En estos tiempos se echan de menos ideas valientes. Cuanto menos,algo rompedoras. Y Taika Waititi(que ya con Lo que hacemos en las sombras demostró que de acidez cómica va sobrado)no se arruga.
Y vaya si se agradece. Jojo Betzler es un niño de 10 años cuyo enamoramiento con el régimen nazi y su amistad imaginaria con Hitler(sensacionalmente encarnado por Waititi) se comienzan a desmoronar según va descubriendo la vida real.
Desde el principio la película es hilarante(mención a parte ese actorazo que es Sam Rockwell)con la metáfora sutil de reclutas niños en las juventudes hitlerianas como muestra de la realidad del varón nazi devenido en iletrado mental por desarrollar.El funcionamiento del totalitarismo como máquina de anular voluntades y bondades. Todo personificado en Jojo (gran Roman Griffin Davies,por fin un niño no repelente como el de la más que sobrevalorada Historia de un Matrimonio (snob) ) cuya adoración por Hitler trae de cabeza a su abnegada madre (Scarlett Johansson,correcta y otra sobrevalorada pero resultona actriz).
Ese homenaje a Anna Frank,el poner en evidencia la construcción del otro como ser abyecto,terrorífico,fantasmagórico(en este caso,los judíos) y la presión de grupo como coacción y corrección del comportamiento "desviado".
Película bien contada.Desternillante por momentos.Y con una fuerza vital fuera de toda duda(difícil no tenerla parafraseando a Rilke).
En estos tiempos de banalización del totalitarismo,de normalización de lo retrógrado,racista y reaccionario.Waititi da una lección arrancando sonrisas. Y un final tan sutilmente bonito,que a este que escribe,le hizo derramar alguna que otra lágrima. La libertad, el baile y el vivir.Tan sencillo,y tan difícil.

"“El amor consiste en dos soledades que se protegen, limitan y procuran hacerse mutuamente felices.” (Rilke)

L'e enfant terrible de David Cronenberg,allá por finales de los 80, después de darnos la vuelta con ese gran manifiesto sobre la sique deturpada de una humanidad perdida en La Mosca. Volvía a hacer de la sicología,el ego,la neurociencia una pequeña revisión de las inquietudes filosóficas que recorrían la mente de Cronenberg transmutada en comunidad científica.
Dos gemelos(fantásticamente encarnados por Jeremy Irons) ginecólogos. Se cruzan e intercambian.La candidez de Beverly y la dureza distantemente galán de Elliot Mantle. Embelesan a una actriz que comparten sin ella saberlo.Engatusan a un colectivo médico que ni se imagina que conflictos atrapan a ambos hermanos.
"Porque no hay un estudio de la belleza interior del cuerpo humano?"se pregunta un contrariado Beverly ante la sorprendente y falsamente cándida mirada de Claire Niveau.
No hay "body horror" marca de la casa .Ni metáforas que interpelan directamente a quien hace sufrir a Cronenberg como en The Brood. Hay una rica narración del envés de los cuerpos.De las dos almas de un mismo cuerpo separado. La sicosis de la dependencia. El drama de los opiáceos y la resistencia de un cuerpo que se busca(el cuerpo,la clave del cine primigenio de Cronenberg).
Quien sabe si las dos ciudades de Santo Tomás(la divina y celestial encarnada por bev,y la infernal y "baja" encarnada por Elliot) influyeron al director. O simple puzzle que encaja en un final panegírico donde el retablo de los cuerpos,alegóricamente siameses separados, consiguen un descanso negado en vida .Una especie de simbiosis morfológica y mental perfecta .
Destacar las escenas coloridas en quirófano y la suavidad clasista a la luz del día. Película que rompe con la trayectoria que el director traía hasta el momento,y que hasta la fecha(para mayor gloria de ExistenZ )no ha vuelto.
Destacar que con sus recientes Promesas del Este,Una historia de Violencia el gran público se reencuentra con David.A cambio de lo que perdimos esa mirada casi misantropa y sicológicamente deliciosa de una de las mentes más inspiradoras y perturbadoras del cine. Canadiense tenía que ser...

