Luz de invierno
Drama
Thomas, un pastor protestante que celebra los oficios religiosos con la iglesia casi vacía, es un hombre solitario que sufre una profunda crisis espiritual y cuya vida carece de sentido. Incluso el amor que le profesa la maestra Marta se ha vuelto para él una carga insoportable. Su situación se agrava al verse incapaz de ofrecer ayuda alguna a una pareja de campesinos que acuden a él para pedirle consejo. (FILMAFFINITY)
10 de julio de 2018
10 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor manera para evidenciar el silencio de Dios es mostrar como un creyente comienza a dudar de su propia fe en Dios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Eso es justamente lo que le ocurre al protagonista de Winter Light, Tomas, un pastor que atraviesa una crisis existencial, incapaz de ayudar a los demás ni a sí mismo. A lo largo de la película, Tomas no puede ni sabe cómo consolar a sus fieles. Cuando Jonas, un pescador del pueblo, lo visita deprimido luego de la misa, Tomas no sabe qué decirle. Jonas se suicida y Tomas es quien luego ayuda a la policía a trasladar su cuerpo sin vida. Luego visita a la esposa para ofrecerle sus condolencias, pero se mantiene entre ellos una distancia evidente: si bien el suicidio de Jonas no es causa directa de las palabras de Tomas, en su interior, él sabe que podría haber hecho algo para ayudarlo. Finalmente, Tomas desquita su frustración con su pareja. Pero también está claro que lo que ha fallado es haber pensado que la solución venía por el lado de la religión. El pueblo en el cual transcurre la película está atravesado por el mundo medieval y por el mundo moderno, conviviendo en disonancia. Las ideas de salvación y redención de la Biblia están más cerca de la fantasía que de la realidad concreta. Por eso al final, nadie asiste a la misa.
7 de enero de 2025
7 de enero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día me animé a volver a ver esta película de Bergman a la que hacía tiempo que no le ponía el ojo encima. Como aún estábamos en Navidad me pareció que el tema que trataba, el famoso y tan cacareado- ¡qué paradoja, ¿verrdad?!- "silencio de Dios", se ajustaba como anillo al dedo a tan señalada fecha. Y me pareció que Los comulgantes continúa conservándose de maravilla. Sus imágenes exactas, sus diálogos, que hieren como balazos, delatan al cine más puro. Ése al que nada le sobra y nada le falta. Con la increíble sucesión de un plano tras otro; pero no de cualquier plano sino, únicamente, de aquéllos que son preci(o)sos y necesarios. Por eso, viéndola pensé en el magnífico ensayo que firmó Paul Schrader y que, entre nosotros, se llamó El estilo trascendental del cine: Ozu, Bresson y Dreyer, y al que yo añadiría el apellido del realizador sueco sin que nadie- espero- se sienta ofendido.
28 de enero de 2025
28 de enero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de comenzar con Como en un espejo (1961) en la trilogía del silencio de Dios, sigo empapándome de esta vertiente profundamente religiosa que nos ofrece Bergman. En esta ocasión, con Los comulgantes (1963), se nos impone una visión más realista y melancólica de este cuestionamiento de Dios.
Si la composición narrativa del inicio de esta trilogía era sencilla en su forma, en esta segunda parte se nos presenta un contexto aún más accesible y cercano para el espectador medio. A través de la crisis de fe de un sacerdote, se construye un ambiente de desesperación en la búsqueda de un sentimiento de trascendencia religiosa que no llega, que el protagonista es incapaz de alcanzar y que, mediante ciertas interacciones, parece alejarse cada vez más.
La forma en que Bergman introduce el amor en esta película es tremendamente inteligente. A través de Märta, una enamorada incondicional de nuestro sacerdote, se vislumbran las carencias de Tomas. Märta es todo lo que él no es: ella desprende un amor humano, genuino e imperfecto, mientras que Tomas, desde su perspectiva religiosa, lo desprecia en pos de la trascendencia, de la divinidad, de lo perfecto, de aquello ajeno a lo humano. Así, su personaje cae en la hipocresía de ensalzar el amor y la compasión por su condición de sacerdote, pero a su vez rechaza esos sentimientos puros de alguien que lo ama a pesar de sus defectos.
