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España España · Madrid
Críticas de dieterle
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Críticas 22
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
2 de junio de 2013
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas a las que uno no puede exigir corrección formal, guiones trabajados o actuaciones mínimamente aceptables de sus actores. Uno de estos subgéneros es el cine explotation, que salvo pocas y dignas excepciones, siempre ha sido un género que jamás se ha tomado en serio a sí mismo. “La montaña del dios caníbal” es una de esas bazofias fecales cinematográficas, deliciosamente desaliñadas, con interpretaciones horrendas, y únicamente apta para cinéfagos que estén de vuelta, y que hayan visto tantos géneros y tantas películas que sepan apreciar sin prejuicios la desinhibida desidia de algunos de estos productos. Sergio Martino deja a un lado sus proteicos y formidables giallos para sumergirse de cabeza en una absurda y lisérgica aventura selvática, adentrándose en el cine exploation y aprovechando el eco de películas del género Mondo como: Holocausto Caníbal de Rugerro Deodato u Cannibal Ferox de Umberto Lenzi.
Como reclamo, intervienen actores que tuvieron su minuto de gloria en Hollywood, Úrsula Andress y Stacy Keach, la primera luciendo palmito y demostrando lo mala actriz que siempre fue, el segundo mostrando una desgana antológica. Ambos parecen pasar por la peli con el único objetivo de conseguir el peculio correspondiente a sus caches y salir corriendo hacia futuros proyectos de mayor proyección artística y comercial. Martino presenta una menor violencia explicita que la de otros productos similares, sorprendentemente, intercala chapuceramente a lo largo del metraje insertos de animales devorándose unos a otros, que resultan mucho más violentos y desasosegantes que la presencia de la propia tribu caníbal. A Martino le basta con poner de manifiesto el carácter depredador y obsceno de la naturaleza, interesándole menos las andanzas y rituales violentos de los nativos.
A pesar de las limitaciones comentadas, la película se hace entretenida, consiguiendo Martino crear una de esos bodrios entrañables que harán las delicias de los paladares curtidos en productos casposos y heces cinematográficas simpáticas de malas que son. Todos aquellos que se tomen a sí mismos y al cine demasiado en serio, deberán evitar por prescripción facultativa, el visionado de este engendro selvático.
dieterle
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8
22 de mayo de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez, Olivier Assayas sea uno de los directores más interesantes del cine actual francés, sobre todo por la uniformidad en la calidad de sus propuestas y por la coherencia de su carrera, donde nunca se ha apartado del cine de autor personal, incluso en las coproducciones en las que ha intervenido. “Paris se despierta”, su tercera película, supone un paso adelante con respecto a sus dos películas anteriores, en las que no podía evitar los tics típicos del cine pedante francés, por fin en esta tercera propuesta, da rienda suelta a su estupenda agilidad narrativa y a su sofisticada planificación técnica a la hora de crear imágenes. Dejando atrás definitivamente los baches narrativos de su anterior película “El niño del invierno” así como la molesta sensación de querer imitar a Bergman o a Eric Rohmer.
En “Paris se despierta” comienza a verse a un director con personalidad propia, y de enorme talento, adentrándose en otra dura historia de personajes desnortados y faltos de coherencia, que no pueden evitar hacerse daño en sus relaciones personales y que demuestran una gran inmadurez emocional. Y todo ello en un ambiente sórdido, un parís marginal que únicamente nos muestra su belleza, en los planos generales que muestran Paris en el amanecer o en el atardecer, planos generales de la ciudad con los que abre los distintos arcos argumentales. Assayas vuelve a interesarse por el reverso oscuro de las relaciones humanas, en este caso entre un padre, su amante de dieciocho años y el hijo de la misma edad.
Assayas demuestra una maestría innegable, tanto en la elección de los encuadres, la elaboración de los planos secuencia, la luz, como en la dirección de los actores. Actores semiprofesionales y desconocidos, salvo la presencia de Jean Pierre Lelaud, el actor fetiche de Francoise Truffaut.
