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Manon

Drama Tras la segunda Guerra Mundial (1939-1945), en una ciudad de Normandía (Francia), la joven Manon es acusada públicamente de haber colaborado con los nazis durante la ocupación. Un activista de la Resistencia la libera y escapan juntos a París, pero su relación se vuelve tormentosa cuando Manon cae víctima de las maquinaciones de su propio hermano, con quien se enfanga en negocios oscuros: estraperlo, prostitución y asesinato. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
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8
15 de agosto de 2008
34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto largometraje de Henri-Georges Clouzot y su primer éxito. Escrito por él y Jean Ferry, se basa en la novela breve "L'Histoire du Chevalier des Grieux et de Manon Lescaut" (1731), de Antoine François Prévost, más conocido como abate Prévost. Se rueda en estudio y en escenarios naturales, con un presupuesto muy ajustado. Gana el León de oro (Venecia). Producido por Paul Edmond Decharme, se estrena el 9-III-1949 (Francia).

La acción dramática tiene lugar en una población normanda, París, un carguero que hace la travesía por mar entre Marsella y Alejandría y en tierras de Palestina, a partir de junio de 1944, durante varios meses. Robert Dégrieux (Auclair), militante de la Resistencia, tras la ocupación aliada de una pequeña localidad normanda, salva a la joven Manon Lescaut (Aubry) de la furia popular, que quiere castigarla cortándole el cabello por considerarla colaboracionista. Ambos se trasladan a Paris, donde León (Reggiani), hermano de Manon, trafica en el mercado negro con la ayuda de Paul, discapacitado mental. Manon es ingenua, inconsciente, inexperta, amoral y aficionada al lujo y las comodidades. León es corrupto y carece de escrúpulos. Robert es ingenuo y débil de carácter.

El film es una obra de cine negro, que combina drama, crimen y romance. Se aproxima notablemente a los parámetros del cine negro americano clásico. Crea atmósferas opresivas de gran fuerza, la mujer protagonista acarrea desgracias a los que la rodean y en especial al amante, la relación de pareja de ella y éste se basa en un amor disfuncional, obsesivo y casi patológico, hace uso del flashback, la acción se desarrolla mayoritariamente en escenarios oscuros y claustrofóbicos. El realizador imprime al relato un ritmo tenso y vibrante, construye personajes negativos con eficacia y presenta un descripción de la vida parisina de la primera Posguerra que sobresale por aguda, detallada, acerada e inquietante. Aporta a la historia densidad argumental, fuerza dramática y una notable riqueza estética.

La visión de Clouzot es pesimista y desesperanzada. El mundo es para él un espacio de corrupción, explotación, robos, abusos, extorsiones y asesinatos. La guerra ha destruido el paisaje y las ciudades y ha destrozado moralmente a los ciudadanos. Tras la liberación, la supervivencia depende de personajes que trafican con la desesperación de los que huyen del país, la salud pública, el contrabando, la prostitución y la explotación de los débiles. El ambiente se hace asfixiante e irrespirable: invita a la huida, a la búsqueda de nuevas patrias (EEUU, Israel, Sudamérica...) y a la persecución de nuevos horizontes en mundos nuevos incontaminados. Pero, las odiseas no conducen a Itaca. En el mundo de hoy Itaca no existe.
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Los viajes que se emprenden son trágicos, dolorosos, destructivos y mortales, porque la crueldad se ha hecho universal, el bien ha sido desterrado por la perversidad y el amor ha sido desplazado por el odio y la ira. El amor, según Clouzot, sólo se puede alcanzar tras la muerte, cuando el ser humano se ha liberado de las cadenas mundanas del desamor y la soberbia.

La música, de Paul Misraki, aporta una partitura de acompañamiento dramática y trágica. Añade una canción coral melancólica, puesta en boca del grupo de judíos emigrantes. La fotografía, de Armand Thirard, de rasgos expresionistas, presenta imágenes de composición muy cuidada y de una negritud impresionante. Las escenas finales son desoladoras.
8
8 de junio de 2010
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, una de las películas más amargas, terribles y desoladoras que he visto. En ella, el gran Clouzot apenas deja un resquicio para el optimismo, para la esperanza en un futuro deseable, en el que sean posibles la vida y el amor.

