No hemos de partir de la premisa de que Canadá es una mierda, aunque todos sepamos que lo es. A pesar de ello son capaces de hacer (que no traer, porque en España, no la veremos más que en DVD y a lo mejor ni eso) joyitas que se escapan de la convencionalidad y son capaces de parodiar lo que otras han intentado (subrayad mentalmente la palabra intentar) y lo consiguieron únicamente si eres adolescente y vas al cine al toqueteo, viendo 2/5 partes de la misma. Todos sabeis de que películas hablo.

Tucker and Dale vs Evil se nos presenta con 2 partes bien diferenciadas de protagonistas: por un lado tenemos a los típicos universitarios (y en esta película la palabra típico, al contrario de lo que suele ser la tónica general, es maravillosa) que se van el fin de semana de acampada. Es el grupo de chavales que todos hemos visto alguna vez en el cine: el guaperas, el negro, los que no pintan nada, las cachondas y la que siempre quiere llamar a la poli cuando las cosas van mal. Por otro lado tenemos a los dos amigos paletos típicos del sur de EE UU que van a pasar unas vacaciones a la casa del lago.

Su primer encontronazo, así como los que se irán sucediendo a lo largo del film, siempre trae unas consecuencias nefastas para ambos. Creo que la palabra correcta para definir el film es: cúmulo de despropósitos. Y es que después de que se nos presenten a los personajes más o menos (o bueno, claramente, porque la profundidad de los personajes de los universitarios es más nula que la de muchas personas que conozco) empieza “la fiesta”.

Aquí encontramos uno de los puntos fuertes de la película: la violencia. El amigo Eli Craig no se corta un pelo, y eso le da muchos puntos a la película en las escenas en las que el gore mezclado con dosis de humor negro resultan un cockteil perfecto y cruelmente delicioso.

A pesar de lo absurda o Scary Movie que pueda parecer, el guión de Tucker & Dale tiene mucho mas intelecto que el 80% de las películas estrenadas al año en las carteleras de todo el mundo. Lamentablemente en países como el nuestro, el porcentaje es mucho mayor.

A pesar de todo lo bueno que he mencionado anteriormente también he encontrado puntos negativos. Esos puntos están en un final, o mejor dicho, un principio incoherente con el final, y un final que no está acorde con la filosofía de la película (no puedo ni quiero spoilar) por mucho que nos intenten colar una gracieta justo antes de terminar. Estos últimos 10 minutos de la película son los que han hecho que de estar optando al sobresaliente, bajara a un notable radicalmente. Es el único aspecto en el que me he sentido un poco defraudado o por así decirlo estafado (no en el sentido de inversor de Nueva Rumasa).

Pues eso pipiolos y pipiolas, que si quereis un porrón de sangre con más risas y que además no sea una basura américana en las que el esquema y los diálogos son tan simples que un mono con parálisis cerebral es capaz de crearlos, esta es vuestra peli.

Makoto Shinkai, te quiero. Después de ver esta película, de descubrir el guión que has trenzado separando la vida de dos personas en 3 partes que se suceden como 3 poemas, describiendo los sentimientos como nunca antes en el cine, te quiero.

Es un hecho que el cine oriental refleja a la perfección una visión diferente del mundo que nos rodea, otro tipo de sensibilidad, pero lo que esta película nos muestra puede significar para nosotros dos cosas:

- Un pastelazo infumable repleto de tantos momentos llenos de sentimientos que terminemos indigestos y queriendo vomitar de nuestra mente todo lo visto.

- Un poema visual, una delicia para los sentidos en un envoltorio de una hora con 3 pequeños frascos dentro donde se guardan las esencias de los sentimientos humanos ante las relaciones.

