Haz click aquí para copiar la URL

El diputado

Drama Roberto Orbea, que había sido militante clandestino de un partido de izquierdas durante el franquismo, es elegido diputado en las elecciones de 1977. En el momento más importante de su carrera, cuando está a punto de ser nombrado Secretario General de su partido, es víctima del chantaje de un grupo de extrema derecha que amenaza con airear su homosexualidad. (FILMAFFINITY)
Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
5
10 de abril de 2008
38 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocer que Eloy de la Iglesia los tenía muy, pero que muy bien puestos. Seguramente sus anteriores escarceos con la censura franquista hizo que sintiera un extraño y mórbido placer a la hora de desafiarles con la mayor virulencia posible. Sin duda con "El diputado" a mas de un censor debió de darle un pasmo. No es para menos si nos situamos en la época y si vemos la película intentando dejar los prejuicios a un lado.
No es que esta sea una buena peli. en realidad es bastante mala (en comparción su siguiente obra Los placeres ocultos es una obra maestra) pero la necesidad de expresarse en libertad y de denunciar (o al menos exponer) ciertos aspectos de la realidad española de su momento hacen de este un título imprescindible para ver la evolución ideológica y social de nuestro convulso país.
Sorprende, y mucho, la libertad a la hora de tratar el tema de la homosexualidad, la intolerancia fascista y las repercusiones morales. Solo por eso "El diputado", mal interpretada, con un guión tópico hasta la nausea, mal dirigida y demagógica hasta el empacho, acaba superando todas estas faltas y se convierte en un exponente sociológico que merece respeto, consideración y elogios . Una pena que De la Iglesa no se pareciera (como director) un poquito más a Fassbinder (incluso a Derek Jarman) pero no se puede tener todo y pese a su manifiesta mediocridad y estética feista, esta película es importante, valiente e incluso vista sin acritud ni ideas preconcebidas puede resultar muy muy entretenida. Y además Mª Luisa San José esta estupenda.
5
30 de abril de 2010
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El período histórico comprendido entre 1975 y 1980 fue fecundo en películas marcadamente ideológicas que, si bien no superan un análisis cinematográfico, suponen una excelente visión de los cambios vividos en España durante aquella época. Mucho se ha hablado tiempo después de la legalización del PCE, de las bandas de extrema derecha, de la "traición" de la izquierda a la República... Todo esto se recoge en películas como El Diputado (de izquierdas) o Hijos de Papá (de derechas) En ambas, por cierto, se habla del tema de la homosexualidad, dando base a la posterior aceptación social de tal condición sexual.

Resulta impresionante, si no vista como película, sí como documento un relato en el que se habla de la legalización del comunismo poco después de producirse este hecho, o del debate constitucional mientras éste se daba en el Congreso. La inocencia de una izquieda recién resurgida tras cuarenta años de dictadura es por otro lado aspecto a tener en cuenta: hoy resultaría ridículo ver un partido clamando por la justicia social, después de 35 años de régimen constitucional y la inocencia de aquella época perdida... Pero aun así es significativo de lo que somos, de lo que pudimos ser como país y de lo que aún podemos llegar a ser, si superamos problemas como los que encaró aquella generación.

La homosexualidad, tema principal del filme, es otro aspecto documental a tener en cuenta. Llama la atención que esta condición de Roberto Orbea, protagonista, pudiera ser causa de descrédito y aun de dimisión para un político. Pero así era, y está bien que se muestre como tal en la película, de tal manera que sepamos lo difícil que resultaba para los homosexuales simplemente vivir, condenados a la sordidez de los urinarios públicos, a la soledad o, peor aún, a convivir con una persona del sexo contrario.

Por mostrar todo esto y suponer un reflejo de esta época pasada, tanto El Diputado como las demás películas, de derechas e izquierdas, son importantes para nuestro país, por cuanto documento relatado suponen. Gracias a gente como Eloy de la Iglesia y Pepe Sacristán por haber sido tan valientes.

