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A Roma con amor

Comedia. Romance Cuatro historias independientes con un escenario común: la ciudad de Roma. En la primera, un matrimonio americano (Woody Allen y Judy Davis) viaja a italia para conocer a la familia del prometido de su hija (Alison Pill). En la segunda, un italiano (Roberto Benigni) se hace famoso sin motivo de la noche a la mañana. En la tercera, un arquitecto californiano (Alec Baldwin) visita Roma con sus amigos donde conoce a un estudiante (Jesse ... [+]
Críticas 161
Críticas ordenadas por utilidad
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8
10 de enero de 2013
185 de 209 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez que alguien dice que Woody se ha quedado sin ideas, muere un niño en el mundo. Pueden gustarte más o gustarte menos sus películas. Pero ¿Quedarse sin ideas? Si le salen las ideas por las orejas a este hombre. Sufre sobresosis de ideas. Está enganchado a las ideas como lo estaba Alan a las aspirinas en 'Sueños de un seductor'.
El mundo sufre desde hace años una extraña afición por aniquilar la individualidad. Las películas pasan por la cartelera y yo a veces me pregunto a la salida del cine si no me habrán engañado y solamente le hubieran cambiado el nombre. Nos cuentan la misma historia envuelta en diferentes envoltorios. (A veces incluso no le cambian ni el envoltorio). Nos venden comedias donde no existe la risa y sagas vampíricas que parecen comedias. Adaptaciones notables, decentes y mediocres. Remakes de clásicos. Segundas, terceras y cuartas partes sin saber ni como ni por qué. Sufrimos la invasión de superheroes que no saben leer comics. Y el 3D amenaza la existencia del cine. Con este panorama, inmersos en una profunda crisis de ideas, decir que este tipo se ha quedado sin ideas, es una blasfemia.

¿Esta película una guía turística? Que manera más superficial de definiarla...
Woody hace una crítica mordaz sobre el mundo de la fama en la historia de Benigni, y para ello lo hace a través del humor surrealista que vimos en sus primeras comedias como La última noche de Boris Grushenko o El dormilón. A su vez, le hace un homenaje al cine italiano tragicomico de los 60, con Fellini a la cabeza, con la pareja provinciana y sus dos historias. Reflexiona sobre la muerte, pero esta vez asociandola a la jubilación. Puro Allen.

Pero si una historia destaca por encima de resto es, sin duda la de Alec Baldwin, Page y Eisenberg. Y es que la conciencia de Baldwin es Woody al 100%.

No, no es la mejor película de Woody. Pero si vamos a entrar en comparaciones en cada película que haga como de costumbre, nos estamos negando la posibilidad de disfrutar de ella. En resumen, otra gran película más para su filmografía. Y en unos meses la próxima. Mientras tanto... el cine reza para que de la cita anual con el genio neoyorkino continue. Porque ... ¿Qué haríamos sin Woody Allen?
7
4 de julio de 2012
84 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Woody Allen consiste en cuatro relatos independientes entre sí, situados en el marco de una encantadora Roma para turistas, es decir con el glamour de sus lugares clave, su música más popular y un espíritu ligeramente más zumbón y extrovertido.

En contraste con “Medianoche en París”, que se remitía esencialmente a la edad de oro que encerraba el pasado de la ciudad, en “A Roma con amor”, la mirada se sitúa en el presente de historias cotidianas, más prosaicas y banales, que pudieran ser entrevistas por un policía de tránsito o un curioso vecino que -situado en las alturas de algún edificio- espiara desde su ventana a los personajes que se mueven por los lugares emblemáticos de esta ciudad cosmopolita. Fugaces presentadores que Allen usa precisamente para abrir y clausurar las cuatro historias sin conexión entre sí, protagonizadas por un elenco desbordante de estrellas internacionales como Penélope Cruz, Alec Baldwin, Roberto Benigni, Ellen Page, Jesse Eisenberg y hasta el mismo Woody que encuentra un papel a su medida.

Desde los acordes iniciales con la voz de Domenico Modugno y las imágenes de la Fontana di Trevi se indica que la mesa está servida para que un público amplio pueda disfrutar de una comicidad ingenua con gestos histriónicos y enredos múltiples que no excluyen a los habituales chistes neoyorquinos con observaciones filosóficas y acotaciones sobre el arte, la fama o los amores malogrados.

Con mayor liviandad y espíritu lúdico, los temas y las obsesiones de un Allen más descomprimido siguen en su eje conocido: la infidelidad, la fragilidad del amor, el temor a la vejez y a la muerte. Pero entre chistes intelectuales junto a escenas de farsa se construye una comedia coral con un espíritu más latino que sajón.

