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Críticas de Halcón
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
10
31 de diciembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida a través de un viaje por carretera, eso es lo que nos ofrece esta obra cinematográfica de Bob Gale. Cada una de las paradas que el protagonista debe realizar en su recorrido por la Interestatal 60 supone una nueva metáfora de los muchos males que aquejan a la sociedad actual. El excesivo legalismo y el poder de los abogados sobre los ciudadanos de a pie, la adicción por las drogas y la falta de ganas del gobierno de enfrentarse a dicho problema, o incluso la resistencia a las tentaciones más carnales son solo algunos de los ejemplos que podría poner hablando de solo unas pocas de las moralejas que nos deja esta película en su camino.
Neil Oliver celebra su cumpleaños en familia, con su padre, que lo único que quiere es convertirle en un digno e idéntico heredero de su vida, su madre, esposa florero, su novia, que no le aporta nada nuevo, y su hermana, la única que evita que se vuelva loco. En la cena de cumpleaños hace aparición un magistral Gary Oldman en el papel de USD Grant, hijo de un duende irlandés y una india cheyenne, y que tiene la capacidad de conceder un deseo a aquel al que se lo ofrezca. Neil pide una respuesta a su vida, y es entonces cuando comienzan a sucederle cosas extrañas, la chica de sus sueños, literalmente, aparece en vallas publicitarias que solo él puede ver, y recibe el encargo de un hombre de llevar un paquete a una ciudad inexistente por una carretera que no aparece en los mapas.
El trabajo de Bob Gale como guionista y director es de una calidad incuestionable, ya que sin romper con la fórmula de película fácil de ver tan propia de los americanos, consigue llegar a nosotros con múltiples mensajes cargados de crítica y a la vez optimismo. Se nota su participación en la creación de obras como Regreso al futuro, especialmente en el uso de situaciones absurdas para tratar de aleccionarnos.
En definitiva, es esta una película que merece la pena ver por múltiples motivos, tanto si una tarde estás en casa sin saber que hacer y te apetece pasar un buen rato como si deseas perderte en los entresijos de sus mensajes filosóficos, ojo al dato con la teoría de la inevitabilidad formulada por Grant: “Si el tiempo y el espacio son infinitos, todo es inevitable”.
Halcón
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8
31 de diciembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sansho dayu, personaje que da nombre a la película, es en sí mismo, y pese a la poca presencia que tiene (hablando en términos de Cronos), la motivación de la película, si lo tomamos como estereotipo es culpa suya que una historia semejante pueda ser narrada y creíble.

La historia comienza con la destitución de un gobernador en el Japón del siglo XII, debido a tener una actitud poco beneficiosa para los intereses del emperador. Es este gobernador un hombre con abundantes y evidentes virtudes, muestra el camino a su pueblo con justicia y equidad, a la vez que trata de armarlos moral e intelectualmente para afrontar su paseo por la vida.

Años después, siguiendo el camino que llevara al gobernador a la cárcel, su mujer y sus hijos recorren las tierras japonesas con la paz que transmiten aquellos que tienen el espíritu calmado. Nobles y confiados, son engañados y terminan, por un lado la madre prostituyéndose, y por el otro los hijos siendo esclavizados para trabajar bajo el yugo de aquel que da nombre al film.

El retrato es duro, sucio, y la imagen que nos llega de la sociedad japonesa de la época no resulta agradable, vemos cómo un hombre, una mujer, un niño o una niña, pueden ser víctimas de la injusticia sea cual sea su origen, sin importar cuan puros y generosos sean sus corazones.

Si nos aferramos a lo estrictamente moral, Mizoguchi nos muestra una interpretación del mundo compleja, con la explicación de unos ideales que podrían conducirnos a una existencia pacífica, equilibrada, agradable; en contraposición a la realidad, movida por influencias, por miedo y falta de piedad.

El mensaje es alentador dentro de la derrota, pero la película no se queda ahí, no se contenta con mostrarnos un abanico de opciones morales, y nos seduce con sus exteriores, con la belleza de los paisajes del país asiático, y también con el retrato de la crueldad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Halcón
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9
31 de diciembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La propuesta de Vértigo es convencional a priori, un detective que sufre acrofobia se ve obligado a dejar el servicio tras la desafortunada muerte de un compañero al caer desde un tejado. Problemas psicológicos y diálogos mordaces con su viaje prometido como presentación de un film que guarda muchos secretos en su metraje.

Con la llegada de un antiguo compañero, el acrofóbico protagonista, Scottie Ferguson, recibe el encargo de seguir a la mujer de su amigo en los paseos que da por la ciudad, poseída en teoría por el espíritu de su tatarabuela.

Aquí el planteamiento ya se retuerce, pero eso es intrascendente, en el primer momento en que el protagonista, interpretado magistralmente por James Stewart, se acerca a la mujer a la que debe seguir, la intriga se convierte en un encanto mágico y oscuro, el de la obsesión, el de convertirse en un voyeur con intenciones de dejar de serlo.