Película premonitoria del enorme talento que atesora Assayas, que encantará a los amantes del cine francés de calidad, y que sin embargo puede no gustar al público más convencional. Cine gafapastil, pero en este caso, buen cine, exento de las pedantería cargantes típicas de este tipo de películas.
dieterle
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8
11 de mayo de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debe de ser difícil ser un autor con un universo tan personal, que cuando éste empieza a dar síntomas de repetición y agotamiento te resulte imposible reciclarte por los caminos del mainstream popular y sin pretensiones. Debes ser duro pasar de ser el niño mimado de la crítica, el autor moderniqui por excelencia del público gafapastil, a convertirte en un cineasta denostado y desterrado. Debe ser cabreante ser una moda pasajera.
¿Qué le ocurrió a Hart Hartley? ¿Perdió su talento? ¿Tuvo talento alguna vez? ¿El cine moderno ha cambiado y su cine ha envejecido?
Tal vez su situación de estancamiento y olvido sea la consecuencia de varios factores que interrelacionados entre sí ,han terminado de minar la carrera de aquel al que no hace más de diez años ,se le llamaba el Godart americano, el nuevo John Cassavates. La decadencia de Harl Hartley coincide con la desaparición del cine independiente americano en particular y europeo en general. A los años 70s ,80s, en Estados Unidos, surgió con cierta fuerza, un cine barato y alejado de los rígidos esquemas de las grandes productoras, con figuras como John Cassavates, Jim Jarmusch , hermanos Coen y algunos otros. Algunos festivales apostaron por este cine, como el festival de Sundance. La carrera de Hartley se inicia en el apogeo final del llamado cine independiente, que gozaba ya de un público fiel y una cuota de mercado bastante aprovechable. A este periodo pertenecen algunas de sus mejores películas: La increíble verdad-1988, Trust-1990, Simple Men-1992, Amateur-1994, Flirt-1995, Henry Fool-1997. A mediados de los 90s, comienza el principio del fin, los grandes estudios, se dan cuenta de que hay una cuota del mercado que no han explotado y que puede ser bastante rentable, y deciden sacar filiales que hagan películas pseudoindependientes dirigidas a ese sector del público, lógicamente, buscan películas mas amables que mantengan la estética de películas pequeñas, pero no tienen la mas mínima intención de mantener carreras de autores desisteresado por el cine ultracomercial, sino que más bien, estas filiales le sirven como cantera para directores que después de coger tablas, se incorporen directamente al circuito comercial. Pequeñas productoras independientes como Miramax de los hermanos Weinstein, comienzan a virar hacia un cine mucho más comercial para terminar siendo engullidos por la Disney. El gusto del público empieza cambiar, ya no hay tanto interés por seguir trayectoria de autores, sino que se prefiere ir a ver películas de género, el nombre de aquel que dirija esas películas ya no es lo importante.
Gente como Steven Soderbergh dan un giro radical a su carrera, comenzando a trabajar para las grandes productoras. Grandes estrellas independientes como los hermanos Coen, no tienen problemas para sobrevivir, aunque también su carrera poco a poco deriva hacia otro tipo de cine más comercial, Martin Scorsese se convierte el mismo en una franquicia y abandona todo atisbo de cine personal, Woody Allen deja Estados Unidos y emigra a Europa BUSCANDO NUEVAS VIAS DE FINANCIACIÓN, David Lynch saca sus proyectos adelante también gracias a canal plus France. Las distribuidoras independientes también van cerrando, y las salas de cine típicas de cine de autor también giran hacia el cine comercial. Figuras como Jarmusch cada vez le cuesta más sacar sus proyectos adelante. Y gente como Hal Hartley pronto quedan en una situación parecida al limbo.
En Europa la situación es análoga aunque como siempre se desarrolla más tardíamente que en Estados Unidos. Autores de prestigio como los hermanos Taviani, Pedro Almodóvar siguen manteniendo su estatus o bien por qué el público y la crítica no les dan la espalda, o bien por qué los festivales europeos siguen reclamando sus trabajos, Sin embargo francotiradores extraños que realizan un cine mas minoritario, comienzan a no poder producir con asiduidad sus películas, por ejemplo Bela Tarr, Akis Kaurismakis, Dardenne Brother, Rober Guediguian, Agnes Jaoqui, Werner Hergoz etc.
