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Críticas de Lawrence
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
9
19 de julio de 2011
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando la naturaleza (llámesele Dios) reparte dones extraordinarios entre algunos pocos de sus mortales e imperfectos hijos: los hombres. Los que son elegidos, tal vez lo sean por puro azar, o tal vez por algún designio secreto... ¿Cómo saberlo? Cuando sólo podemos saber que existen seres superiores a nosotros, bien podemos conformarnos con esa realidad y aceptarla conscientemente o no, y continuar con nuestras vidas, o bien podemos rebelarnos ante ese orden de las cosas, podemos sentir más envidia de la que instintivamente sentimos y, al fin, viéndonos ante una inevitable derrota, decidir estropear los planes de Dios... Decidir matar a esos genios, expulsarlos de este mundo de personas "normales". Y ta vez si elegimos lo segundo podamos arreglarnosla para matarlos; pero jamás podremos matar lo que éstos le han heredado al mundo.

Es cierto que con frecuencia admiramos y elogiamos a aquellos que poseen dones superiores en aspectos en los que nosotros poseemos pocas habilidades. Pero cuando nace un genio en algo en lo que no quieres que sea superior a ti, cuando alguien te roba, justificado por la naturaleza, la pefección, cuando alguien es mejor que tú en lo que más amas (la música, por ejemplo), entonces eliges el segundo camino: el camino de la incorfomidad, la cólera y la frustración, el camino de la mediocridad. Esas personas, aunque estén en todo su derecho (como humanos) de sentir envidia y afanes de venganza, lo único cierto es que Dios, al final de cuentas, terminará riéndose de ellos y sus intentos patéticos de derrotarlo (no es un simple recuerdo lo de la risa de Mozart al final).

Lo cierto es que ante estos regalos incomprensibles de la naturaleza no podemos enfrentarnos. En este mundo hay talentosos, brillantes, mediocres, comunes, pésimos..., y hay genios. Lamentablemente, ése es el orden de las cosas. Cada quien utilice las habilidades que la naturaleza le ha dado como mejor pueda.
Lawrence
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8
22 de febrero de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película atrevida, sin miedo, rechaza el pudor y, sobre todo, intenta ser sincera. Este road movie no sólo nos llevará de viaje por pueblitos y carreteras del viejo México, tratando de mostrarnos algo de su idiosincrasia y sus particulares paisajes; en realidad tiene como objetivo principal introducirnos en una aventura de sentimientos y pensamientos contradictorios, una travesía al interior de nuestra propia esencia humana, e intentará demostrarnos que en realidad ignoramos lo que somos, al igual que sus protagonistas ignoran el destino al que se dirigen (aunque crean conocerlo).

A través de las ruedas de aquel coche y del convivir de dos adolescentes, Julio y Tenoch, y de la esposa dolida de un literato mujeriego llamada Luisa, nos irá adentrando en una caja de preguntas sobre la esencia de la amistad, la vida, la muerte y, sobre todo, la sexualidad...

¿Qué tan profundas son realmente las relaciones de amistad entre dos inmaduros adolescentes? ¿Realmente son tan sólidas como éstos intentan hacerse creer? ¿Qué tan heterosexual se puede ser mientras no se encuentre uno en el éxtasis de la borrachera, con deseos inconscientes que en ese estado es incapaz de suprimir? ¿Vale la pena aventurarse en un último viaje en el que no tenga importancia romper los límites sociales, con la finalidad de encontrarse con uno mismo?

Para ver “Y tu mamá también” es indispensable hacerlo de una forma analítica, limpia de juicios a priori. De ese modo se descubrirá que esta película mexicana realmente es de una gran utilidad sociológica.
Lawrence
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10
30 de noviembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Padrino, un título y una imagen tan arraigados en nuestra cultura... El Padrino. Aunque haya quien la deteste, me alegra saber que provar que es una mala película es imposible. El comienzo es ya toda una lección de cómo una película debe hacer para mantener consigo la mente del espectador. Es una historia circular, claramente circular, en la que las piezas que la conforman encajan sin desbordar el tablero.

Me gustaría mencionar algunas de estas (en eso consistirá mi texto, además):

1. La música, genial música de Nino Rota, que nos hace introducir de la mejor manera posible en la tragedia oscura y hueca de la mafia.

