Dicen que la gente no valora realmente su vida hasta que conoce la fecha exacta de su muerte.
Esta premisa es la que utilizaba el Puzzle en sus juegos macabros en Saw, y es la misma que comparten Freeman y Nicholson en esta cinta que, no busca tanto la lágrima facilona como el hacer ver al espectador que la Vida, con mayúsculas, no depende del tiempo que tengamos para vivirla, sino de las cosas que hagamos mientras estemos vivos.
La cinta es un canto a la vida sin concesiones, un bastón en el que se puede apoyar cualquiera que sufra la desidia, y el desconsuelo de una vida marcada por los sin sabores de la enfermedad, aunque esta germine desde el alma.
Huelga decir que la película no es más que su mensaje y la potente dupla actoral que reune el irregular Reiner, ya que el film resulta tópico y poco original en muchas fases.
Quizá, lo mejor de toda esta creación cinematográfica, sea comprobar como se puede hacer una película que clame a la vida,que intente barrer a la muerte con la llave, con el elixir más eficaz y potente: el humor.

Recuerdo haber descubierto a este director vasco en mi aún reciente infancia, viendo El día de la bestia, a hurtadillas en el salón de mi casa. Recuerdo que me sorprendió el estilo cutre-artístico perfectamente combinado en sus diálogos y en la estética, fruto de las ambiciones de un director que concibió su primer gran éxito de público.
Con Los crímenes de Oxford, Alex hace su película mas seria(no la que tomo más en serio), mezclando con divertida ración las matemáticas con su obsesión por la psique torturada de los personajes, encarnados siempre por enanos, freaks y otros personajes que ilustran la mente de un director cuyo cine siempre es, cuanto menos, estimulante.

Una frase, al final de esta rocambolesca secuela de Miguel Bardem,resume con claridad el resultado de la adaptación del tebeo de Ibáñez a la gran pantalla.
Nadie es perfecto, resume la transparente intención del equipo de la película, que no es otra que divertir al personal con la sucesión de chistes y desmadradas situaciones de estos agentes de la T.I.A.
Sin embargo, el resultado es una película simple, menos absurda que la anterior (cosa que se agradece), pero igual de precipitada, y con el peor de los pecados: el de caer en el tedio más absoluto durante su interminable hora y media.

He querido esperar a que pasara toda la vorágine de los Oscar para acercarme a las plateas a ver la nueva película de, Paul Thomas (Tarantino-Kubrick-Ford) Anderson.
Y es que el director de Magnolia nos presenta una historia en la que se nota, ya de entrada, (esos apoteósicos primeros veinte minutos sin apenas diálogos) la madurez con la que afronta su película más sensata y universal, (no por ello la mejor) de su hasta ahora corta pero prolífica carrera.
La cinta es intensa, muy potente visualmente, y marcada por el halo que tienen las películas que tratan temas tan universales como la ambición, la familia, religión, y que se desarrollan en parajes desérticos y en tiempos en los que la herencia familiar era la base del sustento de las generaciones que levantaban la América profunda.
Con un Day-Lewis magistral, (aunque algo sobreactuado al final) Anderson juega a ser mayor con una película que con los años, será un clásico que apetecerá revisar despacio,sin la ambición de ese título tan impostado.

Los primeros veinticinco minutos de película son un tour de force, flashback incluido, donde se nos presenta a los personajes, y Favreau lo hace con un sutil, aunque a veces exagerado sentido del humor,
Tras Spiderman (Sam Reimi), el cine de acción y más concretamente el de superhombres, sufrió una disección a corazón abierto, donde nos presentaban al héroe como un tipo corriente (aquí un chulo-putas, en la del arácnido, un chico con problemas de identidad...), y en este film, el exceso de humanidad lo paga el espectador, que soporta, a lo largo de dos horas, un quiero y no puedo donde se echa de menos el tópico de "ir al grano", y hacernos disfrutar más con una historia de verdad.
Quedará para el recuerdo cuando estrenen la tercera parte, eso quede por seguro.