La verdad
2019 

6.0
2,153
Drama
Fabienne es una de las grandes estrellas del cine francés, una actriz que reina entre los hombres que la aman y admiran, pero en su mundo interior tiene grandes conflictos con Lumir, su hija. Lumir viaja con su marido e hija a París cuando se publican las memorias de su madre. El encuentro no tardará en convertirse en enfrentamiento: se revelarán verdades, se ajustarán cuentas, se hablará de amor y de resentimiento. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2019
28 de diciembre de 2019
28 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me ocurre muy a menudo, pero al término de la proyección dudaba si inclinarme a recomendarla (con cierta benevolencia) o desecharla. Finalmente, me decidí por la segunda opción. Hay factores en ella que están cuidados pero no por ello salvan la película, cuyo principales lastres son es el tedio y su frialdad. Yo al menos salí tal y como entré. Es cierto que hay plasticidad en algunas de sus imágenes, algunos diálogos recurrentes y que, sobre todo el trabajo de sus actrices es correcto, pero no sentí absolutamente nada. No hay ni altos ni bajos y todo es monocorde, como un encefalograma plano. Tampoco esperaba en ningún momento un estallido ni de drama ni de comedia, pero sí alguna progresión de sus personajes, cosa que no ocurre, y eso me ha impedido su disfrute.
Ahora pasaremos al espacio del “spoiler,” pero en definitiva, “La verdad” forma parte de esos títulos con que la crítica se vuelca, quizás porque su director, Hirokazu Koreeda, viene precedido de algunos éxitos en festivales de prestigio como Cannes, donde consiguió la codiciada Palma de oro entre otros premios, Venecia, Valladolid o San Sebastián y nadie se atreve a darle ni un tironcito de orejas, cosa que le vendría bien, para que no se duerma en el trono donde está bien protegido.
Ahora pasaremos al espacio del “spoiler,” pero en definitiva, “La verdad” forma parte de esos títulos con que la crítica se vuelca, quizás porque su director, Hirokazu Koreeda, viene precedido de algunos éxitos en festivales de prestigio como Cannes, donde consiguió la codiciada Palma de oro entre otros premios, Venecia, Valladolid o San Sebastián y nadie se atreve a darle ni un tironcito de orejas, cosa que le vendría bien, para que no se duerma en el trono donde está bien protegido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER
Los conflictos familiares son del gusto de su director y también guionista Hirokazu Koreeda. Aquí tiene la oportunidad de plantear el mundo de madre- hija, con la ventaja de que la madre es una actriz de renombre y puede pasar también de la vida cotidiana al rodaje- mundo de ficción. Además, su protagonista, la actriz, acaba de escribir un libro autobiográfico, “La verdad”, donde precisamente no cuenta nada que sea real.
Su hija acaba de venir de Nueva York con su pareja, un actor de segunda clase en espera de su oportunidad, aficionado a la bebida, y su pequeña nieta.
Estos ingredientes, mil veces vistos y tratados, aquí se desplazan como agua y aceite. Jamás se logran entremezclar, cada cosa va por su lado y, a medida que se avanza, estas relaciones parecen estancadas en el mismo espacio, aburriendo al espectador, porque son seres anodinos, sin enjundia.
Deneuve, con extraños problemas de movilidad antes de su ictus en la vida real, no termina de desmelenarse por mucho que se cepille su cabellera en el film, aunque demuestre su indudable capacidad para estar frente a una cámara. Eso es innegable. Hay momentos en que parece que se va a transformar en Gloria Swanson en “El crepúsculo de los dioses” o en Valentina Cortese en “La noche americana”, pero no ocurre. Tampoco se trata de una especie de “Sonata de otoño”. Simplemente es una actriz, cercana a lo que es una mentirosa compulsiva y egocéntrica, sin más.
