WALL·EAnimación
7.9
131,570
Animación. Ciencia ficción. Romance. Infantil
En el año 2800, en un planeta Tierra devastado y sin vida, tras cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido -limpiar el planeta de basura- el pequeño robot WALL•E (acrónimo de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida (además de recolectar cosas inservibles) cuando se encuentra con una moderna y lustrosa robot exploradora llamada EVE. Ambos viajarán a lo largo de la galaxia ... [+]
3 de julio de 2008
3 de julio de 2008
424 de 541 usuarios han encontrado esta crítica útil
Va más allá que un magnífico homenaje al cine de ciencia ficción.
Pocos son los filmes con los que he sentido tanta nostalgia. Aún más pocos, aquellos que se adueñan de tu corazón y quedan grabados para siempre. Pero Wall.E no solo ha conseguido satisfactoriamente estos factores, ha despertado lo que dentro de mí se hallaba oculto en lo más recóndito de mí ser. Me ha despertado la capacidad de asombro que creí que había perdido hace tiempo. Me ha tocado en lo más fibra más profunda. Me ha hecho sentirme pleno y feliz (sensación efímera, pero el tiempo la hará eterna). He derramado unas cuantas lágrimas, pero he sonreído más de una vez también. He sentido el gozo de estar viendo este complejo arte llamado cine. Y este día se ha vuelto inmortal, Wall.E lo ha hecho.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Podría pasar décadas escribiendo, y aún así, no plasmaría lo que he visto, lo que he sentido, en lo que me he convertido.
Fastuosa fábula, casi no posee diálogos, pero quien necesita de ello, cuando te enamora con hechos. Cuando la historia se fusiona bellamente con esa sublime animación y esa apoteósica música.
Wall.E es un robot, sí, y aún así aprendió a tener una personalidad. Eso y mucho más. Aprendió más de lo que muchos de nosotros aprendemos en una vida.
Se enamoró de algo (o alguien) que creyó jamás podría suceder. Se sentía solo en un planeta que cada vez deterioramos más y más (y tal parece que jamás nos importará). Había aprendido conceptos que tan sólo de acordarme de ellos, se me eriza mi piel.
Perseverar
Luchar
Soñar
Amar
Y bailar al ritmo de Put on your sunday clothes en “Hello, Dolly!”.
Para la posteridad quedarán esas preciosas escenas donde vemos a los protagonistas de tan hermosa aventura danzar bajo aquella bella música de antaño.
Encomiable trabajo de Thomas Newman a cargó de el score del filme. Impresionante animación, bella por donde se le vea. Historia de sueños, de frustraciones y de lucha, pero sobretodo, de esperanza. Mensaje que parte el alma. Final que sobrepasa todo lo hermoso que nos rodea. La atraviesa hasta convertirse en una estrella de la que tendremos que tomar como ejemplo para ser (o intentar, porque no) mejores personas.
Y si me lo permiten, tomaré de la mano lo que acabo de ver. Porque me ha enamorado. Porque la última lágrima que derrame se debía a la inmensidad del filme. Muchas gracias Pixar.
Pocos son los filmes con los que he sentido tanta nostalgia. Aún más pocos, aquellos que se adueñan de tu corazón y quedan grabados para siempre. Pero Wall.E no solo ha conseguido satisfactoriamente estos factores, ha despertado lo que dentro de mí se hallaba oculto en lo más recóndito de mí ser. Me ha despertado la capacidad de asombro que creí que había perdido hace tiempo. Me ha tocado en lo más fibra más profunda. Me ha hecho sentirme pleno y feliz (sensación efímera, pero el tiempo la hará eterna). He derramado unas cuantas lágrimas, pero he sonreído más de una vez también. He sentido el gozo de estar viendo este complejo arte llamado cine. Y este día se ha vuelto inmortal, Wall.E lo ha hecho.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Podría pasar décadas escribiendo, y aún así, no plasmaría lo que he visto, lo que he sentido, en lo que me he convertido.
Fastuosa fábula, casi no posee diálogos, pero quien necesita de ello, cuando te enamora con hechos. Cuando la historia se fusiona bellamente con esa sublime animación y esa apoteósica música.
Wall.E es un robot, sí, y aún así aprendió a tener una personalidad. Eso y mucho más. Aprendió más de lo que muchos de nosotros aprendemos en una vida.
