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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
4
15 de julio de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inspirada en tradiciones orientales, “Sumurun” se inició como una pantomima hecha al estilo de Las mil y una noches, escrita por Friedrich Freksa en 1909, la cual interesó al por entonces director del Teatro Alemán, Max Reindhart, y éste, además de llevarla al teatro, la convirtió al año siguiente en una película con la actriz Bertha Wiesenthal en el rol de Sumurun, Leopoldine Konstantin como la bailarina y Victor Arnold representando al jorobado.

Diez años después, es el director Ernest Lubitsch quien se interesa por el filme que había hecho su maestro Reinhardt, y co-escribiendo la historia junto a su habitual colaborador Hanns Kräly, saca a la luz una nueva “SUMURUN”, título que a todas luces se queda corto en esta nueva versión, pues el personaje central termina siendo, sin duda, Yannaia, la gitana bailarina. Es evidente que, durante el rodaje, Lubitsch se dio cuenta de que en el papel de Sumurun tenía a una linda pero muy mala actriz… y sintiendo al lado a Pola Negri, con esa vivacidad y esa coquetería que desbordaba a torrenciales, se inspiró un poco más en “Nuestra Señora de París” de Víctor Hugo, le dio entonces mucho más lugar a la atractiva gitana y aprovechó también para darle más cuerda a su rol del jorobado que, a fin de cuentas, es el segundo personaje más fuerte de su historia.

Así las cosas, “SUMURUN” funciona como dos películas en una. La historia de la esposa del jeque, enamorada del hijo de éste, resulta bastante sosa… y toca esperar entonces a que aparezca el jorobado pendiente de cada movimiento de la gitana, y dispuesto a acabar con cualquiera que quiera dañarla o poseerla, para que el filme retome cierto atractivo.

Con acceso a un alto presupuesto, Lubitsch se propuso crear un ambiente oriental bastante satisfactorio, el vestuario resulta muy agradable, la escenografía es muy ajustada… pero con excepción de esto, y de lo ya mencionado, se le fueron las luces en la dirección de actores (o… ¡cosas del ego!), porque, los actores que hacen del jeque hijo y de Nur al-Din (nombre sacado de “Las mil y una noches”) resultan tan planos que no despiertan sensación alguna. Y el par de bufones –a quienes da bastante espacio- lucen tan flojos como Hale y Williams en sus filmes con Errol Flynn.

De muy mal gusto también, ese plano claramente morboso cuando, con su brazo y con su mano, el jorobado se afana por tocar los senos de la gitana en una escena cumbre – hasta la actriz luce incómoda-, pues de esta manera arruina el sentido de una escena que debía lucir de honda delicadeza y sinceramente romántica. Curiosamente, esta sería la última aparición de Lubitsch como actor.

En resumidas cuentas, “SUMURUN” queda en la filmografía del director alemán, como un filme de muy poca trascendencia.
Luis Guillermo Cardona
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9
6 de junio de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el padre de John Merrick, dice a su hijo muy reciamente y sin reparo alguno: “Debes respetar mi opinión y yo debo protegerte”, deja bien plantado su autoritarismo porque, para él, respetar es obedecer y protegerte significa “solo yo sé lo que es correcto para ti”… ¡Y quién sabe cuántas cosas tendrán que ocurrir antes de que el hijo tenga la adecuada respuesta a tan impositivas palabras!

Por la falta de valor que los mismos padres dominantes les han arrebatado, muchos hijos terminan vulnerados casi a diario, y sus mayores sueños, deseos y sentimientos, terminan aniquilados ante la imperiosa intromisión de sus padres en unas vidas que no les corresponden. Porque el 'darte la vida' no significa que tu vida es mía; ni el darte la manutención, cuidarte y ofrecerte un techo, me autoriza en modo alguno para forzar tu derecho a elegir, pues solo se puede Ser en libertad y solo podré ser feliz cuando elija guiado por mis propios sentimientos, razones y necesidades.