Juliette Binoche es su hija, su nexo con el mundo exterior, la que resquebraja la burbuja que se ha creado Fabienne, su madre. Hacía tiempo que no veíamos a una Binoche que recurría a sus infalibles resortes para salvar su trabajo, puede que porque se sintiera muy insegura con un personaje tan endeble o con un director que no sabía extraer de ella lo suficiente. El caso es que ella, también dominadora de su arte, logra sacar a flote un trabajo que otras no hubieran podido. Binoche ya ha demostrado a lo largo de su carrera, que cuando tiene un personaje como Dios manda, logra estar estupenda y bella, muy bien maquillada para parecer no que no lo está, lo que le da mayor naturalidad. Y se nota que incluso tira de su compañero, Ethan Hawke para que no se sienta “vendido”. Pero el caso es que en el film está casi de pegote. Sus incursiones en el cine europeo, será para darle un toque exótico a su filmografía, aún no han dado en el clavo, y es que un actor más adulto, con aroma de “perdedor”, hubiera sido más apropiado.
Las actrices de reparto funcionan, están bien, sobre todo Manon Clavel. Pero ahí queda en plato fuerte. El resto del equipo solventa y punto, sobre todo en su banda sonora, al principio casi inexistente y ya, en su parte final se le da más importancia, está más presente. Me da la impresión de que lo que el guión no podía dar, se confió a su música y a las preciosas tomas del jardín de Fabienne.
En definitiva, al menos para mí, “La verdad” se queda como un “correcto” film fallido. No hay nada en ella que sea irritante, pero tampoco nada que te invite a sentirla. Una oportunidad perdida, con un reparto desperdiciado y un argumento que podía haber contado muchas cosas, tanto a nivel de sentimientos o para desmitificar el mundo del cine. El sacar a un director de su mundo, sea en una Francia deseosa de encontrar autores o en Hollywood, tiene, a veces sus consecuencias.
Los conflictos familiares son del gusto de su director y también guionista Hirokazu Koreeda. Aquí tiene la oportunidad de plantear el mundo de madre- hija, con la ventaja de que la madre es una actriz de renombre y puede pasar también de la vida cotidiana al rodaje- mundo de ficción. Además, su protagonista, la actriz, acaba de escribir un libro autobiográfico, “La verdad”, donde precisamente no cuenta nada que sea real.
Su hija acaba de venir de Nueva York con su pareja, un actor de segunda clase en espera de su oportunidad, aficionado a la bebida, y su pequeña nieta.
Estos ingredientes, mil veces vistos y tratados, aquí se desplazan como agua y aceite. Jamás se logran entremezclar, cada cosa va por su lado y, a medida que se avanza, estas relaciones parecen estancadas en el mismo espacio, aburriendo al espectador, porque son seres anodinos, sin enjundia.
Deneuve, con extraños problemas de movilidad antes de su ictus en la vida real, no termina de desmelenarse por mucho que se cepille su cabellera en el film, aunque demuestre su indudable capacidad para estar frente a una cámara. Eso es innegable. Hay momentos en que parece que se va a transformar en Gloria Swanson en “El crepúsculo de los dioses” o en Valentina Cortese en “La noche americana”, pero no ocurre. Tampoco se trata de una especie de “Sonata de otoño”. Simplemente es una actriz, cercana a lo que es una mentirosa compulsiva y egocéntrica, sin más.
Juliette Binoche es su hija, su nexo con el mundo exterior, la que resquebraja la burbuja que se ha creado Fabienne, su madre. Hacía tiempo que no veíamos a una Binoche que recurría a sus infalibles resortes para salvar su trabajo, puede que porque se sintiera muy insegura con un personaje tan endeble o con un director que no sabía extraer de ella lo suficiente. El caso es que ella, también dominadora de su arte, logra sacar a flote un trabajo que otras no hubieran podido. Binoche ya ha demostrado a lo largo de su carrera, que cuando tiene un personaje como Dios manda, logra estar estupenda y bella, muy bien maquillada para parecer no que no lo está, lo que le da mayor naturalidad. Y se nota que incluso tira de su compañero, Ethan Hawke para que no se sienta “vendido”. Pero el caso es que en el film está casi de pegote. Sus incursiones en el cine europeo, será para darle un toque exótico a su filmografía, aún no han dado en el clavo, y es que un actor más adulto, con aroma de “perdedor”, hubiera sido más apropiado.
Las actrices de reparto funcionan, están bien, sobre todo Manon Clavel. Pero ahí queda en plato fuerte. El resto del equipo solventa y punto, sobre todo en su banda sonora, al principio casi inexistente y ya, en su parte final se le da más importancia, está más presente. Me da la impresión de que lo que el guión no podía dar, se confió a su música y a las preciosas tomas del jardín de Fabienne.
