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La casa junto al mar

Drama En una pequeña cala cerca de Marsella, en pleno invierno, Angèle, Joseph y Armand vuelven a la casa de su anciano padre. Angèle es actriz y vive en París, y Joseph acaba de enamorarse de una chica mucho más joven. Armand es el único que se quedó en Marsella para llevar el pequeño restaurante que regentaba su padre. Es el momento de descubrir qué ha quedado de los ideales que les transmitió su progenitor, del mundo fraternal que ... [+]
Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
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6
23 de marzo de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una casa a orillas de la costa Azul se da cita una mezcla de generaciones que comanda la presencia del anciano Maurice, quien antaño regentaba un restaurante y ahora trata de pasar lo mejor posible sus últimos días en este mundo. Junto a él, sus tres hijos: Armand, que nunca se movió del pueblo para cuidarle a él y al restaurante, la conocida actriz Angèle y el curioso Joseph, que aterriza en la localidad acompañado de una novia muy joven. Cuando todos se reúnen, comienzan a salir a la luz recuerdos del pasado empapados de nostalgia, pero también pequeñas heridas que quedaron abiertas por más tiempo de lo esperado. Además, una serie de personajes invitados voluntaria o involuntariamente a la cita, contribuirán a profundizar todavía más en esta maraña de sentimientos típica en un árbol familiar de este calado.

El director marsellés Robert Guédiguian dirige La casa junto al mar (La villa) con una receta parecida a la utilizada en films precedentes. Las relaciones familiares y la dialéctica entre clases (burguesía vs. obreros) alimenta el guión de una película que queda aderezada también con alguna lectura en clave de actualidad. Más palpable resulta la sempiterna presencia de intérpretes como Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Jacques Boudet o Gérard Meylan, que conforman una troupe actoral con la que el cineasta parece sentirse muy cómodo.

Con una reposada cadencia narrativa, Guédiguian muestra poco a poco los lazos pasados y presentes que existen entre los diferentes personajes de La casa junto al mar. A tenor de lo comentado con anterioridad, es especialmente llamativo cómo se esbozan los diálogos que parten de Angèle, sobre todo en lo que se refiere a recordar infaustos episodios de otra época, como el que aconteció con la pequeña Blanche. En este sentido, hay que mencionar que la calma con la que el director se toma la exposición de los hechos no está reñida con la calidad de los diálogos, ya que estos siempre mantienen su coherencia e interés, evitando convertir a la obra en un mero “hablar por hablar”.

Todo cambia en el último tercio de film, cuando una circunstancia sobre la que Guédiguian ya nos iba dando pistas desde el comienzo se materializa en un hecho que empuja a La casa junto al mar a diseñar un notable desenlace, de carácter más activo en lo que se refiere al ritmo de la cinta. Es posible que este evidente cambio de escenario choque con la narrativa previa al forzar una nueva perspectiva que a esas alturas de metraje puede llegar a confundir, pero realmente el director de Marsella sabe encajar bien el discurso acerca de la inmigración (aspecto que, por otra parte, casa con sus ideas cinematográficas y sociales) y la infancia con aquello que hasta entonces había dejado caer en la película. No obstante, una vez completado el visionado del film, acecha la sensación de que no está todo lo cohesionado que debería en este aspecto.

