva, The Batman nos reintroduce a un personaje ya conocido por el público, pero reinterpretado con una nueva estética aún más realista que en adaptaciones anteriores, con un tono mucho más oscuro que ahonda en la psicología de los personajes, en una Gotham City sumergida en secretos y corrupción. Matt Reeves convence con su propuesta y nos da un gran aliciente para convertirla en una saga. Los actores protagonistas se ajustan a sus personajes, con un Robert Pattinson atormentado, contundente y obstinado, tanto en su rol de Bruce Wayne como en el de Batman. Zoë Kravitz como Selina Kyle/Catwoman seduce en cada escena al mostrarnos diferentes registros dramáticos. Y un Paul Dano como Enigma, restregando su psicopatía en la pantalla.
Sus casi tres horas de duración cuentan con un equilibrio entre drama, misterio policial y acción, que en algún punto del visionado puede notarse su extensión, sin que necesariamente signifique que se haga larga o pesada, resultando más bien intensa y sustanciosa.
PD: Contiene un breve mensaje poscrédito lo suficientemente interesante como para esperar a verlo.
Lo bueno: la cinematografía de Matt Reeves y el tono oscuro y realista en la narrativa.
Lo malo: algunas actuaciones flojas y la superposición de la banda sonora satura en algunas escenas.
Escrito por Gabriel Bonanni Caldeira
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6.2
901
7
14 de agosto de 2021
14 de agosto de 2021
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las directoras de cine más importantes del momento y, concretamente, del cine de autor es Agnieszka Holland. Desde Polonia hasta Estados Unidos, pasando por Alemania, Francia, Reino Unido y, ahora, República Checa, Holland lleva más de 40 años explicando historias sobre Europa. Una de sus especialidades son las microhistorias como vehículo para explicar grandes controversias históricas. En 2019 fue de las primeras en explicar el Holodomor, la gran hambruna Ucraniana, en Mr. Jones. Ahora, expone la compleja situación de Checoslovaquia durante tres décadas.
A partir de la historia de un célebre herbolario que sanó, mediante el uso de plantas medicinales y métodos naturales, y con tan solo comprobar un bote de orina del paciente, Agnieszka Holland pone en el foco multitud de cuestiones interesantes. Primero, y algo impostado en el metraje general, un romance homosexual en unos años en que era delito. Segundo, la situación de la medicina en una época en la cual se amputaba antes de tratar y, precisamente, en un momento en que la medicina natural estaba muy presente. Tercero, y más relevante, la evolución del contexto histórico durante los años 30', 40' y 50', tratando, desde un principio, a ricos y pobres hasta labrarse una fama que lo llevó a atender a Martin Bormann, secretario de Adolf Hitler, y a salvar al presidente checoslovaco, Antonín Zápotocký.
Sin lugar a dudas, Charlatán es una película con contenido. No es una película para pasar la tarde. De hecho, al visualizarla requiere atención, puesto que los debates psicológicos y existenciales del personaje están muy bien construidos y representados. La labor del guionista Marek Epstein, la fotografía de Martín Strba y la dirección clásica y precisa de Agnieszka Holland convierten a Charlatán en un drama muy interesante y acertado. Quizás, el drama romántico, como ya se ha comentado, es un elemento algo impostado que alarga innecesariamente el metraje, el cual ya está suficientemente extendido (118 minutos). Aun así, el espectador atraído por las microhistorias que invitan a la reflexión, sobre todo históricas, no puede perderse este film elegantemente presentado.
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A partir de la historia de un célebre herbolario que sanó, mediante el uso de plantas medicinales y métodos naturales, y con tan solo comprobar un bote de orina del paciente, Agnieszka Holland pone en el foco multitud de cuestiones interesantes. Primero, y algo impostado en el metraje general, un romance homosexual en unos años en que era delito. Segundo, la situación de la medicina en una época en la cual se amputaba antes de tratar y, precisamente, en un momento en que la medicina natural estaba muy presente. Tercero, y más relevante, la evolución del contexto histórico durante los años 30', 40' y 50', tratando, desde un principio, a ricos y pobres hasta labrarse una fama que lo llevó a atender a Martin Bormann, secretario de Adolf Hitler, y a salvar al presidente checoslovaco, Antonín Zápotocký.
