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8

Drama. Romance Los 90 años de vida de Octavio y Adela ocurren en 8 capítulos, que son 8 momentos, 8 sinuosos planos en continuidad en 8 fechas decisivas de la historia de España, entre 1931 y 2021. Octavio y Adela nacen en dos pueblos vecinos de una sierra cercana a Madrid el mismo amanecer en que se proclama la II República. Así, desde el primer día, y sin ellos saberlo, sus destinos discurren conectados, enlazados en forma de “8”, dos bucles con un ... [+]
Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
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3
21 de marzo de 2025
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8 presenta un drama romántico de historias entrelazadas que, en el transcurso de noventa años, se detiene a lo largo de ocho episodios memorables en la vida de sus protagonistas. En cada uno de ellos, Julio Medem establece una suerte de falsos planos secuencia para seguir a los distintos personajes, en busca de una naturalidad de la que la película carece.

A pesar de contar con algunos sólidos intérpretes, las actuaciones se sienten desde un inicio artificiosas, como si ni el reparto se llegara a creer aquello que quieren contar. En parte, no ayuda la colección de diálogos impostados ni la sucesión de escenas que se organizan de tal forma que se deducen inverosímiles. Todo resulta forzado, incluso la música que raramente queda silenciada, como si fuera fruto de una obra apresurada y que, en su esfuerzo por ser política, cae en lo evidente y panfletario.

Lo peor de todo es la insistencia durante todo el metraje de subrayar cada acción, elemento, interlocución o símbolo hasta imponer una literalidad vacía. De esta forma, se menosprecia al espectador y a su capacidad para sacar conclusiones. Consecuentemente, los mensajes positivos que intentan asomar de vez en cuando –el reencuentro, la reconciliación, el perdón, la memoria histórica, la igualdad– caen en saco roto en el momento en el que son soterrados por un envoltorio incapaz de sostenerse creíblemente.

www.contraste.info
5
24 de marzo de 2025 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conseguir encajar tantas casualidades no es tarea sencilla. El cine permite casi cualquier cosa, aunque en “OCHO” hay momentos en que la acumulación de coincidencias resulta chocante.

Merece un aplauso el arriesgado director, quien presenta un guion ajustadísimo que logra mantener la cohesión hasta el final, quizás de forma excesivamente dramática y a costa de pocos momentos felices. Dudo que en 90 años todo sea tan trágico, aunque hay un "casi cumpleaños feliz" al final.

Reconozco que Julio Menen se atreve con lo complicado, mostrando una indudable imaginación que salva la narrativa, aunque a veces parece que el guion se construye sobre la marcha, adaptándose a los eventos. Las numerosas y largas escenas en coche son algo artificiales, especialmente en el uso del chroma y los planos al volante. Se nota un ligero fundido que sitúa a los personajes en escenarios reales, lo cual es un alivio.

Los cambios de ratios según la época crean el marco adecuado para cada etapa, aunque no creo que fuera necesario llegar al número ocho para transmitir el mensaje. Entiendo que se eligió por su simetría, un elemento central de la película.

Es otra película sobre el destino: "¿Escrito o lo escribimos?". Entretiene y ofrece una visión esquematizada de la historia de España, intentando ser neutra y dejando a los espectadores decidir su postura. La escena del perdón, en particular, me impacta. Además, el ocho simboliza el infinito cuando se tumba, invitando a reflexionar sobre la naturaleza efímera de lo que se representa.
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spoiler:
La historia presenta vidas que nacen y mueren el mismo día, en el mismo lugar y con el mismo médico, pero con un abismo que las diferencia: familia, política, sociedad y oportunidades. El ocho se convierte en el símbolo perfecto que une estos mundos a través de un fino hilo, representando que, sin esa conexión, serían ceros. Esta simbología es el núcleo de la película, que narra una constante y realista sucesión de situaciones que culminan en la unión de esos dos ceros, formando el ocho.

El gran elenco de actores logra que dos familias se entrelacen por encima de los cánones políticos, religiosos o deportivos. Lo que ocurre en las mejores familias, reflejado a lo largo de 90 años de vida de los personajes, se muestra en esta cinta, que critica las lacras de la sociedad. Cada secuencia revela la pena colectiva, generando una atmósfera en la que la angustia y el dolor predominan.