Se enamoró de algo (o alguien) que creyó jamás podría suceder. Se sentía solo en un planeta que cada vez deterioramos más y más (y tal parece que jamás nos importará). Había aprendido conceptos que tan sólo de acordarme de ellos, se me eriza mi piel.
Perseverar
Luchar
Soñar
Amar
Y bailar al ritmo de Put on your sunday clothes en “Hello, Dolly!”.
Para la posteridad quedarán esas preciosas escenas donde vemos a los protagonistas de tan hermosa aventura danzar bajo aquella bella música de antaño.
Encomiable trabajo de Thomas Newman a cargó de el score del filme. Impresionante animación, bella por donde se le vea. Historia de sueños, de frustraciones y de lucha, pero sobretodo, de esperanza. Mensaje que parte el alma. Final que sobrepasa todo lo hermoso que nos rodea. La atraviesa hasta convertirse en una estrella de la que tendremos que tomar como ejemplo para ser (o intentar, porque no) mejores personas.
Y si me lo permiten, tomaré de la mano lo que acabo de ver. Porque me ha enamorado. Porque la última lágrima que derrame se debía a la inmensidad del filme. Muchas gracias Pixar.
10 de julio de 2008
10 de julio de 2008
264 de 305 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cuanto hacía que una entrada de cine no me parecía barata por lo mostrado en la pantalla?¿ Cuanto hace que no sentía que si me pedían el doble o el triple de dinero a la salida por lo visto, lo hubiera pagado encantado?¿Que se puede decir de una película en la cual los primeros 45 minutos solo tiene 3 palabras y alcanza una grandeza que duelen a la vista y al corazón de tan bellas?¿ Que se puede decir de una pelicula en la que esa tres palabras, sirven para expresar una gama de sentimientos tan grandes ? ¿Como puede una maquina pequeña emocionarme hasta las lágrimas, como ningún ser humano me emocionó en los ultimos 10 años?¿ como un pedacito de chatarra puede hacerme sentir amor, compasión, angustia, dolor y lo mas importante empatía!!!?? La respuesta todos estos interrogantes es WALL-E. Una película precisa y preciosa, que atesoraré en mi corazón por siempre. Un alegato hacia donde vamos como raza humana. Con guiños hacia Matrix, Yo Robot y un gran homenaje a 2001, Odisea del espacio, esta película no tiene un minuto de desperdicio. Con 36 años estoy esperando a que mis hijas me pidan volver a verla otra vez...Gente, no lo duden, vayan a verla si o si!!!
1 de agosto de 2008
1 de agosto de 2008
166 de 195 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de nada me gustaría aclarar que aborrezco bastante a los entusiastas. Sus altos niveles de fanatismo no hacen más que nublarles el criterio, lo cual obviamente supone un obstáculo insalvable a la hora de lograr un buen análisis de cualquier obra. Y una vez dicho esto, paso a declarar que con la productora de la lamparita haré una excepción. Así que gustosamente renuncio a mis principios para subirme al carro de los incondicionales. Porqué si algo he aprendido en estos años es que -salvo raros casos- Pixar, más que hacer películas, obra milagros. Si hay alguien que siente incómodo usando esta palabra, siempre podrá hablar de “prodigios”, o “fenómenos” pero nada que esté por debajo de este nivel.
En este caso contamos desde un buen principio con la garantía de Andrew Stanton, cuya carrera está precedida por los estupendos títulos ‘Bichos, una aventura en miniatura’ y por la estupenda ‘Buscando a Nemo’. En ambas películas trabajó como director y guionista, pero siempre acompañado. En este caso Pixar ha acertado de lleno otorgando todo el peso del proyecto al cineasta nacido en Massachussets. Así las cosas, Stanton está sólo ante el peligro, y aunque a estas alturas su talento ya estuviera más que demostrado, también es cierto que no todos los astros estaban alineados a su favor. Recordemos que hace justo un año Brad Bird había puesto altísimo el listón con su inolvidable ‘Ratatouille’. Además, ‘Wall•E’ se presentaba como un filme sin apenas diálogos, un factor que mal empleado, puede minar en cuestión de segundos la paciencia del respetable.