Si en Como en un espejo (1961) destacaba el alarde cinematográfico del sueco, en esta ocasión debo elogiar la cantidad de simbolismos visuales que plasma en cada plano y encuadre. Todo tiene un motivo, una intención, y lo alabo de esta forma porque, en pleno 2025, es un fenómeno casi imposible de presenciar.
Me faltan palabras para concluir mis críticas sobre este maestro. No puedo alabar más toda su obra; profunda admiración e incredulidad es lo que siento al pensar que ha hecho más de 40 películas y apenas tendrá 2 malas. Bergman era más que un cineasta, era un filósofo que transformaba sus reflexiones en imágenes.
Si la composición narrativa del inicio de esta trilogía era sencilla en su forma, en esta segunda parte se nos presenta un contexto aún más accesible y cercano para el espectador medio. A través de la crisis de fe de un sacerdote, se construye un ambiente de desesperación en la búsqueda de un sentimiento de trascendencia religiosa que no llega, que el protagonista es incapaz de alcanzar y que, mediante ciertas interacciones, parece alejarse cada vez más.
La forma en que Bergman introduce el amor en esta película es tremendamente inteligente. A través de Märta, una enamorada incondicional de nuestro sacerdote, se vislumbran las carencias de Tomas. Märta es todo lo que él no es: ella desprende un amor humano, genuino e imperfecto, mientras que Tomas, desde su perspectiva religiosa, lo desprecia en pos de la trascendencia, de la divinidad, de lo perfecto, de aquello ajeno a lo humano. Así, su personaje cae en la hipocresía de ensalzar el amor y la compasión por su condición de sacerdote, pero a su vez rechaza esos sentimientos puros de alguien que lo ama a pesar de sus defectos.
Si en Como en un espejo (1961) destacaba el alarde cinematográfico del sueco, en esta ocasión debo elogiar la cantidad de simbolismos visuales que plasma en cada plano y encuadre. Todo tiene un motivo, una intención, y lo alabo de esta forma porque, en pleno 2025, es un fenómeno casi imposible de presenciar.
Me faltan palabras para concluir mis críticas sobre este maestro. No puedo alabar más toda su obra; profunda admiración e incredulidad es lo que siento al pensar que ha hecho más de 40 películas y apenas tendrá 2 malas. Bergman era más que un cineasta, era un filósofo que transformaba sus reflexiones en imágenes.
17 de abril de 2025
17 de abril de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película de la trilogía del Silencio de Dios y a mi modo de ver la más consistente, completa y profunda. No en vano, me parece una de las mejores películas en la extensa y genial carrera del director sueco.
Tomas (Gunnar BjÖrnstrand) es un pastor que está pasando una profunda crisis de fe. Su carácter es frio y analítico. Tiene un gran sentido de la responsabilidad y la obligación y, aunque su fe en Dios se tambalea, él sigue cumpliendo con su deber dando misa y ofreciendo ayuda a quién lo necesita. En estas, llega una pareja de campesinos, Jonas Svensson (Max von Sydow) y su mujer (Gunner Lindblom). Jonas está sufriendo a raíz de una supuesta noticia que leyó en la que se decía que China poseía bombas atómicas con las que destruir el mundo. Desde el primer momento se advierte que Jonas sufre por algo más. En contraposición su mujer es mucho más pragmática. Tomas no solo es incapaz de ayudarle sino que ahonda aún más en el dolor del campesino. A raíz de este suceso, el pastor entra en una espiral de odio hacia sí mismo y hacia Marta (maravillosa Ingrid Thulin). La maestra, que le profesa un profundo amor, se siente menospreciada por el pastor, pero es la única que le acompaña durante su profunda crisis espiritual y de identidad.
Con estas premisas, Bergman realiza una de sus mejores obras. El silencio de Dios se siente aquí más que en ninguna obra suya y la presencia de la muerte, la incomunicación entre la pareja, y el sufrimiento humano en general siguen siendo protagonistas, como en toda su filmografía. El director sueco plasma la crisis de Tomas con un apabullante realismo. Los problemas conyugales o de pareja aparecen aquí en la relación entre la maestra Marta, atormentada y sumisa, y el pastor, que la desprecia constantemente fruto, no solo de su crisis sino de la muerte de su autentico amor: su esposa. Su amor hacia ella se advierte obsesivo.
