He tenido la suerte de poder disfrutar de los filmes italianos de la época de oro.

Cuando se visiona un cine que deja tantas obras maestras, la sensación que queda después de la satisfacción es el ansia.

Un ansia que no llena nada, porque la obra, es la que hay.

Cual ha sido mi sorpresa al comprender que la Comencini, con un buen guión y un elenco de actrices oportunas y radiantes nos ha regalado la última joya de aquella época.

BRAVA

El lenguaje cinematográfico es el esperanto de la cultura.

Es cierto que los países, segun épocas, nos proporcionan hermosas obras de arte cinematográfico.
Pero todas las épocas estan trufadas de obras personales que van mas allá de la nacionalidad de sus creadores.

Encantadora sorpresa la de este director polaco que nos ilumina con una obra que transciende la vida de los seres humanos sin discapacidades evidentes.

Jakimowski se acerca a lo insoportable, consigue llevar el film a una tensión que pocas veces he sentido.

Los amantes de la emoción y el thriller, tienen en esta maravillosa obra un referente, que sin artifícios Hollywoodienses les dejará huella.

¡Cómo envidio a los que aún no la han visto, son merecedores de este regalo!

Gracias director.

Excelente película.

Siempre hay algo en Bergman que a los latinos nos aleja de Él.

Por eso cuando un latino es capaz de trasmitir como un Bergman nos resulta de agradecer.

Existen las clases sociales y existe el lenguaje educado capaz de trasmitir los sentimientos con palabras. Pero los sentimientos no son adorno de una clase sino de los seres humanos. Por eso cuando los seres humanos se enfrentan a la tragedia es cuando resultan sinceros.

Estamos hastiados del melodrama esclavizante que nos conduce en cuerda de presos hacia la carcel de los hombres sin coraje.

El hombre debe ser capaz de enfrentarse a los Dioses y luchar aun sabiendo que la derrota en tal desigual combate es lo unico que le espera.

No es la primera vez en las tragedias, que son las figuras femeninas y matriarcales las que levantan la voz ante el infortunio y el castigo.

Eso es lo admirable de este filme, que como el Así es la vida de Arturo Ripstein , sabe embarcarnos en la tragedia clásica con el aspecto más actual, al estilo de las obras Shakesperianas de Kenneth Branagh.

La cobardia del hijo, su vacuidad, es naturalmente desplazada por la fortaleza y el valor de la madre.

La tesis de la película no por real es menos insignificante: la fortaleza de la madre genera la cobardia del hijo.

Como escribió Celaya: Nosotros somos quien somos ¡basta de historia y de cuentos!

¡Allá los muertos!

Que entierren como Dios manda a sus muertos