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España España · teruel
Críticas de simón
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Críticas 138
Críticas ordenadas por utilidad
5
17 de julio de 2008
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo única ocurrencia a propósito de esta insulsa película es la que arriba se indica, ya que a pesar de que se trata de un film que obviamente se deja ver, lo cierto es que lo que en ella se cuenta ya se ha narrado más de mil veces y casi siempre de forma más brillante, a saber: dos hombres en principio alejados en cuanto experiencias, expectativas e inquietudes se refiere, y después de un encuentro casual, se ven abocados al entendimiento y a la comprensión mutua, logrando cambiar su forma de enfocar y visionar el mundo, haciendo saltar esa chispa que consigue lo que estos dos desengañados de su propia existencia ansiaban conseguir, que no era otra cosa más que la expiación de sus propios temores e inseguridades, debido sobre todo al mutuo aprendizaje que entre estas dos personas finalmente opera.
Este planteamiento mil veces visto se cuenta en otras películas de forma más cercana a la realidad, de forma más creíble y, sobre todo, muchísimo menos almibarada; por tanto más al gusto de este que suscribe.
simón
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6
3 de diciembre de 2008
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene su mérito realizar una película claramente política, abordando temas de tan candente actualidad y abiertos hoy día a debate, mostrando casi una única perspectiva, un aleccionador punto de vista, y que ésta pueda ser considerada como digna de ser vista.
Diáfanas resultan las intenciones del director, no trata en ningún momento de ocultarlas, a la hora de reflejar su punto de vista no sólo en temas medioambientales (departiendo sobre la inconveniencias de las energías contaminantes, a pesar de su notable rentabilidad económica) sino también ideológicos (en las que quedan meridianamente claras con sus referencias a las costumbres escocesas en clara contraposición con las inglesas) y sociales (reflejando la desestructuración de un tejido social como el asturiano, desenraizado de sus más ancestrales señas), dejando bien a las claras posiciones ya remarcadas en sus dos anteriores films, por cierto, magnífico el momento en el que el protagonista desvela el final no visto del primer largo de Quirós:” Pídele cuentas al Rey”, mostrando el desencanto propio del que sabe que la vida no tiene más aliciente que el de luchar por el amor de tus seres queridos.
Película que debate, siempre decantándose claramente hacia el mismo lado de la balanza, sobre las distintas formas de experimentar una vida, subrayando quizás en demasía, las evidentes diferencias entre dos personajes opuestos: el uno anclado en su propio universo, que no era más que el pueblecito en el que había crecido, no conociendo más mundo que el que él mismo pudiera haberse construido; el otro, un tipo sin destino ni rumbo, creyendo en la falacia de que la vida ya no podría sorprenderle, consciente, empero, de que estaba despojado de un hogar en el que refugiarse en caso de desamparo. Ambos comprenden y aceptan sus diferentes puntos de vista, sus distintas formas de entender y vivir una vida, creciendo al calor de sus contrastes una amistad que ni tan siquiera pudieran imaginar; surgiendo una extraña comunión que termina por revelar, que quizá no fuesen tan distintos como en un primer momento hubiese podido parecer.
Por cierto, “Cenizas del cielo”, perfecto título para remarcar la evidente metáfora de lo que el director deseaba mostrar con esta película, que no era más que el ocaso de una forma de vida condenada al más ruin de los olvidos, al albur de una plácida y autocomplaciente aquiescencia de unos políticos inanes a la hora de resolver los verdaderos problemas de aquellos que habían depositado su ya, a estas alturas, ajada esperanza.