El sufrimiento espiritual siempre es mayor que el dolor físico (spoiler), y la culpa que siente Tomas por no haber podido ayudar a un semejante ahonda en este sufrimiento.
Con todos estos elementos, aderezados de un impresionante guion, con unos diálogos profundos, veraces y genialmente construidos, Bergman consigue retratar la ausencia de Dios sin resultar en ningún momento pedante y pretencioso.
Las interpretaciones son maravillosas, especialmente Gunnar Bjorstrand e Ingrid Thulin, que literalmente bordan sus papeles. La iluminación y fotografía son exquisitas.
Genial obra maestra.
Tomas (Gunnar BjÖrnstrand) es un pastor que está pasando una profunda crisis de fe. Su carácter es frio y analítico. Tiene un gran sentido de la responsabilidad y la obligación y, aunque su fe en Dios se tambalea, él sigue cumpliendo con su deber dando misa y ofreciendo ayuda a quién lo necesita. En estas, llega una pareja de campesinos, Jonas Svensson (Max von Sydow) y su mujer (Gunner Lindblom). Jonas está sufriendo a raíz de una supuesta noticia que leyó en la que se decía que China poseía bombas atómicas con las que destruir el mundo. Desde el primer momento se advierte que Jonas sufre por algo más. En contraposición su mujer es mucho más pragmática. Tomas no solo es incapaz de ayudarle sino que ahonda aún más en el dolor del campesino. A raíz de este suceso, el pastor entra en una espiral de odio hacia sí mismo y hacia Marta (maravillosa Ingrid Thulin). La maestra, que le profesa un profundo amor, se siente menospreciada por el pastor, pero es la única que le acompaña durante su profunda crisis espiritual y de identidad.
Con estas premisas, Bergman realiza una de sus mejores obras. El silencio de Dios se siente aquí más que en ninguna obra suya y la presencia de la muerte, la incomunicación entre la pareja, y el sufrimiento humano en general siguen siendo protagonistas, como en toda su filmografía. El director sueco plasma la crisis de Tomas con un apabullante realismo. Los problemas conyugales o de pareja aparecen aquí en la relación entre la maestra Marta, atormentada y sumisa, y el pastor, que la desprecia constantemente fruto, no solo de su crisis sino de la muerte de su autentico amor: su esposa. Su amor hacia ella se advierte obsesivo.
El sufrimiento espiritual siempre es mayor que el dolor físico (spoiler), y la culpa que siente Tomas por no haber podido ayudar a un semejante ahonda en este sufrimiento.
Con todos estos elementos, aderezados de un impresionante guion, con unos diálogos profundos, veraces y genialmente construidos, Bergman consigue retratar la ausencia de Dios sin resultar en ningún momento pedante y pretencioso.
Las interpretaciones son maravillosas, especialmente Gunnar Bjorstrand e Ingrid Thulin, que literalmente bordan sus papeles. La iluminación y fotografía son exquisitas.
Genial obra maestra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Uno de los diálogos más impactantes que yo recuerdo en el cine es el que mantiene Tomas con el encargado, en el que este le habla de como en la Pasión de Cristo el enfoque es erróneo, ya que se centra en el dolor físico de Cristo, cuando debe ser mucho mayor el sufrimiento que sentía por el abandono, la incomprensión y la negación de sus propios discípulos. Tomas, callado, escucha con increíble congoja como la persona que habla a su lado no es sino sus propios pensamientos produciéndole un sufrimiento insoportable equiparable al de Cristo y su soledad ante Dios.
22 de junio de 2021
22 de junio de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
No había visto antes nada de Bergman. Ni había leído sobre su técnica. Escogí la presente tras ver el "Diario de un cura rural" y leer las críticas al mismo.
"Los comulgantes" forma parte de ese cine que está a otro nivel. No se puede contemplar como si nos dispusiésemos a visionar "los albóndigas" o "pánico en el túnel". Exige una predisposición especial, un deseo de tener una experiencia distinta al del vano entretenimiento.
