Una mujer bajo la influencia
1974 

7.6
5,722
Drama
Nick (Peter Falk) tiene que cargar con la responsabilidad de cuidar a su mujer (Gena Rowlands) que padece inestabilidad emocional. Lucha sin descanso para mantener un ambiente de normalidad a pesar del anormal comportamiento de su mujer; sin embargo, llega un momento en que la situación afecta a sus hijos, de modo que no tendrá más remedio que tomar ciertas medidas. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2009
9 de abril de 2009
109 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniendo como marco una América convulsa, en la que las masas de jóvenes habían perdido el ánimo épico y heroico de preguerra que fue convertido en repulsa antibélica, Cassavetes inicia su guerra particular contra la industria hollywoodense, cuando ésta pretendió boicotear su trabajo negándose a distribuir y exhibir A woman under the influence.
Reunir un grupo de amigos, entre profesionales y familiares del equipo, y recaudaciones abiertas al pública, entre las que se recuerda una hecha por radio en la que prometía "un cine como tu vida", fueron los pasos determinantes para que Cassavetes no se doblegara ante el boicoteo y finalmente cree su propia compañía distribuidora para entregarle, al menos, a una pequeña parte del mundo su obra.
En A woman under the influence, el mentor del cine independiente americano, por encima de nuestra voluntad, nos coloca en el lugar de un simple voyeurista que tiene en su objetivo el posible hogar de una familia vecina de clase media, con una vista más que privilegiada; nos introduce a los lazos y nudos que unen y obstruyen la comunicación entre mujer y marido, madre e hijos, hijos y padre.
La actuación de Gena Rowlands en el papel de madre y mujer con claras muestras de desequilibro emocional es fantástica, desbordante, desquiciante y finalmente inquietante, tanto por el lado oral, el gestual y la excelente dinámica corporal. A ésta se suman los trabajos también notables de Peter Falk, en el papel de marido delirante y padre frustrado, los abuelos unas veces desatinados y otras tantas también desequilibrados, y la labor de los niños, quienes al fin y al cabo son los más cuerdos dentro de la caótica familia.
Ayudan en gran parte al resultado los planos utilizados por Cassavetes, totalmente desprovistos de paisajes grandilocuentes o escenarios pomposos, que reemplaza por encuadres cerrados en los que prevalecen los rostros, las miradas, las muecas, los ademanes por encima de todo lo demás.
El aspecto sonoro juega también un papel sumamente relevante, puesto que complementa el lenguaje visual y nos envuelve en las distintas atmósferas de las situaciones que en conjunto denotan la condición de esta familia. Resulta especialmente entrañable el uso de sinfonías orquestales para los momentos de intensidad y las piezas de jazz para los de placidez.
Reunir un grupo de amigos, entre profesionales y familiares del equipo, y recaudaciones abiertas al pública, entre las que se recuerda una hecha por radio en la que prometía "un cine como tu vida", fueron los pasos determinantes para que Cassavetes no se doblegara ante el boicoteo y finalmente cree su propia compañía distribuidora para entregarle, al menos, a una pequeña parte del mundo su obra.
En A woman under the influence, el mentor del cine independiente americano, por encima de nuestra voluntad, nos coloca en el lugar de un simple voyeurista que tiene en su objetivo el posible hogar de una familia vecina de clase media, con una vista más que privilegiada; nos introduce a los lazos y nudos que unen y obstruyen la comunicación entre mujer y marido, madre e hijos, hijos y padre.
La actuación de Gena Rowlands en el papel de madre y mujer con claras muestras de desequilibro emocional es fantástica, desbordante, desquiciante y finalmente inquietante, tanto por el lado oral, el gestual y la excelente dinámica corporal. A ésta se suman los trabajos también notables de Peter Falk, en el papel de marido delirante y padre frustrado, los abuelos unas veces desatinados y otras tantas también desequilibrados, y la labor de los niños, quienes al fin y al cabo son los más cuerdos dentro de la caótica familia.
