4 meses, 3 semanas, 2 días
Drama
Rumanía, 1987: el país se encuentra bajo el férreo régimen comunista de Ceaușescu. Otilia y Gabita son estudiantes y comparten habitación en una residencia. Gabita está embarazada, pero no quiere tenerlo. Las jóvenes acuerdan un encuentro con un tal Mr. Bebe para que le practique un aborto ilegal en la habitación de un hotel. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2008
28 de enero de 2008
227 de 257 usuarios han encontrado esta crítica útil
“4 meses, 3 semanas y 2 días” es una película sobre el derecho al aborto, pero quedarse en solo eso sería limitar el valor de este desasosegante y excepcional film. El ambiente opresivo de la Rumanía de los últimos años de la dictadura de Ceaucescu invita en principio a contar un simple relato de denuncia social (la prohibición del aborto en 1966 elevó los índices de natalidad y llevó a la muerte a más de 500.000 mujeres por abortar ilegalmente). Sin embargo Mungiu utiliza ese contexto para exponer el auténtico tema central del film: el miedo. Ese miedo que flota en el ambiente, que casi se puede tocar, cuyo poder te paraliza y permite al espectador experimentar lo que supone la falta de libertad. Es el miedo a cualquier mirada, a cualquier descuido fatal, un miedo que hace que te sientas atrapado. Elegir la tétrica Bucarest de los 80 como telón de fondo no fue casualidad.
Gran parte de la película está rodada cámara en mano, muy al estilo de los hermanos Dardenne (L’Enfant, Rosetta), lo que sumerge de lleno al espectador en el ambiente de Bucarest y consigue que te identifiques con la protagonista y su particular periplo por la capital rumana. Este recurso se alterna con planos fijos, algunos muy prolongados, que ayudan a crear una sensación de angustia y opresión al más puro estilo Michael Haneke.
El film roza, sin serlo, el melodrama. Se obvian ciertas escenas muy duras, mientras otras se retratan de manera explícita, desagradable y un tanto innecesaria. Se rodó con un presupuesto de 600.000 euros y a marchas forzadas (para llegar a tiempo a Cannes). La protagonista, Anamaria Marinca (una actriz rumana afincada en Londres que se unió al proyecto en el último momento) realiza una actuación sobrecogedora, llevando todo el peso de la película a sus espaldas.
Una película para recordar, de las que te dejan un poco tocado, genial para pasar un magnífico mal rato.
Gran parte de la película está rodada cámara en mano, muy al estilo de los hermanos Dardenne (L’Enfant, Rosetta), lo que sumerge de lleno al espectador en el ambiente de Bucarest y consigue que te identifiques con la protagonista y su particular periplo por la capital rumana. Este recurso se alterna con planos fijos, algunos muy prolongados, que ayudan a crear una sensación de angustia y opresión al más puro estilo Michael Haneke.
El film roza, sin serlo, el melodrama. Se obvian ciertas escenas muy duras, mientras otras se retratan de manera explícita, desagradable y un tanto innecesaria. Se rodó con un presupuesto de 600.000 euros y a marchas forzadas (para llegar a tiempo a Cannes). La protagonista, Anamaria Marinca (una actriz rumana afincada en Londres que se unió al proyecto en el último momento) realiza una actuación sobrecogedora, llevando todo el peso de la película a sus espaldas.
Una película para recordar, de las que te dejan un poco tocado, genial para pasar un magnífico mal rato.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El director, de forma muy inteligente, consigue elevar la tensión del relato en ciertos momentos con pequeños engaños, como cuando Otilia coge la navaja del maletín del señor Bebe, sin que esto influya en la trama posteriormente.
Ciertos momentos del film son dignos de destacar:
-El interminable plano fijo de la cena, las conversaciones, la cara de la chica y sobre todo ese momento en el que suena el teléfono y nadie contesta.
- El periplo final de Otilia intentando rehacerse del feto, con una luz lúgubre, casi negra, que consigue crear una sensación de miedo y tensión brutal.
- Y por último, el plano fijo final: la música y la gente de la fiesta de fondo, en contraste con la imagen de las dos amigas hechas polvo, mientras las luces del tráfico de Bucarest se reflejan sobre Otilia, y ésta, un segundo antes del fundido a negro, parece girarse y mirar al espectador.
Ciertos momentos del film son dignos de destacar:
-El interminable plano fijo de la cena, las conversaciones, la cara de la chica y sobre todo ese momento en el que suena el teléfono y nadie contesta.
- El periplo final de Otilia intentando rehacerse del feto, con una luz lúgubre, casi negra, que consigue crear una sensación de miedo y tensión brutal.
- Y por último, el plano fijo final: la música y la gente de la fiesta de fondo, en contraste con la imagen de las dos amigas hechas polvo, mientras las luces del tráfico de Bucarest se reflejan sobre Otilia, y ésta, un segundo antes del fundido a negro, parece girarse y mirar al espectador.