Estructuralmente deudora del cine negro, la película pivota en torno a un largo flashback, que explica cómo traban conocimiento los dos protagonistas, al tiempo que justifica su posterior huida a Palestina como polizones en un barco que transporta clandestinamente a emigrantes judíos. Esto no es gratuito, pues asimila a Manon y Robert con un pueblo "apestado", siempre perseguido, para el que no hay más esperanza que una tierra prometida, o lo que es lo mismo, una utopía. Si la visión que Clouzot hace de la sociedad de posguerra no puede ser más negativa, no lo es menos la mirada que arroja sobre sus personajes, movidos fundamentalmente por el egoísmo, la infidelidad, el interés, y en general por las más bajas pasiones e instintos; incluso cuando es el amor el que les domina, como a Robert, éste es presentado como un sentimiento acaparador, egoísta, y por tanto es también vehículo de destrucción.

Con su habitual maestría para la puesta en escena, el director construye una narración angustiosa y oscura, que resulta realzada por el empleo de una fotografía consecuente, al menos en el tramo central del filme, dominado por la sordidez moral de los ambientes y los personajes. Las interpretaciones funcionan bastante bien, aunque sin ser fabulosas, destacando la pequeña y caprichosa Manon, bien encarnada por Cécile Aubry. Buen guión adaptado, con algunas frases y diálogos notables, y que nunca renuncia a la dureza y tosquedad que requieren las situaciones presentadas, dando así veracidad a lo que se narra.

Coincido con otros usuarios en que el tramo final es sobrecogedor; son veinte minutos de gran cine, de una intensidad dramática soberbia, y rodados con maestría, con unos hermosos planos generales que muestran a los emigrantes arrastrándose por el desierto. Son secuencias que parecen sacadas del antiguo testamento, y en las que los personajes aparecen, más que nunca, sometidos al dictado de un destino cruel, desesperado.
Continúa en spoiler.
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Los instantes finales, en los que Manon es enterrada por Robert, son de una negrura y desolación impresionantes, y de una belleza visual pocas veces vista. La reflexión final de Robert, quien se confiesa alegre ante el cadáver de su amada, porque ahora podrá tenerla sólo para sí, es una de las más terroríficas que recuerdo haber escuchado en el cine. Para Clouzot, y también para el poeta Vicente Aleixandre, del que tomo prestado el título de mi crítica, no se elige entre destrucción o amor, entre vida o muerte, sino que ambos se funden en una unidad indisoluble, eterna.
7
6 de abril de 2011
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
108/51(31/03/11) El galo Henri-George Clouzot nos regala un retorcido melodrama mezclado con cine negro. Es una historia de amor extrema, un turbador relato de amor enfermizo. Sucede durante la post-Segunda Guerra Mundial y comienza en el escenario de una Normandía recién liberada de los nazis, una bella muchacha, Manon (excelente Cécile Aubry), es acusada de colaboracionista por los vecinos de un pueblo, es retenida por un partisano, Robert Dégrieux (buen Michel Auclair)), que tras una charla con ella, siente un flechazo por Manon y huyen a París a visitar al hermano de ella, Leon (Serge Reggiani), una vez allí se destapa la verdadera naturaleza de Manon, un ser al que le gustan los lujos y las fiestas, esto cuesta mucho dinero y Robert decide introducirse en el mundo del estraperlo de la mano de Leon, para conseguir plata rápida, pero no es suficiente y ella también se pone a trabajar de modelo, pero Robert descubre que lo ha dejado y se ha metido a prostituta de lujo. El relato crea una atmósfera asfixiante donde los personajes parecen atrapados por su enfermizo amor, un amor desgarrado donde la femme fatale es un demonio que manipula a su antojo a su enamorado que aunque sabe que es mala se lo perdona todo, es una relación sadomasoquista en que ella lo tortura y él lo aguanta, una relación autodestructiva en medio de este clima angustioso. La cinta navega por estos senderos amargos durante 70 minutos pero a partir de aquí da un giro total para trasladarnos a un viaje físico por el desierto en pos de la felicidad, pero que se torna en una odisea espiritual por el sufrimiento, un viaje cuasi religioso en el que el dolor y el destino es algo de lo que no puedes escapar, ello coronado con un final impactante y valiente (spoiler). Lo peor de la película es la poca química que hay entre los protagonistas, desde su poco creíble encuentro y posterior flechazo, del todo simplista, no se respira entre ellos pasión, con lo que es complicado creerse esta malsana obsesión que se procesan. Asimismo es reseñable el tono tan pesimista con el que tocan toda la post-guerra, estraperlo, contrabando de medicinas, el éxodo de los judíos a la Tierra Prometida, estos elementos son tocados de modo deprimente no dejando halo de esperanza. Recomendable a los que gusten de buenos dramas obsesivos. Fuerza y honor!!!
6
16 de noviembre de 2009
17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Manon” es ejemplo estandarte de la influencia del film noir americano en Europa. Amores pasionales, trabajo de estraperlo, uso del flash-back como medida narrativa y una cuidada fotografía en blanco y negro que ayuda a crear atmósferas opresivas y malsanas son convencionalismos de un tipo de cine que Clouzot toma prestado para este proyecto. Es, de hecho, un cine casi calcado de un artesano como Robert Siodmak. Y mientras sigue estos patrones, la película funciona aunque con ciertas limitaciones.

