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El asalto final

Bélico. Drama Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en la frontera italo-austriaca, las tropas italianas sufren una estrepitosa derrota al atacar posiciones austriacas. El resultado es un motín de las diezmadas tropas italianas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
2 de junio de 2009
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡¡Ratatatatatata!!, ¡plooooof!

¡Abandonen la montaña!
Sí, señor.
2.000 muertos.

¡Pium, pium!

¡Ataquen la montaña!
Sí, señor.
3.000 muertos.

¡Corten la alambrada!
Sí, señor.
¡Pam, pam, ¡¡¡Arggggh!!
300 muertos.

¡Vayan a por un polo de chocolate para el General!
Sí, señor.
¡¡¡Tatatatatatatatataa!! ¡ploooooof!
1.000 muertos.

¡Fusilen a los amotinados!
Sí, señor.
¡tac, tac, tac,!
200 muertos.

¡Maten a los traidores!
Señor, no se puede cumplir la orden.
¿¡Y eso!? Mire usted que lo mando fusilar.
No queda nadie vivo ya.

¡Pues fusilen al caballo!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
The_End
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17 de enero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
179/01(03/14) Notable film antibelicista italiano del combativo Francesco Rosi, una tremenda oda al sinsentido de las guerras, al despotismo de los gerifaltes, un descarnado fresco de las vivencias de una compañía transalpina en los Alpes. Emilio Lussu describió en un libro, “Un año en el altiplano” (1938), sus vivencias entre 1916 y 1917 como soldado en esta cordillera, en la Brigada Sissari de Infantería, donde reflejó el increscendo hartazgo de los soldados que los llevó al motín en el verano de 1917, cerca de Santa Maria la Longa. Su alter ego en el film es el teniente Sassu, siendo al igual que este el escritor ferviente defensor de la contienda para ir evolucionando tras sus absurdas experiencias sobre el escenario bélico, aunque el final del libro varía con respecto a la película, Lussu fue un ferviente antifascista, estuvo en el parlamento italiano durante el auge del fascismo de Mussolini, en 1926 fue agredido por fascistas y este al defenderse disparó a uno de ellos, fue juzgado y condenado por ello, 5 años le pusieron a pasar en la isla de Lipari cerca de Sicilia, escapó en 1929, huyendo a París, donde fundó el movimiento Justicia y Libertad, participó en la Guerra Civil española, en la WWII estuvo en la resistencia italiana, tras la guerra fue Ministro de la ayuda con en un Gobierno de Unidad Nacional, tuvo problemas de los socialistas (con los que militaba) escindiéndose de ellos en 1964, creando otro partido, murió en 1975, una vida de película.

El escenario es la Gran Guerra, concretamente en los Alpes trentinos, el frente de Isonzo, lo que hoy es entre Italia y Eslovenia, donde se enfrentan los italianos frente a los austro-húngaros, seguimos a la División transalpina comandada por el tiránico General Leone (gran Alain Cluny), en ella está el joven teniente Sassu (gran Mark Frachette), idealista salido de la universidad que pidió unirse a la vanguardia y que a medida que ve lo que allí acontece se va desengañando, también está el oficial Ottolenghi (gran Gian Maria Volonté), un veterano contestatario izquierdista que sabotea cuando puede las cerriles órdenes del General. Asistimos a la incompetencia, la arrogancia, el despotismo, las humillaciones, las órdenes arbitrarias y demás tropelías derivan en rebeliones de la soldadesca.