Ayudan en gran parte al resultado los planos utilizados por Cassavetes, totalmente desprovistos de paisajes grandilocuentes o escenarios pomposos, que reemplaza por encuadres cerrados en los que prevalecen los rostros, las miradas, las muecas, los ademanes por encima de todo lo demás.
El aspecto sonoro juega también un papel sumamente relevante, puesto que complementa el lenguaje visual y nos envuelve en las distintas atmósferas de las situaciones que en conjunto denotan la condición de esta familia. Resulta especialmente entrañable el uso de sinfonías orquestales para los momentos de intensidad y las piezas de jazz para los de placidez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una mujer con la facilidad de desplegar su interior mediante su comportamiento, de comprender y de ser comprendida por los niños, pero a la que le cuesta adaptarse a las pautas de la vida adulta en sociedad, y un marido obrero de carácter prepotente que no tiene mayor dificultad para lograr amistades y reunir a 60 personas en su casa pequeña, pero que su lenguaje no conecta con el de sus hijos, quienes no lo entienden y a quienes no sabe comprender, son el eje sobre el cual gira este filme.
El cine de Cassavetes está caracterizado por la libertad de sus actores. "Necesito que lo destruyan, que se hagan daño", escribió él mismo sobre su cine. Razón por la cual escribía y reescribía sus guiones tras cada ensayo, para alcanzar y atrapar la espontaneidad, la naturalidad y, sobre todo, la verdad que iba surgiendo tras cada exploración a la que sometía a sus actores. Es por ello que incluso hasta ahora se rumorea la falsa concepción de que su cine es producto de la "improvisación": parece la vida misma.
"Nunca diré que lo que hago es entretenimiento. Es investigación, exploración (...) Una buena película te planteará interrogantes que nadie te ha planteado antes, sobre cada día de tu vida. Una película es una investigación sobre la vida, sobre lo que somos."
En esencia, Cassavetes no filma historias, sino estados de ánimo.
El cine de Cassavetes está caracterizado por la libertad de sus actores. "Necesito que lo destruyan, que se hagan daño", escribió él mismo sobre su cine. Razón por la cual escribía y reescribía sus guiones tras cada ensayo, para alcanzar y atrapar la espontaneidad, la naturalidad y, sobre todo, la verdad que iba surgiendo tras cada exploración a la que sometía a sus actores. Es por ello que incluso hasta ahora se rumorea la falsa concepción de que su cine es producto de la "improvisación": parece la vida misma.
"Nunca diré que lo que hago es entretenimiento. Es investigación, exploración (...) Una buena película te planteará interrogantes que nadie te ha planteado antes, sobre cada día de tu vida. Una película es una investigación sobre la vida, sobre lo que somos."
En esencia, Cassavetes no filma historias, sino estados de ánimo.
16 de enero de 2007
16 de enero de 2007
105 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento parte de una buena idea, la vida de una familia de clase media sumergida en la locura creciente de la madre. El tratamiento es directo y diáfano, cargado de realismo, sin caer en ningún momento ni en la autocensura edulcorante ni en el morbo tramposo. Gena Rowlands esta perfecta en un papel que no es precisamente fácil y Peter Falk, aunque a veces sobreactúa, tampoco lo hace mal.
Pese a todo, la película no acaba de cuajar. Creo que tiene todas las bazas para ser una obra maestra pero el visionado se me hizo pesado, incluso desesperante. Las reacciones de los personajes van y vienen de forma absurda, lo cual he de reconocer que encaja perfectamente con la historia que cuentan, pero desesperan. No sé como explicarlo, es una de esas películas en las que te gustaría entrar en la pantalla y emprenderla a patadas con todos (especialmente con las abuelas, que aquí ejercen un papel de metepatas absurdo).
El matrimonio...ahora te digo que te quiero, ahora te grito, ahora nos abrazamos, ahora nos liamos a golpes... quizás ese estilo tan “realista” agradecería un montaje un poco más “artificial”.
Al final te quedas con que tenías que verla, que lo que cuenta consigue tocarte la fibra, pero que en ningún momento te ha enganchado. Como si acabases de ver un montón de material sin montar para un documental sobre el tema.