En este caso contamos desde un buen principio con la garantía de Andrew Stanton, cuya carrera está precedida por los estupendos títulos ‘Bichos, una aventura en miniatura’ y por la estupenda ‘Buscando a Nemo’. En ambas películas trabajó como director y guionista, pero siempre acompañado. En este caso Pixar ha acertado de lleno otorgando todo el peso del proyecto al cineasta nacido en Massachussets. Así las cosas, Stanton está sólo ante el peligro, y aunque a estas alturas su talento ya estuviera más que demostrado, también es cierto que no todos los astros estaban alineados a su favor. Recordemos que hace justo un año Brad Bird había puesto altísimo el listón con su inolvidable ‘Ratatouille’. Además, ‘Wall•E’ se presentaba como un filme sin apenas diálogos, un factor que mal empleado, puede minar en cuestión de segundos la paciencia del respetable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pues ni esto ha podido frenar el enésimo triunfo de la factoría Pixar. De modo que vayan haciendo un hueco en sus corazones para el simpático robot de ojos tristones. Con apenas cinco palabras en su vocabulario, Wall•E se postula como uno de los personajes más entrañables jamás vistos en una pantalla de cine. El incansable limpiador acapara todos los planos durante la primera y maravillosa media hora de la película y sale airoso de este gran reto ganando no sólo nuestro respeto sino sobretodo nuestro cariño. Es curiosamente cuando aparecen el resto de personajes -me estoy refiriendo a los caricaturadísimos humanos- cuando el filme pierde un poco -sólo un poquito- de fuelle. Durante unos breves instantes planea una amenazante sombra de caos. Este es el único pero que se le podría poner a la cinta, pues en realidad no tarda casi nada en recuperar el buen rumbo. Y quizás he querido encontrar una mancha por no dejarme llevar del todo por el entusiasmo.
Pero el entusiasmo al fin y al cabo no es tan malo. A riesgo de sonar algo cursi, confesaré que en un momento dado de la película se me escapó alguna que otra lagrimita. Fue de tanto reír? No. ‘Wall•E’ tiene un sobresaliente y sofisticado sentido de la comicidad y por ello es capaz de imprimir en la cara del espectador una sonrisa permanente... pero no fue por esto. Fue por pena? Tampoco. Las nuevas criaturas de Stanton rebosan sentimientos que se transmiten con pasmosa facilidad… pero tampoco es esta la razón. Como ya he dicho, las lágrimas eran debidas al entusiasmo. El entusiasmo de ver como Pixar se consolida como un salvavidas de lujo en el que los más cinéfilos siempre nos podremos refugiar. El entusiasmo de ver como un gran director entra con este a la postre bienintencionado e irrepetible mito fundacional por la puerta grande en el Olimpo del cine. El entusiasmo de estar presenciando un espectáculo que durante casi toda su duración roza la perfección: desde sus primeros compases hasta los créditos finales, capaces de conseguir que sigamos unos minutos más con la boca abierta. De nuevo, se ha obrado el milagro, ‘Wall•E’ es una indiscutible obraza maestra.
Pero el entusiasmo al fin y al cabo no es tan malo. A riesgo de sonar algo cursi, confesaré que en un momento dado de la película se me escapó alguna que otra lagrimita. Fue de tanto reír? No. ‘Wall•E’ tiene un sobresaliente y sofisticado sentido de la comicidad y por ello es capaz de imprimir en la cara del espectador una sonrisa permanente... pero no fue por esto. Fue por pena? Tampoco. Las nuevas criaturas de Stanton rebosan sentimientos que se transmiten con pasmosa facilidad… pero tampoco es esta la razón. Como ya he dicho, las lágrimas eran debidas al entusiasmo. El entusiasmo de ver como Pixar se consolida como un salvavidas de lujo en el que los más cinéfilos siempre nos podremos refugiar. El entusiasmo de ver como un gran director entra con este a la postre bienintencionado e irrepetible mito fundacional por la puerta grande en el Olimpo del cine. El entusiasmo de estar presenciando un espectáculo que durante casi toda su duración roza la perfección: desde sus primeros compases hasta los créditos finales, capaces de conseguir que sigamos unos minutos más con la boca abierta. De nuevo, se ha obrado el milagro, ‘Wall•E’ es una indiscutible obraza maestra.
12 de agosto de 2008
12 de agosto de 2008
135 de 153 usuarios han encontrado esta crítica útil
He esperado varios días para hacer mi crítica de Wall-E, una decisión un poco suicida por que ahora mismo ya cuenta con más de un centenar de ellas y la mía seguramente se hundirá en la miseria. Da igual, necesitaba liberar mis pensamientos sobre la nueva joya de Pixar, otra Obra Mayor, que si bien no llega a ser tan redonda como Ratatouille, alcanza un nivel que pocas compañías pueden alcanzar. Desde ya, Wall-E deja de ser una simple película de animación para trascender al propio cine, es arte digital, animado, al igual que muchas otras producciones que son ninguneadas por la forma en la que están realizadas.
