El irlandés me pareció, antes que nada, un auténtico coñazo. Escribo esta crítica pasado casi un mes desde que la vi, no vaya a ser que tarde demasiado en escribir una valoración y se me olvide su existencia. Ni mi cuerpo ni mi mente soportarían volver a verla.

Lo primero que percibes al acercarte a la película, no sin cierto pavor e incredulidad, son los caretos de los protagonistas. O, más bien, qué diablos han hecho con ellos, y te asalta la pregunta de cómo es posible que alguien se haya dado por satisfecho viendo a De Niro, Pesci y Pacino de esa guisa. Ya había oído de la tecnología empleada para rejuvenecer a nuestros queridos protagonistas (léase lo de queridos sin ninguna ironía, esta vez) y por tanto venía hasta cierto punto prevenido...Pero no anticipaba tal tragedia. El resultado final es francamente grotesco, y me saca completamente de la película. Con esas caras, esos cuerpos y esa evidente senectud latente bajo no sé cuántos millones de dólares de tecnológía rejuvenecedora, me es imposible creerme ninguna escena hasta que los protagonistas no hacen de lo que son: señores de 80 años. Esto, de por sí, ya es un fracaso tremendo de la película, porque requiere un verdadero acto de fe por parte del espectador para, poniendo su mejor voluntad, tratar de creerse algo de lo que pasa en la pantalla. Y en esas estás, cuando un Pesci que no parece precisamente joven, en una entrañable escena camión por medio, llama "kid" a un supuesto jovenzuelo De Niro. Ya la hemos liado. Por no hablar de la visita a cierta frutería de barrio. En fin, que más les valdría haber contratado a unos actores de mediana edad en vez de utilizar ese potingue tecnológico aberrante sobre las caras y cuerpos mortales de nuestros casi octogenarios protagonistas. Como hicieron en el Padrino II, con un De Niro en sus treintas interpretando el papel de joven Vito Corleone.

Pero, además de ese defecto, que para mí es garrafal e imperdonable, porque desarticula la película desde el primer minuto, encuentro otros no menos graves. La peli es muy fría, muy vacía. Alguien dirá que no es casualidad, que es premeditado; pero lo que a mí me transmite (por omisión de sensaciones) es una planitud y una sensación de vacío enorme, con unos personajes totalmente impersonales que me importan un auténtico carajo. Prescindibles y olvidables, sobre todo mi admirado Robert De Niro.

Otro punto vital -o, más bien, mortal- es que la película es larga de cojones. Perdónenme la expresión, pero decir simplemente que es larga, no basta. Es tan injustificadamente larga y se me hace tan pesada que, para verla de una sentada, alguien debiera de haberme atado al sillón y, al más puro estilo de La naranja mecánica, impedirme el pestañeo (y la inevitable caída en los brazos de Morfeo) por medio de unos crueles alambres . Tuve que verla en tres partes, en tres días distintos y ni siquiera consecutivos. Y acabarla a la fuerza, porque el cuerpo me pedía que aceptara la derrota, que reconociera y gritara al mundo que no me había gustado, que jamás lo haría y que la vida era demasiado corta para malgastarla viendo películas tan aburridas y anodinas. Pero, reuniendo toda la voluntad y autodisciplina que pude, obligué a mi cuerpo y a todas sus células, que se revolvían incómodas, a terminar la dichosa película y poner fin a esa travesía por el desierto que me estaba resultando verla.

Hoy puedo decir que pertenece a esa clase de películas que sé con certeza que no volveré a ver jamás. Nunca. Ni aunque me eche una novia que no la ha visto y me pida que la vea con ella. Esa noche me acostaré temprano, porque dormir en el sofá me deja dolor de cuello.

Entretenida y bien hecha, pero no buena.