Otros como Françoise Ozon, Gianni Amelio, deciden también dar un giro hacia un cine más comercial.
Por tanto, es posible que en Hal Hartley su cine no se adaptase bien a estos cambios del cine actual, además de que también su universo particular haya dado signos de agotamiento.
Henry Fool es probablemente el canto del cisne de este director, es una peli extraña pero que mantiene muchas de las características de su mejor cine. Una estupenda película que es un claro ejemplo de un tipo de cine que en la actualidad está en franca decadencia. Los tiempos han cambiado y es posible que Hartley no haya sabido o no haya querido adaptarse a los mismos.
dieterle
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7
10 de mayo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pope del “punki cinema” japonés, es uno de esos directores inclasificables, del que puedes esperar CASI CUALQUIER COSA, películas del género yakuza, chambaras psicodélicos o de corte clásico según el caso, adaptaciones de mangas populares, comedias marcianas de humor negro, películas de arte y ensayo, sanguinolentos monumentos Splatter , violentos gores, incluso películas poéticas y surrealistas. Con Blues Harp, realiza una película que podría circunscribirse en el género yakuza, aunque sin desistir de dinamitar el género con una propuesta en ocasiones convencional y en otros momentos rompedora e iconoclasta. El inicio de la película es algo desconcertante, comienza con un flash back tranquilo y evocador del protagonista para acto seguido sumergirnos en unos títulos de crédito de ritmo infernal y arrollador, donde mezcla dos secuencia paralelas con planos entrecortados, contrapicados, imágenes ralentizadas mezcladas con imágenes veloces. Todo parece indicar que nos vamos a encontrar ante otra de sus películas locas, perturbadas, desequilibradas. Pero poco a poco, la película va tomando ritmos narrativos más sosegados y convencionales.
Utilizando el género yakuza como telón de fondo, Miike nos cuenta la relación de estrecha amistad entre dos individuos desclasados, un yacuza de base que pretende llegar un día a ser un gran capo, y un músico de blues, que en su infancia fue abandonado por su madre criándose como un huérfano. Miike abandona un tanto el género gansteril para adentrarse en un estupendo retrato de estas dos personalidades que se conocen por un golpe de azar y rápidamente se comprenden, debido a sus carencias afectivas y a sus deseos de salir de la situación en que ambos se encuentran.
Maravillosa fotografía nocturna de Yokohama, garitos nocturno, conciertos de blues, noches lluviosas y melancólicas, restaurantes de comida rápida bañados en luz de neón, callejones vacios. En el último tercio de la película Miike vuelve a retomar otra vez el ritmo más acelerado para retornar a los clichés de género, rompiendo la película con un anticlímax brutal al cortar la última escena con un fundido en negro que anticipa otro flashback evocador y poético. ¿Final abierto? Ni mucho menos, más bien un cierre brusco que es otra de las características del estilo Miike.
Gran película, que decepcionará un poco a los fans del Takashi Miike más desaforado he ido de olla, y que también podrá resultar algo desesperante para los amigos de la narrativa convencional y las propuestas poco arriesgadas. Cine diferente, o lo tomas o lo dejas. A mí me encanta Takashii Miike, incluso me lo paso bien con algunas de sus bazofias más indefendibles.