Pese a este último viraje de guión, La casa junto al mar ofrece 107 minutos de interesantes reflexiones sobre el pausado pero patente cambio que atraviesa el mundo occidental. Guédiguian analiza este apartado desde una perspectiva que se desdobla en varios debates, como son la condición social de base, la herencia familiar o la globalización, pero todos ellos parecen girar hacia un mismo lugar. Sin salir de sus temáticas ni de su espacio de confort, la Marsella que le vio nacer, el cineasta construye una película que sabe diferenciarse lo necesario de sus trabajos anteriores y que, pese a echar en falta algo más de mordiente sobre todo durante la primera parte del film, vuelve a convencer en discurso y puesta en escena.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
6
7 de noviembre de 2017 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
De brocha gorda vemos como perfila los ámbitos más alejados a la par que íntimos en pocas acciones y muchas palabras, que dejan poso, crean interés, buscan indagar y necesitan contar. Desde la sociedad más cercana, la familia; a la más deseada, la infancia; pasando por la soñada, la revolución; y sin dejar atrás la inalcanzable, la felicidad. El guion añade, esta vez si, con pincel fino y directo, una socarrona mirada intimista de los sentimientos de una familia, con sus penas y dolores, y sus necesidades, más compartidas de lo que dejan ver o de lo que necesitan creer. El reparto no cae en las diáfanas extentricidades de lo heterodoxo, si no que homogeniza lo ideal para unirse en una sola idea, en un personaje con sus múltiples caras. No queda sección que leer, ni tema que tratar, porque al final todos conforman la unidad en si, todo hace que seamos y evolucionemos, y en cada palabra de sus diálogos (muchas veces declaraciones de intenciones, que no intereses) se escarba y se encuentra. Joyas en forma de diálogo. Perlas en forma de secuencias. Diamantes en forma de narración.
6
24 de marzo de 2018 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El veterano Robert Guédiguian vuelve a su cine de personajes, de historias sencillas, que casi siempre se desarrollan en Marsella o en localidades cercanas, en donde trata asuntos sociales relacionados con sus ideales progresistas, después de un intento de abordar un proyecto más complejo, pero en mi opinión fallido, como el de " Una historia de locos ( 2015 ) ". Prefiero este cine del director marsellés antes que películas como la citada anteriormente u otras de géneros diferentes como " Marius y Jeanette ( 1997 ) " o " Lady Jane ( 2008 ) ".
Ese cine tan sencillo, en donde parece que no sucede nada, pero que se cuentan bastantes cosas gracias a los textos escritos casi siempre por él mismo o adaptando uno ya existente, me parecen propuestas interesantes, que no me aburren y siempre me apetece ver su nuevo proyecto. Pero no encuentro una magnífica película dentro de su filmografía, ya que por algún motivo le falta arriesgar algo en las historias para ser más redondas.

En esta ocasión vuelve a presentar una película cuya historia se desarrolla en la bahía de Marsella, en concreto en Calanque ( " cala " en español ) de Méjean, un lugar paradisíaco situado a las afueras de Marsella ( de ahí el título original " La Villa " ), y que está rodada en ese enclave de gran belleza, un lugar que el director conoce muy bien, por haber nacido en Marsella, y ser el lugar en donde pasa gran parte de su tiempo libre junto a su mujer Ariane Ascaride, la también actriz y protagonista de gran parte de su obra.

La película tuvo su presentación en el pasado festival de cine de Venecia, en donde no recibió ningún premio del jurado oficial, pero sí dos paralelos ( el Signis y el Unimed ), y posteriormente formó parte de la sección Perlas del festival de San Sebastián, en donde puede verla. Su carrera de premios culminó con la candidatura al premio César en la categoría de actriz secundaria para la joven Anaïs Demoustier. Un director ignorado por los premios de la academia de cine francesa, ya que nunca ha ganado un César, y únicamente ha sido candidato por " Marius y Jeanette " por partida triple ( productor, director y guionista ). La propuesta se inicia con una escena en donde Maurice, un señor mayor sufre un infarto en el patio de su casa, y queda en estado vegetativo. Este suceso hará que su hija y sus dos hijos se reúnan en esa pequeña localidad, y surgen los recuerdos del pasado y planifican el futuro en un invierno en donde la ciudad está casi desierta, únicamente ocupada por un matrimonio mayor amigo del padre, algún que otro hombre, y los pescadores.
Angéle es una actriz de teatro de éxito que lleva 20 años sin aparecer por su localidad natal, y que en esos días recuerda sucesos trágicos que tuvieron lugar en ese lugar y que motivaron su larga ausencia.

Ariane Ascaride lo hace bastante bien en el papel de esa mujer atormentada por su pasado. Joseph es un profesor que tiene una relación con Bérangère, una de sus alumnas mucho más joven que él, y que regresa a esa localidad pesquera. Jean-Pierre Darroussin, uno de los habituales del cine de Guédiguian, interpreta al maestro que lo está pasando mal ante el grave problema de salud de su padre, mientras que Anaïs Demoustier es su pareja en la película e intenta animar a la familia ante la dura situación. Ambos están bien, sin ser la mejor actuación de sus carreras. Gérard Meylan, otro actor que ya ha trabajado con el director francés, y menos conocido que sus compañeros de reparto, es Armand, el hijo que vive en Calanque de Méjean y que se ha hecho cargo del negocio familiar, un restaurante. Yann Trégouët en el papel de Yvan, el médico que acude a diario para ver el estado de salud de Maurice, Jacques Boudet y Geneviève Mnich, en el papel de Martin y Suzanne ( los padres del médico ), y Robinson Stévenin, un admirador de Angéle como actriz, completan el reparto. Tanto los protagonistas como lo secundarios están muy bien diseñados, y sin ser una película con grandes actuaciones cumplen.