Pese a todo, la película no acaba de cuajar. Creo que tiene todas las bazas para ser una obra maestra pero el visionado se me hizo pesado, incluso desesperante. Las reacciones de los personajes van y vienen de forma absurda, lo cual he de reconocer que encaja perfectamente con la historia que cuentan, pero desesperan. No sé como explicarlo, es una de esas películas en las que te gustaría entrar en la pantalla y emprenderla a patadas con todos (especialmente con las abuelas, que aquí ejercen un papel de metepatas absurdo).
El matrimonio...ahora te digo que te quiero, ahora te grito, ahora nos abrazamos, ahora nos liamos a golpes... quizás ese estilo tan “realista” agradecería un montaje un poco más “artificial”.
Al final te quedas con que tenías que verla, que lo que cuenta consigue tocarte la fibra, pero que en ningún momento te ha enganchado. Como si acabases de ver un montón de material sin montar para un documental sobre el tema.
12 de diciembre de 2008
12 de diciembre de 2008
40 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la historia de una mujer a la que se acercan los niños. Su reino es el de ellos. Y es desde ese reino desde el cual el personaje central de esta película es desbordada continuamente por sus emociones. Esas que la precipitan continuamente hacia quienes la rodean sin cálculo alguno.
No es una mujer que pertenezca a este mundo. Y las temperaturas que oscilan en ella terminan por chocar con la tibieza de este mundo. Porque a Mabel le tocó vivir en un mundo tibio. Un mundo que tiene miedo de bailar o de gritar porque sí, o de imitar la muerte de un cisne mientras se ríe y se juega pues se sabe que a esa muerte a de seguirle una vida distinta.
Cassavetes construye así en esta película un retrato maravilloso. Y, a pesar de lo dispersa que pueda parecer a primera vista esta película, este director le otorga una dirección precisa, un sentido que se construye a través de los otros personajes que aparecen en el film: un marido que lucha por dominar el amor que siente por su mujer mientras lucha con su propia inestabilidad, un par de abuelas que ejercen una extraña fuerza en la pareja, tres hijos que parecen ser los únicos que desempeñan un papel más apegado a lo que entendemos por realidad.
Cassavetes nos muestra así a sus personajes como si no tuviesen piel para cubrir sus emociones. Y propone con esto el cuestionamiento constante sobre la necesidad de cubrirlos, de ocultarlos. Mabel debe aprender a no emocionarse demasiado. Nada de emociones, le enseñan. Conversar por conversar, le dicen. Sólo eso. Hablar sobre el tiempo… ¿cómo estás?... Eso es todo.
Pero ya dijimos que esta es una historia de una mujer a la que se acercan los niños. Y esta mujer no sabe entibiar sus emociones. No puede preocuparse por contenerse a sí misma. Y es por eso una mujer que impulsa a ser amada. Y por amarla es que duda su marido y dudamos también algunos espectadores cuando ella viene con su desequilibrio lleno de vida y nos invita a bailar.
¿Y saben una cosa?
Dejémosla bailar.
Y aceptemos esa invitación a morir dulcemente en ese baile, y a sentir el placer de levantarse suavemente luego que cese la música.
No es una mujer que pertenezca a este mundo. Y las temperaturas que oscilan en ella terminan por chocar con la tibieza de este mundo. Porque a Mabel le tocó vivir en un mundo tibio. Un mundo que tiene miedo de bailar o de gritar porque sí, o de imitar la muerte de un cisne mientras se ríe y se juega pues se sabe que a esa muerte a de seguirle una vida distinta.
Cassavetes construye así en esta película un retrato maravilloso. Y, a pesar de lo dispersa que pueda parecer a primera vista esta película, este director le otorga una dirección precisa, un sentido que se construye a través de los otros personajes que aparecen en el film: un marido que lucha por dominar el amor que siente por su mujer mientras lucha con su propia inestabilidad, un par de abuelas que ejercen una extraña fuerza en la pareja, tres hijos que parecen ser los únicos que desempeñan un papel más apegado a lo que entendemos por realidad.
