Las niñas de cristal
5.4
1,173
Drama
Después de que la estrella del Ballet Clásico Nacional se suicide trágicamente, Irene es seleccionada para ocupar su lugar en la mayor producción de ballet de la compañía: Giselle. Ahora, siendo el blanco de todos los celos y la crueldad de sus compañeras, Irene encuentra una amiga en la nueva bailarina, Aurora, una solitaria adolescente dominada por su madre. Aisladas y presionadas por el sacrificio que supone triunfar en la danza, la ... [+]
4 de mayo de 2022
4 de mayo de 2022
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me estaba gustando. El cine que aborda el ballet clásico frecuenta siempre ciertos lugares comunes, como la presencia de una directora exigente y cruel, la obsesión con el peso, la dedicación obsesiva o las envidias entre bailarinas. Tenemos esos ingredientes, pero hay otros que aumentaban el interés, como las dos protagonistas.
Aurora (Paula Losada) es una chica tímida y acomplejada por una mancha de nacimiento en el rostro. Además, tiene la presión adicional de una madre que fue bailarina y que proyecta sus sueños perdidos en su hija. Su pasión es el baile. Cuando lo practica se abstrae de tal manera que se encierra en un mundo de fantasía.
Irene (María Pedraza) tiene el duro reto de sustituir a la primera bailarina en el personaje de Giselle. Su antecesora se suicidó en circunstancias poco claras. Irene tiene una relación distante con su familia y empieza a agobiarse con su peso, con la disciplina asfixiante y con la envidia de alguna compañera.
También destacan las “villanas” de la función. La directora, Norma (Mona Martínez) y la diva Ruth (Olivia Baglivi) tienen miradas para no olvidar.
Hay que sumar las imágenes de gran belleza que nos regalan. María Pedraza fue bailarina y estoy seguro que ha disfrutado con su papel.
Pero llega ese final y se me borra la sonrisa. Al guionista habría que perseguirle como al Doctor Bacterio en las historietas de Mortadelo y Filemón.
Aurora (Paula Losada) es una chica tímida y acomplejada por una mancha de nacimiento en el rostro. Además, tiene la presión adicional de una madre que fue bailarina y que proyecta sus sueños perdidos en su hija. Su pasión es el baile. Cuando lo practica se abstrae de tal manera que se encierra en un mundo de fantasía.
Irene (María Pedraza) tiene el duro reto de sustituir a la primera bailarina en el personaje de Giselle. Su antecesora se suicidó en circunstancias poco claras. Irene tiene una relación distante con su familia y empieza a agobiarse con su peso, con la disciplina asfixiante y con la envidia de alguna compañera.
También destacan las “villanas” de la función. La directora, Norma (Mona Martínez) y la diva Ruth (Olivia Baglivi) tienen miradas para no olvidar.
Hay que sumar las imágenes de gran belleza que nos regalan. María Pedraza fue bailarina y estoy seguro que ha disfrutado con su papel.
Pero llega ese final y se me borra la sonrisa. Al guionista habría que perseguirle como al Doctor Bacterio en las historietas de Mortadelo y Filemón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Del personaje de Aurora me esperaba cualquier desequilibrio, porque su amistad la enfoca de manera enfermiza. Esperaba que la iba a liar cuando se cuela entre bastidores. Pero ese desenlace no le pega al personaje de Irene. No encaja nada con su personalidad. Absurdo.
22 de abril de 2022
22 de abril de 2022
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jota Linares, ese director que nos tenía acostumbrados a títulos tan insustaciales como “¿A quien te llevarías a una isla desierta?” o “Animales sin collar”, nos sorprende gratamente con esta nueva película, que nada tiene que ver con sus anteriores propuestas.
“Las niñas de cristal” nos sumerge con maestría en la cara b de la danza clásica. Nos describe la disciplina, la dureza, la competencia, la obsesión, los trastornos y las muchas zancadillas que se cuecen tras bambalinas. Y lo cuenta con un guión muy bien estructurado, que aunque posee momentos alocados, es ordenado en la mayor parte del metraje. El texto duro y crudo funciona mejor según avanzan los minutos en pantalla. La historia, aunque simple, es verosímil y pese a algún que otro diálogo y floritura completamente prescindible, se aprecia muy correcto.
Hablando de zancadillas, puede que la más evidente de esta cinta, sean sus similitudes con “Cisne Negro”, pero se quedan en un simple traspiés, cuando las historias y personajes evolucionan por otros derroteros.