La película comienza y termina con un tono sombrío, lo que me lleva a resistirme a pensar que, en 90 años, lo más hermoso haya sido una escena fugaz en un coche frente a un club de campo. Es una dramática cinta que concluye tal como empieza.
5
22 de marzo de 2025 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un arranque prometedor y con pulso dramático la historia derrapa cuando comienza el juego de las duplicidades y el azar, ingredientes a los que Medem no renuncia como recurso narrativo y marca de fábrica. Los inevitables encuentros y desencuentros de sus entregados protagonistas se estancan en una interminable sucesión de secuencias repetitivas en coches con fondos retroproyectados de una estética que recuerda a 'Cuéntame'. Las recurridas alusiones a las dos Españas, a los nacionalismos y al cainismo como telón de fondo apenas encajan con el relato personal que se va trazando y resultan tan forzadas como la moralina final.
7
28 de marzo de 2025 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía Julio Medem en la presentación de 8 en la sala del Museo de Guggenheim de Bilbao el pasado miércoles 26 de marzo que el público debía verla sin “pensarla mucho, dejarse llevar por la silueta del número 8, por su forma circular que se cruza, por cómo esa estructura tiene sometida a la historia y a los personajes, en secreto. Dejad de aplicar las reglas de la realidad estricta. 8 tiene su realidad paralela, su propia meta, tiene dentro una magia secreta e invisible que la sujeta y que tiene sentido. Dejad que 8 sea todo lo que ella quiere ser, todo lo poética que le dé la gana, todo lo libre, todo lo osada y, sobre todo, emocional. Espero que os dejéis llevar por las emociones”.

8 arranca con una cita del poeta Antonio Machado: "Ya hay un español que quiere, vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. una de las dos Españas ha de helarte el corazón". Toda una declaración de intenciones de por dónde va esta historia de los 90 años de la vida de Octavio y Adela, desde que nacen el día de la proclamación de la República hasta el año en que la pandemia del covid hizo su aparición en 2021.

El director de Vacas (1992) lo lleva diciendo desde que empezó haciendo cine: “Dejad la cabeza de pensar debajo de la butaca”, advertía al público asistente, “y ved el cine con la cabeza de emocionar. Sé que hay espectadores, en especial, críticos de cine, a los que debería haberles avisado antes de ver 8, que no fueran tan racionales. A 8 los juicios racionales no le van a sentar bien”. Lo decía Medem porque su obra no fue bien recibida por la crítica en la pasada edición del 28º Festival de Málaga. Se le notaba dolido, y eso que no lee las críticas según nos confesaba.
Entre el público también estaba parte del equipo de rodaje, la parte vasca, a la que Medem agradecía su labor, “porque os lo puse difícil. Primero me lo puse difícil a mí al querer contar una historia de noventa años de la vida de Octavio y Adela, desde que nacen, contando ocho momentos de su vida en sendos planos-secuencia, que tienen una gran exigencia técnica. No había hecho esto en la vida".
Más información en:
https://lanocheamericanacine.blogspot.com/2025/03/8-de-julio-medem.html
9
23 de marzo de 2025 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Octavio nace en la parte de arriba de un pueblecito la sierra madrileña, el 14 de abril de 1931. Ese mismo día, Adela viene al mundo en el mismo villorrio, pero en la vertiente de abajo. Sus destinos van a entrecruzarse, pues, desde su nacimiento, y lo van a seguir haciendo durante los siguientes 90 años. Hasta que la muerte los reúna.

¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Venía fuerte la cartelera de estrenos del 21 de marzo, con la nominada al Oscar ‘La chica de la aguja’, con Robert de Niro bi-protagonizando una de mafiosos, con el eco-documental ‘Wilding’ de muy prometedor trailer… Y, sin embargo, al término de mi desayuno sabatino repasando las distintas propuestas, mi cuerpo tenía clara su elección: «Vamos a ver la de Julio Medem’, me pedía encarecidamente. «¿Pese a que muchas críticas lo ponen a parir?», le advertí. «¿Te refieres a los críticos que loaban la película aquella de Gila?», me preguntó con sorna. Y con eso zanjó el debate.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Mi cinefilia aún no se había manifestado durante los 90, década en la que, seguramente, tenía urgencias vitales más intensas que acometer antes que entregarme a la contemplación cinematográfica. Recuerdo, eso sí, que tenía categorizado a Julio Medem como un tipo raro, de ésos que hacen películas indescifrables y aburridas que solo elogian los que quieren darse ínfulas. Por supuesto, y como corresponde a mi edad de entonces, había llegado a esa conclusión sin necesidad de ver ‘Los amantes del círculo polar’, ‘La ardilla roja’ o ‘Vacas’. Ni siquiera vi, en 2001, ‘Lucía y el sexo’, pese a mi exacerbado interés en la temática…

Empecé a simpatizar con el director donostiarra, nuevamente pese a no ver entonces la película, cuando se convirtió en el pim-pam-pum del españolismo a raíz de osar dar voz a todas las sensibilidades en ‘La pelota vasca’, su inmersión en el conflicto vasco. Si ETA sigue siendo argumento político 15 años después de abandonar las armas, atreverse en tiempos de atentados a incluir argumentos abertzales era un riesgo temerario. Él lo asumió, y comencé a mirarle con otros ojos. Hace pocos años vi por fin el diabólico documental: que me aspen si entiendo tanta polémica, me pareció blandito, blandito.

Mi bagaje con el director se ceñía, pues, a un visionado tardío de aquella obra, y a mi cita en noviembre de 2018 con ‘El árbol de la sangre’, a la que califiqué con un ‘A GUSTO’, y tras la que recuerdo que pensé algo así como que tampoco es tan rarito el cine de este autor, aunque sí salí con la sensación de que se me habían escapado matices.

Con esos antecedentes observaban mis ojos el arranque de ‘8’, tras cuyos créditos finales entierro, definitivamente, mi consideración de Medem como cineasta inasible, y le encuadro a cambio entre los poetas del séptimo arte cuya sensibilidad me toca la fibra.

¿Entiendo que haya gente que pueda ver ‘8’ y sienta desidia, o irritación, o incluso vergüenza ajena? Pues sí, lo puedo comprender. No estamos ante una película para todos los públicos, ni el sentido estándar de la expresión, ni tampoco en el de las recomendaciones. Me cuidaría muy mucho de hacer proselitismo de esta obra, pese a lo bien que lo pasé viéndola. Medem se permite muchas licencias, arriesga una y otra vez, sitúa a sus personajes frecuentemente al filo de la navaja, haciéndoles pronunciar frases que a determinados oídos pueden sonarles pretenciosas, absurdas o risibles. Igualmente, abusa de unos recursos técnicos que, si te chirrían, pueden llegar a desesperarte. Como ‘8’ te entre mal en su primer contacto, prepárate para una experiencia estomagante. A mí, afortunadamente, me despertó las endorfinas placenteras desde el principio, y la disfruté gozosamente.

En lo narrativo, estamos ante una trama muy accesible. Es entretenida e interesante, sin altibajos. Entre las eventuales diatribas contra ‘8’ que puedo entender, aunque no las comparta, no estarán aquellas que tilden al guión de plano, pobre o banal. Nos cuenta cómo las vidas de Octavio y Adela se acercan y se alejan, se atraen y se repelen, se fusionan y se dispersan. Quienes acostumbren a expresar que una trama les resulta difícil de creer tienen terreno abonado, eso sí… Pero nunca he comprendido qué necesidad hay de juzgar los sentimientos y decisiones de personajes de ficción.

