“Lo mejor de mí”, adaptación a la gran pantalla de una novela de Nicholas Sparks, autor también del famoso largometraje “Diario de Noa”; destacar que son muchas las semejanzas entre las dos obras, si bien la calidad es muy inferior en esta segunda, que también ha sido llevada al cine sin ningún éxito. La gran pantalla nos tiene acostumbrados a relatar historias de amor con diferentes núcleos, que el director Michael Hoffman decide saltarseen esta ocasión y en esta historia. Ambientada en dos periodos diferentes para los protagonistas, la época adolescente y la época de adultos, la diferencia física y poco creíble de los personajes junto con los cambios repentinos de la situación, hace en ocasiones perderse al espectador y preguntarse qué es lo que estará realmente ocurriendo. Como aspecto positivo la cuidada ambientación y fotografía, aunque en definitiva, “Lo mejor de mí” no consigue llegar al espectador, esperando durante todo la película que suceda algo, algo que sorprenda, porque el amor debe sorprender y si no lo hace, no merece ser plasmado en la pantalla. Una romántica pero sin nada reseñable historia de amor, que comienza sin “mas” y acaba sin “menos”.

Una tarde de cine de verano y mientras espero que comience El Secreto de Adaline pienso que no he acertado, que me espera una historia, la cual cuando acabe no sabré como explicarla. Mi grata sorpresa llega mientras transcurre la película, empiezo a ver una historia cuidada, muy bien estructurada que aunque increíble y fantástica como esperaba, me hace pensar en qué pasaría con la eterna juventud en el mundo actual. Quiero hacer hincapié en la protagonista Blake Lively que está sobresaliente en su papel, será por su forma de actuar o porque al mirar su belleza sí que es de eterna juventud. Expresiva e intensa la actriz no puede estar mejor. La historia de amor trascurre con agilidad, haciendo al espectador reflexionar y estar esperando como acabara la inverosímil aventura. Sorprende que en El Secreto de Adaline aparezca la oscarizada Ellen Burstyn y el veterano Harrison Ford, reforzando la interpretación dándole un carácter al largometraje de argumento con peso. La juventud se tiene en los ojos del espectador y en las historias que cada uno quiera creer.

Obsesión es de aquellas películas que seguro no pasara a la historia ni por tener un gran guión estructurado ni por las grandes interpretaciones de sus protagonistas. Pocas características tiene esta película en común con un gran film, excepto eso sí su promoción y su financiación. No veo qué necesidad hay de seguir exprimiendo la historia de una madurita insatisfecha con su vida personal, que juega a ser el objeto sexual de un veinteañero desequilibrado. Obviando la edad real de Ryan Guzmán que rondará los treinta, y que hace que la película sea poco creíble desde un principio. Su protagonista, Jennifer López, nunca ha conseguido grandes críticas por sus dotes interpretativas, aunque desde mi punto de vista, no es porque no este capacitada ni tenga una buena formación, sino porque nos tiene acostumbrados a un gran nivel interpretativo en el mundo de la música. No hacía falta una película de estas características en el panorama cinematográfico actual porque queda desfasado, machista, insulso y con falta de ganas de disfrutar de cualquier proyecto que Rob Cohen nos presente en los próximos meses. Obsesión por mejorar, no por volver atrás.

Las películas de espías ya nunca nos enseñan nada novedoso para que abras los ojos por qué no te quieres perder ningún plano. Y este film sigue dándome la razón, la historia enrevesada de un antiguo militar abusando en su pasado y que está a punto de llegar a gobernar y que pronto intentaran impedírselo. La acción es lo único que puede llegar a salvarse en algunos momentos, y Pierce Brosnan me deja como siempre con que no sabría donde situarlo si en un guaperas de toda la vida, o que toda la vida no se puede ser un guaperas. Si hubiera que destacar algo de esta aburrida y previsible historia es el actor Luke Bracey, que si tiene todavía algo que contar no sé si por su juventud o por que se le ve con ganas de mas. El buen director Roger Donalson creo que esta vez se equivoca en plasmar por enésima vez una historia de patriotismo americano-ruso sin novedad alguna.

Con gran impaciencia me siento a disfrutar de lo que parecía ser un repaso a la vida de un grande de nuestra historia reciente, el astrofísico Stephen Hawking, y con el mismo entusiasmo percibo al poco de comenzar la película, que esta biografía va a aportar mucho más de lo esperado a los ojos del espectador. La forma en que refleja, la superación de una agónica enfermedad, convierte al protagonista en un ser “grandioso” y, sobre el espectador, hará que una lagrima esté a punto de caer en diversos momentos de la película. Antes de destacar a su protagonista me gustaría hacer un guiño a la infravalorada Felicity Jones, que muy criticada en muchos de sus papeles, interpreta a una compañera fiel y una mujer sufridora, con una caracterización perfecta que en la misma medida que el protagonista avanza en “La Teoría”, Felicity avanza en su cruda realidad. Eddie Redmayne, con este exquisito papel ha sellado parte de su carrera artística. Frágil, amable y sufridor son algunos de los destacables adjetivos que llevaron a premiarlo con el merecido Oscar este año 2015, un galán del cine actual que llegará a conseguir todos sus propósitos profesionales con esa versatilidad insólita. El film ordenado y con mucha sensibilidad en todos sus puntos, tiene a James Marsh al mando de lo que para mí es un regalo de vida o un regalo de película. No se la pueden perder, no la pueden dejar de vivir y sobre todo disfruten mientras tengan todos los sentidos para poder hacerlo.