Mad Max
6.6
66,778
Acción. Ciencia ficción
En un futuro posnuclear, Max Rockatansky, un policía encargado de la vigilancia de una autopista, tendrá que vérselas con unos criminales que actúan como vándalos, sembrando el pánico por las carreteras. Cuando, durante una persecución, Max acaba con Nightrider, el líder del violento grupo, el resto de la banda jura vengar su muerte. (FILMAFFINITY)
1 de julio de 2015
1 de julio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De no ser por unos fuertes vacíos que se crean en la narrativa de la historia durante el rodaje, consideraría esta película como perfecta.
La escenografía es insuperable. Las actuaciones formidables. La historia muy original y bien narrada. Es una película que tiene todos los componentes para estar entre las mejores.
La escenografía es insuperable. Las actuaciones formidables. La historia muy original y bien narrada. Es una película que tiene todos los componentes para estar entre las mejores.
4 de diciembre de 2016
4 de diciembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta obra, que data del año 1979, nos sitúa ya entonces “en un futuro no muy lejano”, donde se recrea el contexto de una civilización a la deriva, con todo su sistema de valores y conceptos universales en franca decadencia. Y aunque el tiempo y el lugar pretenden ser, de alguna manera, indeterminados, tampoco se disimula en ningún momento la iconografía de los escenarios de un país como Australia, algo visualmente novedoso dado lo poco presente y relevante de las producciones cinematográficas australianas en el panorama internacional de la época.
El escaso presupuesto con el que contó Mad Max, hizo que las inicialmente ambiciosas pretensiones de sus creadores de mostrar un mundo apocalíptico se quedaran a medio camino, optando por presentar una sociedad en crisis, en la que se intuye que el sistema y el orden sociales caminan hacia la quiebra, a un paso apenas de la barbarie. Con estas premisas, la película vino a quedar a caballo entre lo urbano y lo rural, y con el asfalto y las líneas blancas de la carretera sin fin siempre de por medio, como si de un protagonista más se tratara.
La brutalidad de algunos de sus fotogramas la hicieron acreedora de la calificación “S”, algo que, por otra parte, no fue obstáculo alguno para que la película triunfase en las pantallas de todo el mundo. Un jovencísimo Mel Gibson, afincado junto a sus padres y hermanos en la tierra de las Ántípodas desde los 12 años, había sido descubierto por George Miller, director del proyecto, en su película debut, Summer City. Poco podían imaginar ambos que, a partir de Mad Max, sus carreras empezarían a cotizar al alza, llegando a convertirse Gibson en una auténtica súperestrella de Hollywood no mucho tiempo después.
Si algo cabe destacar sobre todo, por encima de otros aspectos, es el mensaje que se nos transmite de que el futuro que nos aguarda es sombrío y crepuscular, teñido de gris asfalto y con olor a gasolina. Y es que en este mundo futurista, tanto los buenos como los malos, andan todos motorizados (las hordas de motoristas vandálicos sobre sus aparatosas motocicletas y, en contraposición directa, los policías en sus coches, incluyendo el flamante interceptor V8 de Max).
El escaso presupuesto con el que contó Mad Max, hizo que las inicialmente ambiciosas pretensiones de sus creadores de mostrar un mundo apocalíptico se quedaran a medio camino, optando por presentar una sociedad en crisis, en la que se intuye que el sistema y el orden sociales caminan hacia la quiebra, a un paso apenas de la barbarie. Con estas premisas, la película vino a quedar a caballo entre lo urbano y lo rural, y con el asfalto y las líneas blancas de la carretera sin fin siempre de por medio, como si de un protagonista más se tratara.
La brutalidad de algunos de sus fotogramas la hicieron acreedora de la calificación “S”, algo que, por otra parte, no fue obstáculo alguno para que la película triunfase en las pantallas de todo el mundo. Un jovencísimo Mel Gibson, afincado junto a sus padres y hermanos en la tierra de las Ántípodas desde los 12 años, había sido descubierto por George Miller, director del proyecto, en su película debut, Summer City. Poco podían imaginar ambos que, a partir de Mad Max, sus carreras empezarían a cotizar al alza, llegando a convertirse Gibson en una auténtica súperestrella de Hollywood no mucho tiempo después.
