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Crimen perfecto

Intriga. Thriller Tony Wendice (Ray Milland), un frío y calculador tenista retirado, planea asesinar a su bella y rica esposa (Grace Kelly) porque sospecha que le es infiel, pero sobre todo porque desea heredar su gran fortuna. Para llevar a cabo su plan, chantajea a un antiguo compañero de universidad y lo convence para que, en su ausencia, entre en la casa y mate a su mujer. (FILMAFFINITY)
Críticas 106
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8
30 de agosto de 2007
162 de 178 usuarios han encontrado esta crítica útil
Complicada tarea opinar sobre esta cinta. Y es que valorar una película de Hitchcock rodada para 3D, sin verla en 3D pues... es jodido. Valorar una cinta del inglés implica, necesariamente, hablar de la imagen; no sólo del guión, las interpretaciones o la fotografía. La puesta en escena es fundamental en su cine, y aquí hay composiciones por y para las tres dimensiones (las tijeras, el rostro de la Kelly en primer término, la lámpara en medio constantemente, retratar desde abajo los personajes dando sensación de profundidad con posiciones de cámara inexplicables si no asumes el 3D…). Bueno, nos sobreponemos a este contratiempo y seguimos.

El guión es milimétrico e inverosímil (en la descripción del crimen, investigación y reacciones de los protagonistas) a partes iguales. Es decir, técnicamente perfecto aunque excesivamente caprichoso y sin alma, sin descripción de personajes más allá de lo estrictamente necesario para hacer avanzar la trama, y sin más ambición que hacernos pasar un buen rato. No es nuevo en Hitch en todo caso. Así que esa materia prima con la que el inglés tuvo que trabajar es aceptable, correcta. Pero la realización supera, con mucho, el guión que le sirve de base.

Así, la limitación de rodar en una sola habitación durante casi el 90% del metraje supone, paradójicamente, su mayor baza. El talento de Hitchcock se impone contando una historia a base de pequeños detalles, pequeños gestos y objetos. Ver cómo la trama avanza a través de esos detalles y ver cómo los filma Hitch es, creo, el aliciente fundamental de Crimen Perfecto. Junto, claro, al entretenimiento que nos dispensa. Y es que la cinta engancha pese a sus lagunas de guión. Ni siquiera es un gran suspense, es, simplemente, un ejemplo extraordinario de cómo hay que construir visualmente una película a partir de pequeños detalles que son, por otra parte, los que nos van revelando lo que sucede en cada momento. Y no es una cinta virtuosa, desde luego. Es más bien funcional. Artesanalmente funcional. Artesanalmente perfecta. Sólo así se puede generar un clímax de tensión a partir de unas cortinas, una puerta y unas llaves. Y es que por peregrinas que sean las explicaciones finales sobre esas llaves, el inglés rueda con tal convicción, narra lo inverosímil con tal talento y naturalidad, dosificando el tempo con tal habilidad… que caes rendido ante el mayor de los absurdos, sólo pendiente del magnífico rato que estás pasando. Pero el mérito de ello es de Hitchcock y su realización, de la ponderación del detalle… Sin todo esto la peli se hundiría a los 20 mins.

Inferior a la Trama y, sin embargo, me gusta más. Me divierte más.

El technicolor te fulmina con su encanto. Sin duda. La Kelly flojita, sin duda, también.

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Por lo demás esta cinta tiene, las de Hitchcock en general lo tienen, esa condición de tiempo detenido. De pieza de museo ante la que pararte y admirarte. De retrato de una forma de hacer cine e, incluso y si te detienes a observar bien, de una forma de vivir.

Unos se preguntan con frecuencia el motivo de que otros, casi por sistema, valoren tan positivamente las pelíciulas de directores como Sir Alfred. Quizás sea porque sus imágenes son imperecederas, tienen esa condición. Quizás es que son ya surcos del tiempo en forma de cine.

Quizás sea por eso. Quizás no.
10
15 de febrero de 2008
124 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
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La perfección se alcanza cuando los centros geométricos coinciden en un único punto.


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Los tres vértices de apoyo:


A) Integración con el entorno

No hay individuo, sólo colectivo. Conjunto. Los personajes se fusionan con su alrededor. Se sirven continuamente de todo aquello que les rodea, juegan con ello. Sólo hay un escenario y sin embargo parece distinto en cada escena.


B) Objetos vivientes

Su función, su disposición. Generalmente infrautilizados como herramienta cinematográfica, aquí su interacción con los personajes hará que el decorado cobre vida. Llaves, gabardinas, fotos, medias, cortinas. Todos son parte del reparto.