Remake de “La intrusa” (aunque debería ser El intruso, ya que es el padre quien resulta entrometido en la decisiones de su hijo), película que, con notable éxito, escribiera y realizara Edmund Goulding en 1929, “CENIZAS DEL AYER” es un edificante drama que se plantea, en primer término, como un firme cuestionamiento contra la manipulación paterna. Pero lo más atractivo de esta historia –y que quizás deje honda huella en los corazones sensibles-, es el profundo sentido de justicia y desprendimiento que manifiestan los personajes femeninos, y muy especialmente el que interpreta la grandiosa Bette Davis, haciendo de Mary Donnell otra de esas mujeres que se guardan por siempre entre los más bellos recuerdos.

Mary tiene tanto y tan auténtico amor por sí misma, por Jack, por su hijo… y siente tanta valoración por todos aquellos seres que la existencia ha puesto en su proceso, que va a dejar una lección de justicia y de desprendimiento, de aquella que es capaz de trascender el ego, incluidos los sentimientos y necesidades más íntimos y personales, para cumplir con la conciencia que es esa esencia del ser que, en definitiva, asegura la verdad y transparenta el alma. En estos aspectos “CENIZAS DEL AYER” es un filme con certeza relevante y bien, pero que bien necesario para la comprensión humana.

Fue este el primer encuentro del director Edmund Goulding con esa magnífica actriz con quien luego volvería a triunfar en “Amarga Victoria” y sobre todo en “La solterona”, y esa capacidad que tenía el director inglés para extraer de sus actrices profundas y variadas expresiones sin siquiera cambiar de gesto, queda aquí perfectamente expresado con una Bette Davis de fascinante mirada, que a borbotones irradia encanto, coquetería y una sensatez a toda prueba.

Y necesario es hacer mención de Ian Hunter, magnífico como Lloyd Rogers, el abogado de corazón tan grande como el de su secretaria. Muy sobrio Donald Crisp, el padre que se erige en un ser sobreprotector presumiendo de "saber" siempre lo que necesita su hijo. Y muy bien Anita Louise (Flip), dispuesta a dar lo que solo un corazón grande consigue hacer.

Es esta la clase de película que enaltece a la especie humana, dejándonos ver esa grandeza que, solo el hombre y la mujer, las criaturas más bien dotadas de la tierra, consiguen alcanzar.
Luis Guillermo Cardona
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10
5 de marzo de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, aunque te parezca increíble, aunque creas que no es más que exagerada ficción, aunque te resulte imposible aceptar que haya habido en la historia tanta infamia contra la gente de raza negra, lo que aquí se cuenta es sólo uno de los miles -quizás millones de sucesos-, que tan solo en los Estados Unidos de Norteamérica, se han dado a lo largo de su oprobiosa historia.

Imposible no llorar, no sentir que se te quiebra el alma y que te llenas de impotente rabia, al presenciar el cruel e infame calvario por el que pasan seres tan inocentes y tan valiosos como Solomon, Patsey o Eliza, entre otras víctimas del racismo y el esclavismo que, ¡por siglos!, han padecido los afrodescendientes.

Solomon Northup (1808–187?), era un hombre culto, un sensible músico y un apreciado padre de familia que vivía en su tierra, Saratoga, New York... y cuando asistía a una engañosa entrevista de trabajo, fue drogado por sus supuestos empleadores (en realidad, esclavistas) y vendido luego -contra su voluntad y sus derechos de hombre libre-, a un terrateniente sembrador de caña en un estado del sur. Desde entonces, Solomon (llamado ahora, Plat) pasaría, 12 años, entre varios “amos”, teniendo su peor momento cuando es cedido a Edwin Epps, en cuya siembra de algodón, y a cuyo lado, conocería la infamia llevada a los máximos extremos.

Es allí, donde Solomon compartirá sus mayores penas junto a la esclava Patsey, una joven que despierta la lascivia de aquel esclavista, y en consecuencia, los patológicos celos de su cruel esposa, viviendo allí un infierno que no se lo merece ningún ser humano. La recreación es cruda, intensa y profundamente dolorosa, como si el director, Steve McQueen, quisiera compensar las tantísimas historias edulcoradas -made in Hollywood-, que nos contaran por tanto tiempo, donde los esclavos lucían siempre tan bien tratados que parecían parte de la familia. Lo que nos muestra, <<12 AÑOS DE ESCLAVITUD>>, es el revés de la edulcorada, “Lo que el viento se llevó”, contado ahora por alguien que sufrió, en carne propia, las atrocidades del esclavismo.