Wall-E es, desde el minuto uno hasta el último, un poema al cine, una (cómo no) virguería visual que llega al fondo del espectador, al interior, y se queda grabado a fuego como pocas películas son capaces de lograr. Se ha hablado mucho entre la división de la película en "otras dos": la parte muda, casi 40 minutos de CINE puro y duro, que bebe de fuentes como Keaton y sobretodo Chaplin (Luces en la ciudad por ejemplo), y una segunda donde se habla y pasan cosas un poco más diferentes, hay más humor y de paso se critica a la sociedad humana como pocas veces se ha hecho. Sí, el tema se había tratado, pero nunca, nunca jamás, de forma tan mordaz e hiriente sin, en realidad, hacerlo de forma amarillista ni nada similar.
La deshumanización, el constante uso de las máquinas, el mundo idílico que se crearía tras destruir la tierra, y ante todo, una historia de amor como telón de fondo entre Wall-E y EVE, dos robots que pasarán a la historia como unos de los mejores personajes animados que jamás se han creado. Escenas para el recuerdo podría citar muchas, pero prefiero que las descubráis por vosotros mismos. Wall-E es una película de animación, sí, pero una de esas que dignifican el género y demuestran que no sólo está a la altura de las películas con mejores interpretaciones, sino que se coloca a un nivel que sólo algunas compañías sueñan (lo siento, Dreamworks, nunca harás algo así), a un nivel inalcanzable en el que la técnica y el guión, la capacidad de narración y la capacidad de divertir, no chocan entre sí sino que se compenetran. Y no de forma sencilla, sino formando un todo sólido, complejo, memorable. Un todo inolvidable que hace que Wall-E sea mucho más que un film reivindicable, sino, desde ya, una de las cumbres de la ciencia-ficción, de la animación, de las películas románticas y de paso una colleja bien grande hacia la dirección a la que vamos.
Para qué negarlo: Pixar ha vuelto a lograrlo. Ya llevan dos filmes brillantes seguidos, e intuyo que "UP!", la que llegará el año que viene, un homenaje a Hayao Miyazaki, estará al nivel. El tiempo lo dirá. De momento, a disfrutar del presente: id a ver Wall-E, una, dos o tres veces. Sólo id, disfrutad, y al acabar la proyección dejad la hipocresía a un lado y admitid que la animación es algo más que cosa de niños. Aunque me gustaría creer que esos prejuicios ya están superados.
Wall-E es, desde el minuto uno hasta el último, un poema al cine, una (cómo no) virguería visual que llega al fondo del espectador, al interior, y se queda grabado a fuego como pocas películas son capaces de lograr. Se ha hablado mucho entre la división de la película en "otras dos": la parte muda, casi 40 minutos de CINE puro y duro, que bebe de fuentes como Keaton y sobretodo Chaplin (Luces en la ciudad por ejemplo), y una segunda donde se habla y pasan cosas un poco más diferentes, hay más humor y de paso se critica a la sociedad humana como pocas veces se ha hecho. Sí, el tema se había tratado, pero nunca, nunca jamás, de forma tan mordaz e hiriente sin, en realidad, hacerlo de forma amarillista ni nada similar.
La deshumanización, el constante uso de las máquinas, el mundo idílico que se crearía tras destruir la tierra, y ante todo, una historia de amor como telón de fondo entre Wall-E y EVE, dos robots que pasarán a la historia como unos de los mejores personajes animados que jamás se han creado. Escenas para el recuerdo podría citar muchas, pero prefiero que las descubráis por vosotros mismos. Wall-E es una película de animación, sí, pero una de esas que dignifican el género y demuestran que no sólo está a la altura de las películas con mejores interpretaciones, sino que se coloca a un nivel que sólo algunas compañías sueñan (lo siento, Dreamworks, nunca harás algo así), a un nivel inalcanzable en el que la técnica y el guión, la capacidad de narración y la capacidad de divertir, no chocan entre sí sino que se compenetran. Y no de forma sencilla, sino formando un todo sólido, complejo, memorable. Un todo inolvidable que hace que Wall-E sea mucho más que un film reivindicable, sino, desde ya, una de las cumbres de la ciencia-ficción, de la animación, de las películas románticas y de paso una colleja bien grande hacia la dirección a la que vamos.
