Ahora que las series americanas se encuentran en verdadero auge: House, Anatomia de grey, Me llamo Earl, Lost... nos sirven esta, ciertamente, poco verosímil pero sí tremendamente atrayente e inteligente serie llena de suspense, detalles y giros inesperados (sí, a veces algo rebuscados, pero sin duda sorprendentes). Quizás sea ésta la fórmula que nos lleve a que, inevitablemente, cada capítulo sea la puerta de entrada al siguiente: el desenlace en cada episodio, generalmente inesperado, abierto (el capítulo en sí queda como una incógnita que será resuelta en el capítulo siguiente), las características de cada uno de los personajes (muy bien interpretados sí señor, genial Wentworth) y el suspense y la tensión que se viven prácticamente a cada minuto de su transcurso (ello no deja espacio a que se nos haga aburrida o repetitiva en su contenido). El problema que puede llevarme un producto tan adictivo (como me está ocurriendo con Lost en su tercera temporada, después de unas excelentes primera y segunda) es que acabe por dejar de ser lo que es: adictiva, imprevisible y coherente dentro de su cierta inverosimilitud. Que continúe siendo lo que es y hasta el fin.

La última obra del gran maestro del séptimo arte, esta vez interpretando un papel de los de antes, con sus inseguridades, neurosis y su sarcástico e irónico humor. Muy lejos de la genialidad del mejor Allen, del que ha sido capaz de realizar auténticas obras de arte como Manhattan, Annie Hall, Zelig, La rosa púrpura del Cairo... entre otras. Por ello cabe tacharla de obra menor, de un Allen menor y no el de siempre. La obra no tiene la frescura del gran Allen, ni la agilidad en su realización, ni la sutileza y la originalidad en el guión (pero sí la chispa), ni los personajes gozan de complejidad psicológica e introspectiva (como en Annie Hall), ni, sobretodo, por su predisposición a la reflexión, no esperen mucho en este aspecto.
Lo que sí conserva Scoop es el ingenio del autor. Ingenio en la creación de situaciones hilarantes, absurdas, kafkianas; ingenio para impregnar la comedia de diversión y entretenimiento, mero entretenimiento del que desata una carcajada detrás de otra.
Esta película no tiene absolutamente nada que ver con su predecesora Match Point tanto por la seriedad, como tensión dramática y aura suspensiva que mantiene ésta última; pero las muchas demostraciones de maestría del director le permiten hacerle ciertas concesiones.
Scoop no es la película del año ni una joya de grandes proporciones en el repertorio fílmico alleniano, pero sí una divertidísima comedia abierta al gran público y que es cince concebido como puro pasatiempo del bueno. Para arrancarse a reír.

Es innegable que, haciendo hincapié a las características técnicas del film, el efecto retroscópico es una interesante idea, no únicamente cuanto a lo innovador del tema sino también porque le dota de la atmosfera paranoica y delirante perfectas para un mundo del futuro reciente en que la droga es un verdadero hecho social.
Tampoco tengo quejas en cuanto al reparto en general: Keanu Reeves no destaca especialmente en su papel y me parece algo justillo, aún así se salva(nunca ha sido fruto de mi devoción) y me gusta bastante Robert Downey Jr., como excéntrico-paranoico escupemierda pero carismático, se ensalza en el conjunto.
La película pero acaba resultando muy aburrida en su segunda mitad entre tanta berborrea filosófica y hace que lo que al principio parezca una interesante adaptación de la novela de Phillip K. Dick sobre una sociedad futurista envuelta en la sombra de un Estado totalitario hipercontrolador que es capaz de adentrarse en lo más profundo, oscuro, tétrico del ámbito privado y íntimo de los individuos sin su consentimiento como medida preventiva, para acabar por someterlos a su voluntad y un divertido relato paranoico y algo introspectivo (después para nada será así) sobre quatro amiguetes y sus desdichas con la droga (la sustancia M) en la cotidianiedad; acabe siendo un cúmulo de situaciones hilarantes y surrealistas, eso sí, pero que finalmente te lleven a una desorientación total entre tanta confusión realidad/ficción y palabrería en el contexto, creyendo además que hayas dado con el remedio para combatir el insomnio.

Ideal para: amantes de la obra de Phillip K. Dick y de los largometrajes técnicamente innovadores y formalmente originales.

Contraindicado para: el resto de los mortales.

Gran talento y imaginación tienen Del Toro. La combinación perfecta para que nos queramos perder en este laberinto de ensueño, mágico. La fantasía es el edulcorante de una realidad cruda, injusta, de opresión en su contexto (más allá del mero planteamiento político sobre si a los franquistas los pintan malos y a los otros buenos, como apuntaban algunos), lo que lo convierte en un filme original y agridulce.
Es una maravilla visual dotada de efectos que nunca había visto en una película hispana, el reparto es muy bueno: cabe remarcar las actuaciones de Ivana Vaquero (la superdotada actriz que en su interpretación mezcla la inocencia y madurez impropia a su edad con maestría) y Sergi López (otro monstruo de la interpretación, se te hace un personaje repugnante y odioso como exige su papel, Chapeau!). Ello sin olvidar el excelente trabajo artístico y de maquillaje que hacen que nos sintamos parte del relato fantástico, sumergiéndonos de lleno en el laberinto.
Imprescindible, quien aún no haya ido a verla que lo haga ya.

Un verdadero timo. La cinta pretendidamente genuina y original no hace más que pecar de repetitiva y aburrida. Los constantes movimientos de cámara que buscan dar un toque de verosimilitud, confunden hasta tal punto que uno no sabe lo que realmente está sucediendo y que queramos dejar el visionado a los pocos minutos. Un auténtico lastre. Me sorprende que semejante y para mí frustrado intento de cine de terror adolescente lograra tantos éxitos de taquilla en EEUU y que alguien pueda llegar a tacharla de notable. Nada recomendable.