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Críticas de Luis Sillero Rejón
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
10
20 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medio camino entre el final del cine negro clásico americano y los nuevos aires del neo-noir, la película arrastra una profunda crítica social al más puro estilo de Elia Kazan u otros cineastas y dramaturgos de la época del macartismo. El manido apelativo de "obra maestra" es de justicia para esta película de principios de los años sesenta que fue entendida como la redención del director, Robert Rossen.

El billar, sin ser ni mucho menos meramente accesorio, resulta el vehículo que utiliza el director para plantearnos un verdadero conflicto moral; de hecho, podría haber elegido cualquier otro deporte, campo o disciplina donde la ambición llegue a su punto más desmedido para hacer tambalear los asentados principios morales, pero acertadamente escoge el billar, que visual y sonoramente es una delicia para el espectador. El sonido de las bolas al entronerarlas, los tacos desenfundados de sus estuches, las miradas de concentración de los jugadores y de congoja de los apostantes, el humo de los cigarrillos, el alcohol, las luces tenues... todo funciona como un reloj suizo para crear un ambiente gris, áspero, duro, que mantiene en vilo al espectador en todo momento.

Ganadores y perderos, vencedores y vencidos, triunfadores y fracasados... siempre es la misma dicotomía en torno al éxito, el estatus y la dignidad. El ascenso, la caída y el triste resurgimiento final de Eddie es un viaje por el conflicto vital que va atravesando al personaje. Hasta dónde hay que caer para poder volver a ver.

Las soberbias actuaciones, junto con la gran cantidad de detalles que tiene la película favorecen enormemente la inmersión en su trama, que no ha perdido un ápice de vigencia salvo, desafortunadamente, la afición al billar. La condición humana trasciende épocas, culturas y circunstancias. Diálogos, frases, planos y escenas que forman parte ya del imaginario colectivo.

Es un deleite de película.
Luis Sillero Rejón
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9
11 de abril de 2022
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trier consigue narrar de manera magistral el conflicto interno que supone vivir decidiendo. Nos demuestra todo lo absurdo que hemos construido en torno al concepto de “madurez”. Para ello, toma como protagonista a una joven valiente; una joven sin miedo a virar a babor o a estribor, por poca lógica que guarden sus decisiones. No es la racionalidad la que la guía, tampoco el corazón; más bien, el anhelo de encontrar respuestas a preguntas que ni conoce, pero sabe que habitan en ella. Preguntas que como muros de ladrillo le impiden avanzar a algún lugar donde ella cree que encontrará la paz. Pero ese lugar no llega. Corre detrás de sí misma y se pone en duda sin cesar; por ello, se siente la peor persona del mundo.

No obstante, es valiente; se niega a vivir en línea recta, acepta las consecuencias de sus actos y se impone su propia penitencia sin nada de imparcialidad y menos de indulgencia. Puede que en un primer momento sea su juventud la que le inhiba del miedo al vacío de la incertidumbre, pero tampoco se ve acorralada por el paso del tiempo. Es más lista que ese vago discurso de que para todo hay una edad.

El director consigue conectar con espectadores de cualquier edad gracias a la sinceridad con la que aborda el conflicto de esta joven. Para ello, no se detiene -demasiado- en clichés ni en estereotipos generacionales que acoten el discurso vital en la veintena o treintena. Esa sensación de veracidad también la consigue con una original estructura literaria y una narración equiscente que ayuda al espectador a vivir, casi en primera persona, la vida de la protagonista. La vida de cualquiera.

Véanla.
Luis Sillero Rejón
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9
14 de febrero de 2023
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Metódica, intimista, emocional, lírica…

Es la libertad abierta en canal, al margen de prejuicios, de falsas quimeras libertarias y de morales asfixiantes y dominantes que enseñan cómo hay que vivir. Un yo que es verdaderamente libre porque es sincero y honesto. Una preciosa sinfonía acompaña al hermético duelo de la protagonista que poco a poco va emergiendo desde su profunda negación hasta su más viva eclosión. El color azul como hilo con su pasado se muestra ambivalente; a veces es obstáculo hacia el futuro, otras es brújula.
Todo -o casi todo- es dominado por su voluntad. Desde luego, la manera más auténtica de vivir.

Krzysztof Kieślowski et Juliette Binoche, en plein dans le mille.
Luis Sillero Rejón
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10
16 de diciembre de 2022
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Sin duda alguna, el triángulo amoroso más potente que ha dado la historia del cine europeo.
De los personajes no conocemos más que su desdichado presente. No tienen nada que perder y por ello se permiten amar irracionalmente. El director sabe crear un ambiente desgarrador con diálogos tan recargados y escenas tan histriónicas que lo absurdo y disparatado torna en maduro e hipnótico. Cautiva y duele por partes iguales.

El amor como el más privilegiado de los créditos. Todo vale.

Romy Schneider, abrumadora.
Luis Sillero Rejón
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6
9 de diciembre de 2023
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película parte de una trama que despierta interés y abre un abanico de posibilidades argumentales que la dotan de virtualidad, pero no llega. Quiere presentar tantos temas que dificulta una mínima linealidad que logre conectar al espectador con el suspense de la historia, por lo que empieza a fragmentarse, a discurrir y a abusar de planos largos y sostenidos para crear un intimismo que al final cae en la vacuidad.

Técnicamente tiene buenas actuaciones y una genial fotografía, pero la sensación que transmite es la de un guion agujereado por donde se filtran las ideas que la directora quiere transmitir, dejando la sensación de revoltijo e incluso de obstáculo para la reflexión por parte del espectador. Ejemplo de ello es el propio plenario, donde -además de fallos procesales propios de la ficción- hay veces que el rigor característico que exige el acto de juicio se esfuma y torna en irónico y algo burlesco, pero sin tener suficiente sustancia como para poder justificarlo como crítica al sistema judicial o a los prejuicios sociales.

Se queda a medio gas.
Luis Sillero Rejón
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