Si algo cabe destacar sobre todo, por encima de otros aspectos, es el mensaje que se nos transmite de que el futuro que nos aguarda es sombrío y crepuscular, teñido de gris asfalto y con olor a gasolina. Y es que en este mundo futurista, tanto los buenos como los malos, andan todos motorizados (las hordas de motoristas vandálicos sobre sus aparatosas motocicletas y, en contraposición directa, los policías en sus coches, incluyendo el flamante interceptor V8 de Max).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay que tener muy en cuenta los 15 ó 20 últimos minutos del film, en los que Max Rocatanwsky culmina su metamorfosis y se vuelve definitivamente loco, tras la pérdida de todos sus seres queridos (familia y amigos) a manos de los malhechores que han venido hostigándole. Aquí es donde el personaje cruza la línea y da sentido al título, olvidando su rol de honrado policía y padre de familia para convertirse en Mad Max, un ser roto, sin sentimientos y ávido de venganza. Curiosamente, y sin que resultara ser en origen su propósito, esta primera entrega ha de visionarse como una precuela del mito, ya que es a partir de la segunda parte, El guerrero de de la Carretera y no antes, cuando podemos recrearnos con el legendario Mad Max vagando por el páramo en una era apocalíptica.
10 de febrero de 2025
10 de febrero de 2025
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo cuando la fui al ver al cine de estreno. Como algún iluminado la había clasificado "S" por su violencia, los menores de edad no podíamos entrar en el cine. Aún y así, me colé ese día porque hicieron la vista gorda, pero cuando mis amigos del colegio fueron al día siguiente, no pudieron entrar ya que estaba allí el inspector. Y viéndola 45 años después, resulta ridículo que su contenido fuese considerado taaaaaan fuerte. En fin, la España de la transición y la censura aún vigente.
A mí la película me gustó, quizás por esa sensación de ver "lo prohibido". Una de violencia y venganzas, en un mundo distópico que no se entendía demasiado bien ¿Hay policía y civilización y territorios donde no? ¿Y porqué? Esto se aclararía en la segunda parte. Magníficas persecuciones automovilísticas por esos parajes desérticos australianos, coches trucados, cuero negro, pistolones y bandas de degenerados. Un malo de aupa llamado "el Cortauñas". Una sociedad de ovejas esperando ser sacrificadas. Aires de Peckimpah ¿Recuerdan su "Convoy" de un año antes?
George Miller deslumbraba, como autor de cine de acción y un eficaz montaje, sacando oro de sus pocos medios. Más en aquellos años, poniendo la piedra basal del género distópico postapocalíptico con pandilleros motoristas, que alcanzó su zénit en se segunda parte y que llenaría las salas de cine y las estanterías de videoclubes por una década, con todas las imitaciones desde España a Filipinas. Miller fue el Leone de las películas distópicas, nunca igualado por sus imitaciones.
Hasta este momento, el cine australiano no existía en el mapa. A partir de Mad Max nos llegaron más obras de Miller, junto a Beresford y Weir, entre otros. Y nos regaló una de las mayores estrellas del cine de acción durante muchas décadas, como es Mel GIbson. Este Mad Max fue una película visionaria, que llegó en el momento justo para renovar el cine de acción.
A mí la película me gustó, quizás por esa sensación de ver "lo prohibido". Una de violencia y venganzas, en un mundo distópico que no se entendía demasiado bien ¿Hay policía y civilización y territorios donde no? ¿Y porqué? Esto se aclararía en la segunda parte. Magníficas persecuciones automovilísticas por esos parajes desérticos australianos, coches trucados, cuero negro, pistolones y bandas de degenerados. Un malo de aupa llamado "el Cortauñas". Una sociedad de ovejas esperando ser sacrificadas. Aires de Peckimpah ¿Recuerdan su "Convoy" de un año antes?
George Miller deslumbraba, como autor de cine de acción y un eficaz montaje, sacando oro de sus pocos medios. Más en aquellos años, poniendo la piedra basal del género distópico postapocalíptico con pandilleros motoristas, que alcanzó su zénit en se segunda parte y que llenaría las salas de cine y las estanterías de videoclubes por una década, con todas las imitaciones desde España a Filipinas. Miller fue el Leone de las películas distópicas, nunca igualado por sus imitaciones.
Hasta este momento, el cine australiano no existía en el mapa. A partir de Mad Max nos llegaron más obras de Miller, junto a Beresford y Weir, entre otros. Y nos regaló una de las mayores estrellas del cine de acción durante muchas décadas, como es Mel GIbson. Este Mad Max fue una película visionaria, que llegó en el momento justo para renovar el cine de acción.
11 de julio de 2015
11 de julio de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico film dirigido por George Miller. En él puedes sentir el más elegante inglés australiano, mientras ves como un policía llamado Max Rockatansky (Mel Gibson) persigue a unos vándalos motociclistas en busca de venganza.
La banda sonora es esplendida. Los personajes son muy aputamadrados tanto los policías como los vándalos (en especial Hugh Keays-Byrne, "el corta dedos") y la bellísima Joanne Samuel (esposa de Max).
