La Maldición de Hill House es una joya imprescindible para cualquier amante del buen cine de terror y a mí parecer una de las mejores series del año. Se nos presenta como una historia de terror, pero es mucho más que eso y no solo te hará pegar un salto del sofá en muchas ocasiones, también conseguirá robarte algunas lagrimillas, porque debajo de todo ese aspecto de pesadilla, The Haunting of Hill House es sobre todas las cosas una invitación a la reflexión, sobre el amor, la lealtad y la familia.
Esta serie cuenta con un guion muy bien desarrollado y aun mejor llevado a la pantalla, basado en la novela del mismo nombre de la escritora estadounidense Shirley Jackson. Los 10 capítulos que nos regala esta producción de Netflix, nos transportan a la mansión de Hill House y a la vida y vivencias de la familia Crain dentro y fuera de sus paredes. La trama se nos presenta en dos tiempos muy bien diferenciados, el pasado que vivió la familia dentro de aquella casa y presente que viven ahora sus protagonistas adultos, y dentro de cada uno de estos tiempos, se alternan también múltiples puntos de vista que si no estás muy atento a la pantalla harán que te desorientes un poco, pero tranquilo, con esta historia y la espléndida fotografía junto al acertado uso del color y de la narrativa puramente cinematográfica, además de una inquietante banda sonora, Mike Flanagan consigue transportarnos a una atmósfera de tensión y miedo constante que es de un 10 absoluto en cada capítulo y que junto a las magníficas interpretaciones de Kate Siegel, Elizabeth Reaser, Carla Gugino y Oliver Jackson-Cohen hará que seas incapaz de apartar la vista de la pantalla.
Por si todo esto os pareciese poco, nos presentan además a unos personajes y unas subtramas que guían la historia principal de una forma natural, inteligente y sin fisuras que harán que te sientas uno más dentro de esta pesadilla, dentro de las paredes de Hill House y en la piel de cada uno de sus protagonistas. Esto sin duda, es uno de los puntos mas fuertes de esta historia ya que por norma general, en el cine de terror se sacrifican los grandes personajes por las «grandes escenas de terror» que a mi parecer, una gran escena de terror con un personaje estúpido e inverosímil no vale nada.
El miedo es adictivo, incluso placentero, nos hace querer más y nos atrapa, igual que esta obra del director Mike Flanagan nos atrapó desde el minuto uno, y os puedo asegurar que The Haunting of Hill House no os soltará hasta mucho después de terminar de verla.
¡The Haunting of Hill House da miedo!

Mother! de Darren Aronofsky es una propuesta cinematográfica como poco, atrevida y arriesgada pero sobre todo, critica. Una película que te hace sufrir en el momento de su visualización pero que aprecias cada vez mas conforme la digieres.

Aparentemente y en la superficie, esta película no es más una continua cadena de sucesos sin sentido, incomprensibles y faltos de interés para el espectador, acompañada de una atmósfera de tensión e incertidumbre continua, pero solo en la superficie, pues este film está cargado de elementos simbólicos, de pistas que hacen relucir la auténtica intención del director.

Aronofsky, a su manera, que nunca es sencilla y mucho menos explícita, nos muestra en esta película, que probablemente sea una de sus mejores obras hasta la fecha, la caótica y sin sentido sociedad en la que vivimos y el declive humano que ha sufrido y sufre la misma y para con la tierra, nos muestra como la raza humana ha pasado de ser un simple visitante más sobre esta a convertirse en un parásito que terminará por destruirla y destruirse.

El film de Aronofsky es un continuo grito de socorro hacia el espectador, una llamada de atención y solo aquel que se quede en la superficie terminará decepcionado con la película, pues no habrá entendido nada de ella.

Michael Chávez nos presenta una nueva versión de La Llorona, una historia ya conocida por todos los fanáticos del cine de terror. La primera vez que esta historia se llevó a la gran pantalla fue en 1933 por el director mexicano Ramón Peón y se recuperó años después, en 1960 por el director René Cardona también de origen mexicano.
La Llorona de Michael Chávez se ambienta en la década de 1970 y nos cuenta (muy vagamente) la historia de una mujer mexicana que para vengarse de la infidelidad de su marido ahoga a sus dos hijos en el rio y después se quita la vida en esas mismas aguas.
Una historia clásica del folclore latinoamericano que ha sido despojada de toda personalidad y transformada en la cuadriculada “fórmula del éxito” que queda muy lejos de ser maravilla que muchos esperábamos al formar parte del terrorífico y exitoso universo de Expediente Warren.
Durante los eternos 93 minutos que dura la película no nos encontramos más que sustos fáciles y predecibles que más que conseguir sobresaltar al público provocan algún que otro bostezo y más de una carcajada; pues no es más que el mismo susto repetido una y otra vez a lo largo de toda la película.
El uso excesivo de los seguimientos en plano medio de la espalda de la protagonista a través de interminables pasillos y habitaciones vacías combinada con el plano subjetivo de dicha protagonista hace que la narración de esta película y la película en sí sean aburridas y repetitivas. De hecho, repetitiva seria la palabra adecuada para definir a La Llorona de Michel Chávez. Además de la utilización de un montaje carente absolutamente de tensión que solo nos ofrece un puñado de sustos malos.
Tanto la narración como los personajes que la guían están vacíos, carecen de inteligencia y de carisma, no son más que muñecos utilizados para sufrir las consecuencias de La Llorona que lejos de asustar llega a darnos pena.
La dirección de Chávez a su vez, está en completa sintonía con la historia ya que la absoluta falta de tensión, ingenio y personalidad completan este film para hacer de él una de las peores películas de terror que nos deja el cine en los últimos años.
Si tuviera que destacar algo de esta película seria la interpretación del pequeño Roman Christou al que vemos por primera vez en la gran pantalla y quien ha consiguiendo hacernos sentir terror por el en cada aparición. Regalándonos, la que para mí es la mejor interpretación de la película.