Primer trabajo de los dos realizados juntos de Raoul Walsh y Rock Hudson, ("Fiebre de venganza" fue la segunda).

Raoul Walsh ya en su última década activo (salvo "Una trompeta lejana" 1964), consolidado como un director especializado en películas de aventuras, nos muestra una historia muy bien narrada de un fuera de la ley, Wes Hardin (Rock Hudson), que es perseguido por las autoridades por los asesinatos que ha cometido aunque han sido en defensa propia.

Un western lleno de tópicos, además vemos unos segundos del famoso Bill Hickock por entonces un "comisario" en esa ciudad, aunque quizás pierde un poco al estar rodada demasiado "ligera" o eso me parece a mí, pero sin embargo gana mucho por el dramatismo real que emplea en el personaje principal y en el de Rosie (Julie Adams), buena actuación de Rock Hudson que ya estaba sembrando su camino, también cabe destacar la presencia de John McIntire y del siempre malo Lee Van Cleef.

No me parece ni la peor ni la mejor de Walsh, simplemente un buen western recomendable.

Un hombre tendente a meterse en líos es condenado por una serie de muertes que en realidad sólo ha provocado en defensa propia. Su vida está marcada por la rigidez de su padre, el amor por su bella novia y sus planes de futuro, y una vida sumida en el juego y las apuestas...


Walsh nos regala una muestra más de su mágica habilidad narrativa en una historia que nos presenta a un personaje sumido en un huracán trágico del que no puede salir a pesar de sus esfuerzos. Deliciosas muestras de cine de primer nivel ilustrarán a lo largo de todo el matraje los diversos trances por los que transitará el personaje y su entorno, y el duro proceso para conseguir redimirse de su sino y de la opinión determinista de las masas.

Una vez más la vida se presenta como una aventura en las manos de Walsh, inagotable vitalista. Una vez más Walsh graba imágenes en nuestro recuerdo en este caso transmitiendo un mensaje humanista: imágen de la pistola y la baraja de cartas representativas del destino trágico, intenso y bellísimo duelo entre la ventisca, una vez más los viajes ( elemento básico y representativo de la manera de entender el cine del maestro ) o la improvisada pero maravillosa boda...

Raoul Walsh es posiblemente el mejor contador de historias que ha tenido el cine. Su cine va al ritmo que quiere el espectador y el espectador se lo agradece, sobre todo si el espectador es agradecido. Historia de un condenado no estará entre las mejores películas de su director ya que la califican de menor los que escriben de esto. Y ya sabemos que los escriben tienen toda la razón. Historia de un condenado en 80 minutos da lecciones de una sabiduría cinematografica y eso nunca lo dará un western menor. Un western ¿menor? de Walsh vale más que cualquier western ¿mayor? del señor que se casó con la india que se enamora Jimmy Stewart en Flecha rota. Walsh está por méritos propios en mi Top Five sacando de la carretera a un Hawks que con el paso del tiempo se está desinchando y perdiendo fuelle.

Western de Raoul Walsh que no desentona con el conjunto de su magnífica filmografía, dotado de cierta atmósfera de aventura y drama que la impregna de mensaje humanístico-deja la justicia a Dios y a la ley, la violencia engendra violencia-. Con un Rock Hudson que cumple en un papel hecho a la medida de Gregory Peck y una Jule Adams especialmente bella, la película nos envuelve en esa atmósfera de aventura épica y drama con moraleja a la que tan bien acostumbrados nos tiene este realizador. Cine con mayúsculas como no podía ser menos viniendo de Walsh.

Western que mezcla romance y venganza en el que Rock Hudson interpreta a John Wesley Hardin, quien tras matar a un hombre (en defensa propia) decide huir de la justicia, de la familia del asesinado y de su arisco y ultrareligioso padre (John McIntire). Atrás dejará también a su amada Jane (Mary Castle), con quien promete casarse.

A pesar de ser un trabajo más que digno, no se puede decir que Historia de un condenado sea una obra de referencia dentro del género. Sin embargo, lo interesante de la trama (basada, muy ligeramente, en hechos reales) y, sobre todo, la presencia de un siempre carismático Hudson animan (y mucho) la función. El resto de intérpretes también cumplen con su cometido, sobresaliendo la presencia de Julie Adams como interés amoroso de nuestro protagonista.

Raoul Walsh (especialista en películas del oeste) firma este correcto largometraje que hará las delicias de los fans de Hudson o Adams, aunque puede que para el resto no deje de ser otro western más con un buen puñado de virtudes.