No soy mucho de películas de acción ni de persecuciones en auto, pero esta película es un punto y aparte, genial. Dato curioso: la escena de cortar tu pierna con un serrucho para salvar tu vida, no la inventó James Wan en Saw, esa escena fue original de este film.
La banda sonora es esplendida. Los personajes son muy aputamadrados tanto los policías como los vándalos (en especial Hugh Keays-Byrne, "el corta dedos") y la bellísima Joanne Samuel (esposa de Max).
No soy mucho de películas de acción ni de persecuciones en auto, pero esta película es un punto y aparte, genial. Dato curioso: la escena de cortar tu pierna con un serrucho para salvar tu vida, no la inventó James Wan en Saw, esa escena fue original de este film.
20 de junio de 2020
20 de junio de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película que puso a Mel Gibson en el mapa sigue atesorando gran potencial en el plano estético; no obstante, en el argumental es un desastre sin paliativos.
Efectivamente, y como suele, la distopía analógica resulta infinitamente más sugestiva que los delirios digitales de hoy. Con un presupuesto escuálido para los parámetros actuales, en que un episodio de cualquier serie goza de mayores holguras financieras, cuatro coches mal tuneados y un puñado de elementos de "atrezzo" reciclados de a saber qué despedida de soltera, la entrega original de “Mad Max” logra una atmósfera post-apocalíptica de indudable solvencia.
El problema radica, insisto, en un guion nefasto, recorrido por una turbamulta de personajes de una pieza, y pasada de rosca encima. Los villanos son una caricatura “neocon” de la contracultura o, en rigor, de sus restos: ácratas drogados sin nada mejor que hacer que robar, violar y matar. Y qué decir de su líder, el tal “Cortadedos”, salvo que parece Morante de la Puebla travestido de señora, y viceversa. Las fuerzas del orden tampoco salen mucho mejor paradas, lo cual, a priori, no carecía de posibilidades, en tanto nihilista y provocador. Sin embargo, las desquiciadas interpretaciones de tamaña cáfila de fantoches en “leggins”, incluido el propio Gibson, no hacen sino desbaratar hasta su último atisbo de respetabilidad.
En fin, pudiendo haber invitado a una interesante reflexión en torno a la quiebra del Estado y la colonización de los servicios (otrora) públicos por parte de corporaciones espurias, así como al fascismo subyacente al ejercicio de la autoridad, o a la interpretación que del monopolio de la violencia legítima —este último apellido acostumbra a olvidarse, o a soslayarse— hacen algunos tarados con placa y pistola —nos llegan imágenes a diario, no es que haya tenido una recaída en el anarquismo de mi mocedad—, dichas consideraciones quedan arrumbadas por una histeria narrativa rayana en el paroxismo.
Efectivamente, y como suele, la distopía analógica resulta infinitamente más sugestiva que los delirios digitales de hoy. Con un presupuesto escuálido para los parámetros actuales, en que un episodio de cualquier serie goza de mayores holguras financieras, cuatro coches mal tuneados y un puñado de elementos de "atrezzo" reciclados de a saber qué despedida de soltera, la entrega original de “Mad Max” logra una atmósfera post-apocalíptica de indudable solvencia.
El problema radica, insisto, en un guion nefasto, recorrido por una turbamulta de personajes de una pieza, y pasada de rosca encima. Los villanos son una caricatura “neocon” de la contracultura o, en rigor, de sus restos: ácratas drogados sin nada mejor que hacer que robar, violar y matar. Y qué decir de su líder, el tal “Cortadedos”, salvo que parece Morante de la Puebla travestido de señora, y viceversa. Las fuerzas del orden tampoco salen mucho mejor paradas, lo cual, a priori, no carecía de posibilidades, en tanto nihilista y provocador. Sin embargo, las desquiciadas interpretaciones de tamaña cáfila de fantoches en “leggins”, incluido el propio Gibson, no hacen sino desbaratar hasta su último atisbo de respetabilidad.
En fin, pudiendo haber invitado a una interesante reflexión en torno a la quiebra del Estado y la colonización de los servicios (otrora) públicos por parte de corporaciones espurias, así como al fascismo subyacente al ejercicio de la autoridad, o a la interpretación que del monopolio de la violencia legítima —este último apellido acostumbra a olvidarse, o a soslayarse— hacen algunos tarados con placa y pistola —nos llegan imágenes a diario, no es que haya tenido una recaída en el anarquismo de mi mocedad—, dichas consideraciones quedan arrumbadas por una histeria narrativa rayana en el paroxismo.
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