El guión es del propio director Francesco Rosi, escrito junto a Tonino Guerra (“La noche”, “Blow-Up” o “Amarcord”) y Raffaele La Capria (“Las manos sobre la ciudad” o “Cristo se paró en Eboli”), hacen un collage descentrado de protagonista al principio, paseándonos con mordacidad por una guerra rebosante de irracionalidad, engullida por la deshumanización, una travesía hacia el infierno de la sinrazón, con el surrealista McGuffin de la toma de una colina en medio de la nada. La cinta es nada sutil remarcando el despotismo tiránico de los superiores que manejan como señores feudales a los soldados, no importándoles si viven o mueren, Rosi no está preocupado de mostrar un hilo conductor claro, nos mueve por las trincheras a modo de observador, poniendo el foco en la futilidad de las guerras, poniendo el acento en la construcción de una ambientación gris y sórdido, reflexionando con saña sobre que el verdadero enemigo no estaba al otro lado del frente, estaba entre sus filas y lo peor es que les daba órdenes, es la lucha entre clases la que más daño hace, de este modo se nos inocula que hay veces en que es justificable rebelarse contra las injusticias. Rosi expone que los ideales y el patriotismo es fácil defenderlos en la retaguardia pero en el averno de la vanguardia estos nobles valores quedan pervertidos, en esto recuerda bastante a la obra maestra kubrickiana “Senderos de gloria”, se mangonea cual animales a los soldados, no importan sus bajas en pos de un “bien mayor”, sus muertes están justificadas si es para atemorizar a posibles amotinados, se muestran misiones suicidas con el objetivo de romper la monotonía. La cinta se convierte en una descarnada denuncia de las arbitrariedades y la crueldad demencial, se exhibe la guerra lejos de victorias gloriosas y donde los valientes no peleaban contra naciones enemigas, si no contra los sátrapas que les mandaban a la muerte.

El General Leone representa los valores ancestrales cuasi-medievales de los Condes que podían disponer de sus súbditos a su antojo, capaz de mandar ejecutar a soldados a su capricho, por mandar para un avance, consejos de guerra sumarísimos, desertores, manda a gente a cortar alambradas con cortafríos rotos, manda ametrallar a sus soldados que retroceden de nlas balas enemigas, ordena ejecuciones bajo el modo del Imperio romano del diezmo (1 de cada 10), ataques con armaduras ridículas, ordena se expongan soldados al enemigo por puro idiotez, este personaje es interpretado con brillantez por Alain Cuny, mostrando carisma, carácter, valentía, desdén por la vida ajena, flema, narcisismo, con una pose regia, un villano atroz, tridimensional, arrogante, iracundo, Magnífica su encarnación. El Tte. Ottolenghi es el reverso del General, se preocupa de sus inferiores, les cuida, protege de las locuras de Leone, es un vivaraz e ingenioso militar que sufre las miserias bélicas, interpretado con vigor por Gian Maria Volonté, dmuestra una fuerte personalidad, unas grandes dotes de liderazgo. El Major Malchiodi representa el pelotilla trepa con pocos escrúpulos apoyando a su General, interpretado con esmero por Franco Graziosi… (continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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16 de octubre de 2009
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una respetable representante de la hornada de cine italiano "comprometido" de su época. No es una deslumbrante obra maestra, pero tampoco tan infumable como otras. Tal vez por su temática, ha soportado el paso del tiempo con cierta dignidad.

Ambientada en la Iª Guerra Mundial, nos une a un grupo de soldados italianos en una lucha absurda por una montaña perdida en mitad de la nada. El protagonista es un joven teniente, que comienza como militarista convencido y se va empapando progresivamente del absurdo de una guerra rica en absurdos.

Entre las razones para verla está, precisamente, ese absurdo, plasmado en breves escenas demoledoras e inolvidables. La estética gris y desangelada de los uniformes y las trincheras suma puntoz, así como los escasos paisajes pelados. Los actores, especialmente Gian Maria Volonté, hacen su papel con eficacia.

Pero... el mensaje no lo es todo; y por eso "Hombres contra la guerra" no es, ni de lejos, "Senderos de gloria". En primer lugar, es notoria la falta de presupuesto; valdría más haber renunciado a filmar ciertas escenas de batalla que, de todas formas, tampoco aportaban mucho al desarrollo de la trama.

El guión, pese a sus aciertos puntuales, también cojea de cierta indefinición. Los personajes son hasta cierto punto arquetípicos -un viejo general desagradable y autoritario, honrados soldados sufrientes, suboficiales como auténticos líderes naturales "del pueblo"...-, y tal vez este hecho lastre un poco la historia; la sensación de que esta historia la hemos visto ya demasiadas veces.