Para qué negarlo: Pixar ha vuelto a lograrlo. Ya llevan dos filmes brillantes seguidos, e intuyo que "UP!", la que llegará el año que viene, un homenaje a Hayao Miyazaki, estará al nivel. El tiempo lo dirá. De momento, a disfrutar del presente: id a ver Wall-E, una, dos o tres veces. Sólo id, disfrutad, y al acabar la proyección dejad la hipocresía a un lado y admitid que la animación es algo más que cosa de niños. Aunque me gustaría creer que esos prejuicios ya están superados.
7 de agosto de 2008
7 de agosto de 2008
106 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
De un tiempo no muy lejano a esta parte, nos hemos acostumbrado a que el cine de dibujos animados reelabore conocidos patrones literarios y cinematográficos y bien los adapte al público infantil o bien los embadurne de más o menos fina ironía. En este sentido podríamos aventurar una marca de la casa para las principales creadoras de este tipo de filmes. Las historias de Pixar (Finding Nemo, Cars...), independientemente de las peculiaridades de sus protagonistas, han sido contadas mil y una veces antes. Las historias de DreamWorks (Shrek, Kung-Fu Panda) recurren con demasiada frecuencia a la parodia. Las historias de Aardman (Chicken run, Wallace & Gromit: the Curse of Were-Rabbit) están plagadas de referencias casi mitómanas.
Wall•E es una clásica fantasía científica utópica (más bien una "distopía") con tres partes temáticas y estilísticas bien pronunciadas. Si se me permite aventurar de nuevo, osaría bautizar cada una de estas tres partes de la historia con el nombre de un escritor de ciencia-ficción de cuyos estilo y temática recurrente parece nutrirse la historia.
La primera parte, la que transcurre en el planeta Tierra, la parte Richard Matheson. Wall•E es un individuo fuera de la sociedad, se ofrece una visión triste y desoladora de la civilización humana y un desgarrador retrato de la soledad del individuo. Sin lugar a dudas, la mejor parte de la película.
La segunda parte...
Wall•E es una clásica fantasía científica utópica (más bien una "distopía") con tres partes temáticas y estilísticas bien pronunciadas. Si se me permite aventurar de nuevo, osaría bautizar cada una de estas tres partes de la historia con el nombre de un escritor de ciencia-ficción de cuyos estilo y temática recurrente parece nutrirse la historia.
La primera parte, la que transcurre en el planeta Tierra, la parte Richard Matheson. Wall•E es un individuo fuera de la sociedad, se ofrece una visión triste y desoladora de la civilización humana y un desgarrador retrato de la soledad del individuo. Sin lugar a dudas, la mejor parte de la película.
La segunda parte...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
..., desde que Wall•E abandona la Tierra hasta la escena del bonito baile espacial con EVE, la parte Isaac Asimov. La robótica es esencial para el progreso de la humanidad. El bienestar humano se asienta en el desarrollo científico y tecnológico, si bien existen razonables posibilidades de que el progreso se torne en retroceso. Cierta ironía hace acto de presencia y asistimos, incluso, a una auténtica ¡rebelión de las máquinas!
La tercera parte, la parte Ray Bradbury. Es la peor de la película. El ser humano adquiere el protagonismo y se rebela contra la tecnología y contra sí mismo y descubre su fuerza interior, su "humanidad". Aparece cierta sensiblería y, sobre todo, mucha moralina, patente no solo en los acontecimientos sino también en los diálogos que, por cierto, anteriormente no existieron.
Wall•E es una película que va cuesta abajo, lo cual a un servidor se le hizo cuesta arriba, pero su primera parte es tan magnífica que es imposible que la pendiente le reste méritos. O casi que no.
La tercera parte, la parte Ray Bradbury. Es la peor de la película. El ser humano adquiere el protagonismo y se rebela contra la tecnología y contra sí mismo y descubre su fuerza interior, su "humanidad". Aparece cierta sensiblería y, sobre todo, mucha moralina, patente no solo en los acontecimientos sino también en los diálogos que, por cierto, anteriormente no existieron.
Wall•E es una película que va cuesta abajo, lo cual a un servidor se le hizo cuesta arriba, pero su primera parte es tan magnífica que es imposible que la pendiente le reste méritos. O casi que no.
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