La película está basada en el libro de memorias, “12 years a slave”, que, Solomon Northup, publicara en 1853 y del cual se han sacado numerosas ediciones, siendo la última de 1968, pero, es bien seguro que el éxito de esta adaptación cinematográfica, galardonada con el premio Oscar a Mejor Película, Mejor Guion Adaptado (John Ridley) y Mejor Actriz de reparto (Lupita Nyong’o), hará que la obra de Northup vuelva a reimprimirse.

Queda exaltar las brillantes actuaciones de, Chiwetel Ejiofor, como aquel ser humano que padeció el arrebato de todos sus derechos por más de una década. Lupita Nyong’o, una Patsey que se convierte en una de las mayores víctimas de la infamia que hayamos visto en la historia del cine; y Michael Fassbender (actor fetiche de Steve McQueen), quien, como el amo Epps, consigue una figura, tan despreciable, que no vas a poder olvidarle durante mucho tiempo.

Creo que, <<12 AÑOS DE ESCLAVITUD>>, será capaz de sensibilizar al más duro de los corazones.
Luis Guillermo Cardona
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8
20 de diciembre de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el amor empieza a ser acompañado por un sentimiento de propiedad (“Ella es mía” “El es mío”) por parte de alguno de los miembros de la pareja, el sufrimiento y/o el fracaso, comenzarán desde entonces a penetrar por la puerta. ¿Y esto por qué? Sencillamente porque, amor y libertad son uno solo, y son tan indesligables como la lluvia y el río. Quítale al amor la libertad y se convertirá en tormentoso sometimiento, y quítale a la libertad el amor y se convertirá en libertinaje… o en una triste soledad.

Mary es una mujer de aquellas que parecieran conceder a la libertad el valor que se merece y también pareciera conceder al amor la estima en que ha de tenérsele. Pero ha podido más en ella el deseo de gozar de privilegios y abundancia… y se ha casado con Howard Justin, un solvente hombre de negocios mucho mayor que ella, a quien solo valora por su dinero y su posición. Entre tanto, Mary vive añorando al amor de su juventud, el ahora biólogo Steven Stratten, y cada que tropieza con él se entrega con alma, vida y sombrero… y las cosas solo se apagan cuando también Stratten habla de querer que Mary sea “suya”.

Justin también tiene muy claras las razones por las que Mary se casó con él, y con esto demuestra que es un hombre de muy débil autoestima, pues se sirve de su prestancia para poder obtener (a medias tintas) aquello que desea. Objetivamente, estamos pues ante una oportunista, un hombre posesivo y un débil de carácter. Y lo que puede darse entre ellos no ha de ser más que sufrimiento porque, Mary solo se aguanta a un hombre al que no ama y no quiere sentirse poseída por el hombre al que sí quiere; Howard tiene muy claro que su mujer ansía volar y que esto es algo que él no puede concederle; y el pobre Steven no sabe vivir sin poseer y será capaz de unirse de buenas a primeras con aquella que le permita tener la sensación de amo.

Pero de los tres, quizás el más fuerte sea Howard porque es quien sentimentalmente nada recibe, y es el que más perdona. En diversas ocasiones, tenemos el presentimiento de que su estado emocional va a estallar en un acto de incontenible agresividad, pero el hombre sabe seguir el cauce de la razón y pareciera comprender que solo recoge lo que él mismo ha sembrado.

H. G. Wells (1866-1946), famoso no solo por sus novelas de ciencia-ficción, sino también por sus dramas y otros muchos escritos, nos ofrece con “Los amigos apasionados” (1913), un brillante y conmovedor entramado acerca del bien complejo manejo del afecto, y nos enseña a tres seres que, en el fondo, merecen toda consideración.

