En el propio flilmaffinity leí que era una historia manida, cierto. Sin embargo es interesante, cruda, emocionante e inusualmente bien narrada. Si dijera que une elementos de Dexter y The killing mejorándolos, tal vez fuera cierto pero poco ilustrativo. Aquello que realmente parece diferente y atrayente no es una deseada Gillian Anderson en su madurez interpretativa y vital, sino el propio carácer del asesino y la cosmovisión que lo rodea. El director, o quien quiera que haya diseñado la trama, hace cohabitar en escenas cercanas, paralelas y confluyentes las vicisitudes humanas naturales como la muerte, la intimidad o el deseo sexual con la voluntad caprichosa, pervertida y abusiva de un asesino en serie, algo que se da por supuesto en otros títulos pero manifiesto en esta entrega. Se agradece y valora, por tanto, convertir algo convencional en un producto excepcional. Buen trabajo.

No se puede cuestionar su factura, tampoco podemos censurar su vestuario; por qué no ensalzar su ambientación y su correcta fotografía.
Sin embargo, es una simpleza su romance superficial trufado de actores planos. También parece absurdo producir y rodar, otra vez, lo mismo. Lo cierto es que poco aporta y nada satisface otro metraje de barras y estrellas que, hacia el final, hace desear al espectador que adelante, gracias a dios, su desenlace. Y por cierto, éste llega unos cuantos minutos largos antes de que el director nos lo conceda.

La analogia obliga a que la critica vaya, como la serie, de mas a menos. Idea original, alguna buena actuación y, arriba el tópico, para ser española no va mal. Pasa el tiempo y como a una comarcal patria le sobran metros, o metraje. Ah el amorio machista ridiculo posesivo pasional irreal aparece,marca de la rancio productora. Cuarón se enfada de que le subtitulen igual con razón porque viene por defecto pero el espectador de este ya vodevil pone los subtitulos porque la dicción es de hermenéutica parda. Una pena de buen producto echado a perder. Lástima.

Con grandes dosis de humor, esta nueva entrega de Indiana Jones tiene una historia menos creíble y unas escenas de acción y supervivencia del protagonista a veces demasiado exageradas, tal vez en consonancia con los nuevos tiempos. Sin embargo, el ritmo trepidante, los guiños a cinéfilos a través de clásicos de la gran pantalla y una impecable factura hacen que sean dos horas muy bien invertidas, que no es poco.

El rodaje de una película sobre el dominio de España en ultramar y sus personajes enlaza con la lucha del pueblo Boliviano por un recurso tan elemental como el agua.
El guion no sólo está bien enlazado, sino que su estructura es férrea, creíble y explica (por el autor del mismo) como son tan buenas algunas películas de Ken Loach.
Sorprende gratamente el hecho de que la crítica que subyace no sea simplista. Es una denuncia de la dominación, sí, pero también de la visión paternalista, lírica, típica y condescendiente de un primer mundo reivindicativo de postal y con intereses superfluos, sobre todo cuando el resto, lo esencial, está cubierto.
Es una historia, donde los malos no son tan malos y los buenos son humanos, con sus luces y sombras, sombras que son superadas con un mensaje de esperanza.
La única falta quizás sea algún reflejo que trasluce en la cámara y que afea un poco la, por otro lado, muy lograda ambientación.
En suma, merece ser considerada y apreciada por la historia, su ilación, su gran elenco (donde Tosar vuelve a mostrar que es un pura sangre) y donde Karra Elejalde hace de su cinismo, ya mostrado en pantalla, una forma de mostrar nuestra deblidad y nuestra humanidad, llena de matices.