Muerte entre las flores
7.8
60,222
Cine negro. Drama
Año 1929. Entre dos amigos surge una gran rivalidad a causa del amor de una mujer. Leo, un gángster que domina la ciudad, y Tom, su lugarteniente, se enfrentan en una guerra abierta que desencadenará traiciones, conflictos políticos, corruptelas y escisiones internas. (FILMAFFINITY)
9 de diciembre de 2007
9 de diciembre de 2007
173 de 218 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Muerte entre las flores” es una peli jodidamente bien hecha.
Pese a que una pulcra y concienzuda puesta en escena lidera holgadamente el amplio repertorio de virtudes de esta peli, el verdadero secreto del éxito de la obra de los Coen radica en su honestidad. "Miller’s Crossing" jamás pretende plagiar el espíritu original del cine negro. Se limita a recrearlo, eso sí, con un respeto y devoción encomiables. Coen resucita durante dos horas a Bogart, Bacall, Cagney, Robinson y Lorre orquestando un homenaje al género absolutamente magistral. Podría destacar el particular toque humorístico Coen, los diálogos cincelados en oro puro o ese sentido pictórico que los hermanísimos se preocupan por infundir en cada fotograma, pero esta vez me apetece distinguir por encima de todo una secuencia de acción en estado puro. El tiroteo entre Leo y los secuaces de Johnny en la casa del irlandés mientras esta se consume pasto de las llamas, con sintonía clásica incluída, merece indefectiblemente un laureado puesto de honor entre las mejores secuencias de la historia del séptimo arte.
Pese a que una pulcra y concienzuda puesta en escena lidera holgadamente el amplio repertorio de virtudes de esta peli, el verdadero secreto del éxito de la obra de los Coen radica en su honestidad. "Miller’s Crossing" jamás pretende plagiar el espíritu original del cine negro. Se limita a recrearlo, eso sí, con un respeto y devoción encomiables. Coen resucita durante dos horas a Bogart, Bacall, Cagney, Robinson y Lorre orquestando un homenaje al género absolutamente magistral. Podría destacar el particular toque humorístico Coen, los diálogos cincelados en oro puro o ese sentido pictórico que los hermanísimos se preocupan por infundir en cada fotograma, pero esta vez me apetece distinguir por encima de todo una secuencia de acción en estado puro. El tiroteo entre Leo y los secuaces de Johnny en la casa del irlandés mientras esta se consume pasto de las llamas, con sintonía clásica incluída, merece indefectiblemente un laureado puesto de honor entre las mejores secuencias de la historia del séptimo arte.
23 de diciembre de 2007
23 de diciembre de 2007
88 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una ciudad indeterminada en el año 1929, la rivalidad surge entre dos amigos; Leo, un gángster que gobierna el lugar, y Tom, su ayudante. Cuando los dos se enamoran de la misma mujer, se genera una guerra abierta entre bandas en la que predominan las traiciones, los enfrentamientos políticos, las corruptelas y las escisiones internas.
Muerte entre las flores (Miller´s Crossing), 1990. Basándose en un libro del rey negro Dashiell Hammet, los Coen reinventan el cine negro y realizan su obra cumbre (seguida de cerca por Fargo), un rutilante ejercicio de estilo que oscila entre la ironía, la parodia y el homenaje sincero al género. Al prescindir del exceso humorístico de otras películas suyas (Arizona Baby o O Brother) pero al aferrarse al mejor espíritu revisionista de otras (como Sangre fácil), obtienen como resultado uno de los filmes visual y narrativamente más redondo ya no sólo del género, sino de todos los tiempos.
Y es que la película es una maravilla en todos sus aspectos: desde el plano del sombrero, cada secuencia está rodada con una precisión encomiable; escenas sublimes como el tiroteo acompañado del musical espíritu irlandés de Leo; la oscura fotografía del maestro Sonnenfeld, y lo mejor, ese guión tan perfecto que sólo atesora brillantez en cada uno de los ácidos diálogos:
-Porque nosotros tenemos ética. Eso es lo que nos distingue de los animales. No somos ave de rapiña, ¡tenemos nuestra ética!.
-Así que quieres matarle.
-Para empezar.
Algunos de los actores habituales de los hermanos acompañan a Gabriel Byrne, que borda el papel de duro independiente, superviviente de las guerras entre bandas, pero incapaz de controlar su corazón, un personaje a la medida de su ironía. Curiosa la caracterización de Marcia Gay Harden como mujer fatal, perfectos los histéricos Jon Polito y John Turturro, y Albert Finney, que ya lo había demostrado todo. Todos componen una retahíla de personajes cargados de personalidades contradictorias y fuerza, y llevados, en ocasiones, hasta la fina línea que separa la cordura de la locura y la bondad de la maldad.