Los relatos nunca resultan aburridos con sus variados momentos de humor optimista y cinematografía consistente. Aunque sus resultados no satisfacen por completo, tampoco caen en el ridículo ni decepcionan, ya que -ante todo- hay un estilo intacto que se traduce en una película agradable. En la coyuntura entre el viejo y el nuevo cine, Allen se sostiene como uno de los últimos de la vieja escuela, alternativa a la industria que sólo produce tanques con efectos especiales o comedias que no le llegan ni al principio de los talones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Siempre dentro de las inquietudes, el ritmo y la calidad de los diálogos habituales de los filmes de Woody Allen, las historias que conforman “A Roma con amor” tienen diferencias estilísticas entre sí, como la inclusión de lo extraordinario a través del personaje interpretado por el veterano Alec Baldwin que funciona como contrapunto fantasmal de la conciencia amorosa del joven Jesse Eisenberg (el enfant terrible de “La red social”), aquí enamorado de la manipuladora actriz interpretada por Ellen Page.
Esta diversidad narrativa se reitera con la situación totalmente inexplicable del hombre que se vuelve famoso de la noche a la mañana o el absurdo estético de la historia sobre el cantante lírico.

Sin embargo, en el relato de la inexperta pareja de Antonio y su esposa Milly (Alessandro Tiberi y Alessandra Mastronardi), todo funciona en base a un realismo con toques de farsa que provoca las mayores risas. Tal vez allí se den las situaciones más cercanas a los cuentos de Boccaccio, porque hay que recordar que Allen admitió haber buscado inspiración en los relatos de “El Decameron”, donde zumban la picardía, la sexualidad, el vitalismo, las mentirillas graciosas y las moralejas de los que se percibe una afortunada influencia.
6
2 de julio de 2012
60 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esta reseña con la pregunta de mis colegas resonando en mi cabeza: ¿oye, tú que eres fan de Allen, nos recomiendas la película? Y la respuesta es sí, a condición de que no se espere una obra maestra.
Seamos serios, el director, en su ruta turística por Europa, ya anda por los senderos del cansancio. Si acaso el film se salva es por momentos sencillamente geniales en medio de una simplicidad que bordea en la tontería.

Allen nos cuenta cuatro historias apenas cohesionadas. Su nivel es muy desigual.
1. La historia de Alec Baldwin, maduro arquitecto, que revisita sus memorias de juventud. Esta historia tiene un guiño para aquellos, bergmanianos, que hayan visto "Fresas salvajes". Lo mejor de esta historia, la melancolía que conceden tanto Baldwin como Eisenberg, con fondo del "Arrivederci Roma".

2. La segunda historia nace del estereotipo: chica americana conoce a chico italiano llamado Micolangelo (sic.). Por supuesto, este arranque ha de leerse como un autocomplaciente regodeo de Allen en el tópico. Aviso, no lo tomen en serio. Gracias a Dios, la historia levanta el vuelo cuando los padres de la chica y del chico se conocen. Woody Allen, padre de la chica, hace de director musical de vanguardia ya retirado. Para aquellos que como yo gustan de los guiños musicales, las bromas no dejarán indiferente. Otros se quedarán con cara de signo de interrogante. Pues bien, Allen descubre en su consuegro un talento musical envidiable, con una voz de tenor privilegiada. Su único problema es que sólo puede cantar en la ducha. ¡No les digo más, pero prepárense para algunas de las más hilarantes escenas del director en muchos años!

Luego tenemos otras dos historias más bien flojas.

3. La historia de Roberto Begnini, modesto don nadie, que se convierte azarosamente en celebridad de la noche a la mañana. Lo absurdo de las situaciones funciona por un tiempo, pero pronto se hace cansino. Su pseudo-moraleja final es más bien endeble.

4. Milly y su novio forman una pareja de recién casados. La decisión de la chica de ir a la peluquería poco antes de la aparición de los tíos del chico (cuya visita promete un futuro ambicioso para ambos), poco hace prever la cadena de malentendidos que se suceden, con Penélope Cruz como protagonista por un lado y con el personaje de un actor famoso por el otro. La historia es completamente banal e inconsistente. Para aquellos aficionados al sainete, o a las historias a lo José Luis Moreno, igual les parece bien, a mí me pareció una bobada absoluta.

En fin, nos hallamos con dos historias más o menos consistentes, una algo foja y otra patética. Del lado bueno, puedo decir que me reí en un cine, lo cual viene siendo infrecuente en mí en los últimos tiempos. Buena comedia de verano, pues.
4
22 de septiembre de 2012
54 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguna vez tenía que ser, alguna vez tendría que suspender una película de Allen y llegó el día. El listón de París quedó alto y repetir la marca en Roma habría sido una machada. Hostión, no un hostión grande pero hostión en definitiva.

De verdad que no encuentro el sentido ni la gracia (salvo dos escenas contadas) a ninguna de estas cuatro historias que giran en torno al deseo de ser famoso (con una clara crítica 'por debajo' del Director) y la eterna búsqueda del amor. La de Benigni, que nos habla sobre la fama repentina, directamente es para mear y no echar gota. La de la joven pareja que llega a Roma desde una ciudad de provincias es esperpéntica de inicio a fin. Es en ésta historia donde aparece Penélope, con un look sexy-chabacano-ramero muy acertado pero en un papel que no da para casi nada. Sin embargo es aquí donde ha saltado la sorpresa, la aparición de una joven actriz italiana, Alessandra Mastronardi de la que es imposible no enamorarse. Luego tenemos la trama de Baldwin, Page y el insufrible Eisenberg. Digo insufrible porque este tipo es insufrible, habla muy deprisa, no cambia el careto de panoli que tiene ni aunque lo maten y claro, al lado de la siempre imponente presencia de Alec Baldwin y la siempre interesante Ellen Page, su interpretación queda a la altura del betún. Me dejo para el final la historia de Allen y su fijación con ese cantante de ópera que inesperadamente encuentra en Roma, sin lugar a dudas la única con un guión solvente, coherente y a la altura de las grandes historias del bajito.