8 de febrero de 2008
8 de febrero de 2008
94 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
No recuerdo ahora mismo ninguna película sobre dictaduras en las que en ningún momento se mencione que hay una dictadura, esta película no sólo lo evita sino que lo relega a un segundo plano, dándole un carácter universal. Tampoco logro recordar alguna película que trate el tema del aborto y no pretenda provocar lágrimas. Aquí las lágrimas se paralizan por el terror y la impotencia que destilan sus perturbadoras imágenes.
Con un guión sencillísimo, Mingiu monta una terrible crónica sobre la opresión y el miedo que esta implica, haciendo elipsis de fáciles detalles escabrosos, y no cortándose en mostrar otros. Ignoro dónde radica la frontera entre qué es más correcto, si mostrar o sugerir, pero desde luego, Mingiu la sortea con una precisión pasmosa, ya que el efecto no puede ser más aterrador.
Sin embargo, al contrario que todas las películas de dictaduras, aquí no se pretende relatar lo mal que lo pasaban los habitantes del país afectado, sino que lo que pretende es que hagas tuya su opresión, su miedo, su dolor. Y conmigo lo consigue de sobra. Pero lo que creo que de verdad hace que estas terribles sensaciones las sintamos en nuestras carnes (aparte de una más que notable habilidad de Mingiu para transmitir éstas) es hacer protagonista no a la que tiene el peligro en la chepa, sino a la que le pilla en segundo plano. Es decir, en cierto modo, el personaje más cercano a la condición del espectador.
Ahora bien, esa tensión, que para mí es su mayor baza, aparece claramente desdibujada debido a la intensiva, y a veces más autocomplaciente que efectiva, descripción de ambientes y de sentimientos a través de planos larguísimos, dejándome fuera las más de las veces. Bien es verdad que aparecen pequeños detalles que mantienen vivo el suspense, así como muchos de estos planos, que consiguen transmitirme esa desolación a la que están sometidos los personajes, pero no logran evitar que el conjunto se me haga un tanto frío.
(Al spoiler, no cuento nada)
Con un guión sencillísimo, Mingiu monta una terrible crónica sobre la opresión y el miedo que esta implica, haciendo elipsis de fáciles detalles escabrosos, y no cortándose en mostrar otros. Ignoro dónde radica la frontera entre qué es más correcto, si mostrar o sugerir, pero desde luego, Mingiu la sortea con una precisión pasmosa, ya que el efecto no puede ser más aterrador.
Sin embargo, al contrario que todas las películas de dictaduras, aquí no se pretende relatar lo mal que lo pasaban los habitantes del país afectado, sino que lo que pretende es que hagas tuya su opresión, su miedo, su dolor. Y conmigo lo consigue de sobra. Pero lo que creo que de verdad hace que estas terribles sensaciones las sintamos en nuestras carnes (aparte de una más que notable habilidad de Mingiu para transmitir éstas) es hacer protagonista no a la que tiene el peligro en la chepa, sino a la que le pilla en segundo plano. Es decir, en cierto modo, el personaje más cercano a la condición del espectador.
Ahora bien, esa tensión, que para mí es su mayor baza, aparece claramente desdibujada debido a la intensiva, y a veces más autocomplaciente que efectiva, descripción de ambientes y de sentimientos a través de planos larguísimos, dejándome fuera las más de las veces. Bien es verdad que aparecen pequeños detalles que mantienen vivo el suspense, así como muchos de estos planos, que consiguen transmitirme esa desolación a la que están sometidos los personajes, pero no logran evitar que el conjunto se me haga un tanto frío.
(Al spoiler, no cuento nada)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Con todo, es admirable que un director primerizo logre mostrarnos cómo el miedo puede hacerse el protagonista de nuestro día a día, al estar impuesto por unos cuantos imbéciles que mantienen entre la espada y la pared a todo aquel que logre moverse un milímetro de su ideal de sociedad establecido. La espada: un aborto considerado asesinato, lo cual puede llevar a la cárcel y privar aún más de una libertad ya maltrecha; la pared: dar la vida a la criatura y condenar la propia a la miseria. La única solución posible es la clandestinidad, lo que nos lleva por los lúcidos y terribles derroteros de esta película.
El desarrollo de la película aparece totalmente marcado por la presencia de desconfiar de todo lo que se mueva, de llevar a los personajes a un auténtico viaje hacia el pánico y la desesperanza, del miedo, en definitiva. Y para mitigar este terror y peligro y conseguir la supervivencia, la solución más práctica pero de una rabiosa impotencia, reside en callar. El miedo y el peligro seguirán latentes, pero por lo menos se espantará a esta bestia durante un tiempo. Sí, mejor callar.