Después de un primer episodio resultón que, aunque no me llega a convencer del todo, me parece interesante, la calidad del guión va decayendo hasta llegar a un tercer y último episodio calamitoso, perfecto para cultivar la siesta del domingo. Nunca debió haber existido. Me ha recordado, inevitablemente, a esas cabezadas de media tarde que, por accidente, se le alargan a uno demasiado y de las que se despierta ya bien entrada la noche, desubicado y peor que antes.

Su mayor logro, su ambientación: suspense e intriga en París, con una atractiva estética. Por lo demás, actuación floja, plana y poco creíble de Harrison Ford, que no cambia de rictus en toda la película. Con malos torpes e indecisos, de tebeo. Y una trama que empieza bien pero que se va tornando por momentos en algo cada vez más inverosímil, hasta alcanzar el anti clímax con un final típico y predecible donde los haya.

A pesar de ello, la película no aburre, lo que ya es bastante decir.

Después de tanto leer sobre esta película y verla calificada una y otra vez como obra magna, obra maestra del cine, cine con mayúsculas, etc., y a pesar de mi ya natural desconfianza y cautela, adquirida con el tiempo y tras tragarme mucho bodrio elevado a la categoría de arte tanto por críticos de cine como amigos y parientes, me he animado a ver esta película no sin contenidas expectativas.

Después de pasarme media película intentando olvidar ciertos "detalles" que le restan gran credibilidad y sustancia a la película, una vez pasado su ecuador ya no he podido aguantarme más y he tenido que reconocer que, para mí, esta película no tiene nada, pero nada de obra maestra.

Sí, la trama tiene cierto interés e intriga durante al menos la primera mitad de la película, la fotografía es buena y estéticamente funciona, y algunos errores (con la debida dosis de buena voluntad) son, quizá, perdonables. Porque, lo prometo, mi buena fe estaba ahí para tratar de que no desmerecieran la película, y he hecho verdaderos esfuerzos porque me gustara, tratando de relativizar y restar importancia a sus defectos. Pero no he podido, no he sido tan fuerte.

En mi humilde opinión, y disintiendo al parecer de la que es opinión mayoritaria, es una película prescindible, con actuaciones flojas tirando a malas, y sobre todo con dolorosos errores de guión desde el minuto uno (ya comentados por más de un usuario) que van acumulándose según transcurre la cinta, con situaciones descaradamente inverosímiles que al menos yo no he podido pasar por alto y que me han sacado totalmente de la película, hasta el punto de convertirla en una comedia involuntaria. Ya no me creía nada, ni quería hacerlo. Quería que acabara, de una vez y como fuere, y mis deseos se han visto cumplidos; porque el bueno de Alfred quiso que así fuera, cerrando una segunda mitad en caída libre con un final verdaderamente ridículo.

No hay duda de que se trata de un clásico del cine, con escenas realmente memorables y ya míticas.

La premisa es original, y la ambientación genial. La escenografía es perfecta y Hitchcock sabe cómo elevar la tensión e irnos poniendo en guardia a medida que avanza la película, creando un clima agobiante y de puro desasosiego. Aunque las escenas de acción no son su fuerte (los efectos especiales no han envejecido bien), los momentos de quietud y tensa calma que preceden a la acción me parecen realmente inquietantes. El aire que se respira es denso y el tiempo pasa despacio entre graznidos...

No me acaban de convencer, sin embargo, las actuaciones de los protagonistas. Tampoco sus relaciones ni cómo se desarrollan durante la película. Se perfila a los protagonistas de forma quizá innecesaria teniendo en cuenta que su desarrollo se trunca, o más bien se abandona según avanza la trama. Si lo realmente importante son los pájaros y los extraños acontecimientos que se desencadenan, quizá era innecesario -y falto de interés- dedicar tantos minutos de la película a tratar de presentarnos y (medio) construir a los protagonistas.

En cualquier caso, es una película que merece ser vista. A poder ser, con cierta benevolencia en lo que a los anticuados efectos especiales respecta.