2. El guión, que tiene una seguridad de no equivocarse increíble. Frases, diálogos, insultos y discusiones para la posteridad.

3. El montaje, que logra sobresalir la mayor parte del tiempo (inolvidable el ritmo de la historia de Apolonia y Michael, por ejemplo, o el de la masacre de los enemigos de la Familia el día del bautizo...)

4. El reparto, que, como se sabe, es el corazón y, por ende, el universo emocional de toda película. La elección de los actores, poco conocidos en ese entonces (salvo Brando), logra una química espontánea y poderosa única. Los personajes, por otro lado, se han convertido hoy en arquetípicos.

El recuerdo del rostro de Vito aparece primero, luego la mirada de Michael, los momentos de ira de Santino, Tom tratando de mantener siempre su serenidad y la de la familia, Fredo y su triste expresión de un ser frustrado, Kate y su dolorosa inocencia...

...

El Padrino. Es la película más completa que he visto. Un clásico, de una perfección de estilo que a lo mejor no se vuelve a repetir nunca más.
Lawrence
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8
5 de noviembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hermoso picado de la ciudad de Varsovia, en blanco y negro, inicia la película.

Wladyslaw Szpilman, pianista famoso del país, está tocando su piano en una estación de radio. En ese momento cae una bomba en el edificio, todos evacuan el lugar mientras van cayendo más bombas. Es señal de que los nazis están invadiendo Polonia. De esa manera inicia para este país, por un lado, lo que la historia recordaría como el Holocausto judío, y para Szpilman, por otro, lo que la historia recordaría como la odisea de un artista en medio de la guerra más cruenta de la humanidad. El drama de su vida durante la II Guerra Mundial es narrada por esta excelente película de Roman Polánski, que logra combinar el horror y la belleza de manera ejemplar.

La película es un elogio de la supervivencia. Cuenta la historia de este pianista judío que fue capaz de soportar la extrema vida a la que estos fueron sometidos por los beligerantes nazis, durante la II Guerra Mundial, un hombre que finalmente, gracias a un don que le dio la naturaleza, logró seducir a su verdugo alemán (con una escena final para la posteridad).

Es una historia donde la verdadera esperanza resulta ser la música (o el arte), la única capaz, al parecer, de redimir a los hombres de los gritos, las lágrimas o los lamentos. La música que es el lenguaje universal. Es un viaje en búsqueda de la belleza en tiempos del caos.

El arte es libertad. Libertad de la que no podrá privarnos enemigo alguno. El día en que la creatividad y la imaginación se puedan comprar, ese día acabará el arte como lo conocemos. Pero ese día, seguramente, nunca llegará. Esta película pone una tílde sobre esto.

Ario o semita. Rico o pobre. Judío o Alemán... La música (o el arte) no conoce razas, clases, ni fronteras, es un don y un patrimonio que le pertenece a toda la humanidad, y este podría residir tranquilamente en un pordiosero que duerme bajo un puente en la ciudad más pobre del mundo.
Lawrence
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9
21 de noviembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ciudad de Dios es una película que nos muestra la realidad de una de las favelas más peligrosas del Brasil, de una manera cruda y directa. Le interesa más no ser una película con tintes realistas, sino hacer sentir que se está frente a la realidad misma. El director trata lo más posible de ser impasible a la hora de narrar; no recurre a sentimentalismos ni a escenas conmovedoras.

Ciudad de Dios es una película compleja. Esto, por ejemplo, porque no es una película que repudie la vida criminal, como tampoco que intente reivindicarla o justificarla. Es el drama de una ciudad marginada, es la vida diaria de ciudadanos habituados al sonido de las armas, a las drogas, a la mafia, a las pugnas entre pandillas, a la corrupción de las autoridades, al narcotráfico. Es la comedia y la tragedia de los que están muy alejados de la imagen perfecta de las grandes ciudades.

De un estilo soberbio, y muy segura de sí, la trama no es lineal. Utiliza distintas técnicas para trasladarnos al contexto en el que creció Buscapé, el protagonista y narrador, desde un largo flashback en el inicio para remontar la historia a los años 60, desde cortos flasbacks acelerados para narrar las historias particulares de los criminales y demás personajes, hasta el uso de los planos unidos: dos acciones narradas a la par.

Es un deber cívico ver Ciudad de Dios.
Lawrence
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