Considerando, finalmente, la posición de Republicano de su director, no es baladí la existencia de una escena que es una de las mejores de la película, cuando el protagonista acude a visitar a Leticia, en una patética cola humana ( caras de baba incluidas) deseosa de entregar obsequios a dos enviados ante la perspectiva de una princesa ausente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
simón
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10
21 de agosto de 2008
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miércoles veinte de agosto de dos mil ocho; hace un calor bochornoso, el sudor empapa mi cuerpo y, todavía sobrecogido por el aterrador acontecimiento recién producido en Barajas y que las televisiones nacionales se empeñaban con morbosa contumacia en repetir una y otra vez, me dispongo a presenciar una película. Así quizá podría abstraerme de todo aquel maremagno. Todavía no me había decidido cuando, de pronto, recuerdo que en un cajón desde hacía ya tiempo había llegado a mis manos una película italiana que se titulaba “Cinema Paradiso”. Bien, pienso, quizá logre pasar un rato agradable. En ese momento aún no era consciente del excepcional viaje que estaba a punto de emprender y que trasformaría mi existencia. Ya más tarde, con un nudo en la garganta, advertí cómo sin desplazarme de mi casa había viajado al pasado y se me habían aparecido todos esos fantasmas de mi niñez que agazapados, permanecían ocultos. Me percaté que había conversado con toda una generación ya desaparecida y que no tenía cabida en los albores de otra época. Comprendí que me encontraba en otro lugar, en otro país, pero que a pesar de lo mismo todo me parecía cercano. Alcancé a entender, finalmente, que el viaje se había producido hacia mi interior, y que estaba manteniendo una discusión conmigo mismo, por lo que soy, lo que siempre había querido ser y lo que nunca tuve arrestos a afrontar.

Difícilmente pueda ver otra película que despierte en mí estos sentimientos; existirán otras, sin duda, que me entretendrán, quizá algunas me hagan reflexionar, unas pocas incluso emocionar; también es posible que un puñado de ellas puedan hacer que cambien mi visión acerca de las cosas que nos rodean; pero, la sensación de plenitud que me hizo sentir esta obra con mayúsculas no creo, lamentándolo mucho, que se repita nunca más.
Por eso, no puedo más que agradecer a su director por esos mágicos momentos que nunca podré olvidar; por esas maravillosas escenas trufadas de magia, emotividad y melancolía; por enseñarnos lo que representa el amor superlativo; por mostrarnos los rincones más profundos de la psique del ser humano; por describir con precisión algo tan abstracto y subjetivo como es la ilusión; por lograr que sintamos como propia su pasión por el séptimo arte; por trasmitirnos sus sabios consejos acerca del sentido último de la existencia humana; por convencernos de que el mundo no es el lugar tan desagradable que suponíamos; por revelarnos que existen algunas personas excepcionales que consiguen que todo se trasforme para bien a su alrededor, marcando para siempre la existencia de todos aquellos que un día tuvieron la fortuna de encontrarse con ellos. Gracias, finalmente, por incorporar a esta deliciosa película una memorable sintonía, que acierta en trasmitirnos con sólo unos pocos acordes toda esa nostalgia que obra el milagro de hacernos sentir mejores personas.
Por todo, GRACIAS.
simón
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6
27 de febrero de 2010
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ese tren que vemos desde el interior de nuestro vehiculo cruzarse en el camino que erróneamente decidimos tomar, embocando una dirección transversal a la nuestra y que nos muestra la senda que igual debiéramos iniciar y que finalmente no hacemos por miedo, abulia o simplemente imposibilidad.
Como ese tren que vemos desde nuestra propia indolencia y que nos devuelve el reflejo de todas nuestras miserias, se nos presenta esta modesta película, sobre un tipo que padece de desánimo crónico y que irradia como un mal contagioso a todo aquel con el que se pueda encontrar.
Así y de esta forma, inesperadamente, como ese tren que se nos cruza a toda velocidad, aparecen los personajes de este film, excéntricos, auténticos parias de lo que se entiende por normal; desangelados, desdibujados de un cuaderno que pasa las páginas de sus vidas, inclemente y sin cesar.