Existen ciertos tabúes en el cine que en su tratamiento escabroso pueden ahuyentar. Lejos de una visión gore, esta "el cadáver de Anna Fritz" cuenta como una noche de alcohol,drogas y sexo en un tanatorio se puede convertir en el retrato perfecto de una sociedad putrefacta.
Solo son 70 minutos,no necesita más para contar lo que cuenta con un escasisimo presupuesto y,al igual que la autopsia de Jane Doe, dos estancias y una idea que ya Allan Poe trató recurrentemente.
Hai un subtexto que recorre el filme.El de la masculinidad homínido-falica que desprende un tufo a manada (sin esto haber sucedido cuando la película se rodó) que enferma y revuelve. La metáfora de lo vivo masculino que trae muerte y su conjunción con lo femenino muerto que da la vida,es tan sutil y brillante que recorre la retina con una livianeza que merece ser reconocida y aplaudida.
Una muy buena Alba Rivas transmite con una mirada de horror e impotencia lo nauseabundo que recorre un cuerpo violentado.
Lo único negativo son las pésimas actuaciones del trío de hombres(el actor que encarna a Pau es poco mandarlo a un gulag interpretativo). Y un final que destila reflexión por los 4 costados.Sencilla.Directa.Y más que bien contada.

El terror es uno de esos géneros del cine agradecido si se sabe hacer,y horripilantemente malo cuando se convierte en un pastiche infumable de sobresaltos y música tensionante.
Es raro que una película laureada en Sitges sea una mala apuesta.La Autopsia de Jane Doe confirma la regla.
André Øvredal se sirve de un argumento sencillo.Un padre y un hijo forenses investigan las causas de la muerte de un cuerpo encontrado en la escena de un terrible asesinato. Con sólo 3 minutos, Øvredal crea una atmósfera envolvente que no desaparece en ningún momento. La autopsia avanza según se reconstruye un rompecabezas de dificil comprension hasta el terrorifico detonante que todo lo explica.Un final tan brillantemente filmado que dibuja una impávida y estremecedora sonrisa en el espectador sorprendido. Ese recurso sensacional y sencillo de las campanillas.Nulos efectos especiales mas allå del maquillaje y la recreación más que fiel de una autopsia.
No es que el mal anide entre nosotros,es que es una parte innata de la naturaleza humana.Esa que se condena,esa que escapa de un final pactado.
Los hijos de William Friedkin han llegado para quedarse,y como se agradece....

Bart Layton ,el director del grandisimo documental The Impostor ,ha venido para quedarse.
Cuatro amigos pretenden robar y vender por 12mill. de dolares varios libros historicos de la Biblioteca de Pensylvania.
Asi comienza el puzzle de intriga y redencion que el bueno de Layton monta con sencillez y honestidad. La de Warren Lipka(Evan Peters y su rostro de American Horror Story) queriendo ser el triunfador que la vida le niega.O la trascendencia que persigue Spencer Reinhard(Interpretado por Barry Keoghan,cuya cara queda grabada a fuego en El Sacrificio de Un Ciervo Sagrado,esa joyita hanekiana de Lanthimos)un estudiante de bellas artes obsesionado con van gogh y la tragedia como redencion.
Podria ser una revisitacion adolescente del Secreto de Thomas Crown ,es muchisimo mas.
Una bofetada al sueño Americano.ese de todos somos especiales y llegamos a donde queremos.A los anhelos de una clase media rota en su amargura y formas coadyuvantes de generaciones perdidas. No al estilo Loach o con la magia 70ra de Lintlaker. Mas de calle.De camaraderia. De amistades que perduran sea cual sea la afrenta y el error.
La conciencia que mata la calma.La vida que nunca pasò y todo lo dio. Un sincero manifiesto de pena y redencion. "una vez que cruzas esa linea,ya no hay marcha atras"
El retrato podria ser de cuatro egoistas.Y va mucho mas lejos. Y un final con una lirica que la vida que nos enseñan ni tiene ni por momentos,semeja querer.Un peliculon que de una historia real,hace poesia filmica. Como solo los grandes saben ....