La historia aborda temas tratados en otras películas del director, como la dignidad de las personas, los principios y la izquierda social actual, la inmigración ( este asunto es el que funciona peor, y no me convence como está tratado ), el paso del tiempo y el vacío de las pequeñas poblaciones cuyos habitantes se han trasladado a las grandes ciudades.
La música está ausente durante casi toda la película, lo que me parece un acierto, y únicamente suena en una escena de manera suave, lo que nos permite apreciar mejor la naturaleza y su entorno, así como las conversaciones de los personajes sin algo externo que distorsione el relato. Hay bastantes flashbacks de corta duración, y que están bastante bien colocados, para dar a conocer algún asunto del pasado que pueda quedar en el aire para el espectador. Los relacionados con el pasado de Angéle me parecen un acierto, y el resto en general me parecen prescindibles ( salvo una que tiene lugar en las navidades de hace bastantes años, cuando la localidad tenía más habitantes ).
Una película recomendable al público de mediana edad y a los mayores de 70 años por contar historias familiares sencillas, en un tono dramático fáciles de comprender y de asimilar, y no tanto al público más joven por su ritmo pausado. Por supuesto los que adoran el cine del director, que son bastantes personas, no se la pueden perder, porque nos encontramos ante una de las películas más personales de Guédiguian.

LO MEJOR: La sencillez del relato.
LO PEOR: El asunto de la inmigración no está bien desarrollado.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net y http://habladecine.com
8
10 de diciembre de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Machacando sobre el yunque se forjan las mejores armas y herramientas y es ahí, en la fragua, donde siguen insistiendo Guédiguian y su equipo de artesanos, repiqueteando sobre el hierro acerado y el metal al rojo vivo.
Los que huyen de las propuestas del cine comprometido dirán: "más de lo mismo"; como si hubiéramos superado los problemas que se nos plantean a los ciudadanos de a pie: la injusta distribución de la riqueza; las democracias en peligro por el acoso del neoliberalismo que acumula el poder cada vez en menos manos; el enfriamiento de las relaciones entre los miembros de la propia familia, porque el sistema premia el egocentrismo; las ilusiones feneciendo, por antiguas, bajo el casco de la moderna insensatez...

Tres hermanos regresan a lo que fue el hogar de su juventud, una cálida y recogida ensenada cerca de Marsella. El padre, antaño muñidor ideológico y agitador del entorno y los sentimientos positivos, ha quedado en estado vegetativo, arrastrando a todos con su ausencia hacia salvajes cascadas de soledad y frustración.

Los días pasan lentos y monótonos y desde la paralizante situación burguesa, queda claro que la vida está ahí fuera, lejos de nuestro ombligo, lejos de los éxitos, lejos de los recuerdos (los buenos y los dolorosos) y también muy distante de nuestras pequeñas miserias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aquellos que debieran recoger las vivas antorchas de la esperanza, están ocupados plegando velas o tratando de agenciarse un chaleco salvavidas. Solo una refrescante brisa llega del exterior y, aunque el poder interesado nos la venda como amenaza, puede ser nuestra salvación, pues la gente que la porta entre sus manos no ha contraído aún la peste que anida ya en nuestras conciencias.
El error es luchar por nuestro futuro, hay que hacerlo por el de los demás, parece decirnos la última mirada del patriarca mudo.
8
28 de marzo de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guédiguian y su troupe admirable nos regalan un bello poema lleno de amargura por los muchos que se rindieron abandonando luchas justas y necesarias, pero lo hacen desde el compromiso insobornable con luchas para transformar una realidad cruel en favor de los oprimidos. Ya forman parte de los imprescindibles.
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