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Críticas de sicilianlemon
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
2
18 de marzo de 2019
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconozco qué peli habrán visto los que le ponen un 9 o hasta un 10 a esta película, o cuán altos están sus estándares en lo tocante a cine porque vaya TELA.

Una pena, es lo único que pienso después de ver Bohemian Rhapsody. Pena por la falta de rigor y la nula justicia que se hace. Pena por lo mucho que prometía, el material tan jugoso, y lo poco que se le ha sacado partido.

Ya había leído críticas bastante dispares y sabía que me iba a decepcionar. Freddie Mercury es una figura complicada, con un carisma difícil de emular: no vale con ponerse una dentadura postiza, un traje icónico, un bigote o hacer un playback más o menos bien mientras haces cuatro posturitas.

Bohemian Rhapsody es un biopic flojísimo, descafeinado, inconexo y lleno de saltos temporales y errores garrafales, que pasa por encima de los personajes y los hechos sin alma, con pesar, a pinceladas sin interés, evitando toda profundidad, arista y doblez. Todo lugares comunes, diálogos aguados y un efecto de telefilm de sobremesa enervante. Bryan Singer es un director mediocre para un proyecto de esta envergadura: necesitaba, a pesar de lo comercial de Queen, un enfoque más subversivo e independiente, alejado de la mirada censuradora y blanqueada, por interés, de Brian May y Roger Taylor. ¿Quién que respete a la banda realmente se traga este largometraje que parece ideado por Wikipedia y Disney?

Rami Malek no está a la altura: le falta energía, le falta picardía y presencia física, sin mencionar que rara vez se parece a Mercury: solo cuando le ponen de lejos, con gafas y demás puede medio lograr la ilusión, pero de cerca todo se desmorona. Mercury no era tampoco un gigante (no llegaba al metro ochenta) pero producía un efecto abrumador de ser enorme, incluso cuando estaba en las últimas. A Rami se le ve menudo, más chaval que hombre, y sobre todo, interpreta a un Mercury de bajona y arrepentido que en nada se me asemeja al hombre sobrado, luminoso y súper ingenioso de las entrevistas y conciertos, repleto de seguridad en sí mismo.

Esta película, con otro director, otro actor (no puedo dejar de pensar en que Sacha Baron Cohen le habría dado no solo la entidad física, sino algo más de locura y exceso al personaje) y otro planteamiento (es decir, rehacerla entera) habría sido muchísimo más interesante y más justa con una banda tan sumamente enorme y que pasó por tantas vicisitudes. Queen no se merece esto, Queen se hubiera merecido un largometraje bien aprovechado, correcto en fechas y formas, que ahonde en la personalidad individual, que cuente ALGO.

Los detalles más desconcertantes: esos padres parsis de cartón piedra, sin alma ni gracia que de repente entienden todo y son súper comprensivos, la total ausencia de drogas y sexo, la primera aparición, ridícula, de Jim Hutton, la escena bajo la lluvia, el aburridísimo personaje de Mary o la falta de profundidad de todo, especialmente, el personaje de Deacon (al que dejan poco más que un solitario simplón con dos frases) y los clichés de diálogos de telefilme. Por no mencionar los tics absurdos de Malek que más que interpretar, parece que parodia un celebrities de Muchachada Nui.

Lo único que salvaría es el parecido del actor que interpreta a Brian May y que esta película haya despertado el interés en Queen en una horda de chavales. La música no la cuento porque no es mérito de la cinta.

Lo dicho: garrafón cinematográfico, edulcorado, descafeinado y sin garra, con diálogos de encefalograma plano y frases de vergüenza ajena que parecen de un cómic de Marvel para niños de 10 años.

A evitar y rezando para que en un futuro alguien enmiende este despropósito.
sicilianlemon
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6
18 de marzo de 2019
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico caso de trailer prometedor y film irregular.

El principal error de "The Happy Prince" es que está enfocada a wildeanos que ya conocen bastantes detalles acerca de la vida del escritor; los que no sepan nada, se sentirán como si se hubieran bajado en la estación equivocada, rodeados de personajes que no entienden y que aparecen de repente sin presentación previa. Es, por lo tanto, una película dirigida a gente que esté familiarizada con Wilde, su obra y su vida.

La verdad es que Rupert Everett (jamás me hubiera imaginado que pudiera interpretar a Wilde, sobre todo después del soberbio retrato que hizo de él Stephen Fry en 1997) da el pego, en especial desde ciertos ángulos y encuadres, de manera que a veces la ilusión de estar viendo al auténtico Wilde resulta inquietante: también convincente parece la ejecución de su modo de caminar, moverse y hablar, indagando en ese lado suyo más descarado y juguetón. De cerca la aventura ya es más arriesgada: especialmente nerviosa me ponían algunos gestos desagradables, el efecto burdo de la caracterización y maquillaje, que si bien lo hacían más humano, también daban un tono repulsivo a su figura: ¿quizás es lo que pretendía?

Mientras que el Wilde de Stephen Fry era un gigante bonachón, apesadumbrado y bondadoso, el de Everett es más tirado y desesperado: un Wilde que toma drogas, que se mueve por los bajos fondos, que canta y que bebe, muy alejado de ese hombre elegante y distinguido que se paseaba con los guantes en la mano. Hay alguna escena conmovedora bien resuelta, pero en general, la película no te sitúa bien a los personajes secundarios ni el timeline. Robert Ross, Reggie o incluso el archiconocido Bosie, aparecen de la nada por generación espontánea: también tienes que hacer un esfuerzo por situar a la pobre Constance. Un poquito de background se hubiera agradecido para no separar tanto a los wildeanos de los no wildeanos a la hora de enfrentarse a la película.

Bastante irritante la falta total de parecido de Colin Morgan a Bosie (ser guapo, joven y rubio no es sinónimo de saber hacerse con un hombre de una personalidad tan cruel y peculiar), y algún que otro pasaje cuya edición produce cierta vergüenza: por ejemplo el uso de la cámara lenta con frecuencia está mal utilizado, parece muy de amateur, en contraste con otros cuidadísimos sets y escenas.

Como ejercicio para fans, ávidos siempre de cualquier cosa que tenga que ver con la fascinante figura de Oscar Wilde, lo veo pasable: no sentirás que has tirado unas horas a la basura, pero tampoco vas a alucinar. Para los demás, lo veo arriesgado: mejor ver antes la versión de Fry.
sicilianlemon
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8
18 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Handia es una película gélida, un cuento popular con tintes oníricos. Los paisajes son preciosos, y lo más atractivo de todo, a parte de la sobresaliente actuación de Eneko Sagardoy (merecidísimo Goya) es la evolución de la historia, la empatía que vamos desarrollando por el caso del gigante de Altzo. En el otro lado de la balanza, se me quedan planos otros personajes, como por ejemplo el hermano, que hace de simplón anticarismático, ambicioso y triste.

Embriagadora en su frialdad, te sume en una atmósfera melancólica, históricamente bien recreada, con unos cuantos momentos dramáticos, estéticamente irreprochables, como un lienzo de Friedrich. A mí, personalmente, me encanta el hecho de que esté rodada en euskera. Esto dota de cierto misterio e interés a la película, la cual revela una personalidad novedosa, íntima, repleta de identidad.

Handia es una reflexión extraña sobre el amor fraterno, el espectáculo y el sufrimiento, que sin embargo se queda un poco colgando, sabiendo a poco, prometiendo mucho. Aún así, me parece una obra notable, interesante de ver.
sicilianlemon
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