Elegante, sarcástica, fascinante, básica y perfecta. Sé que no soy imparcial pero no hace falta ser amante de Los Coen para disfrutar esta maravilla. Muerte entre las flores no quiere ser El Padrino, pero verdaderamente no tiene mucho que envidiarle. Dedicada a todos aquellos que tienen el rostro lleno de cicatrices de guerra, pero siguen conservando un corazón blando. Nunca olvidarán al hombre del sombrero.
Muerte entre las flores (Miller´s Crossing), 1990. Basándose en un libro del rey negro Dashiell Hammet, los Coen reinventan el cine negro y realizan su obra cumbre (seguida de cerca por Fargo), un rutilante ejercicio de estilo que oscila entre la ironía, la parodia y el homenaje sincero al género. Al prescindir del exceso humorístico de otras películas suyas (Arizona Baby o O Brother) pero al aferrarse al mejor espíritu revisionista de otras (como Sangre fácil), obtienen como resultado uno de los filmes visual y narrativamente más redondo ya no sólo del género, sino de todos los tiempos.
Y es que la película es una maravilla en todos sus aspectos: desde el plano del sombrero, cada secuencia está rodada con una precisión encomiable; escenas sublimes como el tiroteo acompañado del musical espíritu irlandés de Leo; la oscura fotografía del maestro Sonnenfeld, y lo mejor, ese guión tan perfecto que sólo atesora brillantez en cada uno de los ácidos diálogos:
-Porque nosotros tenemos ética. Eso es lo que nos distingue de los animales. No somos ave de rapiña, ¡tenemos nuestra ética!.
-Así que quieres matarle.
-Para empezar.
Algunos de los actores habituales de los hermanos acompañan a Gabriel Byrne, que borda el papel de duro independiente, superviviente de las guerras entre bandas, pero incapaz de controlar su corazón, un personaje a la medida de su ironía. Curiosa la caracterización de Marcia Gay Harden como mujer fatal, perfectos los histéricos Jon Polito y John Turturro, y Albert Finney, que ya lo había demostrado todo. Todos componen una retahíla de personajes cargados de personalidades contradictorias y fuerza, y llevados, en ocasiones, hasta la fina línea que separa la cordura de la locura y la bondad de la maldad.
Elegante, sarcástica, fascinante, básica y perfecta. Sé que no soy imparcial pero no hace falta ser amante de Los Coen para disfrutar esta maravilla. Muerte entre las flores no quiere ser El Padrino, pero verdaderamente no tiene mucho que envidiarle. Dedicada a todos aquellos que tienen el rostro lleno de cicatrices de guerra, pero siguen conservando un corazón blando. Nunca olvidarán al hombre del sombrero.
16 de marzo de 2008
16 de marzo de 2008
114 de 161 usuarios han encontrado esta crítica útil
El viento, hasta entonces adormecido, sopló con todas sus fuerzas. El sombrero se separó de su dueño, planeando sobre las tristes hojas caídas por la llegada del otoño. El bosque silencioso, de árboles contemplativos, ocultaba el cielo despejado. Se adentró a buscarlo. No había caminado ni diez metros cuando sintió la presión del cañón de una pistola en la espalda. Decidió no mirar ni preguntar. Siguió caminando. Con paso ligero y lágrimas en los ojos se había dirigido al final del camino.
Él, el film contemporáneo de cine negro sin aroma clásico, sin perdedores seductores ni hábiles de la palabra, sin estafadores presumidos ni admirable ironía, sin gabardinas ni corbatas alisadas, sin puros de primera clase ni planes interesados, iba a morir. Se volvió, y allí estaban, con sombreros distinguidos y trajes impolutos, sin pestañear: Ethan y Joel. Eran inmunes al gimoteo del aire y las miradas suplicantes. Dispararon sin temblor y con precisión, al corazón y a la cabeza. “Muerte entre las flores” sólo acababa de comenzar.
Él, el film contemporáneo de cine negro sin aroma clásico, sin perdedores seductores ni hábiles de la palabra, sin estafadores presumidos ni admirable ironía, sin gabardinas ni corbatas alisadas, sin puros de primera clase ni planes interesados, iba a morir. Se volvió, y allí estaban, con sombreros distinguidos y trajes impolutos, sin pestañear: Ethan y Joel. Eran inmunes al gimoteo del aire y las miradas suplicantes. Dispararon sin temblor y con precisión, al corazón y a la cabeza. “Muerte entre las flores” sólo acababa de comenzar.