La psicología es fundamental en un film en que la trama es una excusa para desplegar una galería de secuencias de gran belleza, aunque una belleza más peculiar que común. Plantea el maestro de la intriga una trama mentirosa, tramposa, que en un juego da un vuelco completo, y poco importa. Las mentiras en el desarrollo del argumento no son más que un telón de fondo en el cual plasmar sus verdades más internas.

El fluir del tiempo durante el primer acercamiento detectivesco de Scottie con Madeleine es un primer momento en que nos acercamos a la obsesiva personalidad de Hitchcock, que parece ser el que realmente admira y persigue a esa rubia de oro, atractiva, enigmática y necesitada.

Con los posteriores acercamientos y la forma de interactuar de los protagonistas, como si estuviesen imantados, nos absorbe en un romance ilícito, fingido, pero más sentido por sus protagonistas de lo que pueda parecer.
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Halcón
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8
31 de diciembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando alguien menciona Nosferatu nos vienea la mente la imagen de un ser en cierto modo monstruoso acercándose a nosotros, a punto de salir de la pantalla con una mano en alto, pero el mito creado alrededor de alguno de los planos de la obra de Murnau no hace honor a la complejidad de esta obra cargada de estética y poderío.

La premisa es sencilla, Hutter, joven que es enviado a Transilvania para arreglar un asunto inmobiliario, debe negociar con el conde Orlok en su castillo, pero la oscuridad y temor que va encontrando en las gentes de los pueblos cercanos al castillo comienzan a ser perturbadores.

Esta no es sino una excusa para plantear una historia de verdadero amor sobrenatural, el que siente el conde, un vampiro, por la mujer de Hutter, que lo llevará a embarcarse en busca de su felicidad eterna. Así, el joven se verá de pronto sometido a la voluntad de un ser que resulta amedrentador hasta los límites más extremos, y decide volver en busca y protección de su amada, que febrilmente siente devoción por el ser sobrenatural que acude en su busca.

El mito del vampiro ha variado mucho con el paso de los años, y a los que estamos acostumbrados a que atenten contra nuestra inteligencia con vampiros seductores, adolescentes fornidos y atléticos, nos supone un soplo de aire fresco encontrar esta contradicción en la esencia de un único ser.

El conde, con un aspecto terrorífico, tal vez monstruoso, tiene también una capacidad de transmisión de emociones fuera de toda duda, y con su voluntad, con su misma presencia convierte en esclavos o en pobres animales indefensos a aquellos con los que se cruza. Exploramos así un terror mucho más profundo que el que puede provocar cualquier asesino en serie, hablamos de una presencia sobrenatural que supera cualquier capacidad mortal.

La ambientación expresionista, rallana en la estética gótica, suma terror con su inestabilidad, con el aspecto decrépito de la elegancia vertical que posee. Es un marco perfecto para afrontar la lucha romántica más dramática, aquella destinada a despertar odio y sufrimiento, el amor de una bestia, un amor irracional, por aquella que le liberará de una eternidad de soledad y medianías.
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Halcón
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8
31 de diciembre de 2011
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Truffaut, un eminente cineasta, en cuyo país de origen se fraguó buena parte de la identidad cultural de Europa occidental. Y en La piel suave nos presenta la vida de un intelectual, de un heredero de esa alta cultura que nos rodea, o que al menos rodeaba a la sociedad francesa en la década de los 60.

Conoce el escritor Pierre Lachenay a una azafata de vuelo que le excita, que convierte cada instante en una muestra de pasión. Todo ocurrió debido a una conferencia sobre Balzac y el dinero que debía dar, y su fascinación por esta mujer no sería tan negativa en caso de ser soltero, pero el famoso escritor y orador está casado con Franca y tiene una pequeña hija.

Podríamos entender esta película como una interpretación de las dudas, de los complejos que rodean toda relación amorosa, del pudor y de los tabúes morales ante los que nos vemos sometidos, pero es, en esencia, un retrato de su protagonista, de la forma en la que afronta cada uno de los sucesos y de las decisiones que toma a lo largo de su vida de crápula.

Se pueden percibir considerables tintes de sociopatía en nuestro protagonista, en la forma en la que reacciona. Se mueve fuera de la moral habitual, de la forma de interpretar las relaciones entre las personas que en su mayoría muestra el ser humano. Pero intenta adaptarse, intenta seguir las normas sociales según las cuales se actúa, y por ello va tejiendo una red de complicaciones a su alrededor.

La falta de discreción, y, por qué no decirlo, la falta de decisión, consiguen que cree una situación extrema, entre una amante joven y a la que decepciona por no dedicarse plenamente a ella, por evitarla en sociedad, y el maltrato a una mujer a la que está traicionando y a la que acusa, con el objeto de defenderse, de no ser comprensiva, y de cualquier defecto o falta que se le ocurra en el momento oportuno.

Es así, como vehículo del amor, como Pierre se lanza a una carrera de engaños, acusaciones y traición, con una mirada plenamente intimista y profunda por parte del cineasta. No nos está contando una historia extraordinaria, no es un sentimiento de culpabilidad trágico lo que mueve al escritor, sino la duda, el miedo a equivocarse, y el intento de adaptarse a las convenciones que los que le rodean parecen valorar.
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Halcón
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