De esas películas que usa el gobierno de EEUU para hacerles surgir a los jóvenes las ganas de alistarse en el ejercito, donde te quieren convencer de que ser un soldado norteamericano y obtener una medalla es lo mejor que te puede pasar en la vida. A pesar de lo antes dicho tiene algunas muy lindas tomas de aviones danzarines y una música que marcó una época.

Una de las películas comerciales emblemáticas de los Ochentas es sin lugar a dudas esta "Top Gun" que, lejos de ser una maravilla, da lo que promete: caraguapas, militarismo, filosofía de vida USA 80´s, sargentos de hierro con viril bigote, tono de videoclip, sudor, romanticismo, espectaculares escenas de aviones y buena música. Sin embargo no se puede tirar a la basura fácilmente...

Y es que, por ejemplo, Tony Scott se manejó siempre bien con las escenas de acción, y hasta sus últimas películas diole siempre importancia a la fotografía y a la calidad de la imagen. Y "Top Gun" no fue una excepción, con numerosos planos bastante bellos en el crepúsculo, de postal o videocliperos si se quiere, pero con innegable encanto, como encanto tiene la química entre McGillis y Cruise. A ello le sumas la excelente banda sonora, tanto el score del alemán Harold Faltermeyer como el par de canciones de Kenny Loggins y por supuesto el imborrable tema "Take My Breath Away" que canta Berlin pero está compuesta íntegramente por el genio italiano Giorgio Moroder, ganando el Oscar en 1987. Dicha melodía planea por la película en momentos puntuales y si el recuerdo de "Top Gun" ha perdurado tanto en el tiempo, es por esta canción.

Porque por lo demás resultan ridículos estos hiperchulos pilotos que sólo se quitan las Ray-Ban para ducharse, como sonrojan algunos diálogos. Aunque se ríe uno con las miraditas entre Tom Cruise y Val Kilmer, que parece que se vayan a sodomizar en cualquier momento.

Esta película que hizo famoso a un Tom con solo 24 años es probablemente la mejor película de aviones y una de las mejores sobre la marina. Con un romance que no cansa, buenas interpretaciones, buenas escenas, muy buen guion y una música muy buena convierten Top Gun para mí en un clásico del cine. Muy recomendable para amantes del género.

Jamás imaginé este película como un alegato Homo-erótico, como algunos escritores de esta página aseveran, pero lo cierto es que tras revisarla recientemente, coincido plenamente con ellos. Si bien es cierto que no sé si en el momento del rodaje si hizo tal cosa a posta o fue mera casualidad, fruto de los tiempos que corrían por aquellos lejanos y bien hadados años 80.
Top Gun no será nunca Alas (William Wellman, 1929), pero no deja de ser un entretenido Blockbuster que nos entusiasmó a los jóvenes de los ochenta, y que ahora, valorada con los ojos del momento actual, se aprecian sus carencias. A pesar de ello los combates aéreos son soberbios, y sobre todo a tener en cuenta, sin usar efectos de ordenador.
Las interpretaciones propias de los emergentes actores del momento, planas y lineales, pero suficientes para la trama. Estética video-clipera, música potente ochentera, y acción a raudales, sin trasfondo metafísico ni existencialista. Un divertimento sin más. Potable y recomendable para recordar.

Hacía casi nueve años que no daba una segunda oportunidad a esta considerada mítica película de la década de los 80, y es que en su primer visionado no me pareció que tuviese nada especial; no obstante, el paso del tiempo y la ganancia de más conocimiento sobre el cine han hecho cambiar algo mi opinión; si bien, mantengo que realmente no tiene nada especial que merezca el estatus de cinta mítica que mucha gente le da.

Por lo general, 'Top Gun (ídolos del aire)' se siente como si se estuviese viendo un publirreportaje de lujo sobre la aviación de Estados Unidos donde manejas aviones super rápidos, se respira un ambiente muy macho en el ambiente (o muy gay, según la lectura que se saque después de ver a tantos hombres sudorosos y aceitosos en los vestuarios o jugando voleibol) y hasta te puedes enamorar de la profesora. Todo demasiado perfecto, demasiado bueno para ser verdad. De ahí que sea necesario meter un poco de drama para compensar, aunque no es un drama para llorar a moco tendido, ni mucho menos.

En otros apartados es donde el largometraje puede remontar el vuelo (nunca mejor dicho) gracias a que sus actores son -o iban a ser- jóvenes promesas que ya se dejaban ver como tal aquí contando, además, con el respaldo de veteranos como Tom Skerritt o Michael Ironside. También está la acertada banda sonora de Harold Faltermeyer que le sienta como anillo al dedo al estilo de la película (sin olvidar las canciones comerciales que todo el mundo conoce como 'Take my Breath Away' o 'Danger Zone') y las escenas de combate aéreo que debieron lucir en pantalla grande en 1986.

En términos generales, su estatus firma cheques que la realidad no puede pagar. Al contrario que los pilotos protagonistas, vuela en piloto automático y poco lugar para la sorpresa hay -recuerda mucho a una película estrenada pocos años antes como es 'Oficial y caballero'-, además de lucir todo demasiado bien en términos visuales que ni parece un filme a veces. Ha salido ganando con la revisión, aunque creo que esto va a ser lo mejor que puedo decir de ella. Quizás la secuela tengo algo más que decir.