Más allá de lo narrativo, Medem protagoniza una osada apuesta en el plano técnico, y bajo mi punto de vista sale muy bien parado de ella. Con sus pequeños trucos, estamos ante ocho planos secuencia, con los que el autor esboza la truculenta vida de los dos personajes protagonistas, haciendo paradas en 1931, 1939, 1952, 1964, 1977, 1992, 2008 y 2021. Respecto a ese alarde de continuidad, que últimamente está en boga, he de decir que tengo sentimientos contrapuestos: por un lado, reconozco que me subyuga; por otro, creo que ejecutado al buen tun-tun, por mero afán pretencioso, no deja de ser una boutade, que además puede lastimar la capacidad narrativa. En el caso de ‘8’, empero, creo que es un valor añadido. Encuentro fluidez, el guión es compatible con la decisión de rodar sin cortes, y como debe suceder con todo plano secuencia exitoso, termino olvidándome del virtuosismo técnico ante el interés que la trama me está suscitando. Igualmente, esas continuas transiciones con fundidos en blanco me resultan estimulantes, ya sea para justificar un corte, cambiar de ritmo, poner un acento, o culminar. A veces, Medem atenta contra las reglas elementales de montaje, y nos divide la pantalla en dos, pero incluso de ahí me parece que sale indemne. Y no puedo sino aplaudir su fotografía. Lo técnico viene, en definitiva, a sumar muchos puntos en mi satisfacción global.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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En lo narrativo, estamos ante una trama muy accesible. Es entretenida e interesante, sin altibajos. Entre las eventuales diatribas contra ‘8’ que puedo entender, aunque no las comparta, no estarán aquellas que tilden al guión de plano, pobre o banal. Nos cuenta cómo las vidas de Octavio y Adela se acercan y se alejan, se atraen y se repelen, se fusionan y se dispersan. Quienes acostumbren a expresar que una trama les resulta difícil de creer tienen terreno abonado, eso sí… Pero nunca he comprendido qué necesidad hay de juzgar los sentimientos y decisiones de personajes de ficción.

Vemos a los protagonistas nacer a la vez que nace la Segunda República, gloriosa para el padre de ella, odiosa para el de él. Les vemos sacudidos por el desenlace de la Guerra Civil, y por los primeros años de un franquismo desacomplejado. Y, a partir de ahí, observamos cómo evolucionan sus realidades a lo largo del tiempo, al ritmo al que lo hace el país, que transiciona a la democracia, y saborea después las mieles del 92 o las hieles del 2008, hasta desembocar en los tiempos covid. Es ese último acto, el octavo y definitivo, enmarcado en 2021, el único que considero un borrón. Le compro al autor el desenlace, me parece poético y hermoso como idea, y una clausura coherente para el ocho que entrelaza sus existencias. Pero lamento profundamente la forma de todo ese último capítulo, con esa mesa de cumpleaños tan exageradamente diversa, esa forzadísima conversación en el coche de vuelta, y ese exceso de palabrería en el lecho definitivo. Si toda la película hubiera estado cortada por ese mismo patrón, me incluiría entre el ejército de haters de ‘8’, que no me cabe duda de que va a existir.

Considero, por último, que quedaría cojo un comentario de ‘8’ sin atender a su vertiente política. ¿Se le ve el plumero al autor? Indudablemente. Pero es que no creo que haya aspirado a disimularlo, a ser aséptico. A estas alturas del partido, ya sabemos de qué pie cojea, y tras pagar cuantioso peaje por ello, no va a andarse con remilgos.

Sin pretender, pues, esconder sus filias, el mensaje que transmite con su película no es militante. Antes al contrario, estamos ante un canto por el entendimiento, por soslayar las diferencias y potenciar lo común. La cinta arranca con los versos de Machado sobre las dos españas, y concluye con una dedicatoria a cada compatriota, con el uso específico del “todos, todas y todes”.

En estos tiempos en que las trincheras son aún más profundas que las de la Gran Guerra, podríamos encuadrar a ‘8’ en el género de la ciencia ficción si aspirara a que su oda al hermanamiento cale. Personalmente, dudo mucho que el veterano cineasta no sea consciente de ello; más bien pienso que, curado de espanto, puede permitirse emitir su mensaje so pena de ser tildado de naif, aún a sabiendas de que no va a penetrar en muchísimos oídos.

Por mi parte, tendré los míos dispuestos a escucharle cuando vuelva a emitir.

https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2025/03/23/critica-de-cine-8/
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