Heartstone
22 de agosto de 2017
22 de agosto de 2017
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hjartasteinn no es una película de amor tanto como de amistad. Amistad puesta a prueba por muchas razones: violencia intrafamiliar, una banda de matones, la típica cerrilidad de un pueblito rural y, entre estas el despertar sexual de ambos chicos donde uno sucede que es heterosexual y el otro comienza a sentir una atracción homosexual hacia su amigo.
Escribo este texto habiendo visto la película íntegramente en islandés, no entendí ni pío de lo que decían y sin embargo, comprendí todo el discurso de la película. ¿Por qué sucede esto? Porque no solamente hay un bien cuidado guion sino un excelente uso del lenguaje cinematográfico para poder contar una historia empleando imágenes y sonido (no únicamente diálogos).
El ejercicio de ver la película sin traducción alguna es muy interesante para evaluar —a juicio personal, vamos, no soy autoridad— el engranaje de los recursos de los que los responsables se valieron para contar una historia. Aquí está el primer gran acierto de esta película: privilegiar los encuadres, los sonidos y el montaje de estos por encima (muy) del diálogo.
No quiero decir que el diálogo se redujera al mínimo, pero no es imprescindible para una comprensión cabal de la obra como conjunto. Se puede deducir, debido a las imágenes que se suceden, que como correspondencia a estas los diálogos en gran cantidad son soeces.
Este es el segundo acierto de la cinta: el tratamiento visual. Imperan las imágenes de aspecto más bien naturalista, con cámara en mano, luz natural, las tomas de noche o lugares cerrados son oscuras (tal vez demasiado), para acentuar la naturaleza terrenal de la historia y la narración; abrazando el realismo en ocasiones. Atención a la brutal escena inicial.
El estilo visual de la película funciona y se fusiona con su tratamiento dramático. Logra así visual y dramáticamente momentos descarnados y paradójicamente momentos emotivos y sensibles; el director prefiere no refugiarse en iluminaciones y una paleta de colores demasiado elaborada y prefiere recorrer el camino de los protagonistas pintando con un lienzo de colores cotidianos esas calles, esas casas, esos paisajes y esos rostros, sobre todo esos rostros.
(El resto de este texto de opinión continúa en la zona de spoliers, no porque destripe la película sino porque prefiero ser precavido).
Escribo este texto habiendo visto la película íntegramente en islandés, no entendí ni pío de lo que decían y sin embargo, comprendí todo el discurso de la película. ¿Por qué sucede esto? Porque no solamente hay un bien cuidado guion sino un excelente uso del lenguaje cinematográfico para poder contar una historia empleando imágenes y sonido (no únicamente diálogos).
El ejercicio de ver la película sin traducción alguna es muy interesante para evaluar —a juicio personal, vamos, no soy autoridad— el engranaje de los recursos de los que los responsables se valieron para contar una historia. Aquí está el primer gran acierto de esta película: privilegiar los encuadres, los sonidos y el montaje de estos por encima (muy) del diálogo.
No quiero decir que el diálogo se redujera al mínimo, pero no es imprescindible para una comprensión cabal de la obra como conjunto. Se puede deducir, debido a las imágenes que se suceden, que como correspondencia a estas los diálogos en gran cantidad son soeces.
Este es el segundo acierto de la cinta: el tratamiento visual. Imperan las imágenes de aspecto más bien naturalista, con cámara en mano, luz natural, las tomas de noche o lugares cerrados son oscuras (tal vez demasiado), para acentuar la naturaleza terrenal de la historia y la narración; abrazando el realismo en ocasiones. Atención a la brutal escena inicial.
El estilo visual de la película funciona y se fusiona con su tratamiento dramático. Logra así visual y dramáticamente momentos descarnados y paradójicamente momentos emotivos y sensibles; el director prefiere no refugiarse en iluminaciones y una paleta de colores demasiado elaborada y prefiere recorrer el camino de los protagonistas pintando con un lienzo de colores cotidianos esas calles, esas casas, esos paisajes y esos rostros, sobre todo esos rostros.
(El resto de este texto de opinión continúa en la zona de spoliers, no porque destripe la película sino porque prefiero ser precavido).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me enternece el camino de Thor y Christian, pero, antes de continuar, me parece imperante volver a resaltar que considero esta película una coming of age sobre la amistad, no una película gay; las películas gay están construidas con otros códigos. Lo que importa aquí son las primeras exploraciones sexuales de los chicos, al principio como mero juego de hombría a ver quién aguanta más dejando que el otro le toque la entrepierna entre dos amigos enamorados platónicamente; luego las chicas, lo mero bueno para uno y (aquí es cuando nos damos cuenta) un obstáculo para el otro que comienza a sentir por su amigo algo más que amistad.
