La verdad
2019 

6.0
2,153
Drama
Fabienne es una de las grandes estrellas del cine francés, una actriz que reina entre los hombres que la aman y admiran, pero en su mundo interior tiene grandes conflictos con Lumir, su hija. Lumir viaja con su marido e hija a París cuando se publican las memorias de su madre. El encuentro no tardará en convertirse en enfrentamiento: se revelarán verdades, se ajustarán cuentas, se hablará de amor y de resentimiento. (FILMAFFINITY)
2 de mayo de 2020
2 de mayo de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta ocasión, uno de mis directores favoritos, no consigue sorprenderme. Todo lo que hay en "La verdad", a pesar de su decoro y maestría (direccional e interpretativa), ya lo habíamos visto.
El divismo de una estrella que se aproxima a sus últimas apariciones, los celos hacia sus compañeras y rivales, los conflictos familiares típicos de quien entrega su vida al arte mágico de la simulación, sus dificultades para separar ficción y realidad... Todo está contado con orden, claridad y suficiencia estética. Pero aprecio frialdad y lejanía en la implicación de Koreeda; tal vez porque el modus vivendi de las familias occidentales, está demasiado lejos de su concepción oriental de sentimientos y conflictividad entre allegados.
Supongo que el equipo que ha acompañado al realizador japonés en su primera aventura fuera de su país, por tierras francesas, no tendrá que ver nada con el habitual; quien pone el dinero demanda una serie de condiciones que no siempre permiten a los creadores moverse libremente.
Catherine Deneuve, que aquí se llama Fabienne, solo necesita un espejo para poner en pie su personaje y lo hace de manera contundente, hasta el punto de que la historia, que podía tener más consecuencias, nace y muere asfixiada por la gran actriz.. Deja de ser una película de autor para convertirse en un homenaje a una rutilante estrella.
Casi siempre me encandila Hirokazu y le sientes muy próximo en sus testimonios; pero en esta oportunidad, aunque se aprecian algunos de sus toques, está más difuso; ha cedido demasiado protagonismo a unos cómicos, majos y de gran caché.
El divismo de una estrella que se aproxima a sus últimas apariciones, los celos hacia sus compañeras y rivales, los conflictos familiares típicos de quien entrega su vida al arte mágico de la simulación, sus dificultades para separar ficción y realidad... Todo está contado con orden, claridad y suficiencia estética. Pero aprecio frialdad y lejanía en la implicación de Koreeda; tal vez porque el modus vivendi de las familias occidentales, está demasiado lejos de su concepción oriental de sentimientos y conflictividad entre allegados.
Supongo que el equipo que ha acompañado al realizador japonés en su primera aventura fuera de su país, por tierras francesas, no tendrá que ver nada con el habitual; quien pone el dinero demanda una serie de condiciones que no siempre permiten a los creadores moverse libremente.
Catherine Deneuve, que aquí se llama Fabienne, solo necesita un espejo para poner en pie su personaje y lo hace de manera contundente, hasta el punto de que la historia, que podía tener más consecuencias, nace y muere asfixiada por la gran actriz.. Deja de ser una película de autor para convertirse en un homenaje a una rutilante estrella.
Casi siempre me encandila Hirokazu y le sientes muy próximo en sus testimonios; pero en esta oportunidad, aunque se aprecian algunos de sus toques, está más difuso; ha cedido demasiado protagonismo a unos cómicos, majos y de gran caché.
24 de diciembre de 2019
24 de diciembre de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película que sirvió de pistoletazo de salida de mi aventura fue la que inauguró la Sección Oficial, el nuevo trabajo del director que ganara la Palma de Oro hace un año: el maestro Hirokazu Koreeda, que por vez primera cambiaba el japonés por el francés con La verité. Un drama familiar de actrices y madres que cuenta en el reparto con Catherine Deneuve, Ethan Hawke y Juliette Binoche. Una historia de resentimientos, mentiras, falsas verdades y encuentros familiares con un tono humanista y ligero y empapado del espíritu del cine francés por los cuatro costados. Un ejercicio metanarrativo de guión bien definido que pone a sus personajes en el núcleo del relato y sitúa en ellos todo el foco para incentivar su lucimiento, quedando el desempeño como realizador de Koreeda en un segundo plano. Su estilo apenas se percibe en las transiciones y en puntuales instantes de poética visual, pero sí que encontramos la sensibilidad y el vitalismo que le caracterizan al trazar el recorrido psicológico de los personajes principales y la resolución de sus conflictos. No nos encontramos ante una de las mejores películas del nipón, que duda cabe, y acudir a ella con expectativas altas le juega una mala pasada. Pero hablamos de una película elegante, bien interpretada, mejor escrita, muy divertida, ligera y fácil de interpretar pero llena de matices que sonsacar en la reflexión y coloquios posteriores. Cine sobre el cine, Deneuve diseccionándose críticamente a sí misma y terapia familiar a través de un rodaje. Una más que digna inauguración.