C) Carisma

Tener un personaje conductor extremadamente elegante, retorcido y sutil. Que desglose el plan de una manera terriblemente escrupulosa y hasta enfermiza. Que disfrute al pensarlo, al visualizarlo. Que sea capaz de improvisar si surgen imprevistos. Que ponga punto final a la obra con una última escena grandiosa.
8
30 de mayo de 2009
72 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film de Alfred Hitchcock rodado en 3 dimensiones (3D). El guión, del dramaturgo inglés Frederick Knott (1916-2002) y Alfred Hitchcock (no acreditado), adapta la obra de teatro escrita para la televisión “Dial M for Murder” (1952), del proio Knott. Se rueda íntegramente en los Warner Studios (Burbank, CA), con un presupuesto estimado de 1,4 M USD. Producido por Hitchcock para la Warner, se estrena el 29-V-1954 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en Londres a lo largo de 3 días con un epílogo situado meses más tarde. El antiguo campeón de tenis Tony Wendice (Milland), retirado de las pistas, dedicado a la venta de artículos deportivos y sin patrimonio propio, está casado desde hace unos años con Margot Mary (Kelly), una mujer hermosa y acomodada. Cansada de la vida desordenada y egocéntrica de Tony y de sus ausencias frecuentes, Margot se enamora de Mark Halliday (Cummings), escritor norteamericano de guiones policíacos para la televisión. Los celos y el temor a perder la herencia de su mujer, tras la probable petición de divorcio de ésta, llevan a Tony a concebir un plan para destruirla. Cuenta con la colaboración de un antiguo compañero de estudios, Charles Swann (Dawson). Tony es celoso, codicioso, inteligente, elegante, educado y maquinador. Margot es atractiva, encantadora y frágil. Swann, ex convicto, es débil, carece de escrúpulos y es capaz de cualquier cosa por dinero.

El film suma crimen, misterio, suspense, romance y thriller. Se basa en una obra dramática escrita para la televisión y emitida por la BBC en 1952. Adaptada al teatro, se estrena con éxito en Londres y Broadway (29-X-1952). Aficionado a la experimentación y a la asunción de retos, Hitchcock decide llevarla al cine. Es una de las tres películas que rueda para la Warner dedicadas a homenajear a los tres medios de representación dramática: el teatro (“Pánico en la escena”), el cine (“Extraños en un tren”) y la televisión (“Crimen perfecto”). La primera comienza alzando un telón, la segunda se inicia con una metáfora del cine (tren en movimiento) y la tercera se parece voluntariamente a una obra de teatro filmada para la TV.

El film trata una de las grandes obsesiones del realizador, el crimen indescifrable tras el que se oculta una inteligencia superior capaz de sembrar en torno de los hechos el desconcierto, la confusión y la imposibilidad de identificar al autor y probar su responsabilidad. Se dice que el crimen es perfecto porque está tan lúcidamente planificado y rigurosamente ejecutado que no deja huellas y nadie puede descubrir al culpable. Los personajes de Hitchcock tratan el tema en “Sospecha”, “La sombra de una duda”, “Extraños en un tren”, “Crimen perfecto”, etc.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
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Realiza la obra con escasos elementos, un único escenario y dos sets complementarios (un club y una extraña sala de juicios), pocos actores y una trama básica muy sencilla. La narración se basa en unos diálogos abundantes, bien construidos, ocurrentes, elegantes y medidos con precisión milimétrica. Los personajes se presentan definidos con acierto y funcionalidad: de ellos se dice todo lo necesario, pero nada más. Tienen gran importancia los detalles y numerosos objetos en los que se apoya el suspense: llaves, gabardinas, pañuelos, tijeras, fotografía, puerta, carta, bolso, cortina, teléfono, etc. La puesta en escena es magistral dentro de un espacio limitado, poco versátil y muy ocupado por muebles y objetos de decoración. La interpretación de Ray Milland es magnífica. La de Kelly, todavía en fase de rodaje y en su primera colaboración con Hitchcock, aporta la belleza deslumbrante, rubia y de potente sensualidad, que el film requiere. La intriga, administrada con talento y apoyada visualmente, se mantiene hasta el último fotograma.

Destacan dos escenas memorables, de gran cine. La entrevista de 20 minutos de duración de Swann y Wendice en la sala de estar del apartamento del segundo (61A de Carrington Gardens) y la del crimen frustrado. La primera es una pura delicia como espectáculo de lucha entre un hombre pérfidamente inteligente y un personaje débil, solitario, desarraigado y maltratado por la vida. La segunda constituye una gran lección de cine: se funden en ella interpretación, iluminación, montaje, color, sombras, música y puesta en escena, en una expresión pura de plenitud cinematográfica.

Es la tercera película en color del realizador, la primera y única que filma en 3D y la primera en la que cuenta con la colaboración de Grace Kelly, que se convierte para Hitchcock en la representación ideal de la mujer y en su musa preferida.