20 de junio de 2009
20 de junio de 2009
63 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercer largometraje de los hermanos Joel y Ethan Coen, realizadores, productores y autores del guión. Éste se inspira libremente en las novelas “Red Harvest” (1929) y “Glass Key” (1931), de Dashiell Hammett (1894-1961). Se rueda en escenarios reales de Nueva Orleans (Louisiana), con un presupuesto estimado de 14 M USD. Nominado a la Concha de oro, gana la de plata (Fest. San Sebastián). Producido por Ethan y Joel Coen para Circle Films y Fox, se proyecta por primera vez en público en agosto de 1990 (San Sebastián).
La acción dramática tiene lugar en 1929, poco antes del estallido de la crisis económica, en una ciudad no especificada de la costa este de EEUU. Tom Reagan (Byrne), consejero y mano derecha de Liam “Leo” O’Bannon (Finley), gángster de origen irlandés que domina la ciudad, trata de evitar una guerra de bandas entre éste y Johnny Caspar (Polito), ambicioso gángster de origen italiano. No lo consigue, por lo que decide emprender una extraña y oscura aventura de colaboración con Caspar. Tom es sumamente inteligente, manipulador y aficionado a las apuestas ilegales. Mantiene en secreto su relación sentimental con Verna (Harden). Leo es refinado, elegante, algo blando y está enamorado de Verna. Johnny es radical, ambicioso y vengativo: desea la muerte de Bernie Bernbaum (Turturro), “el trapero”, un estafador de poca monta que ha puesto al descubierto uno de sus “tongos”. Verna es joven, seductora, luchadora y desea sobre todo proteger a su hermano Bernie. Eddie, “el danés” (Freeman), mano derecha de Johnny, es brutal y despiadado.
El film suma crimen, drama, acción, mafia y thriller. Constituye una recreación del cine negro americano clásico, realizada con sentimientos de admiración, simpatía y homenaje. La redacción del guión supuso un gran esfuerzo que provocó en los hermanos Coen una crisis de fatiga y estrés, que afrontaron dejando de lado el trabajo durante unas semanas, que dedicaron a la elaboración del guión de la película siguiente, “Barton Fink”, relato de un autor que sufre un bloqueo mental por estrés. Los personajes principales están extraídos de la novela “Glass Key” (1931), de Hammett. La forma retorcida de actuar del protagonista Tom está tomada de la novela “Red Harvest”, del mismo autor. La obra es una película de cine negro de gran nivel, elaborada con afición manifiesta por el género y con deseos de recrearlo en términos adecuados a los gustos del espectador contemporáneo. Compone una visión detallada y apasionada del mundo del crimen organizado en EEUU durante la “ley seca” y, por extensión, en la actualidad. Lo que más interesa a los autores es reflejar la brutalidad de los métodos empleados por los criminales, su carácter sanguinario y atroz, su desprecio por la vida de las personas, su interés por las apariencias y sus terribles contradicciones éticas. Pocas veces el cine ha ofrecido una imagen tan descarnada y terrorífica del mundo del crimen.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en 1929, poco antes del estallido de la crisis económica, en una ciudad no especificada de la costa este de EEUU. Tom Reagan (Byrne), consejero y mano derecha de Liam “Leo” O’Bannon (Finley), gángster de origen irlandés que domina la ciudad, trata de evitar una guerra de bandas entre éste y Johnny Caspar (Polito), ambicioso gángster de origen italiano. No lo consigue, por lo que decide emprender una extraña y oscura aventura de colaboración con Caspar. Tom es sumamente inteligente, manipulador y aficionado a las apuestas ilegales. Mantiene en secreto su relación sentimental con Verna (Harden). Leo es refinado, elegante, algo blando y está enamorado de Verna. Johnny es radical, ambicioso y vengativo: desea la muerte de Bernie Bernbaum (Turturro), “el trapero”, un estafador de poca monta que ha puesto al descubierto uno de sus “tongos”. Verna es joven, seductora, luchadora y desea sobre todo proteger a su hermano Bernie. Eddie, “el danés” (Freeman), mano derecha de Johnny, es brutal y despiadado.