Con un cálido protagonismo de Ann Todd, su nueva pareja sentimental, el director David Lean, realiza un filme de muy bella estética y con un toque romántico que nos remite irremisiblemente a “Breve Encuentro”, su preciosa película de cuatro años atrás, que también tenía a Trevor Howard como el hombre de hogar que entraba fugaz, pero intensamente, en la vida de una mujer también casada.

Junto a ellos, el siempre correcto Claude Rains, logra una profunda y contenida caracterización, como el débil en la búsqueda del amor, pero de gran fortaleza para mantener siempre la altura ante lo que siente.

Una historia así no puede deparar un final feliz, pero abre una puerta para que por fin un hombre se haga querer tan solo por lo que es… pues dignidad, generosidad y carácter, es todo lo que un hombre necesita para poder ser amado de Verdad.

Título para Latinoamérica: “APASIONADA”
Luis Guillermo Cardona
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6
19 de noviembre de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Circo Brumbach comenzó a finales del siglo XIX y se ha sostenido durante varias generaciones en diversas partes del mundo. Lo inició el austríaco Gustav Brumbach en 1846, quedando luego en manos de su hijo Philip y de su esposa Johanna, quienes tuvieron 15 hijos que siguieron sus pasos, y entre los cuales se contaba Katharina (Katie) por muchos años aceptada como la mujer más fuerte del mundo. Grandes capitalistas, ya que su éxito era de carácter internacional, cuando en 1948 los soviéticos se toman el poder en Checoslovaquia y se inicia la nacionalización de diversas empresas -con lo que se logró que este país tuviera la economía más sólida de la Europa oriental-, el circo de los Brumbach pasó también a manos del Estado, pero los Brumbach no se resignarán a convertirse en empleados de su propio circo y menos les interesa la causa comunista… y entonces inician un plan, que les tomaría tres años, hasta conseguir escapar a la Alemania occidental en 1950.

Este hecho es el que ilustra el director Elia Kazan en su película “FUGITIVOS DEL TERROR ROJO”, en la que el exitoso circo Brumbach se cambia por el Cirkus Cernik y se les hace aparecer como una empresa venida a menos, donde hasta las cuerdas para sostener a los artistas lucen bastante raídas. Esto, claro, hace ver las cosas como si el “infame” Estado estuviera quedándose con el ranchito del pobre Karel. Tampoco sabremos que sigue tras el “paso a la tierra de la libertad”, y la cosa queda como cuando en otras películas las parejas se casan, pareciendo que llegó la felicidad para siempre… pero se abstienen de mostrarnos como anda la guerra seis meses después.

Este filme haría parte de La guerra fría y fue dado a Kazan para que hiciera una “demostración” pública de que ya no hacía parte del comunismo como había declarado el año anterior ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas. Sin embargo, obsérvese el carácter tolerante, permisivo, y casi bondadoso, con que el director recrea a los personajes del gobierno y a los militares, y para un buen entendedor...

En lo que respecta a la relación de equipo, “FUGITIVOS DEL TERROR ROJO” recrea un interesante ejemplo de unidad; el personaje de Karel Cernik (muy bien interpretado por Fredric March) posee bastante carisma y resulta un buen ejemplo de lo que se puede conseguir con tacto y perseverancia; y los personajes femeninos de su esposa Zama (Gloria Grahame) y de su hija Tereza (Terry Moore), estarán aspirando a la redención y al encuentro de sí mismas, porque ante ese colectivo circense, quizás tengan que entrar a representar roles protagónicos.

Con todo, Kazan no tendría nunca entre sus afectos a esta película, de la que evitaba hablar porque, bueno, nadie desea hablar de lo que en alguna forma le avergüenza. Pero si se logra dejar de lado los asuntos políticos y nos centramos en la relaciones humanas, en este filme hay cuestiones bien interesantes (la “pelea” entre Cernik y Barovik por ejemplo, imposible negar que resulta memorable).

Título para Latinoamérica: “EL CIRCO FANTASMA”
Luis Guillermo Cardona
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