Con un padre que no se entera de casi nada lo que acontece, ni quiere, una madre que finge no entender, un hermano sin alicientes por los que continuar viviendo, y con un propio Casey sin ganas si quiera de intentar a comenzar una atisbo de vida normal, se va desgranando poco a poco esta película; excelentes ingredientes, en principio, para aliñar un magnifico drama existencial, pero que bajo la mirada de un gran Steve Buscemi se transforma en algo radicalmente diferente, proponiéndonos una mirada inteligente, sincera y poco condescendiente, extrayendo un punto positivo a cada avatar sufrido por sus patéticos protagonistas, enjugando de liviana pero balsámica comedia cada una de las escenas que con otro director y con otra mirada se resolverían de forma muy distinta.
Película que diserta sobre la eterna incertidumbre existencial acerca de nuestra propia presencia en un mundo que carece de un sentido lógico, y que condena sin clemencia a los que manifiestan con más intensidad esa duda; película que cavila sobre la búsqueda de los necesarios asideros con los que reconfortar una existencia que no termina de cuajar como nos hubiese gustado, película que reflexiona sobre todos esos momentos que podrían suponer un punto de inflexión en hasta ese instante un errático deambular, que vivisecciona, en definitiva, sobre las cosas que de verdad tienen importancia en medio de este secarral existencial.
simón
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8
29 de noviembre de 2009
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sábado noche: enfermo, decido no salir, quedarme en casa y ceder algunos momentos de mi escaso tiempo de ocio para ver la televisión.
En la Uno emiten por enésima vez una floja película de los años 80, mil veces vista ya, por lo que decido cambiar a La 2. En ella emiten un documental sobre la lucha de una mujer palestina por recuperar la custodia de sus hijos (demasiado freaki para un sábado noche, pienso), así que cambio al canal autonómico. Compruebo como emite un aburrido programa de corte local trufado de disparados y abigarrados motivos folclóricos, sólo acto para señores de avanzada edad.
Asustado, decido arriesgarme y termino por pulsar el botón 4 de mi mando, apareciendo el logo de antena 3; allí me encuentro el busto de un tipo engominado que parece ser el famosillo del momento. A su alrededor varios energúmenos chillan y le insultan; me estremezco, y nervioso pincho el número seis. Aparecen varios tipos corriendo en calzoncillos, !fútbol!, me digo, he de estar necesariamente conectado a la Sexta, así que me esfuerzo por cambiar de canal con celeridad.
Parece ser que me he metido en Intereconomía TV, más que nada, porque hay una tertulia política en la que de cada cuatro palabras tres son empleadas para criticar al gobierno. Quizá en la Cuatro encuentre algo que me entretenga; pero no, allí hay una serie americana que de tan melosa me provoca una subida de azúcar, lo que me obliga inmediatamente a pinchar, harto ya, otro numerito más de ese mando infernal.
Encuentro, en otro canal, a una rubia enseñando pechuga incitándome para que llame a un número de teléfono y conteste a una absurda pregunta a cambio de un dinero. En vista del panorama agarro el teléfono y empiezo a marcar, pero no, no llego a tiempo, parece que cambia el juego y ahora es un maromo cuadrado portando una camiseta ajustada de los tiempos de su primera comunión el que me insta nuevamente a llamar. Me asquea la imagen, así que vuelvo a cambiar. En otro canal de cuyo nombre no quiero acordarme se emite una anuncio sobre alargadores de penes; irritado, cambio con temor al número cinco (último refugio del desespero televisivo) y me encuentro a una enana haciendo un streeptease. Sus patéticos contorneos terminan por convencerme de que lo mejor es que invierta mi tiempo en otras cosas. Con ostensible cabreo aprieto botones de forma compulsiva, y sorpresa, en un canal local emiten una “peli” en blanco y negro. Resulta ser: “La mujer del cuadro”. Nunca la había visto y además, me habían hablado muy bien de ella, así que decido quedarme a verla. Al terminar, casi hora y media más tarde, satisfecho, me digo que probablemente sólo tres o cuatro despistados se habrán dado cuenta del pase de esta película. Allá ellos, pienso, yo me lo he pasado realmente bien. Orgulloso y eufórico siento que he pasado una fantástica velada y que hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un sábado por la noche.
Por cierto, la película es una maravilla, os la recomiendo.
simón
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