A destacar las intervenciones de Juan Antonio Bardem y de Ángel Pardo, en su primer trabajo como actor.
8
4 de junio de 2013
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor película de Eloy de la Iglesia aunque haya en ella cosas rechazables tanto en el tratamiento de la homosexualidad sórdida como en los mensajes ideológicos que desde el principio se van lanzando muy a la ligera. Sus valores cinematográficos son evidentes y el autor consigue una atmósfera especial y absorbente con la que se evoca muy bien la turbulenta época de nuestra historia que se estaba viviendo en la fecha de realización del film. Los diálogos que mantienen unos espléndidos Jose Sacristán y María Luisa San José son especialmente brillantes. El personaje de Sacristán ya está harto de ceder y de ocultar y dice una cosa amarga pero lúcida en el momento en que afirma que quizá la única forma de entrar en la historia es padeciéndola. Es una obra valiente y que demuestra que la debilidad de Eloy de la Iglesia por lo escabroso no impide que pueda ser un cineasta bueno en algunas ocasiones. Las escenas más desagradables son compensadas por la lucidez global que presenta el conjunto del film.
7
9 de abril de 2021
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El interés de Eloy de la Iglesia por la sexualidad (y más específicamente la homosexualidad), los ambientes marginales y la política y su afición a pisar charcos se plasman, todas amontonadas, en "El diputado", una película que anticipa el estilo nervioso, casi atropellado, la ambientación áspera y el gusto por la polémica que caracterizaría sus películas posteriores, y que refleja con toda naturalidad y toda crudeza cuestiones de la España de entonces que una gran parte de la historia y el cine oficiales parecen haber querido borrar de la frágil memoria colectiva de este país: la presencia de una ultraderecha violenta apoyada por el aparato del Estado, el elitismo de una izquierda cuya visión de la vida nada tenía que ver con el lumpen del momento, la presencia de un extendido negocio de prostitución de menores, etc. "El diputado" está contada a toda máquina, como con prisas, no ahorra en detalles escabrosos, y, de forma intencional o no, dibuja un panorama en el que no se salva nadie: los fascistas y sus contactos en la policía no dudan en utilizar el chantaje, la violencia y la prostitución de menores para conseguir sus fines, los presos políticos desprecian a los presos comunes, los delincuentes comunes hacen lo que sea (vender a sus amigos si es preciso) por cuatro duros, el protagonista y su mujer no dejan de ser dos pervertidos que convierten a un muchacho menor de edad en una especie de juguete sexual al que tratan de moldear para que no les avergüence con su garrulismo, el partido en el que milita el diputado de marras va de progre pero no acepta la homosexualidad...no deja títere con cabeza. La factura técnica es tosca, casi descuidada, pero eso es lo de menos. Es cruda y a ratos desagradable, como la historia que cuenta, así que todo encaja.

Como reflejo de una época tiene un valor considerable. Y como antídoto frente a la blandenguería de Cuéntames, historietas heroicas de la Transición y derivados, más todavía.
6
28 de mayo de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La polémica estaba asegurada con el estreno de la película El Diputado (1978), film que realizó Eloy De la Iglesia en plena transición, cuando los ánimos estaban ciertamente caldeados. Tratando temáticas tabúes (importante remarcar la pluralidad de la palabra) como la Homosexualidad, la droga y la política entre otros subtemas, la obra de Eloy de la Iglesia hurga en la herida abierta y sirve como un excepcional documento social de aquella España que parecía abrirse después de un hermético régimen.

La película gira en torno al personaje interpretado por José Sacristán. De la Iglesia nos lo presenta en la primera escena, aunque en realidad es el propio personaje el que se presenta al público, mediante el recurso de la voz en off. En esta primera secuencia el personaje, que es un diputado del recién legalizado partido comunista, parece huir de algún tipo de enemigo (en esos primeros momentos uno se pregunta si podría ser algún grupo terrorista, pues se aluden durante diversos momentos de la película) hasta que después de apelar al público empieza a relatar su historia y de cómo ha terminado en semejantes circunstancias desesperadas. La película es pues, un gran flashback del que se sirve el director, para en realidad, radiografiar la época de la transición, con más sombras que luces, o si se quiere, la parte oscura y oculta del momento.