El desarrollo de la película aparece totalmente marcado por la presencia de desconfiar de todo lo que se mueva, de llevar a los personajes a un auténtico viaje hacia el pánico y la desesperanza, del miedo, en definitiva. Y para mitigar este terror y peligro y conseguir la supervivencia, la solución más práctica pero de una rabiosa impotencia, reside en callar. El miedo y el peligro seguirán latentes, pero por lo menos se espantará a esta bestia durante un tiempo. Sí, mejor callar.
29 de enero de 2008
29 de enero de 2008
80 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un tipo al que no conoces de nada te habla de principios precisamente en el momento en que has decidido arrojar los tuyos unas horas antes en un sórdido hotel de Bucarest, lo más lógico sería sentir una rabia y una furia incontroladas porque precisamente esos principios que has dejado atrás han hecho saltar las susceptibilidades entre tú y alguien a quien aprecias, logrando cierto distanciamiento y todas aquellas afirmaciones y cuestionamientos que habrías evitado en una situación normal.
Acto seguido, esas susceptibilidades son las que, precisamente, se trasladan a tu punto de mira y te afectan en lo personal por llegar a preguntarte qué sucedería si tu vivieses esa misma situación y como reaccionaría tu entorno, haciendo que las personas que te rodean se sientan identificadas con un dolor que, momentaneamente no padeces, pero ni siquiera saben lo cerca que podría estar.
Mungiu nos guía durante este recorrido repleto de angustia y suspicacias que se levantan como si nada para aquejar a todos aquellos que nos rodean, haciéndonos partícipes de la dura historia de dos muchachas y el aborto que una de ellas quiere que se le practique, y llevándonos por el tortuoso camino de saber como terminará la historia de dos amigas que, quizá no merecieron tal destino.
Entre planos fijos que nos transportan al mismísimo interior de las protagonistas mediante sus gestos, palabras o movimientos, el realizador rumano describe impecablemente una situación cruda como pocas y ante la que más de uno se volvería sin dudarlo un segundo.
La secuencia final y toda esa inquietud generada debido a la empatía que transmite, no sólo el relato, sino también el empuje y aplomo de Otilia por salir adelante en una situación que ella nunca habría querido y que, involuntariamente, ha generado su compañera, dan el punto clave a "4 meses, 3 semanas y 2 días" haciendo de esta cinta un retrato tan sosegado como intenso y maduro cuando requiere serlo, uno de esos relatos que exploran las vertientes más frágiles de las personas y que nos dejan a la deriva en un mar de dudas por saber como discurrirá todo tras lo sucedido. Y por ello resulta magnífica. Magnífica y honesta, muy honesta.
Acto seguido, esas susceptibilidades son las que, precisamente, se trasladan a tu punto de mira y te afectan en lo personal por llegar a preguntarte qué sucedería si tu vivieses esa misma situación y como reaccionaría tu entorno, haciendo que las personas que te rodean se sientan identificadas con un dolor que, momentaneamente no padeces, pero ni siquiera saben lo cerca que podría estar.
Mungiu nos guía durante este recorrido repleto de angustia y suspicacias que se levantan como si nada para aquejar a todos aquellos que nos rodean, haciéndonos partícipes de la dura historia de dos muchachas y el aborto que una de ellas quiere que se le practique, y llevándonos por el tortuoso camino de saber como terminará la historia de dos amigas que, quizá no merecieron tal destino.
Entre planos fijos que nos transportan al mismísimo interior de las protagonistas mediante sus gestos, palabras o movimientos, el realizador rumano describe impecablemente una situación cruda como pocas y ante la que más de uno se volvería sin dudarlo un segundo.
La secuencia final y toda esa inquietud generada debido a la empatía que transmite, no sólo el relato, sino también el empuje y aplomo de Otilia por salir adelante en una situación que ella nunca habría querido y que, involuntariamente, ha generado su compañera, dan el punto clave a "4 meses, 3 semanas y 2 días" haciendo de esta cinta un retrato tan sosegado como intenso y maduro cuando requiere serlo, uno de esos relatos que exploran las vertientes más frágiles de las personas y que nos dejan a la deriva en un mar de dudas por saber como discurrirá todo tras lo sucedido. Y por ello resulta magnífica. Magnífica y honesta, muy honesta.
22 de diciembre de 2007
22 de diciembre de 2007
80 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como si me hubiesen roto lentamente por todas partes, así es como he terminado de ver esta gran película rumana. A medida que avanza te va destrozando con detalles cada vez más "inhumanos" por decir lo de alguna manera, porque son lo más humano posibles... es muy dura de ver y tienes que concenciarte de qué es lo que vas a ver y cómo lo vas a similiar antes de verla.
No sé si ha llegado a los cines de España pero sería una pena que la gente no pudiese apreciar esta obra de arte...
