Dinero, poder, coches, armas... No parece una película española. Pero lo es.
Película de narrativa veloz, con voz en off del protagonista, por lo que es muy entretenida de principio a fin. El cuidado de las transiciones de escenas, música y planos para siempre saber en qué ciudad y momento del personaje estás hace que vivas con frenetismo la aventura del personaje que encarna Arón Piper. Es tan trepidante que pasa superficialmente por la crítica interna hacia el poder, dinero y por ende corrupción, basado en hechos reales de la España de principios de siglo. Perfecta para saborear palomitas un fin de semana.

Actores fenomenales, gran banda sonora, diálogos cuidados, fusión de tres idiomas (inglés, francés y alemán) con gran acierto, escenografía cuidada y momentos aleatorios y cómicos rodeados de sangre que caracteriza a Tarantino.
Parece que a Quentin le gusta reescribir la historia, sobretodo cuando una sociedad sufre especialmente, para dar venganza. Esta vez lo hace creando personajes como Hans Landa que atrae toda la atención gracias al gran papel de Christoph Waltz. Dos horas de diversión a más no poder.

Me recuerda a lo mejor de John Wick, lo cual no considero algo negativo sino al revés. Buenas escenas de acción junto a una historia bien hecha, aún siendo previsible, protagonizada por un Statham diferente a las pelis simplonas de acción.
Se asemeja a lo que caracterizaba a John Wick para ser diferente: personaje de carácter estoico, nihilista y crudo pero carismático, sin la comedia fácil que rompe con este tipo de películas basadas en la violencia; junto a la creación un mundo ficticio que sigue reglas del orden y seguridad diferentes.
David Ayer ha escogido la buena fórmula de entretener sin crear la sensación de estar perdiendo el tiempo.