Lo que está claro es que es en este aspecto documental o sociológico donde la película alcanza su mayor grado de importancia. Diciéndolo de manera clara y meridiana, El diputado no es una buena película. Los aspectos técnicos resultan lamentables en diversos ámbitos. Se podría hablar de la interpretación de José Sacristán, que resulta absolutamente risible, rozando en muchos momentos la comedia involuntaria. No sabemos si por culpa del propio actor o por el montaje del director, escogiendo los momentos más espontáneos (por decir una palabra suave) de los intérpretes. Lo que queda bastante claro viendo la película es que los actores del Diputado actúan de una manera muy parecida a otras películas del propio director, como pudiera ser la célebre El Pico (1983) con esa mezcla de cercanía al espectador, así como de amateurismo.

Sí las interpretaciones resultan bochornosas, sucede otro tanto con la fotografía o el montaje. La fotografía de Antonio Cuevas muestra una escasez de ideas y medios, limitándose a realizar el mismo trabajo durante todo el metraje. Mientras que el montaje une secuencias muchas veces cortando planos de repente, dejando la sensación de que la película se ha hecho de manera apresurada y sin interés por realizar un discurso coherente.

A destacar dos citas cinéfilas que realiza el director, hacía el cine italiano, la más interesante, cuando en uno de los díalogos el personaje de José Sacristán alude a la película de Visconti, Morte en Venezia (Muerte en Venecia, 1971). Si habla de ella es precisamente para admitir que su relación con el joven Lumpen (utilizando las mismas palabras marxistas que utiliza el diputado), interpretado por José Luis Alonso, no tiene ningún parecido con la de la película. Esta cita resulta bastante sintomática, además de contener muchísima razón. Mientras en la película de Visconti nos encontrábamos con una relación homosexual totalmente poetizada e idealizada, la película de De La Iglesia nos muestra totalmente lo contrario. La relación entre Sacristán y el joven es entre un diputado, por tanto, un miembro de la alta clase (por mucho que pertenezca al partido comunista) con un joven chapero. Sólo argumentalmente las diferencias son evidentemente notables, pero el tono con el que retrata de La Iglesia también realza las diferencias. Los personajes del Diputado hablan sobre temas cotidianos, banales, pero también sobre política (finalmente el joven muchacho acabará abrazando el socialismo, después de diversos debates que mantiene con el político). Sexualmente la película es totalmente explícita, y no olvida que en realidad la relación entre los dos se basa en gran parte en un término puramente carnal. Sí en Muerte en Venecia sólo existía poesía, palabras y contacto visual, El diputado es precisamente lo contrario.

Sí el diputado merece ser rescatada, es por la intensidad y valentía con la que retrata la España de la transición. Desde las ebullición de la política en aquellos años (los grupos de extrema derecha golpeando a los miembros del partido comunista; la policía interviniendo de manera política), los grupos de presión (los que quieren hundir al diputado protagonista) la evolución de la izquierda en aquellos años (a destacar una brillante secuencia que tiene lugar en el piso que el Diputado utiliza como lugar privado donde mantiene relaciones homosexuales. Una vez allí, mientras está con el joven interpretado por José Luis Alonso, enciende un radiocasete y suena el himno de la internacional, que inmediatamente apaga. De la Iglesia utiliza esta vena caústica para reírse del personaje), el mundo del lumpen y la drogadicción en las clases populares (el joven protagonista), la prostitución e incluso el Mènage á trois.

http://neokunst.wordpress.com/2014/05/28/ciclo-eloy-de-la-iglesia-el-diputado-1978/
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para