Transcurre el año 1971, golpe de estado en chile, Pinochet al poder, ocultamiento, muerte, desesperación, incertidumbre, indignación, toque de queda, fuerzas armadas, caos... Todo esto muestra la camara de Costa-Gavras, en las dos horas de metrajes, pero no desde un primer plano como queriendo denunciar las barbaries cometidas en este período, no sino que se enfoca en la mirada y desesparación de un padre y una esposa, por la desaparición de un hijo y un marido respectivamente. De esta manera a través de la mirada de Jack Lemmon y Sissy Spacek, nos vamos enterando de los hechos ocurridos avalados por USA, para poder mantener el nivel de vida los norteamericanos. Y de la necesidad que muchas veces tenemos las personas de no reconocer la realidad para poder mantener la esperanza y la fe. Mentiras e hipocresias se van entretejiendo escena tras escena (algunas muy crudas y algo exageradas), con dialogos ironícos y actuaciones formidables. La banda sonora de Vangelis no explota todo el potencial de la película, pero el tema principal eriza la piel. Una gran película política y muy comprometida.

La película comienza con un movimiento de cámara, que nos introduce en una primera hora llena de aciertos tanto actorales como técnicos, una fotografía deslumbrante y una edición tan elegante que por momentos nos sumerge y nos hace sentir parte de la historia. La Segunda parte si bien más convencional, no deja de ser interesante, nos describe a través de la música sensaciones, sin necesidad de diálogos deslumbrantes, con un final sorpresivo, pero no inoportuno, con una interpretación escueta pero sorprendente de Vanessa Redgrave. Véala le guste o no es una experiencia para los sentidos inolvidable.

En una Gotham City cada vez más parecida a New York, este nueva puesta de Batman, totalmente alejada de las barrocas y sobrevalodaras películas de Tim Burton, y de las bizarras y decadentes ¿Películas? de Joel Schumacher, como así también de su antecesora Batman Begins. En esta Ocasión el mundo de Batman esta mucho más cercano a la realidad, las situaciones que se presentan, llevadas a un extremo impredecible se ajustan a una nueva realidad del superheroe, en donde se enfrenta a un villano tan irreal, pero tan bien interpretado por Heath Ledger, que lo convierta en una realidad tan amenazadora como conmovedora, y pone a nuestro heroe en la delgada línea que separa al bien del mal. Sobre esta línea filosófica, que durante años ha desvelado a grandes filosófos, se monta un guión con una estructura tan solida, que no se desvía del objetivo en ningun momento, cada escena por pequeña o insignificante que parezca aporta en gran medida al camino que transitan los protagonistas. Las Interpretaciones del resto del reparto son más que correctas, sobresaliendo el ya mencionado Heath Ledger y Gary Oldman. La fotografía es lo más destacado de la cinta, logra resaltar todos los detalles sin perder de vista absolutamente nada, de una prolijidad asombrosa, como así también la edición, que dota al film de una elegancia y un ritmo, que hace pensar que los 150 minutos de duración en realidad son 15. Que más decir, la música acompaña exelentemente, y el sonido y los efectos asustan de tan realistas. En fin la mejor película de Batman sin duda, y la mejor de superheroes hecha hasta el momento, un acierto comercial, pero también digna de Cannes.