Con los filmes pasa, aún más que con los libros, eso de que cuando más te hablan de ellos, más te decepcionan al verlos o leerlos. Y luego tenemos al espectador de mayuno, de sofá, que lleva intentando ver Blade Runner varias semanas en Filmin, siempre después de las 22:00 horas, cenaíto y cansaíto, y oye, siempre se queda sobado. Se te pasó la edad de ser gafapáster, amigo. Deja Filmin. En los ochenta no había "hipstéricos", créeme.

Ocurre que los ochenta molaban y esta peli es muy ochenta. Recuerdo cuando me la encontré de casualidad en TVE, creo que con 13 añitos, o no sé yo, pero seguro fue en la recién estrenada programación de madrugada de TVE (antes no pasaban de la 01:00, nadie se acuerda), y me dejó anonadado. Pero me ocurre también que aún ahora, a mis 49 añitos, la veo y me captura completamente.

Creo que a Riddle Scott le salen algunas joyas cinematográficas por suerte, es decir, de forma no del todo consciente, y porque tiene un talento del que tampoco él mismo es del todo consciente. Es un artista torpe, pero un artista, y aquí le pilló en un buen momento. Como Casablanca, esta peli es fruto de muchas casualidades buenas, captura lo mejor de un momento y de un ambiente irrepetibles, es arte puro. No existe nada igual ni remotamente parecido.

Déjate llevar, escucha el maravilloso diseño de sonido y las atmósferas que crea Vangelis, y vive la angustia existencial de nuestros amigos, porque son también las tuyas. Y lo sabes.

Que no les engañen diciendo que se trata de humor grueso; esta película tiene grandes momentos de comedia puramente visual (slapstick) con algunos diálogos y réplicas de la mejor screwball comedy, llegando a unas cotas de ingenio en los diálogos de los que sólo Woody Allen era capaz en aquella época. Pero su gran mérito reside en que la tensión de aterrizar el avión no decae en ningún momento, siendo éste el elemento de suspense entorno al cual gira toda la película; un elemento sabiamente dosificado para que el ritmo y la tensión -dentro de su esperpéntico contexto- apenas decaigan. Por eso es tan buena, y por eso (por carecer de ello me refiero) sus imitaciones son todas tan malas.

Recuerdo que un amigo mío fue al cine a verla hasta seis veces. Creo que eso lo dice todo. Yo tenía 9 años y no recuerdo haberme reído más en toda mi vida. La gente comentaba en días posteriores lo que les había durado las agujetas en las abdominales... Es cine del bueno, aunque pueda no parecerlo.