Ambos varones, la testosterona empuja y no cede. Excelente introducción del carnero macho que enloquecido por la temporada de celo mata a los demás, no queda opción más que despacharlo por su eminente agresividad. El pobre Christian está reflejado en él. Otro espejo es la experiencia primera en la relación sexual. La de Thor, consensuada, satisfactoria, romántica, liberadora; y la de Christian que la buscó, pero no pudo llegar a ser.
La construcción dramática de la película es más bien sutil, pero clara (tercer acierto). Esto puede tomarse como una ausencia de giro o puede ser que para algunos la historia no avance, difiero. La película podría muy bien haber acabado después de la funesta primera pijamada de los chicos y las chicas si Thor hubiese decidido por pena no volver a intentar nada, Christian lo motiva a continuar aún sabiendo que de esta forma su amigo estará más cerca de la chica y más inalcanzable para él. Thor accede para empujar la historia hacia adelante y para mala suerte de Christian cuyo conflicto se agudiza.
En cuanto a la resolución, he aquí el único simbolismo enteramente pensado para abordar el tema de la homosexualidad de Christian (si se ve desde la óptica de él, también puede verse desde la de Thor): el pez que después de una experiencia cercana a la muerte que por suerte queda apenas vivo y ahora se tiene que enfrentar solo a un vasto y oscuro mar, es una bella metáfora para el personaje de Christian y una especie de conclusión esperanzadora si se piensa en la correspondencia de los primeros fotogramas de la película con los últimos.
El director nos dice que todavía queda mucho por recorrer para que un jovencito gay pueda transitar sin mayores sufrimientos su etapa de crecimiento y autodescubrimiento; especialmente en zonas rurales. Suena a cliché, pero los clichés existen porque los podemos ver a diario.
Un beso de amistoso cariño en la frente para decirse adiós, ambos peces saben que recorrerán caminos diferentes en un océano de incertidumbres. Concisa, coherente y bella historia.
Ambos varones, la testosterona empuja y no cede. Excelente introducción del carnero macho que enloquecido por la temporada de celo mata a los demás, no queda opción más que despacharlo por su eminente agresividad. El pobre Christian está reflejado en él. Otro espejo es la experiencia primera en la relación sexual. La de Thor, consensuada, satisfactoria, romántica, liberadora; y la de Christian que la buscó, pero no pudo llegar a ser.
La construcción dramática de la película es más bien sutil, pero clara (tercer acierto). Esto puede tomarse como una ausencia de giro o puede ser que para algunos la historia no avance, difiero. La película podría muy bien haber acabado después de la funesta primera pijamada de los chicos y las chicas si Thor hubiese decidido por pena no volver a intentar nada, Christian lo motiva a continuar aún sabiendo que de esta forma su amigo estará más cerca de la chica y más inalcanzable para él. Thor accede para empujar la historia hacia adelante y para mala suerte de Christian cuyo conflicto se agudiza.
En cuanto a la resolución, he aquí el único simbolismo enteramente pensado para abordar el tema de la homosexualidad de Christian (si se ve desde la óptica de él, también puede verse desde la de Thor): el pez que después de una experiencia cercana a la muerte que por suerte queda apenas vivo y ahora se tiene que enfrentar solo a un vasto y oscuro mar, es una bella metáfora para el personaje de Christian y una especie de conclusión esperanzadora si se piensa en la correspondencia de los primeros fotogramas de la película con los últimos.
El director nos dice que todavía queda mucho por recorrer para que un jovencito gay pueda transitar sin mayores sufrimientos su etapa de crecimiento y autodescubrimiento; especialmente en zonas rurales. Suena a cliché, pero los clichés existen porque los podemos ver a diario.
Un beso de amistoso cariño en la frente para decirse adiós, ambos peces saben que recorrerán caminos diferentes en un océano de incertidumbres. Concisa, coherente y bella historia.
24 de abril de 2018
24 de abril de 2018
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El despertar sexual durante la adolescencia puede ser tanto motivo de alborozo como de desánimo, dependiendo de cómo seas, de quiénes te rodeen y de dónde residas. Es una historia mil veces abordada, aunque siempre se presta a un nuevo enfoque o a un nuevo matiz que añada complejidad o sutileza a lo que creíamos ya un tema agotado. Porque el júbilo o la tristeza adoptan un sinfín de máscaras y se encarnan en innumerables cuerpos. Cuando nos peleamos con nuestros más íntimos y volcánicos deseos, la frustración no conoce de latitudes ni tabúes, de límites o de escrúpulos. Entonces, sin tan siquiera haberte atrevido a entablar batalla alguna, aceptas el destrozo de ser diferente y transitas un lodazal tenebroso y resbaladizo, sintiéndote ninguneado por tus semejantes, asumiendo que no te queda otra opción que acometer la huida aunque sea hacia ninguna parte.