Su mayor problema estriba en que a la hora de dar forma a ese amor pasional y enfermizo, Clouzot no encuentra el cauce para que ello ocurra. Se intuye una pasión que jamás veo desbordada hasta el límite de la locura, que es de hecho, hacia donde Clouzot se empeña en llevarla. Cécile Aubry no da sensación de mujer fatal como pudiera ser Ava Gardner en Forajidos (Robert Siodmak , 1946), sino más bien de zorrona y mujer absurda.

Cuando terminan los flashbacks y entramos en la narrativa del presenta, la película cambia de género. Es más un género Clouzot propio. Visualmente el cambio es apabullante. La imagen se ensancha, la luz se cuela por cada lugar, las sombras se diluyen y la opresión... la opresión continúa.

Sus últimos veinte minutos son visualmente deslumbrantes pero a un servidor no le gustan. Acabado el noir, la película se alarga en exceso y tampoco sabemos muy bien el motivo. Hasta que llegan los últimos dos minutos de metraje. Hago un punto y aparte porque realmente lo merece.

La película fue mutilada quizá en la mejor escena de toda ella. El director galo deslumbra con unos minutos de gran intensidad, de gran transgresión y donde por fin vemos ese deseo convertido en locura del que adolece el resto de la cinta. Deja una impronta, un momento trascendental del buen gusto mórbido. Henri G. Clouzot nos demuestra que es un director de personalidad propia y una de las miradas más sugerentes del cine francés.
7
19 de septiembre de 2008
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque películas como Las diabólicas, El cuervo o El salario del miedo le han encasillado en el género del suspense, valiéndole incluso el sobrenombre de “el Hitchcock francés”, Henri-Georges Clouzot ha sabido también cultivar con soltura otros géneros cinematográficos como el documental (El misterio Picasso) o el drama. Galardonada con el León de oro en el Festival de Venecia, Manon es una película que ejemplificaría claramente esa versatilidad, pues en ella Clouzot renuncia a la intriga, zambulléndose de lleno en el terreno de la tragedia. Su desgarrado y necrófilo final, así como el crudo retrato que en él se hacen de dramas como la prostitución, el estraperlo, el tráfico ilegal de personas, y la miseria en general, hicieron del filme un verdadero escándalo.
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