Para mí fue la segunda, aunque perfectamente entiendo que haya gente que no sea capaz o que no este dispuesta a tragarse una hora de derroche de sentimientos lentamente contados, y que si se sienten a ver El Barco por ejemplo, que eso si que es una buena serie, por supuesto. [Sarcasmo]

Adentrándonos en la peli, tenemos a dos personajes principales, chico y chica que no pueden vivir siendo niños el uno sin el otro, pero, cosas de la vida, se tienen que separar. Ese es el punto de partida de la película, que a través de 3 momentos puntuales de la vida del protagonista masculino, nos cuenta ayudánose de la voz en off en casi todo momento, como se siente en las diferentes situaciones.

Tenemos la suerte de que el protagonista es todo un poeta, (o al menos en España muy pocos tíos de su edad harían las reflexiones que él hace, aunque bueno, la cultura no es el punto fuerte de la juventud de este país) y la belleza de cada frase que suelta se funde a la perfección con las imágenes tan bellas que el amigo Makoto Shinkai nos ofrece. Esto junto con una banda sonora preciosa, la convierten, para mí en una pequeña joyita del género.

Vistos sus puntos fuertes, me veo obligado a mencionar también los aspectos en que flojea un poco la película. En primer lugar destacaría que el ritmo narrativo puede resultar bastante tedioso (en castellano: que te puede resultar lenta y hacerse pesada) si no empatizas con los personajes. En segundo lugar su final puede producir risa en alguien a quien no le este gustando y hacer que suponga la guinda del pastel de sus mofas.

Estos puntos flacos creo que sólo se podrían dar en gente que no haya sentido alguna vez ninguno de los sentimientos que se nos abren en abanico con este film.

Resumiendo, que os recomiendo esta peli, y más si la veis en buena compañía. Merece la pena una horita del día invertida en ella. Abstenerse insensibles y gente que vea El Barco.

Jamin Winans es un director novato. A sus espaldas sólamente podemos encontrarnos un corto “Spin”, para tener unas referencias a su estado mental o consumo de sustancias alucinógenas. Digo esto por una sencilla razón: para hacer el guión de esta película y dirigirla con la estética y el pulso con la que lo ha dirigido, sinceramente o esta como una puta regadera, o que me pase el número de su camello.

Tengo que reconocer que el cine independiente yanki cada vez me tira más, está aumentando notablemente su calidad, y bendito y bienvenido sea este aumento sin tiene como resultado maravillas como esta.

Nos encontramos ante una película de ciencia ficción, con una visión rara de una realidad que irónicamente en realidad no lo es, lo cual supone algo necesario y es un gran detalle el del amigo Jamin en este aspecto. La historia cuesta comprenderla en un principio, lo cual, y yo he sido el primero, te tira para atrás. La película empieza incomodándote, no gustándote. Te la suda la niña y el tío feo. Pero es como un buen vino que poco a poco se va madurando. La historia comienza a tener sentido (o bueno todo el sentido que una ida de olla como esta puede tener) y la estética redondea la fiesta.

Esta última merece una mención a parte. Los personajes y sus trajes molan, pero es que los malos son cojonudísimos (aunque creo que podrían haber dado mucho más juego). Pues eso, los malos molan, y mucho. Molan como el pelo de Doc el de Regreso al futuro, o como Slot el de los Goonies. Es una forma de molar raruna y bizarra pero que a mi me encanta.

En cuanto a las interpretaciones Chris Kelly se echa la peli a la espalda, lo borda. El resto están correctos, sin mayor importancia de la que el director les ha querido dar, ya que se ha centrado en hacer una película de autor, marcando sus tics o manías desde un primer momento para hacerlos su santo y seña, y la verdad es que en muchos aspectos eso me supone una gran ilusión por sus futuras películas (que Dios, o mejor dicho los productores adecuados, quieran y hagan porque las haya por favor).

El aspecto negativo podría recaer en esos tics o manías. Probablemente no sean del agrado de todo el mundo. Para mí, algunas escenas podrían haberse rodado sin la necesidad de 4 planos distintos en 1 segundo y medio. Eso puede saturar al espectador medio. Por lo demás siga así señor Winans, consumiendo esos benditos estupefaciéntes.