Dentro del apartado actoral, nos sorprende una María Pedraza “en estado de gracia”, dando vida a Irene. Su partener Paula Losada, con la que forma un combo inmejorable, interpreta a Aurora. Juntas cargan sobre sus hombros el peso de la película y están a la altura. Las acompañan grandes actrices de la talla de Ana Wagener, Mona Martínez o Marta Hazas.
De nuevo, si hablamos de la factura de “Las niñas de cristal”, nos encontramos ante un diseño de producción, una música y una fotografía, más propias del cuerpo de baile que de una solista. Cierto es que goza de alguna localización bucólica y algunos efectos visuales bien construidos, con un buen lejos y aprueba como últimamente todos los productos de plataforma, pero no aspira a la excelencia.
Hace años, otra película, también de temática cruda, explicaba proverbialmente como el agua, ese elemento tan bello y delicado, cuando se encuentra atrapada, busca camino, y en esa búsqueda es capaz de horadar hasta la dura roca. Me pareció una muy buena metáfora para comenzar el cierre.
“Las niñas de cristal” son dos horas y media de espectáculo que no se nota largo. En las que recorremos las pulsiones, pasiones, luces y sombras de una profesión como es la danza. Un metraje extenso, que nos permite percibir la dureza vencida con renuncia y sacrificio para arañar unos segundos de perfección artística. Quizá, un precio a pagar demasiado alto por conquistar una meta bastante efímera.
Puntuación: 3 sobre 5.
“Las niñas de cristal” nos sumerge con maestría en la cara b de la danza clásica. Nos describe la disciplina, la dureza, la competencia, la obsesión, los trastornos y las muchas zancadillas que se cuecen tras bambalinas. Y lo cuenta con un guión muy bien estructurado, que aunque posee momentos alocados, es ordenado en la mayor parte del metraje. El texto duro y crudo funciona mejor según avanzan los minutos en pantalla. La historia, aunque simple, es verosímil y pese a algún que otro diálogo y floritura completamente prescindible, se aprecia muy correcto.
Hablando de zancadillas, puede que la más evidente de esta cinta, sean sus similitudes con “Cisne Negro”, pero se quedan en un simple traspiés, cuando las historias y personajes evolucionan por otros derroteros.
Dentro del apartado actoral, nos sorprende una María Pedraza “en estado de gracia”, dando vida a Irene. Su partener Paula Losada, con la que forma un combo inmejorable, interpreta a Aurora. Juntas cargan sobre sus hombros el peso de la película y están a la altura. Las acompañan grandes actrices de la talla de Ana Wagener, Mona Martínez o Marta Hazas.
De nuevo, si hablamos de la factura de “Las niñas de cristal”, nos encontramos ante un diseño de producción, una música y una fotografía, más propias del cuerpo de baile que de una solista. Cierto es que goza de alguna localización bucólica y algunos efectos visuales bien construidos, con un buen lejos y aprueba como últimamente todos los productos de plataforma, pero no aspira a la excelencia.
Hace años, otra película, también de temática cruda, explicaba proverbialmente como el agua, ese elemento tan bello y delicado, cuando se encuentra atrapada, busca camino, y en esa búsqueda es capaz de horadar hasta la dura roca. Me pareció una muy buena metáfora para comenzar el cierre.
“Las niñas de cristal” son dos horas y media de espectáculo que no se nota largo. En las que recorremos las pulsiones, pasiones, luces y sombras de una profesión como es la danza. Un metraje extenso, que nos permite percibir la dureza vencida con renuncia y sacrificio para arañar unos segundos de perfección artística. Quizá, un precio a pagar demasiado alto por conquistar una meta bastante efímera.
Puntuación: 3 sobre 5.
6 de enero de 2024
6 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por favor, más criterio, NETFLIX. Ok a rellenar como un pavo una película con clichés trillados y tóxicos sobre el ballet y las relaciones, Ok a personajes estereotípicos salidos de un cuento para niños de 3 a 6 años, Ok a ese mundo kitch y de mal gusto retratado con una dirección con cero talento, pero por DIOS, No nos tortures con el aburrimiento de más de dos horas con una trama de flecos sueltos y comportamientos psicológicos forzados e inverosímiles. Solo pido que el guionista y director dejen de trabajar.
22 de abril de 2022
22 de abril de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película bonita en su concepto, dura en su materialización y frágil en su resultado.
A la protagonista, Irene, se la ve demasiado angustiada antes de cualquier traba o desenlace que lo justifique. ¿No es su sueño bailar y, además, ser la primera bailarina? Tampoco vemos esa excesiva dureza en los ensayos, exigencia, claro, pero no algo fuera de control. Hay un libro autobiográfico de Amelie Nothomb sobre el ballet mucho más decriptivo y verosímil sobre este tema.