En definitiva, al menos para mí, “La verdad” se queda como un “correcto” film fallido. No hay nada en ella que sea irritante, pero tampoco nada que te invite a sentirla. Una oportunidad perdida, con un reparto desperdiciado y un argumento que podía haber contado muchas cosas, tanto a nivel de sentimientos o para desmitificar el mundo del cine. El sacar a un director de su mundo, sea en una Francia deseosa de encontrar autores o en Hollywood, tiene, a veces sus consecuencias.
26 de diciembre de 2019
26 de diciembre de 2019
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminamos el año a lo grande con una de los estrenos que más he disfrutado del año. "La verdad" que viene precedida por unas críticas buenas pero más bien tibias que he leído detenidamente y bueno, qué pasa, ¿que tiene que haber escena de gritos y llantos para encumbra a una película? A mí no me hacen falta estos artilugios baratos y para mi gusto es una de las mejores películas del año.
No conozco mucho al director Koreeda, más que su magnífico debut "After Life" y sus dos películas recientes más conocidas, "De tal padre, tal hijo" y "Un asunto de familia", que me dieron más frío que calor. Así que no se me puede acusar de ánimo parcial a la hora de ver este su experimento por el cine francés, donde continúa explorando sus temas familiares de la mano de las estupendas Catherine Deneuve y Juliette Binoche.
Supongamos que la verdad objetiva es un rayo de luz que nos llega a través de un prisma de múltiples facetas ¿Cuál de los rayos de luz refractados es la verdad? Todos y ninguno. Esto es lo que viene a recordarnos esta película, que la memoria es muy engañosa y la de cada uno es una faceta más de ese prisma que nos separa de la verdad.
Este problema de la verdad es el corazón del conflicto de la principal pareja madre-hija de la película: Fabienne (Deneuve) madre/actriz en avanzado proceso de normadesmondizacion y Lumir (Binoche) hija/guionista, que como su propio nombre indica es la máxima interesada en conocer la luz. Las profesiones de ambas proporcionan el contexto de la película, el mundo del cine. Ya sabemos que el metacine ofrece oportunidades únicas para dar fuerza de palanca a una idea, y esta vez no se desaprovechan.
Gracias al cine el tema madre-hija se ramifica porque (y os podéis saltar este párrafo ya que puede dar dolor de cabeza) Fabienne está rodando una película cuyo argumento básico es el de Interstellar. En esa película hay una madre que gracias a efectos relativísticos no envejece, así que mantiene su mediana edad mientras su hija pasa por cuatro edades: niña, adolescente, adulta y anciana, cada una interpretada por actrices distintas, siendo la más vieja Fabienne. Así que en las escenas de Fabienne los papeles madre-hija invierten la relación de edades natural. Además, la actriz que interpreta a la madre en la película de ciencia-ficción es Manon (interpretada de forma radiante por Manon Clavel, con lo que tanto actriz como personaje/actriz se llaman como la hija de una de las películas más míticas del cine francés, "El manantial de las colinas") y todo el mundo dice que recuerda a una mítica actriz del pasado, Sarah, sombra misteriosa que rivalizaba con Fabienne no solo en la profesión sino también ejerciendo de madre supletoria de Lumir cuando Fabienne no estaba. Y además, Lumir tiene una hija pequeña que quiere o dice que quiere ser actriz y se parece a Fabienne. Ya podéis suponer la cantidad de proyecciones, reflexiones y refracciones que pueden suceder con este panorama. Hasta en IMDb se han liado y en el resumen llaman Catherine a su personaje Fabienne y cambian su rol dentro la película de ciencia-ficción de hija a madre. Ya lo rectificarán.
Quedan en segundo plano los hombres, encabezados por Ethan Hawke en un papel de buen padre que conoce al dedillo pero no por ello deja de maravillarnos. Es que es muy grande Ethan Hawke. Pues eso, que los hombres quedan en segundo plano pero engrasando muy bien la película. Son hombres buenos, escuchan, admiten sus errores y no quieren tener siempre la razón. Un poco de ciencia-ficción también es la película.