El film suma crimen, drama, acción, mafia y thriller. Constituye una recreación del cine negro americano clásico, realizada con sentimientos de admiración, simpatía y homenaje. La redacción del guión supuso un gran esfuerzo que provocó en los hermanos Coen una crisis de fatiga y estrés, que afrontaron dejando de lado el trabajo durante unas semanas, que dedicaron a la elaboración del guión de la película siguiente, “Barton Fink”, relato de un autor que sufre un bloqueo mental por estrés. Los personajes principales están extraídos de la novela “Glass Key” (1931), de Hammett. La forma retorcida de actuar del protagonista Tom está tomada de la novela “Red Harvest”, del mismo autor. La obra es una película de cine negro de gran nivel, elaborada con afición manifiesta por el género y con deseos de recrearlo en términos adecuados a los gustos del espectador contemporáneo. Compone una visión detallada y apasionada del mundo del crimen organizado en EEUU durante la “ley seca” y, por extensión, en la actualidad. Lo que más interesa a los autores es reflejar la brutalidad de los métodos empleados por los criminales, su carácter sanguinario y atroz, su desprecio por la vida de las personas, su interés por las apariencias y sus terribles contradicciones éticas. Pocas veces el cine ha ofrecido una imagen tan descarnada y terrorífica del mundo del crimen.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
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Una de las principales virtudes del film es la brillantez visual con la que explica la historia y deja al descubierto del buen observador las indicaciones que contiene el subtexto de la misma. En su tercera y última colaboración con los hermanos Coen, Barry Sunnenfeld nos deja unas imágenes conmovedoras, crueles e impactantes, construidas con un nivel insólito de perfección, armonía y belleza plástica. Con la ayuda de colores terrosos, ocres, marrones y toques de azul marino, consigue crear atmósferas “negras” de una fuerza expresiva sorprendente. Hace uso de iluminaciones contenidas y de un cromatismo denso, que le permiten componer secuencias de claroscuros tenebrosos, que evocan la pasión de Rembrandt y la fuerza de Caravaggio. A través de ellas explica la desolación y la desesperación que rigen el mundo que habitan los protagonistas.
El título original, “Miller’s Crossing”, hasce referencia al nombre del lugar en el que aparece muerto Mink y donde hacia el final se separan Tom y Leo. El rodaje se hace en Nueva Orleans, por su apariencia de abandono, decadencia y soledad. El fetichismo de los autores hace acto de presencia a través de la importancia y el significado que dan al sombrero de Tom, símbolo de su categoría, sus cualidades superiores, su seguridad y su autoestima.
En el argumento se cruzan dos triángulos amorosos: el formado por Verna, Leo y Tom, y el formado por Bernie, Mink (Buscemi) y Eddie. Ambos sirven como mecanismos de generación de acción. La cinta se presenta salpicada del humor negro y macabro que caracteriza a los Coen. El nivel de violencia es elevado: el número de muertos por actos violentos se eleva a 14 (“Miller’s Crossing”, Wikipedia). Hay varias referencias a películas clásicas, como el cartel de la pared de la casa de “Drop” Johnson, que anuncia una velada de boxeo en la que participa Lars Thornwald, nombre del personaje que encarna Raymond Burr en “La ventana indiscreta” (Hitchcock, 1954).
La banda sonora, de Carter Burwell, combina música e imágenes de un modo ajustado, creando la sensación de que las imágenes se transforman en música y de que ésta se hace visible a través de las imágenes. La partitura original incluye como tema principal una melodía (clarinete) que evoca “El lamento de Limerick”, canción irlandesa del XVI. Como música añadida se ofrece la canción “Goodnight Sweetheart”, sobre la pelea de Leo y Tom en el Club Shenandoah, y la titulada “Danny Boy”, que acompaña la salida de Leo de su casa envuelta en llamas. La fotografía, en color (duart) y panavisión, combina encuadres estáticos, en movimiento y planos de detalle (sombrero). No faltan los planos repulsivos (vómito) y trágicos.
Cf. Oti RODRÍGUEZ MARCHANTE, “Muerte entre las flores” (ABC), ‘Antología crítica’, págs. 542-543, T y B Editores, Madrid 2002.
Una de las principales virtudes del film es la brillantez visual con la que explica la historia y deja al descubierto del buen observador las indicaciones que contiene el subtexto de la misma. En su tercera y última colaboración con los hermanos Coen, Barry Sunnenfeld nos deja unas imágenes conmovedoras, crueles e impactantes, construidas con un nivel insólito de perfección, armonía y belleza plástica. Con la ayuda de colores terrosos, ocres, marrones y toques de azul marino, consigue crear atmósferas “negras” de una fuerza expresiva sorprendente. Hace uso de iluminaciones contenidas y de un cromatismo denso, que le permiten componer secuencias de claroscuros tenebrosos, que evocan la pasión de Rembrandt y la fuerza de Caravaggio. A través de ellas explica la desolación y la desesperación que rigen el mundo que habitan los protagonistas.