28 de diciembre de 2019
28 de diciembre de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un particular y complejo universo en el que predominan las más variadas emociones, con los niños y las relaciones entre padres e hijos (o de los adultos con los niños en general) como centro de gravedad, así resumiría lo que me han transmitido las tres películas que he visto de este gran director, las excepcionales "Nadie lo sabe" y "Un asunto de familia" y la interesante, " La verdad", que aquí comento.
Koreeda consigue dotar a sus imágenes de poesía, de belleza, tanto en las situaciones más cotidianas como en las más dramáticas o excepcionales, todo con un ritmo y un lenguaje cinematográfico tan rico como singular. Con una mirada muy libre, desprejuiciada, trata a todos sus personajes con cariño, de una manera indulgente, como si más allá de sus errores fueran víctimas antes que verdugos, presos de sus propias limitaciones, de su sesgada y errónea percepción de la realidad.
En "La verdad" se centra en la tensa relación entre las excepcionales Catherine Deneuve y Juliette Binoche. Una diva cinematográfica que es consciente de que no ha sido una buena madre, la primera; una hija con un resentimiento más irónico que lacerado, la segunda. Y quizá ahí radica la falta de profundidad de la cinta, en su tono ligero, en que no hay verdadero conflicto ( a diferencia de Sonata de Otoño, de Ingmar Bergman). La verdad a la que alude el título es casi de rebajas, una plácida primavera antes que un frío invierno, demasiado complaciente. Y diría más, se presenta como coartada o justificación para esa reconciliación entre madre e hija por la que aboga toda la cinta. Algo así como: "si nuestros recuerdos y nuestros conocimientos de la realidad fueran más precisos, si identificáramos las emociones y los sentimientos de los demás, la mayoría de nuestros recelos estarían injustificados (spoilers). Una hipótesis que contiene parte de verdad, pero que no basta para sentenciar una realidad mucho más compleja.
También trata otros temas, como la indeleble huella que deja el paso del tiempo, o la dicotomía mundo laboral (en este caso el arte) versus mundo familiar, pero en ninguno profundiza lo suficiente, abarca más de lo que puede apretar.
Con todo resulta interesante y se ve con facilidad, más que nada porque el director consigue crear un universo complejo pero cercano, intuitivo y cargado de vitalidad.
Koreeda consigue dotar a sus imágenes de poesía, de belleza, tanto en las situaciones más cotidianas como en las más dramáticas o excepcionales, todo con un ritmo y un lenguaje cinematográfico tan rico como singular. Con una mirada muy libre, desprejuiciada, trata a todos sus personajes con cariño, de una manera indulgente, como si más allá de sus errores fueran víctimas antes que verdugos, presos de sus propias limitaciones, de su sesgada y errónea percepción de la realidad.
En "La verdad" se centra en la tensa relación entre las excepcionales Catherine Deneuve y Juliette Binoche. Una diva cinematográfica que es consciente de que no ha sido una buena madre, la primera; una hija con un resentimiento más irónico que lacerado, la segunda. Y quizá ahí radica la falta de profundidad de la cinta, en su tono ligero, en que no hay verdadero conflicto ( a diferencia de Sonata de Otoño, de Ingmar Bergman). La verdad a la que alude el título es casi de rebajas, una plácida primavera antes que un frío invierno, demasiado complaciente. Y diría más, se presenta como coartada o justificación para esa reconciliación entre madre e hija por la que aboga toda la cinta. Algo así como: "si nuestros recuerdos y nuestros conocimientos de la realidad fueran más precisos, si identificáramos las emociones y los sentimientos de los demás, la mayoría de nuestros recelos estarían injustificados (spoilers). Una hipótesis que contiene parte de verdad, pero que no basta para sentenciar una realidad mucho más compleja.