Esta película islandesa nos enfrenta al divergente descubrimiento pubescente de dos amigos de toda la vida. Pero mientras uno actúa y se desenvuelve con habilidad y descaro por los nuevos territorios que tantea, al otro no le queda otra opción que permanecer inerte y exangüe al no comprender primero ni aceptar después su tan inexplorada como repentina inclinación carnal. Dos puntos de vista ante una misma realidad, dos alternativas que ni elegimos ni nos enseñan a vivir en libertad, sino que nos invaden y corroen con inusitado ímpetu y ardor, trastocando nuestro plácido mundo conocido y lo convierten en una aventura incierta, llena de posibilidades y añagazas. Si fuera fácil no resultaría tan fotogénico…
La novedad en este caso radica en el punto de vista adoptado por el relato, ya que no se centra en el pobre diablo que se encuentra atrapado por el talión del deseo, sino en su fraternal amigo que lo acompaña como alma gemela hasta que sus incompatibles caminos amagan con separarles. No es tanto lo que vivimos, sino cómo percibimos e interpretamos lo que nos ocurre; y no hay mayor fiasco que el desengaño de un primer amor no correspondido. Pero el desencanto no sólo alcanza a quien lo vive, sino también a quienes nos rodean desde siempre, al no poder satisfacer las expectativas tácitas que habían configurado hasta entonces un mundo ordenado y predecible.
Quizás su mayor defecto, tal vez el único, sea su excesivo metraje. Tomarse más de dos horas para narrar una sencilla historia de desamor y decepción es un reto superfluo, sobre todo cuando de por sí el ritmo pausado y melancólico adoptado alarga todas las escenas de forma caprichosa. Pero en conjunto el resultado es satisfactorio y nos desvela, una vez más, que no quedan historias novedosas, sino tan sólo formas originales de encauzarlas.
Esta película islandesa nos enfrenta al divergente descubrimiento pubescente de dos amigos de toda la vida. Pero mientras uno actúa y se desenvuelve con habilidad y descaro por los nuevos territorios que tantea, al otro no le queda otra opción que permanecer inerte y exangüe al no comprender primero ni aceptar después su tan inexplorada como repentina inclinación carnal. Dos puntos de vista ante una misma realidad, dos alternativas que ni elegimos ni nos enseñan a vivir en libertad, sino que nos invaden y corroen con inusitado ímpetu y ardor, trastocando nuestro plácido mundo conocido y lo convierten en una aventura incierta, llena de posibilidades y añagazas. Si fuera fácil no resultaría tan fotogénico…
La novedad en este caso radica en el punto de vista adoptado por el relato, ya que no se centra en el pobre diablo que se encuentra atrapado por el talión del deseo, sino en su fraternal amigo que lo acompaña como alma gemela hasta que sus incompatibles caminos amagan con separarles. No es tanto lo que vivimos, sino cómo percibimos e interpretamos lo que nos ocurre; y no hay mayor fiasco que el desengaño de un primer amor no correspondido. Pero el desencanto no sólo alcanza a quien lo vive, sino también a quienes nos rodean desde siempre, al no poder satisfacer las expectativas tácitas que habían configurado hasta entonces un mundo ordenado y predecible.
Quizás su mayor defecto, tal vez el único, sea su excesivo metraje. Tomarse más de dos horas para narrar una sencilla historia de desamor y decepción es un reto superfluo, sobre todo cuando de por sí el ritmo pausado y melancólico adoptado alarga todas las escenas de forma caprichosa. Pero en conjunto el resultado es satisfactorio y nos desvela, una vez más, que no quedan historias novedosas, sino tan sólo formas originales de encauzarlas.
18 de septiembre de 2017
18 de septiembre de 2017
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Heartstone está protagonizada por dos adolescentes islandeses, grandes amigos que pasan más tiempo juntos que con sus respectivas familias y, la película deja implícito, se conocen desde la infancia.
La chicha está en la evolución de esta relación a medida que ambos chicos comienzan a desarrollar su sexualidad en un entorno rural muy cerrado y repleto de familias desestructuradas. La originalidad de la cinta reside, en mi opinión, en la ambigua no reciprocidad de los sentimientos de ambos protagonistas.
A la película le sobran algunas escenas de crueldad animal y en 2 horas la relación Christian y Thor no termina de madurar ni desenlazar, pero es innegable que está brillantemente escrita - e interpretada -.
Como extra, los hermosos paisajes islandeses y lo que seguramente es una representación acertada de su sociedad rural.