dieterle
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7
5 de mayo de 2013
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez el exagerado prestigio que adquirió en occidente John Woo, cuando su cine no llegaba a los espectadores occidentales, y directores como Quentin Tarantino proclamaban a los cuatro vientos sus excelencias, haya finalmente jugado en su contra. Por un lado su carrera emigró a Hollywood donde sus películas perdieron garra y parte de las señas de identidad que las caracterizaban. Por otro lado, sus películas hongkonesas empezaron a llegar en tromba editándose en Dvd con muchos años de retraso, y muchos se sintieron decepcionados por una filmografía que delataba a un director bastante discreto aunque con una innegable pericia a la hora de rodar escenas violentas, sobre todo a la hora de utilizar el escenario como otro elemento integrante de la acción. En la actualidad, el espectador occidental avezado en el cine trash oriental, el Chambara japonés, el género yakuza, el Wuxia chino o el thriller de Hong Kong, ya está más que preparado para poder valorar en su justa medida el cine de este director. En primer lugar, es un cine que no interesara nada a los cinéfilos prejuiciosos que consideren que el cine sólo puede y debe ser un espejo de realidades sociales, una manifestación artística de primer nivel que manufacture únicamente cine de autor, o cine de prestigio artístico. Aquellos espectadores que acuden a las salas de cine con frac únicamente dispuestos a ver clásicos imperecederos u obras de arte, menospreciaran este tipo de cine.
Yo particularmente no he entendido jamás esta postura, puedo disfrutar tanto de una película de Ingmar Bergman, Rosellini, Bresson, Bela Tarr como de una película de John Woo, Dario Argento o Lucio Fulci. Todo depende del momento y del estado de ánimo particular que tenga en ese instante. Lógicamente no exijo las mismas cosas al cine de unos y al cine de los otros.
Para mí, la carrera de John Woo en Hong Kong, está llena de autenticas bazofias, de películas reguleras y de al menos cuatro estupendos y muy disfrutables thrillers descabellados y carnavalescos: A better tomorrow (1986), The killer (1989), Una bala en la cabeza (1990), Hard Boiled (1992).
Estas cuatro películas recogen prácticamente todos los temas, clichés y manías personales del autor, además de contar con la colaboración de su habitual Chow Yun-Fat, actor al que no conocía ni Cristo en su momento, y que empezó a ser conocido a partir de su salto a Hollywood junto a John Woo hacia mediados de los noventa del siglo pasado.
En Hollywood perdió el desparpajo y la frescura sus mejores películas de Hong Kong, frente a las producciones no pobres pero algo desaliñadas que realizo en China, en Hollywood realizó películas mucho mejores técnicamente pero bastantes más aburridas. Sus películas perdieron su sentido del humor, y las secuencias ralentizadas o los planos secuencias memorablemente violentos y llenos de coreografías imposibles dejaron de funcionar en Hollywood. El ritmo de producción acelerado del cine de acción de Hong Kong, resultaba bastante incompatible con las producciones americanas de acción del aquel entonces, mas aseadas en la fotografía y en los efectos especiales, pero menos abiertas a la improvisación y al jolgorio coreográfico de sus escenas de acción. John Woo estaba acostumbrado a encargarse el mismo de la producción, la dirección, el guión, intervenía en pequeños papeles y sospecho que incluso supervisaba personalmente el catering, ya puestos. En Hollywood esto no era posible.
La capacidad ilimitada de los cargadores de las armas que se disparan, las piruetas circenses de los protagonistas, los montajes combinando planos secuencias elaboradísimos y rápidos junto a pequeños intervalos de escenas ralentizadas se hicieron plomizas y aburridísimas en sus películas americanas. Realizo auténticos bodrios como Broken Arrow, Blanco humano, Mision Imposible 2, Windtalkers…
Desde mi punto de vista solo consiguió acercarse a esos thrillers chinos descabellados, demenciales, pero llenos de ritmo frenético y de personajes absurdos pero al mismo tiempo carismáticos y graciosos por sus neurosis y traumas personales en “Cara a Cara” de 1997. Antológicos John Travolta y Nicolas Cage, intercambiando sus roles y ámbitos familiares de criminal y policía, sobreactuando de manera exageradísima para dar vida a unos personajes totalmente frustrados y oligofrénicos, que daban rienda suelta a sus desengaños, fiascos, delirios de grandeza y particulares sentidos del honor , en un enfrentamiento “face to face” violento, brutal y tragicómico.
Tuvo que volver a Hong Kong en 2009, para realizar una película digna, involucrándose en un Wuxia épico titulado Acantilado Rojo.
dieterle
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