Sin lugar a dudas, Charlatán es una película con contenido. No es una película para pasar la tarde. De hecho, al visualizarla requiere atención, puesto que los debates psicológicos y existenciales del personaje están muy bien construidos y representados. La labor del guionista Marek Epstein, la fotografía de Martín Strba y la dirección clásica y precisa de Agnieszka Holland convierten a Charlatán en un drama muy interesante y acertado. Quizás, el drama romántico, como ya se ha comentado, es un elemento algo impostado que alarga innecesariamente el metraje, el cual ya está suficientemente extendido (118 minutos). Aun así, el espectador atraído por las microhistorias que invitan a la reflexión, sobre todo históricas, no puede perderse este film elegantemente presentado.
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4.7
5,493
7
28 de abril de 2021
28 de abril de 2021
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después del éxito mundial que supuso Tren a Busan, se estrena en España Península, dirigida por el surcoreano Yeon Sang-ho, repitiendo como director y guionista. Esta saga de apocalipsis zombi fue aclamada en el Festival de Sitges y obtuvo el premio a Mejor director y Efectos especiales en 2016. Cuenta con una precuela animada llamada Seoul Station.
Península narra los acontecimientos siguientes de su antecesora y muestra cómo la sociedad coreana sobrevive a este apocalipsis zombi. Lo interesante de Tren a Busan era que la historia se desarrollaba mayoritariamente dentro de un tren, lo que resultaba terriblemente agobiante y claustofóbica. En esta secuela, la historia se desarrolla a lo largo y ancho de toda la ciudad, lo que significa una evolución narrativa que propicia otro tipo de adversidades a los personajes. Por un lado, el film mantiene un buen ritmo y establece un equilibrio entre las escenas de diálogo, más cercanas al suspense, y las escenas de acción, las cuales son sumamente adrenalínicas y emocionantes. Por otro lado, se nota un claro aumento del presupuesto en esta producción, pues los efectos especiales son mayores y de mejor calidad.
Así pues, Península es una digna secuela de Tren a Busan, que logra expandir la historia y ofrece un espectáculo diferente a lo planteado por su antecesora. Sin embargo, más allá del apocalipsis zombi, esta saga habla sobre la condición humana y la miseria emocional y moral que impera en situaciones límite. Hacia el final de la película sufre un giro en su tono, volviéndose empalagosamente melodramática y no consigue generar la empatía suficiente con el espectador. Por consiguiente, estas escenas resultan forzadas y restan al conjunto que se venía construyendo a lo largo del filme. Aun así, considero que es una película entretenida y disfrutable, que dosifica muy bien el suspense, la acción y la presencia zombi.
Lo bueno: las escenas de acción, efectos especiales y persecuciones de coches.
Lo malo: el poco desarrollo de personajes y el tono melodramático hacia el final de la película.
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Península narra los acontecimientos siguientes de su antecesora y muestra cómo la sociedad coreana sobrevive a este apocalipsis zombi. Lo interesante de Tren a Busan era que la historia se desarrollaba mayoritariamente dentro de un tren, lo que resultaba terriblemente agobiante y claustofóbica. En esta secuela, la historia se desarrolla a lo largo y ancho de toda la ciudad, lo que significa una evolución narrativa que propicia otro tipo de adversidades a los personajes. Por un lado, el film mantiene un buen ritmo y establece un equilibrio entre las escenas de diálogo, más cercanas al suspense, y las escenas de acción, las cuales son sumamente adrenalínicas y emocionantes. Por otro lado, se nota un claro aumento del presupuesto en esta producción, pues los efectos especiales son mayores y de mejor calidad.
Así pues, Península es una digna secuela de Tren a Busan, que logra expandir la historia y ofrece un espectáculo diferente a lo planteado por su antecesora. Sin embargo, más allá del apocalipsis zombi, esta saga habla sobre la condición humana y la miseria emocional y moral que impera en situaciones límite. Hacia el final de la película sufre un giro en su tono, volviéndose empalagosamente melodramática y no consigue generar la empatía suficiente con el espectador. Por consiguiente, estas escenas resultan forzadas y restan al conjunto que se venía construyendo a lo largo del filme. Aun así, considero que es una película entretenida y disfrutable, que dosifica muy bien el suspense, la acción y la presencia zombi.