8/10.
La chicha está en la evolución de esta relación a medida que ambos chicos comienzan a desarrollar su sexualidad en un entorno rural muy cerrado y repleto de familias desestructuradas. La originalidad de la cinta reside, en mi opinión, en la ambigua no reciprocidad de los sentimientos de ambos protagonistas.
A la película le sobran algunas escenas de crueldad animal y en 2 horas la relación Christian y Thor no termina de madurar ni desenlazar, pero es innegable que está brillantemente escrita - e interpretada -.
Como extra, los hermosos paisajes islandeses y lo que seguramente es una representación acertada de su sociedad rural.
8/10.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Os fijasteis en cómo se trata al inicio de la cinta al pez piedra -con insultos y golpes- y como se le trata al final devolviéndolo intacto al agua? Sin duda una forma de decirnos que la mentalidad del pueblo hacia lo diferente está cambiando, para mejor :)
30 de julio de 2018
30 de julio de 2018
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria utilización del lenguaje cinematográfico para reflejar una cotidianidad costumbrista y a la vez global.
Aunque desarrollada en Islandia, los problemas son comunes en cualquier ámbito: los adolescentes, la violencia, los miedos, las dudas, el manejo de los códigos, el despertar sexual, el autodescubrimiento... incluso lo es la manera en que todo ello se resuelve.
Quizá eché en falta un poco más de sensibilidad en la construcción de las escenas intimistas, que no las íntimas; abordando un proceso que se resuelve de manera fría, desde una mayor certeza en su parte emocional.
Aunque desarrollada en Islandia, los problemas son comunes en cualquier ámbito: los adolescentes, la violencia, los miedos, las dudas, el manejo de los códigos, el despertar sexual, el autodescubrimiento... incluso lo es la manera en que todo ello se resuelve.
Quizá eché en falta un poco más de sensibilidad en la construcción de las escenas intimistas, que no las íntimas; abordando un proceso que se resuelve de manera fría, desde una mayor certeza en su parte emocional.
15 de julio de 2018
15 de julio de 2018
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entiendo que de un país con la densidad de población de Islandia nazca un cine muy distinto al que estamos acostumbrados y que, como en este caso, la perspectiva y el enfoque de un par de muchachos que avanzan a trompicones por su adolescencia también es diferente. Ni mejor ni peor, pero la película es islandesa, algo que el espectador notará (y creo que disfrutará) por sus paisajes y por la espectacular fotografía que se desprende. Sin embargo es lenta, reiterativa y lamentablemente larga. Unas buenas tijeras o más acelerones, qué sé yo, algo a lo que estamos más acostumbrados, y al menos para mí sería diferente. Pero es islandesa, claro, ya lo he dicho.
Voy al lío, que es el despertar sexual y emocional por el que todos los adultos hemos pasado y que para el caso de la película, dos colegas que se rozan y que dudan, al menos uno de ellos y que es el condenado a sufrir. Es algo común y conocido que sucede en todos los barrios. Original no es. Pero es un tema que siempre toca la fibra por mal que se haga y cuando sucede en un lugar en el que todos son conocidos el dolor puede ser mayor, el drama que se desata puede ser peor y las consecuencias fatales.
Me gusta la originalidad de ciertos pasajes, la poca delicadeza a la hora de enseñar los dramas que se viven tras la puerta de cada casa, la llegada del invierno y que se cierre el círculo al final con esos peces que vuelven a ser pescados. Se cierra el círculo pero todo ha cambiado, ya nada volverá a ser como antes.
Voy al lío, que es el despertar sexual y emocional por el que todos los adultos hemos pasado y que para el caso de la película, dos colegas que se rozan y que dudan, al menos uno de ellos y que es el condenado a sufrir. Es algo común y conocido que sucede en todos los barrios. Original no es. Pero es un tema que siempre toca la fibra por mal que se haga y cuando sucede en un lugar en el que todos son conocidos el dolor puede ser mayor, el drama que se desata puede ser peor y las consecuencias fatales.
Me gusta la originalidad de ciertos pasajes, la poca delicadeza a la hora de enseñar los dramas que se viven tras la puerta de cada casa, la llegada del invierno y que se cierre el círculo al final con esos peces que vuelven a ser pescados. Se cierra el círculo pero todo ha cambiado, ya nada volverá a ser como antes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y lo mejor, algo que sólo debería escribirse aquí, la ternura de ese beso en la frente. Podrán verse en la ciudad y yo prefiero pensar que podrán seguir siendo amigos, aunque uno en el momento en el que los dejamos se haya intentado suicidar por la frustración de reconocerse homosexual. El beso final en la frente es precioso y doloroso a la vez.
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