"Los colulgantes" es una película desoladora. No deja espacio a la esperanza. La esperanza de los comulgantes es de plástico, no alimenta a nadie. no salva a nadie.
La visión pesimista que se transmite es la visión pesimista de Bergman. No le critico por ello. De hecho, si uno reflexiona sobre la película, se da cuenta de que el vacío en que vive los individuos se lo han creado ellos, usan la religión como una tabla de salvación que no flota, porque esa tabla no contiene vida.
Se puede concluir al respecto de lo anterior que la Iglesia ha creado un orden religioso que realmente no es espiritual. Diría incluso que en la película el concepto de Dios es el concepto "barato" de siempre, un señor que "nos salva o no".
Coincido con los usuarios de FA que resaltan todos esos aspectos técnicos llevado por Bergman con maestría: un blanco y negro portentoso, unos encuadres fantásticos, actuaciones sobresalientes.
El principio del filme ya te sumerge en otro mundo. El final es perfecto.
La tenebrosidad que transmite Bergman con el tema tratado me resulta algo tendenciosa. A fin de cuentas Bergman a volcado todo su hastío vital en la película. El cura no es capaz de ayudar al deprimido Jonás. Pero lo cierto es que en muchas ocasiones la religión ha salvado la vida de muchos deprimidos.
Los dos personajes principales, el cura y "la amiga", reflejan la sinrazón, la absurdidad de la existencia humana, pero esta hay que entenderla desde las circunstancias que mantienen a voluntad.
"Los comulganes" es cine vivo, que palpita, aunque hable sobre seres inertes. He leído que Bergman ya entonces se apuntó al ateismo. Sin embargo, en mi opinión, ha realizado un filme espiritual, religioso en el buen sentido de la palabra.
"Los comulgantes" forma parte de ese cine que está a otro nivel. No se puede contemplar como si nos dispusiésemos a visionar "los albóndigas" o "pánico en el túnel". Exige una predisposición especial, un deseo de tener una experiencia distinta al del vano entretenimiento.
"Los colulgantes" es una película desoladora. No deja espacio a la esperanza. La esperanza de los comulgantes es de plástico, no alimenta a nadie. no salva a nadie.
La visión pesimista que se transmite es la visión pesimista de Bergman. No le critico por ello. De hecho, si uno reflexiona sobre la película, se da cuenta de que el vacío en que vive los individuos se lo han creado ellos, usan la religión como una tabla de salvación que no flota, porque esa tabla no contiene vida.
Se puede concluir al respecto de lo anterior que la Iglesia ha creado un orden religioso que realmente no es espiritual. Diría incluso que en la película el concepto de Dios es el concepto "barato" de siempre, un señor que "nos salva o no".
Coincido con los usuarios de FA que resaltan todos esos aspectos técnicos llevado por Bergman con maestría: un blanco y negro portentoso, unos encuadres fantásticos, actuaciones sobresalientes.
El principio del filme ya te sumerge en otro mundo. El final es perfecto.
La tenebrosidad que transmite Bergman con el tema tratado me resulta algo tendenciosa. A fin de cuentas Bergman a volcado todo su hastío vital en la película. El cura no es capaz de ayudar al deprimido Jonás. Pero lo cierto es que en muchas ocasiones la religión ha salvado la vida de muchos deprimidos.
Los dos personajes principales, el cura y "la amiga", reflejan la sinrazón, la absurdidad de la existencia humana, pero esta hay que entenderla desde las circunstancias que mantienen a voluntad.
"Los comulganes" es cine vivo, que palpita, aunque hable sobre seres inertes. He leído que Bergman ya entonces se apuntó al ateismo. Sin embargo, en mi opinión, ha realizado un filme espiritual, religioso en el buen sentido de la palabra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena del suicidado Jonás junto al río y el cura al lado me parece que merece especial elogio. Se escucha el sonido del agua, es la banda sonora, se observa el fluir agitado del río, sentí que quería hablar de que la vida sigue, nada para, nada se corta, la vida siempre está al lado de la muerte.
Este tipo de películas son difíciles de valorar. El 7 siginifica "buena".
Este tipo de películas son difíciles de valorar. El 7 siginifica "buena".
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