La banda sonora, de Dimitri Tiomkin, aporta una partitura que enlaza pasajes románticos y melódicos (“Margot y Mark”), de creación de suspense y dramáticos, de excelente factura y gran colorido. La fotografía, de Robert Burks, ofrece planos elevados emocionantes, planos de detalle que sostienen y alimentan la intriga, claroscuros rembrandtianos y un montaje fluido, suave, casi imperceptible.

Cf. Jordi Batle Caminal, “Crimen perfecto”, El País, febrero 1990 (“Antología crítica”, pág. 170).
Bill Knohn, “El libro de Alfred Hitchcock”, Cahiers du cinéma, pág. 53, Madrid 2002.
8
2 de junio de 2006
46 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas que siempre se me olvida citar (maldita memoria) cuando quiero defender que la teatralidad puede quedar bien en una película. Las que siempre suelo poner como ejemplos son "Sola en la oscuridad" (¡qué casualidad que adaptara una obra teatral de Frederick Knott, el guionista de ésta que nos ocupa!) y "La huella".
La idea es muy inteligente: descubrirle al espectador un plan tan meditado que parece perfecto para, posteriormente, ver cómo el azar va entorpeciendo su ejecución. En esta ocasión se decantaron por el crimen pasional –acierto seguro desde el punto de vista dramático–, pero bien podrían haber elegido otro objetivo (véase "Atraco perfecto", por ejemplo).
El desarrollo es más inteligente aún, y, sin apenas cambiar de escenario, el resultado es dinámico. Los giros inesperados son continuos, pero podríamos dividir la trama en tres partes. En la primera, el marido nos descubre el plan de una manera tan sutil y fría que acojona (porque da ideas, je, je); en la segunda se ejecuta, con un resultado indeseado pero hasta cierto punto calculado; y en la tercera aparece el típico detective perspicaz que investiga el caso y al que se intentará engañar. Vamos, que si, como a mí, te gustaban series como Colombo, no te la puedes perder.

Su nivel no llega al de "Con la muerte en los talones", "Psicosis" o "Encadenados", pero, para mi gusto, es bastante parejo al de "La ventana indiscreta" o "Rebeca", y supera a "Los pájaros" y a "Vértigo" –podría establecer fácilmente una lista en mi orden preferencial, pues vengo viendo y analizado la obra del director desde que me empezó a hacer tilín esto del cine, pero es que son tantas pelis... –.
10
10 de octubre de 2012
37 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo esta película desde la niñez. Me acuerdo de la seriedad con la que la vi y, sin duda, es una de las películas que hicieron nacer la gran afición que tengo al cine. Con el paso del tiempo sigues sin perder un ápice de atención en los detalles que van sucediendo.

Alguien dice que Ray Milland no da el tipo de tenista. Con un poco de perspectiva cronológica es fácil deducir que Ray Milland no era un tenista a lo Rafa Nadal, sino de aquellos tiempos, más del tipo de Andrés Gimeno. Entonces se jugaba siempre de blanco con pantalones muy cortos, vestir con colores era una falta de educación; y no se jaleaban los tanteos.

A pesar de este inciso la película en todo lo demás es atemporal e imperecedera; nunca envejecerá como no puede envejecer la figura de un sheriff del Far West, por ejemplo. Es una obra clásica.

Así llegamos a la tensión. Hitchcock plasma la tensión en imágenes, la expectación en imágenes. Ello se debe al magnetismo de la acción, a los actores en estado de gracia y a la atmósfera del apartamento.

La trama magnetiza, es sencilla y es complicada. Tiene su universo. Es tan atrayente que el mismo Hitchcock quiere entrar en él y para ello sale en la fotografía con Ray Milland y el hombre que fumaba puros. Para entonces el espectador forma parte ya de la trama; nos preocupan las tijeras, las botellas de licor, todo… En especial… las llaves. Hitchcock parece que quiere hacer un juego de magia con las llaves y no puedes resistirlo… estás hipnotizado y nunca olvidarás ese juego de mira por aquí, mira por allá...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y luego además y sobre todo, disfrutas con Ray Milland aguantando al insoportable Robert Cummings que le quiere birlar a su estupenda esposa, aguantando al más típico de los inspectores de Scotland Yard (siempre he pensado que en esta vida me hubiera gustado ser un inspector de Scotland Yard… ¿Será por esos recuerdos de la niñez? ¿De tanta película vista? ¿De algo así como haber tenido la capacidad de resolver lo intrincado?)

Disfrutas como nadie con Ray Milland, con el lío de las llaves y con sus disimulos. Me encanta, y lo siento por Grace y lo mal que está con la bata carcelaria pero quisiera que triunfara el disimulo perfecto, quisiera que triunfara Ray Millan mientras soporta la tensión tan estoicamente, haciéndose el tonto ante las preguntas del inspector sobre el crimen que se había producido en su casa, y del que él es el único responsable:

-¿Qué ha ocurrido? ¿Quién podría ser? ¿Por qué lo habrá hecho?...
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