Resumiendo: Buen guión, mejor estética, ciencia ficción y cine independiente unidos y un director que apunta maneras. Abstenerse puristas.

Nos encontramos ante una película incomprendida en su momento. Recibida a bofetadas por la crítica y el público allá por mediados de los setenta, años más tarde se ha consolidado como una de las obras de culto más importantes de la carrera del director Polansky.

La atmósfera enrarecida que cubre todos y cada uno de los planos del film ahoga al espectador de tal manera que las sospechas por todo lo que acontece al pobre Trelkovsky van minando la moral tanto del personaje como de la persona que está viendo la película.

NO ES UNA PELÍCULA PARA TODO TIPO DE ESPECTADORES, de hecho me atrevería a decir que un grupo bastante reducido de los mismos serían capaces de saborear las dos deliciosas horas que nos brinda el amigo Roman.

El guión fluye a trompicones, si, pero unos trompicones que hacen que poco a poco la frustración y desesperación calen en la mente, brindando un final apoteósico y tan bien reflejado en ese grito de terror con el que Polansky cierra el film.

A mí me encantó, pero podría comprender a los que digan todo lo contrario sobre ella y la tachen de bodrio infumable. Al fin y al cabo las películas de culto sólo crean odios y amores, pero nunca dejan indiferencia.

Muy de vez en cuando los planetas se alinean en Hollywood, y un buen guión se une a un director con talento e ilusión, que junto con un reparto que entremezcla estrellas en alza con curtidos veteranos, hacen que sea posible la creación de una obra maestra.

Si, el cine danés me encanta (escuela de la que procede el director), Carey Mulligan es mi actriz favorita, Ryan Gosling está convirtiéndose en uno de mis actores preferidos y el ver a los protas de dos de las mejores series que sigo (nuestro amigo Bryan Cranston, Walter en Breaking Bad; y Ron Perlman, jefe de la banda Sons of anarchy) pueden influir en categorizar a esta peli como una obra maestra, pero para gustos colores, aunque creo que hay colores que gustan a la mayoría de la gente.

Adentrándonos en la peli, su inicio es brutal, nos deja claro los rasgos más característicos de nuestro prota: habla para decir lo justo y necesario y no tiene ningún tipo de remordimiento si cree que sus acciones son justas. Acto seguido unos títulos de crédito en rosa acompañados de música electrónica de los años en que los pelos cardados estaban de moda, presentan un homenaje en toda regla a los años 80.
Es una película de acción, si chicos, pero no os espereis tiros por doquier o impresionantes explosiones, aquí el corazón y el cerebro están muy por delante de todo eso.
El ritmo de la película es lento,tanto que puede impacientar a todos aquellos que vayan buscando lo anteriormente mencionado. Existen pocos diálogos y la trama se desarrolla a una velocidad mínima pero constante. Pero el amigo Winding sabe aprovecharlo, y nos va sumergiendo en la historia y haciéndonos parte de ella hasta que la mecha que lleva encendida más de media hora empieza a explotar.
En este momento en el que la espiral de violencia se desata, chicos, no espereis explosiones o tiros everywhere, no. Es una violencia personal, seca, que te hace daño y te abre los ojos de la impresión.

La pena es que mi niña Carey no tenga mayor protagonismo en el tercio principal de la película y casi ninguno en sus últimos compases, pero Gosling se echa la peli a la espalda con su cazadora sublime y está imparable. Tengo que remarcar que contiene la que para mí es una de las mejores escenas de acción del cine de este siglo XXI. La escena con la compañera del atraco en la habitación del hotel roza la perfección.

Resumiendo, que es gerundio, absteneos todos aquellos que busqueis yankies disparando semiautomáticas por toda la ciudad en persecuciones trepidantes sin cerebro y todas aquellas que aborrezcais las vísceras y la sangre. Si dentro de estos grupos existe algún cinéfilo (aunque lo dudo, pero nunca se sabe), no se puede perder esta obra maestra que se crea en Hollywood una vez o dos como mucho cada año.