También trata otros temas, como la indeleble huella que deja el paso del tiempo, o la dicotomía mundo laboral (en este caso el arte) versus mundo familiar, pero en ninguno profundiza lo suficiente, abarca más de lo que puede apretar.
Con todo resulta interesante y se ve con facilidad, más que nada porque el director consigue crear un universo complejo pero cercano, intuitivo y cargado de vitalidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Creo que el guión, en esta ocasión, se aleja algo del universo del director, toda vez que pretende ofrecer una explicación racional dentro de un cine y de un crisol predominantemente emocional, intuitivo, en el que casi todo es inconsciente, irracional. Puede que no recordemos con exactitud nuestra vida, algunas experiencias, por muy distintas razones. Y puede que los recuerdos en muchas ocasiones están dominados por las emociones, incluso que los distorsionemos para justificarlas, para darles sentido. Pero en este mundo tan complejo no hay una verdad, como entiendo que apunta la película, hay tantas verdades como personas (conclusión ésta, a la que se puede llegar viendo otras películas del director), ya que cada uno tiene un mundo emocional propio, su particular mezcla entre sus emociones positivas y las negativas.
2 de enero de 2020
2 de enero de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad
"La vida contiene su propia ausencia, que sólo otra persona puede llenar". Hirokazu Kore-eda
No me queda mucho que añadir sobre Hirokazu Kore-eda, un director que me entusiasma y sigo muy de cerca. Pues dos de sus películas -“Después de la tormenta” y “Un asunto de familia”- han sido reseñadas por mí en este mismo espacio con anterioridad. Kore-eda mantiene intacto su sello de identidad. Se circunscribe al reducido ámbito de la familia a la que disecciona con meticulosa delicadeza. Pero allí donde otros hunden el bisturí hasta las vísceras -Assayas, Malik, Haneke o Trier, por citar algunos ejemplos-, el maestro japonés se muestra compasivo y condescendiente. Sin esconder la dolorosa y descarnada travesía que lacera la vida de sus personajes, extiende sobre ellos un velo de conmiseración y ternura que los humaniza, siempre impulsados por la suave brisa de un humor que actúa como un balsámico recurso para aliviar la dramática dureza que esconden sus historias.
Su última realización, “La verdad”, discurre en esa misma línea. Pero aquí, lo verdaderamente sorprendente es el hecho de que Kore-eda se arriesga al saltar de un continente a otro. Hasta ahora sus películas se desarrollaban en el confortable ámbito doméstico de su país de origen. En su osado atrevimiento sitúa la acción en París. Y asimila con asombrosa naturalidad la idiosincrasia que domina el temperamento, las costumbres y la muy particular y desenfadada forma que tienen los franceses de entender la vida a través de una adinerada, distinguida y refinada familia parisina. Y no sólo sale inmune de su temeraria aventura sino milagrosamente victorioso.
Asisto embobado al impresionante duelo interpretativo que sostienen dos grandes mitos del cine galo. Catherine Deneuve y Juliette Binoche -en los papeles de madre e hija respectivamente- encerradas entre los muros de un regio palacete rodeado de un frondoso y espléndido jardin, dirimen sus enconadas diferencias y conflictos personales acumulados durante largos años mediante una mortificante catarsis que debería desembocar en la apacible orilla de la reconciliación.
Una vez más, Kore-eda no decepciona, navega con espontánea sencillez sobre las complejas relaciones que martirizan a los seres humanos y con la misma naturalidad profundiza en el intrincado laberinto de sus pasiones. Y esa excepcional virtud, mis improbables lectores, únicamente está al alcance de un reducido número de cineastas a los que el inextinguible faro del entendimiento faculta para acometer determinadas empresas.
Emilio Castelló Barreneche
"La vida contiene su propia ausencia, que sólo otra persona puede llenar". Hirokazu Kore-eda
No me queda mucho que añadir sobre Hirokazu Kore-eda, un director que me entusiasma y sigo muy de cerca. Pues dos de sus películas -“Después de la tormenta” y “Un asunto de familia”- han sido reseñadas por mí en este mismo espacio con anterioridad. Kore-eda mantiene intacto su sello de identidad. Se circunscribe al reducido ámbito de la familia a la que disecciona con meticulosa delicadeza. Pero allí donde otros hunden el bisturí hasta las vísceras -Assayas, Malik, Haneke o Trier, por citar algunos ejemplos-, el maestro japonés se muestra compasivo y condescendiente. Sin esconder la dolorosa y descarnada travesía que lacera la vida de sus personajes, extiende sobre ellos un velo de conmiseración y ternura que los humaniza, siempre impulsados por la suave brisa de un humor que actúa como un balsámico recurso para aliviar la dramática dureza que esconden sus historias.