Lo bueno: las escenas de acción, efectos especiales y persecuciones de coches.
Lo malo: el poco desarrollo de personajes y el tono melodramático hacia el final de la película.
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6.6
2,909
7
26 de junio de 2021
26 de junio de 2021
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya realizó en Hamilton, el actor, productor, director y compositor Lin-Manuel Miranda vuelve a adaptar a la gran pantalla un musical de éxito de Broadway como es In The Heights, aquí traducido como En Un Barrio de Nueva York. En esta ocasión, el director John M. Cho (Crazy Rich Asians, GI Joe: La Venganza, Ahora Me Ves 2) se encarga de dirigir esta historia que, en definitiva, quiere explicar las microhistorias personales que los habitantes del barrio de Washington Heights comparten: la estima por su tierra natal. Todos ellos, emigrados desde Cuba, Costa Rica, República Dominicana, México, entre otras nacionalidades, viven con su origen de nacimiento presente pero, al final, no dejan de ser habitantes de Estados Unidos donde han crecido y formado su vida, pese a las complicadas circunstancias.
Por lo tanto, En Un Barrio de Nueva York consiste en un compendio de ejemplos de experiencias vitales que decidieron dejar su país y sus recuerdos de infancia para buscar la prosperidad en otro en el cual, con mucho esfuerzo y constancia, pudieron seguir viviendo, sin olvidar, efectivamente, su identidad nacional como cubanos o costarriqueños. Es, en pocas palabras, una película que refleja un drama muy presente, la emigración/inmigración, que plantea numerosos debates y algunas polémicas: ¿qué te hace ser de un país u otro? ¿Deberían tener los mismos derechos?
No obstante, no estamos ante un drama o film reflexivo sino, más bien, en una celebración de la plurinacionalidad de un barrio. Además, en términos cinematográficos, todo el equipo técnico consigue realizar un excelente trabajo para que se convierte en una experiencia veraniega y refrescante, algo edulcorada y con algunas incorrecciones. Evidentemente, no es un trabajo perfecto, aparte de tener un excesivo metraje, aunque no aburre en ningún momento, gracias a que prácticamente toda está cantada. Sin embargo, el objetivo de Miranda consistió en adaptar al completo el musical de Broadway para invitar a la reflexión y, sobre todo, conseguir que el público salga satisfecho con sus números musicales inolvidables y de estilos variados (In the Heights, 96.000, Carnaval del Barrio).
Lo bueno: la escena técnicamente impecable de When The Sun Goes Down y su banda sonora.
Lo malo: las historias de amor son de manual y nada originales, y su metraje.
Nota: 7,5/10
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Por lo tanto, En Un Barrio de Nueva York consiste en un compendio de ejemplos de experiencias vitales que decidieron dejar su país y sus recuerdos de infancia para buscar la prosperidad en otro en el cual, con mucho esfuerzo y constancia, pudieron seguir viviendo, sin olvidar, efectivamente, su identidad nacional como cubanos o costarriqueños. Es, en pocas palabras, una película que refleja un drama muy presente, la emigración/inmigración, que plantea numerosos debates y algunas polémicas: ¿qué te hace ser de un país u otro? ¿Deberían tener los mismos derechos?
No obstante, no estamos ante un drama o film reflexivo sino, más bien, en una celebración de la plurinacionalidad de un barrio. Además, en términos cinematográficos, todo el equipo técnico consigue realizar un excelente trabajo para que se convierte en una experiencia veraniega y refrescante, algo edulcorada y con algunas incorrecciones. Evidentemente, no es un trabajo perfecto, aparte de tener un excesivo metraje, aunque no aburre en ningún momento, gracias a que prácticamente toda está cantada. Sin embargo, el objetivo de Miranda consistió en adaptar al completo el musical de Broadway para invitar a la reflexión y, sobre todo, conseguir que el público salga satisfecho con sus números musicales inolvidables y de estilos variados (In the Heights, 96.000, Carnaval del Barrio).
Lo bueno: la escena técnicamente impecable de When The Sun Goes Down y su banda sonora.
Lo malo: las historias de amor son de manual y nada originales, y su metraje.
Nota: 7,5/10
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