El título original, “Miller’s Crossing”, hasce referencia al nombre del lugar en el que aparece muerto Mink y donde hacia el final se separan Tom y Leo. El rodaje se hace en Nueva Orleans, por su apariencia de abandono, decadencia y soledad. El fetichismo de los autores hace acto de presencia a través de la importancia y el significado que dan al sombrero de Tom, símbolo de su categoría, sus cualidades superiores, su seguridad y su autoestima.
En el argumento se cruzan dos triángulos amorosos: el formado por Verna, Leo y Tom, y el formado por Bernie, Mink (Buscemi) y Eddie. Ambos sirven como mecanismos de generación de acción. La cinta se presenta salpicada del humor negro y macabro que caracteriza a los Coen. El nivel de violencia es elevado: el número de muertos por actos violentos se eleva a 14 (“Miller’s Crossing”, Wikipedia). Hay varias referencias a películas clásicas, como el cartel de la pared de la casa de “Drop” Johnson, que anuncia una velada de boxeo en la que participa Lars Thornwald, nombre del personaje que encarna Raymond Burr en “La ventana indiscreta” (Hitchcock, 1954).
La banda sonora, de Carter Burwell, combina música e imágenes de un modo ajustado, creando la sensación de que las imágenes se transforman en música y de que ésta se hace visible a través de las imágenes. La partitura original incluye como tema principal una melodía (clarinete) que evoca “El lamento de Limerick”, canción irlandesa del XVI. Como música añadida se ofrece la canción “Goodnight Sweetheart”, sobre la pelea de Leo y Tom en el Club Shenandoah, y la titulada “Danny Boy”, que acompaña la salida de Leo de su casa envuelta en llamas. La fotografía, en color (duart) y panavisión, combina encuadres estáticos, en movimiento y planos de detalle (sombrero). No faltan los planos repulsivos (vómito) y trágicos.
Cf. Oti RODRÍGUEZ MARCHANTE, “Muerte entre las flores” (ABC), ‘Antología crítica’, págs. 542-543, T y B Editores, Madrid 2002.
30 de septiembre de 2005
30 de septiembre de 2005
78 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es enorme, grandiosa sin lugar a dudas. Se nota el cuidado en cada uno de sus detalles: la dirección, el guión, la fotografía, la maravillosa banda sonora... a mí la suma de todo me da una película redonda, la gran obra maestra de los Coen, lo cual no es poco decir. Han hecho cosas muy buenas esos dos tipos, pero de la escena de la ejecución en el bosque y del asalto nocturno de los gángsters a la casa del personaje de Albert Finney harán que se mueran enormemente orgullosos por haber proporcionado tan sensacionales momentos al cine moderno.
Para hablar de esta película sólo tengo elogios. No sé cual de sus aspectos me maravilla más: su humor negro, su inteligencia, sus diálogos, endiablados e ingeniosos, los personajes, la complejidad de una historia que exige tu entera atención y las interpretaciones del reparto, que no sólo se contentan con aprovechar el excelente trabajo base, si no que además lo bordan, sobretodo Gabriel Byrne con su impecable interpretación del canalla de Tom Reagan. En el cine no siempre coinciden una historia interesante desarrollada con maestría con un poder de narración absoluto y apabullante pero cuando lo hacen dan lugar a obras maestras. Y como una película de gángsters consigue hacerte vibrar con tan pocas escenas de auténtica y pura acción. Conseguir eso no es nada fácil, señores.
Cuando hablo de cine hablo de películas así, de las que te atrapan, te marcan y te siguen aún mucho después de haberla visto. Lo dicho: OBRA MAESTRA con todas las letras y por derecho propio.
Para hablar de esta película sólo tengo elogios. No sé cual de sus aspectos me maravilla más: su humor negro, su inteligencia, sus diálogos, endiablados e ingeniosos, los personajes, la complejidad de una historia que exige tu entera atención y las interpretaciones del reparto, que no sólo se contentan con aprovechar el excelente trabajo base, si no que además lo bordan, sobretodo Gabriel Byrne con su impecable interpretación del canalla de Tom Reagan. En el cine no siempre coinciden una historia interesante desarrollada con maestría con un poder de narración absoluto y apabullante pero cuando lo hacen dan lugar a obras maestras. Y como una película de gángsters consigue hacerte vibrar con tan pocas escenas de auténtica y pura acción. Conseguir eso no es nada fácil, señores.
Cuando hablo de cine hablo de películas así, de las que te atrapan, te marcan y te siguen aún mucho después de haberla visto. Lo dicho: OBRA MAESTRA con todas las letras y por derecho propio.
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