Querido Woody, mal que me pese, esta vez te tengo que clavar un karma negativo. Te ha salido una película precipitada de cojones, muy desatinada, con una fotografía de Roma tres o cuatro peldaños por debajo de la de París y con una preocupante falta de chispa. Es hora de volver a New York, amigo.
4
3 de septiembre de 2013
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como viene siendo habitual desde hace bastante tiempo, Woody Allen no puede fallar con si cita anual con el cine, una por año, ni más, ni menos. Un trabajo nuevo cada 12 meses, así lo decidió hace tiempo y así sigue siendo. A lo que su filmografía respecta, su última cinta, a la espera del estreno de Blue Jasmine, A Roma con amor es una comedia por episodios con la capital italiana de fondo. Fue abandonar su querida Gran Manzana y no parar de hacer turismo por la vieja Europa. Tras visitar Londres, Barcelona y París le tocó el turno a la ciudad del amor. Amor, infidelidades y fama son los ingredientes de la última cinta del veterano director.

Penélope Cruz, Alec Baldwin, Roberto Benigni, Jesse Eisenberg, Ellen Page y el propio Woody Allen, son algunos de los protagonistas de las cuatros historias que el cineasta neoyorquino muestra en pantalla. Un conjunto que tiene como resultado una cinta extraña e irregular, una bajada de nivel en su filmografía. Las cuatro historias que nos narra nada tienen que ver entre sí, esto no es Babel, Traffic o Crash, aquí nada va a concurrir en el mismo punto al final. Los sucesos van desde la fama inesperada vivida por Benigni, hasta el encuentro de una pareja con sus futuros consuegros. Pasando por terceras personas que aparecen en medio de una relación, o prostitutas que se hacen pasar por mujeres por temas de negocio. Todo ello de manera intercalada.

La historia del matrimonio americano que viaja a Italia para conocer a su yerno y a los padres de este es buena, con momentos brillantes en el personaje de Allen. La de la pareja del pueblo que se traslada a la ciudad, y donde el marido se va con una prostituta, que acude a su habitación por error, a una comida de negocios también lo es, pero desaprovecha totalmente el juego del papel de Penélope Cruz, que podía haber llegado a ser delirante y tremendo si el director se lo hubiera propuesto. La tercera historia, la de la pareja joven que mete a la amiga en su casa, para prácticamente romper la relación, es predecible y carente de sorpresas. Da igual la presencia de un Alec Baldwin que nada pinta en la historia, da igual que esos jóvenes sean una buena Ellen Page y un justito Jesse Eisenberg, la verdad que da igual si no hay ni un ápice del cine de Woody. En cuanto a la cuarta historia, la de Roberto Benigni, debería haberse eliminado del metraje, a lo Terrence Malick, el director podía haberse ahorrado los minutos de una historia sin pies ni cabeza. Un hombre que de la noche a la mañana es famoso en todo Italia, que es perseguido día y noche por los paparazzi, y todo ello para contarnos una vida sin gracia ni interés. Pura vergüenza ajena, la comicidad del actor italiano queda aquí totalmente desvirtuada y retratada. El resultado final, es una serie de historias en tono de comedia, incoherentes y absurdas. Una película regular carente de ingenio o gracia.

Tras la elegancia mostrada en Midnight in Paris, y el retorno a los Oscar con la nominación a mejor película, parecía que el viejo Woody volvería a la senda de los éxitos académicos, pero nada de eso, más bien todo lo contrario. A Roma con Amor se queda en la mera banalidad de un cineasta genial que cuenta con grandes obras maestras entre sus películas. A estas alturas puede que nadie busque sorprenderse con el cine de Woody Allen, pero hay un mínimo exigible para cada director, y aquí no se cumple. El film resulta aburrido en mucha parte del metraje, siendo predecible y poco sorprendente. Y es que, a excepción de alguna pincelada de ingenio, no hay nada del cine de Allen. Ni siquiera Roma sirve como postal de fondo.

A Roma con Amor queda muy lejos de éxitos cercanos, como Midnight in Paris o Match Point, siendo la película menos brillante de Woody Allen de la última década. Para él por lo visto una película al año no le hace daño. Pero a veces es mejor dejar de lado records y marcas del tipo “llevo haciendo una película anual desde…”; a veces es mejor tomarse un respiro entre rodaje y rodaje, sentarse, darle unas vacaciones a la cabeza y volver cuando las pilas estén bien cargadas y la inspiración sea mejor.

Se podría decir que esto es Vacaciones en Roma; mejor dicho, las vacaciones que Woody Allen se tomó a costa de una película hecha con poco esfuerzo y sin mucho amor. Siempre nos quedará París.

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