Su última realización, “La verdad”, discurre en esa misma línea. Pero aquí, lo verdaderamente sorprendente es el hecho de que Kore-eda se arriesga al saltar de un continente a otro. Hasta ahora sus películas se desarrollaban en el confortable ámbito doméstico de su país de origen. En su osado atrevimiento sitúa la acción en París. Y asimila con asombrosa naturalidad la idiosincrasia que domina el temperamento, las costumbres y la muy particular y desenfadada forma que tienen los franceses de entender la vida a través de una adinerada, distinguida y refinada familia parisina. Y no sólo sale inmune de su temeraria aventura sino milagrosamente victorioso.
Asisto embobado al impresionante duelo interpretativo que sostienen dos grandes mitos del cine galo. Catherine Deneuve y Juliette Binoche -en los papeles de madre e hija respectivamente- encerradas entre los muros de un regio palacete rodeado de un frondoso y espléndido jardin, dirimen sus enconadas diferencias y conflictos personales acumulados durante largos años mediante una mortificante catarsis que debería desembocar en la apacible orilla de la reconciliación.
Una vez más, Kore-eda no decepciona, navega con espontánea sencillez sobre las complejas relaciones que martirizan a los seres humanos y con la misma naturalidad profundiza en el intrincado laberinto de sus pasiones. Y esa excepcional virtud, mis improbables lectores, únicamente está al alcance de un reducido número de cineastas a los que el inextinguible faro del entendimiento faculta para acometer determinadas empresas.
Emilio Castelló Barreneche
26 de diciembre de 2019
26 de diciembre de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he podido evitar compararla con El Cuento de las Comadrejas. Para los que hayan visto ambas diré que todo lo que le falta a la Verdad lo tiene Las Comadrejas. En una palabra: Gracia. No es que no amemos a Juliette, o a Deneuve, por supuesto. No se trata de que lo que cuentan se haya descrito ya tantas veces, a saber, ¿cuánto de verdad hay en una película y cuánto de ficción en la vida? El tema es cierto que me interesa pero en la película falta no sólo chispa sino... veritá? En realidad en el film no veo fallos de guión, sobreactuaciones, bueno Hawke podía haberse ahorrado el viaje... Lo que no me ha hecho es precisamente viajar. Y muchos de nosotros vamos a ello al cine.
La fotografía, localización etc son buenas pero como que no nos creemos nada. En mi opinión la niña (Clémentine Grenier) es lo más atractivo. Y eso que es cierto que con semejante elenco se espera mucho. El guión no entiendo bien que salga de Koreeda, "Un asunto de Familia" me pareció excelente. Y el papel del padre... totalmente prescindible. No hay magia y creo que la película va sobre la magia del cine a partir de la cruda realidad. Y viceversa (once again).
Un diálogo fascinante, que se ha hecho cientos de veces, todo el cine de Woody Allen por poner un ejemplo.
La fotografía, localización etc son buenas pero como que no nos creemos nada. En mi opinión la niña (Clémentine Grenier) es lo más atractivo. Y eso que es cierto que con semejante elenco se espera mucho. El guión no entiendo bien que salga de Koreeda, "Un asunto de Familia" me pareció excelente. Y el papel del padre... totalmente prescindible. No hay magia y creo que la película va sobre la magia del cine a partir de la cruda realidad. Y viceversa (once again).
Un diálogo fascinante, que se ha hecho cientos de veces, todo el cine de Woody Allen por poner un ejemplo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La soberbia de Catherine, que hace de sí misma, no sorprende, no nos engaña, no consigue engatusarnos. Veo todo como muy prefabricado, previsible y trillado. Una pena porque tanto el director como los protagonistas, director de fotografía, equipo de rodaje íntegramente francés... Rodar en otro idioma.. ay.. cuantas veces lo hemos visto... Oriente y Occidente no son lo mismo... afortunadamente. Aún así no se pasa mal, me ha gustado verla. Pero terriblemente decepcionado. Tenía todos los ingredientes de una gran obra. Y lamentablemente no lo es.
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