Cassavetes nos muestra así a sus personajes como si no tuviesen piel para cubrir sus emociones. Y propone con esto el cuestionamiento constante sobre la necesidad de cubrirlos, de ocultarlos. Mabel debe aprender a no emocionarse demasiado. Nada de emociones, le enseñan. Conversar por conversar, le dicen. Sólo eso. Hablar sobre el tiempo… ¿cómo estás?... Eso es todo.
Pero ya dijimos que esta es una historia de una mujer a la que se acercan los niños. Y esta mujer no sabe entibiar sus emociones. No puede preocuparse por contenerse a sí misma. Y es por eso una mujer que impulsa a ser amada. Y por amarla es que duda su marido y dudamos también algunos espectadores cuando ella viene con su desequilibrio lleno de vida y nos invita a bailar.
¿Y saben una cosa?
Dejémosla bailar.
Y aceptemos esa invitación a morir dulcemente en ese baile, y a sentir el placer de levantarse suavemente luego que cese la música.
1 de julio de 2011
1 de julio de 2011
31 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un espectador bajo la influencia. Una mujer y su demencia. Vemos cambios, golpes mejor dicho, sobre los estados de ánimo de los personajes y ritmo de las situaciones (y su tensión), tan bruscos y tan aparentemente injustificados, que solo pueden estar extraídos de la realidad y su falta de sentido. Un envoltorio considerable de material improvisado envuelve la médula de los personajes protagonistas (fabulosa batalla!), interpretaciones muy honradas ante el objetivo, logrando una fuerte unión con el actor. Situaciones mágicas entremezclan elementos cómicos rozando una y otra vez con lo dramático-desesperado, generadas por larguísimos planos secuencia, aderezados con calculados tics de cámara, que va persiguiendo incansable a los sujetos sobre la escena. La casa donde sucede casi todo, sus estancias, terminan resultando misteriosamente familiares. Salvajismo doméstico y rizado cariño al borde de una locura rica en muecas y admirablemente interpretada por una histriónica Gena Rowlands. Puede que sobren minutos, posiblemente por culpa de un montaje demasiado esponjoso, aunque igualmente puede tratarse de algo deliverado. Sea como sea, la sensación de sinceridad que deja película es extraordinaria, un director audaz y con identidad; "Necesito que lo destruyan, que se hagan daño".
21 de septiembre de 2011
21 de septiembre de 2011
31 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Nicholas Cassavetes, (el hombre que ha sido considerado el fundador de lo que una vez fue y que hoy continua llamándose “cine independiente”), director y guionista de este film, sumerge al espectador casi poniéndolo en el rol de confidente, en lo más intimo de una familia de clase media de la década de los 70’s. En esta casa pequeña, vive una familia de 5 personas, el padre (Nick) un obrero de ascendencia italiana, la madre (Mabel) ama de casa, hermosa y de mediana edad, y los hijos; una niña y dos niños pequeños. Cronológicamente, Cassavets nos ubica en un punto medio de la historia, ya iniciada, donde desconocemos relatos del pasado. La historia arranca con una madre ama de casa, sola, triste, un poco nerviosa (como mas adelante la describiera uno de sus hijos) y a la espera de un poco de tiempo y atención por parte de su marido, el cual se dedica de forma responsable a su trabajo y comparte con sus amigos. Cassavetes desarrolla la historia en pocos actos (quizás 4 o 5), en los primeros se nos muestra de forma desprevenida, a esta mujer insegura que busca aceptación y amor, y a su dedicado y amoroso esposo tratando de protegerla, comprenderla, donde uno (ese espectador, espía y confidente), no logra tomar partido, viendo la fragilidad y el dolor de esta pareja. Sin embargo, al trascurrir la historia, en el pasar de los actos y con tan solo este presente (largo y detallado por este director), Cassavets nos pone sobre la mesa más realidades de esta pareja, enfatizando en poner al desnudo a esta mujer, y como sus hijos sin ser sujetos tácitos, la presencian. Y es que en este punto de la historia, no logro coincidir con la sinopsis ni con la crítica especializada presente en este post. Si bien es cierto, que no hay que dudar del amor en esta pareja y familia, Nick evoluciona (más bien, Cassavetes presenta su otro lado) hasta su macho más básico y troglodita, manifestando la imposición, la fuerza y la violencia hacia su esposa, quien solo quiere la aceptación de su marido y de sus amigos, quien solo quiere ser la mejor ama de casa, la amada de su esposo, la mejor mamá, la mujer más simpática, que no sabe otra cosa más que pedir disculpas, pedir permiso para ser ella misma... y ella sabe quién es, lo que quiere y lo que busca, su espíritu es libre pero ella no puede serlo, quizás por ello su sueño, añoranza o lo más cercano a su emancipación es ese sumergimiento introspectivo a la voz del “lago de los cisnes”. Pero sería injusto “echarle toda el agua sucia” al esposo, pues como adicionales vemos a su familia uniéndose al corito unísono que dice: siéntate, cállate, deberías, suficiente…(!).