Y además me encontré con una revelación, su protagonista Anamaria Marinca, que además de ser un chica guapísima nos transmite a la perfección todo lo que debe haber sufrido su personaje, que pese a mantenerse en segunda posición respecto al hilo de la historia, es una máquina de tragar marrones.
No sé si ha llegado a los cines de España pero sería una pena que la gente no pudiese apreciar esta obra de arte...
Y además me encontré con una revelación, su protagonista Anamaria Marinca, que además de ser un chica guapísima nos transmite a la perfección todo lo que debe haber sufrido su personaje, que pese a mantenerse en segunda posición respecto al hilo de la historia, es una máquina de tragar marrones.
8 de febrero de 2011
8 de febrero de 2011
42 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si la valiosa película "4 meses, 3 semanas y 2 días" fuera un cuento, Su comienzo podría ser así: "En el tenebroso reino del malvado Ceaucescu...".
Cristian Mungiu nos sorprendío a todos en 2007 con esta fábula inquietante sobre el valor de la amistad (la de Otilia y Gabita) que supera lo imaginable.
A todos nos gustaría tener amigas como Otilia, capaz de arriesgarlo todo, incluso su propia libertad, para ayudar a su insegura e inmadura compañera de cuarto Gabita, víctima propiciatoria en un mundo de lobos como era la Rumanía de los últimos años del "comunismo" -por llamarlo de alguna manera, ya que era una dictadura pura y dura, sin más- del indeseable Ceaucescu.
Personajes de todo tipo -más bien bordes y desagradables- van pasando por la atribulada vida de las dos jóvenes en esos pocos pero funestos días en los que transcurre la acción y en los que Gabita encuentra fuerzas para decidir abortar en un país donde el aborto estaba penado por la Ley.
Gabita, con miedo de casi todo, envía a Otilia a tramitar ese oscuro asunto del aborto ilegal en el tenebroso y gris -no se ve el sol en toda la película- ambiente de una ciudad mediana de la Rumanía de 1987 que recrea magistralmente Mungiu.
Esa falta de luz, ese cielo nublado y plomizo, esa sensación de frío que cala hasta los huesos, esa frialdad de los transeuntes a los que Otilia va preguntando va creando en el espectador el sentimiento de miedo, inseguridad e impotencia que debían sentir los ciudadanos rumanos cada mañana nada más levantarse de la cama.
Sigo en "spoiler"
Cristian Mungiu nos sorprendío a todos en 2007 con esta fábula inquietante sobre el valor de la amistad (la de Otilia y Gabita) que supera lo imaginable.
A todos nos gustaría tener amigas como Otilia, capaz de arriesgarlo todo, incluso su propia libertad, para ayudar a su insegura e inmadura compañera de cuarto Gabita, víctima propiciatoria en un mundo de lobos como era la Rumanía de los últimos años del "comunismo" -por llamarlo de alguna manera, ya que era una dictadura pura y dura, sin más- del indeseable Ceaucescu.
Personajes de todo tipo -más bien bordes y desagradables- van pasando por la atribulada vida de las dos jóvenes en esos pocos pero funestos días en los que transcurre la acción y en los que Gabita encuentra fuerzas para decidir abortar en un país donde el aborto estaba penado por la Ley.
Gabita, con miedo de casi todo, envía a Otilia a tramitar ese oscuro asunto del aborto ilegal en el tenebroso y gris -no se ve el sol en toda la película- ambiente de una ciudad mediana de la Rumanía de 1987 que recrea magistralmente Mungiu.
Esa falta de luz, ese cielo nublado y plomizo, esa sensación de frío que cala hasta los huesos, esa frialdad de los transeuntes a los que Otilia va preguntando va creando en el espectador el sentimiento de miedo, inseguridad e impotencia que debían sentir los ciudadanos rumanos cada mañana nada más levantarse de la cama.
Sigo en "spoiler"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esta brillante obra de arte acaba de forma abrupta, sin nigún adorno ni artificio.
En definitiva, acaba de la misma forma en la que vivían los rumanos en los ochenta. Austeridad absoluta, instinto de supervivencia y superación de los traumas por la vía del olvido motivado. La última frase de Otilia a Gabita lo dice todo. Cuando ésta le pregunta si ha enterrado a "su hijo" Otilia le mira fijamente a los ojos y le dice:
-No vamos a volver a hablar de este tema nunca...
En definitiva, acaba de la misma forma en la que vivían los rumanos en los ochenta. Austeridad absoluta, instinto de supervivencia y superación de los traumas por la vía del olvido motivado. La última frase de Otilia a Gabita lo dice todo. Cuando ésta le pregunta si ha enterrado a "su hijo" Otilia le mira fijamente a los ojos y le dice:
-No vamos a volver a hablar de este tema nunca...
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