En definitiva, una genialidad de película sencilla e impresionista que me ha hecho llorar sin que hubiera escenas de gritos y llantos, en plan síndrome de Stendhal de baja intensidad. Obviamente esto es muy personal y no aseguro la lagrimilla al verla, pero aún así espero que guste a más gente. Y si no pues nada, me la quedo para mí solo, ja!
Hay un paseo con perro.
Gustará a: actrices, Max von Mayerling, Muten Rōshi
No gustará a: biógrafos, alcohólicos, Brigitte Bardot
No conozco mucho al director Koreeda, más que su magnífico debut "After Life" y sus dos películas recientes más conocidas, "De tal padre, tal hijo" y "Un asunto de familia", que me dieron más frío que calor. Así que no se me puede acusar de ánimo parcial a la hora de ver este su experimento por el cine francés, donde continúa explorando sus temas familiares de la mano de las estupendas Catherine Deneuve y Juliette Binoche.
Supongamos que la verdad objetiva es un rayo de luz que nos llega a través de un prisma de múltiples facetas ¿Cuál de los rayos de luz refractados es la verdad? Todos y ninguno. Esto es lo que viene a recordarnos esta película, que la memoria es muy engañosa y la de cada uno es una faceta más de ese prisma que nos separa de la verdad.
Este problema de la verdad es el corazón del conflicto de la principal pareja madre-hija de la película: Fabienne (Deneuve) madre/actriz en avanzado proceso de normadesmondizacion y Lumir (Binoche) hija/guionista, que como su propio nombre indica es la máxima interesada en conocer la luz. Las profesiones de ambas proporcionan el contexto de la película, el mundo del cine. Ya sabemos que el metacine ofrece oportunidades únicas para dar fuerza de palanca a una idea, y esta vez no se desaprovechan.
Gracias al cine el tema madre-hija se ramifica porque (y os podéis saltar este párrafo ya que puede dar dolor de cabeza) Fabienne está rodando una película cuyo argumento básico es el de Interstellar. En esa película hay una madre que gracias a efectos relativísticos no envejece, así que mantiene su mediana edad mientras su hija pasa por cuatro edades: niña, adolescente, adulta y anciana, cada una interpretada por actrices distintas, siendo la más vieja Fabienne. Así que en las escenas de Fabienne los papeles madre-hija invierten la relación de edades natural. Además, la actriz que interpreta a la madre en la película de ciencia-ficción es Manon (interpretada de forma radiante por Manon Clavel, con lo que tanto actriz como personaje/actriz se llaman como la hija de una de las películas más míticas del cine francés, "El manantial de las colinas") y todo el mundo dice que recuerda a una mítica actriz del pasado, Sarah, sombra misteriosa que rivalizaba con Fabienne no solo en la profesión sino también ejerciendo de madre supletoria de Lumir cuando Fabienne no estaba. Y además, Lumir tiene una hija pequeña que quiere o dice que quiere ser actriz y se parece a Fabienne. Ya podéis suponer la cantidad de proyecciones, reflexiones y refracciones que pueden suceder con este panorama. Hasta en IMDb se han liado y en el resumen llaman Catherine a su personaje Fabienne y cambian su rol dentro la película de ciencia-ficción de hija a madre. Ya lo rectificarán.
Quedan en segundo plano los hombres, encabezados por Ethan Hawke en un papel de buen padre que conoce al dedillo pero no por ello deja de maravillarnos. Es que es muy grande Ethan Hawke. Pues eso, que los hombres quedan en segundo plano pero engrasando muy bien la película. Son hombres buenos, escuchan, admiten sus errores y no quieren tener siempre la razón. Un poco de ciencia-ficción también es la película.
En definitiva, una genialidad de película sencilla e impresionista que me ha hecho llorar sin que hubiera escenas de gritos y llantos, en plan síndrome de Stendhal de baja intensidad. Obviamente esto es muy personal y no aseguro la lagrimilla al verla, pero aún así espero que guste a más gente. Y si no pues nada, me la quedo para mí solo, ja!
Hay un paseo con perro.