(por espacio sigo en el spoiler)
(por espacio sigo en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mabel prisionera de todos, de los amigos de Nick y de él, de su familia (es que incluso en una ocasión le pide a su papá que la proteja cuando es violentada por su marido, y su papá no hace nada), es ese retrato que Cassavetes nos muestra de una mujer cautiva, frágil, pero llena de amor que nos conquista, donde sí bien se quiere mostrar o hacer parecer a la mujer como la que ha perdido la razón, en realidad, más turbado está su alrededor, en donde solo los niños con su ingenuidad, transparencia y amor, contemplan a su mamá como ese ser bello, frágil y amoroso que es.
No haría falta (y es que me resulta casi imposible) contar en más palabras lo que es la película: pocos actos bien detallados (que para mí no fueron demasiado largos), con una carga soberbia de dramatismo y sentimientos, con una cámara que responde a lo que quiere el observador, rostros muchos rostros… sin adornos de escenografía, ni de banda sonora. Así de simple pero contundente.
Como toda película o relato, desde que empieza esta destinado a alcanzar su final. Lo que aquí se podría suponer como el final de la película, no es complaciente, pero sí realista (pese a que sea un retrato de los 70’s, creo que la historia continua vigente aún sin importar estrato socioeconómico o alcances profesionales, aún hay mujeres sometidas por la sociedad y la familia) . Y me atrevo a categorizar de “supuesto ” al final, ya que es una historia (tal cual como hoy en día, repito) que se repite, no acabada.
Para mí Gena Rowlands, queda en la memoria y en el corazón con este papel, donde se ve menos tímida ya mucho más atrevida. Me encantó todo el desarrollo de su personaje, su rostro, el movimiento de sus manos, sus gestos…y eternas esas escenas de maternidad, son desgarradoras.
No haría falta (y es que me resulta casi imposible) contar en más palabras lo que es la película: pocos actos bien detallados (que para mí no fueron demasiado largos), con una carga soberbia de dramatismo y sentimientos, con una cámara que responde a lo que quiere el observador, rostros muchos rostros… sin adornos de escenografía, ni de banda sonora. Así de simple pero contundente.
Como toda película o relato, desde que empieza esta destinado a alcanzar su final. Lo que aquí se podría suponer como el final de la película, no es complaciente, pero sí realista (pese a que sea un retrato de los 70’s, creo que la historia continua vigente aún sin importar estrato socioeconómico o alcances profesionales, aún hay mujeres sometidas por la sociedad y la familia) . Y me atrevo a categorizar de “supuesto ” al final, ya que es una historia (tal cual como hoy en día, repito) que se repite, no acabada.
Para mí Gena Rowlands, queda en la memoria y en el corazón con este papel, donde se ve menos tímida ya mucho más atrevida. Me encantó todo el desarrollo de su personaje, su rostro, el movimiento de sus manos, sus gestos…y eternas esas escenas de maternidad, son desgarradoras.
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