Está bien enfocada la amistad entre ambas bailarinas; el papel de Aurora bien llevado, sin estridencias ni cortafuegos. No obstante, esta relación a veces se hace agobiante, confusa. En un momento parece dar alas a "Giselle", pero tambien depender demasiado no ya de Aurora, sino de cada contingencia que aparece en su vida.
La parte del accidente es creíble, con una Irene cada vez más angustiada, lo que provoca un último ensayo demasiado caótico y desastroso para una compañía de prestigio.
La parte final me parece maniquea. De repente, la madre y la rival de Irene, que aspiraba a interpretar Giselle, se unen a punto de estrenar en un dramático y frenético esfuerzo por anular a la directora de la compañía.
La madre, que estaba de vacaciones durante el tiempo, que se supone largo, de los ensayos, ahora presta atención a un cuaderno de su hija donde apunta peso, medidas... lo normal en una bailarina, vamos, y corre furiosa a amenazar a la directora, lo que da pie a que le cuente la verdadera historia que sucedió con María...
El personaje del que todos hablan como si se tratase de un espíritu sagrado, con la que empieza todo.
El puzzle de sentimientos, belleza formal y angustia interior está bien trazado, en él vamos intuyendo las ansias, frustraciones y miedos de sus dos protagonistas, pero a veces se traba en esta angustia, haciendo que la película recurra una y otra vez a imágenes oníricas que, lejos de hacerla más convincente, la obligan girar sobre sí misma y resta eficacia a la historia.
La obsesión por bailar... y la obsesión que conlleva el triunfo o el fracaso. Niñas frágiles que no lo son tanto.
A la protagonista, Irene, se la ve demasiado angustiada antes de cualquier traba o desenlace que lo justifique. ¿No es su sueño bailar y, además, ser la primera bailarina? Tampoco vemos esa excesiva dureza en los ensayos, exigencia, claro, pero no algo fuera de control. Hay un libro autobiográfico de Amelie Nothomb sobre el ballet mucho más decriptivo y verosímil sobre este tema.
Está bien enfocada la amistad entre ambas bailarinas; el papel de Aurora bien llevado, sin estridencias ni cortafuegos. No obstante, esta relación a veces se hace agobiante, confusa. En un momento parece dar alas a "Giselle", pero tambien depender demasiado no ya de Aurora, sino de cada contingencia que aparece en su vida.
La parte del accidente es creíble, con una Irene cada vez más angustiada, lo que provoca un último ensayo demasiado caótico y desastroso para una compañía de prestigio.
La parte final me parece maniquea. De repente, la madre y la rival de Irene, que aspiraba a interpretar Giselle, se unen a punto de estrenar en un dramático y frenético esfuerzo por anular a la directora de la compañía.
La madre, que estaba de vacaciones durante el tiempo, que se supone largo, de los ensayos, ahora presta atención a un cuaderno de su hija donde apunta peso, medidas... lo normal en una bailarina, vamos, y corre furiosa a amenazar a la directora, lo que da pie a que le cuente la verdadera historia que sucedió con María...
El personaje del que todos hablan como si se tratase de un espíritu sagrado, con la que empieza todo.
El puzzle de sentimientos, belleza formal y angustia interior está bien trazado, en él vamos intuyendo las ansias, frustraciones y miedos de sus dos protagonistas, pero a veces se traba en esta angustia, haciendo que la película recurra una y otra vez a imágenes oníricas que, lejos de hacerla más convincente, la obligan girar sobre sí misma y resta eficacia a la historia.
La obsesión por bailar... y la obsesión que conlleva el triunfo o el fracaso. Niñas frágiles que no lo son tanto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final recuerda a Thelma y Louise. Puede entenderse porque Giselle, Irene, no se reconoce en su papel de prima donna y da suelta a su angustia definitivamente... y porque a Aurora le han despertado, sin ella quererlo, de su sueño.
El final es cual un imperativo del baile:
No saltes, ¡Vuela!
El final es cual un imperativo del baile:
No saltes, ¡Vuela!
17 de junio de 2022
17 de junio de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con actuaciones deslumbrantes esta película muestra una cara demasiado extremista para mi gusto de las exigencias y lo que estas, pueden provocar, en la mente de quienes realizan esta profesión, sin embargo el tipo de exigencias al que se exponen no es soportable para cualquiera y ahí se ven los resultados, grandes interpretaciones, sobre todo la de Mona Martínez quien por momentos tiene el mérito de hacerse odiar por el espectador.-
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