Gustará a: actrices, Max von Mayerling, Muten Rōshi
No gustará a: biógrafos, alcohólicos, Brigitte Bardot
28 de diciembre de 2019
28 de diciembre de 2019
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo debo de estar volviéndome muy rarita, porque he salido de la película cómo he entrado porque el argumento es en si un spoiler porque sencillamente no pasa nada más. No entiendo la profundidad que le otorgan algunos críticos.
Si lo que pretende el director es mostrarnos a dos grandes actrices, pues entonces prueba conseguida.
Me ha gustado mucho las interpretaciones de ellas, pero la historia no es más que el argumento de la película, no pasa más que ellas sacando el pasado que las une como madre e hija y poco más, ni siquiera son unos grandes diálogos, ni siquiera provocan sonrisa, ni siquiera provocan emociones, todo es bastante frío, con algún efímero momento más interesante y punto.
Y en cuanto a la presencia de Hethan Hawke es solo eso, una presencia, bastante irrelevante.
Casi lo mejor es la niña.
Si lo que pretende el director es mostrarnos a dos grandes actrices, pues entonces prueba conseguida.
Me ha gustado mucho las interpretaciones de ellas, pero la historia no es más que el argumento de la película, no pasa más que ellas sacando el pasado que las une como madre e hija y poco más, ni siquiera son unos grandes diálogos, ni siquiera provocan sonrisa, ni siquiera provocan emociones, todo es bastante frío, con algún efímero momento más interesante y punto.
Y en cuanto a la presencia de Hethan Hawke es solo eso, una presencia, bastante irrelevante.
Casi lo mejor es la niña.
10 de enero de 2020
10 de enero de 2020
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Malo cuando un proyecto cinematográfico viene motivado principalmente por el deseo de parte de sus integrantes de “hacer algo juntos”. Normalmente se supeditan las historias al hecho de “trabajar codo con codo” como es el caso que nos ocupa, en el que el director Hirokazu Koreeda y la actriz Juliette Binoche parecen haber aceptado cualquier cosa a fin de poder añadir la mutúa colaboración en sus respectivas filmografías. Y casi siempre la cosa acaba en fiasco. “La verdad”, pese a la dirección japonesa, es un film cien por cien francés. De aquellas películas, tan habituales en dicha cinematografía, en las que no pasa nada, en la que los personajes hablan y hablan de asuntos sin la menor importancia, y donde no faltan los libros, las cenas y el vino, elementos característicos e imprescindibles en toda película francesa de autor que se precie. Aquí se cuenta, además, con la carta, por otra parte bastante habitual, de la presencia de la gran dama del cine galo Catherine Deneuve, que se limita a interpretarse (?) a sí misma, lastrando por obra y gracia de un guión insulso, un duelo interpretativo con Binoche, lo que un texto con garra y enjundia hubiese podido ofrecer. No fallan por tanto los mimbres, si no la estructura de una película que deambula por lugares comunes para perderse en una trama errática con las difíciles relaciones madre-hija, con traumas arrastrados del pasado, como telón de fondo. Con una serie de secundarios poco relevantes (mención especial a un Ethan Hawke que pasaba por ahí) y ningún momento emocionante digno de recordar, “La verdad” no pasa de reunión de colegas con poco (o nada) que contar.
Lo mejor: la sensación de que, en el fondo, nadie se la ha tomado en serio.
Lo peor: lo mucho que promete y lo poco que acaba dando.
Lo mejor: la sensación de que, en el fondo, nadie se la ha tomado en serio.
Lo peor: lo mucho que promete y lo poco que acaba dando.
25 de diciembre de 2019
25 de diciembre de 2019
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me ha enganchado esta historia sobre esta ególatra y tóxica actriz que parece escrita para el lucimiento de Deneuve y para la penumbra de Binoche y Hawke, totalmente eclipsados por la primera. El guión, a priori interesante, queda lastrado por el sobrio estilo narrativo de Hirokazu. Solo me parecen destacables las frases-dardos de la diva rellenas de venenoso destilado pero que no son suficientes para articular un conglomerado narrativo que apasione. No esperaba encontrarme con Sunset Boulevard pero tampoco con esta historia templada, falta de pulso y sobrada de humo, que desemboca, tras una serie de meandros familiares, conceptuales y fílmicos guiños en un resultado demasiado zen.
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