Pese a todo, sigue siendo una aproximación interesante a la guerra
DrKrokowski
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18 de enero de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una dura y descarnada crítica al militarismo y a la guerra también. Unos soldados usados como carne de cañón, sin ningún objeto, con la lamentable actuación del general al mando, un cretino, con menos seso que un mosquito y con una nula empatía y humanidad, una más que notable interpretación de Alain Cuny, por otro lado el capitán interpretado por Gian Maria Volonté es un oficial que dentro de sus escasas posibilidades intenta mirar por el bienestar de sus hombres y sin olvidar al teniente idealista, que se presenta voluntario para ir al frente y al ver la realidad, su idealismo se desmorona, un Mark Frechette conmovedor. A pesar de que no tiene una linea argumental clara, se demuestra lo que su comprometido director quiere mostrar, las masacres, las ordenes absurdas, los inhumanos castigos, que conducen a una justa rebelión que como no podía ser menos se reprime a sangre y fuego, una desoladora visión de lo que fue la gran guerra y eso que en está ocasión la ganaron ellos, aunque con generales como estos da que pensar.
zuriman
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13 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Citada por uno de los personajes de la película, “El que tiene la cima de la montaña, tiene la llave de la llanura”, ésta frase alude a que, quienes detentan el poder, quienes tienen los rangos más altos en una institución, son los principales responsables de los actos de sus subordinados. Si un soldado comete un crimen obedeciendo una orden de su comandante, y si sabe que incumplir esa orden significará su propia muerte o un penoso castigo, es el comandante y no el soldado el directo responsable de ese hecho. El soldado solo es responsable de sus actos cuando actúa contraviniendo las normas por su propia decisión o cuando desobedeciendo una orden hace lo que no corresponde a su deber. Todo Estado tiene la trascendental obligación de garantizar y respetar los Derechos Humanos de todos y cada uno de los miembros de su comunidad (militares y civiles). La responsabilidad del comandante militar se evidencia, entonces, en la transmisión a sus subalternos de políticas claras y muy precisas sobre el respeto a los Derechos Humanos y sobre la aplicación del Derecho Internacional Humanitario, asegurándoles el más amplio conocimiento de las normas. En los casos en que sea el comandante (o un superior a éste) quien dé las órdenes que contravengan éstas reglamentaciones, de él hacia arriba serán los directos responsables de cualquier hecho causado contraviniendo las leyes.

Pero, todo ésto suele ser letra muerta porque, en la práctica y en excesivos casos, son los soldados quienes cargan con las responsabilidades -que no son suyas-, mientras que los altos mandos se lavan las manos “impunemente” (escribo siempre ésta palabra entre comillas porque, créanlo: ¡La impunidad no existe!). ¡Cosas del poder!

Con un austero presupuesto, pero, seguramente más interesado en plasmar todo lo relativo a las relaciones militares entre oficiales y soldados durante una guerra, el director, Francesco Rosi, ha logrado una valiosa aproximación a ésta gravosa problemática, mostrando como, en ocasiones, el principal enemigo de un soldado no es el bando contrario sino su(s) propio(s) superior(es). ¡Y así no debe ser!

La historia de, <<HOMBRES CONTRA LA GUERRA>>, partió del libro, “Un anno sull’altiplano” (Un año en el altiplano, 1937) que, Emilio Lussu, escribiera durante su convalecencia en una clínica suiza, siendo primero publicado en Argentina y en Francia, antes que en Italia. Militante de izquierda, Lussu fue parlamentario y fue también uno de los más ilustres representantes del partido Sardo de’Azione, en el que promovió sus ideas antifascistas. En París, a donde tuvo que huir, fue uno de los fundadores del movimiento Justicia y Libertad. En la novela, el escritor rememora sus vivencias durante la I Guerra Mundial (entre 1916-1917), en el altiplano de Aciago (en la película se llamará, Monte Fiori) como miembro de la brigada Sassari que enfrentó a los austriacos. Algunos críticos han considerado, “Un anno sull’altiplano”, como una obra maestra de la literatura bélica… y nuestro sentir es que sigue teniendo una asombrosa vigencia, pues, la prepotencia y la tiranía siguen al orden del día.

El guion escrito por, Tonino Guerra, Raffaele La Capria, y el propio, Francesco Rosi, se toma ciertas libertades, pero, mantiene el mismo tono antibelicista de Lussu, y la exaltación del soldado y del oficial menor, como las mayores víctimas de toda guerra. Algunas escenas son de gran brillantez narrativa (el uso del cadáver que hace, el teniente Ottolenghi, para evitar otra muerte injusta; la cantada muerte de un oficial y un soldado, causadas por una arbitrariedad; la invitación al general Leone a mirar por donde no debería mirar…) y en general, el resultado es de notable valía para acercarnos a una realidad que, solo quienes han estado en el frente saben que así son las cosas.

Título para Latinoamérica: EL ASALTO FINAL
Luis Guillermo Cardona
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