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Críticas de Flavio Montes
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
8
9 de abril de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado cinco años desde el reinicio de la saga Mad Max a cargo de su creador, George Miller. Fury Road, la cuarta entrega de la serie, se ha consolidado desde entonces como uno de los blockbusters más redondos de la década. Una gran producción (150 millones de dólares) que posee un acabado técnico asombroso bajo la mano maestra del septuagenario director australiano. Pero no sólo eso. Además, se permite entregar una potente imagen de un mundo postapocalíptico cargado de jerarquías patriarcales y abusos de género. Aquellas representaciones se hacen preocupantemente contingentes en una sociedad que bien conoce dichas realidades.

A pesar de cargar con el nombre de la película, Max (Tom Hardy) no es el protagonista. Es Furiosa (Charlize Theron) quien va guiando no sólo la acción dramática del filme, sino también su contenido simbólico y feminista. La Emperatriz de élite que se rebela contra la tiranía de Inmortan Joe, gobernante de la Ciudadela, comenzará así un sangriento y polvoriento viaje hacia la libertad y la justicia.

La historia tiene la virtud de contarse eficazmente a través de diálogos reducidos y sobrios. Como sus predecesoras, prefiere utilizar la acción como medio narrativo, la que está constituida por grandes persecuciones y pasajes intermedios utilizados para ahondar en los personajes. La increíble puesta en escena y montaje configuran una verdadera sinfonía de locura, donde Furiosa y Max se conocerán mientras enfrentan a las desquiciadas facciones que habitan el yermo. Cuando las explosiones dejan de suceder, la película se demuestra hábil a la hora de entregar sus mensajes y dibujar a las y los personajes. La excelente labor del dúo protagónico es uno de los pilares de aquel logro.

El mundo de Fury Road nos plantea un orden establecido que se sustenta en la desigualdad y la lucha por comida, agua y otros recursos escasos. También se presenta la explotación de la leche materna. Su obtención no está exenta de violencia: mujeres esclavizadas y prisioneras de largos tubos extractores deben soportar el letargo tal y como lo hacen hoy las vacas. Inmortan Joe, tirano y macho a partes iguales, viola sistemáticamente a jóvenes rehenes de su locura y las utiliza para perpetuar su linaje. La liberación de los cinturones de castidad que portaban obligadas será el primero de muchos actos de empoderamiento femenino.

Si se quiere adoptar una perspectiva sociológica, Fury Road va sobre una revolución de mujeres que reencarnan un nuevo orden hegemónico, antagónico al status quo y de carácter marcadamente reivindicativo. En este tablero y batallando por sobrevivir, Max se ve envuelto en una lucha que no es suya para liderar. Porque a pesar de su destreza en combate, es incapaz de sentir realmente la injusticia de la que Furiosa y las jóvenes prófugas han sido víctimas. Por ello, la cinta es inteligente al mantenerlo como un apoyo importante a la causa sin hacer de él la causa misma.

Miller nos ha regalado una película comercial que funciona en sus dos principales facetas. La primera, como una frenética película de acción cuyas escenas de acción se encuentran entre las más deslumbrantes del género. En este sentido, se nota que no hay un abuso de CGI. Personajes, escenarios y vehículos se han construido aquí con un afán digno de artesano, y esa atención por los detalles se agradece de principio a fin en la gran pantalla.

En su segunda faceta, Fury Road se va construyendo como un despiadado relato de la violencia machista de ese yermo postapocalíptico. En cierto momento, el rayado de una pared le pregunta a Inmortan Joe y al espectador quién mató el mundo (Who killed the world?). La respuesta es simple: el hombre. No conforme con dejar el mundo como un árido desierto postnuclear, el hombre se las ha arreglado para asegurar una enfermiza soberanía sobre el cuerpo femenino. Así, de principio a fin, se va tejiendo una canción de heavy metal de dos horas que es tanto un canto a la emancipación de la mujer como a la locura desenfrenada del yermo. En cualquier caso, esta es una canción que nadie debería perderse.
Flavio Montes
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7
3 de noviembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche está más oscura de lo normal. Los prejuicios, en estos tiempos violentos, están a flor de piel y parecen acentuarse en los barrios bajos de las grandes metrópolis estadounidenses. La nación está dividida, e incluso entre los marginados hay resentimientos. The Night Of, en papel –y sólo en papel– una historia clásica de intriga e investigación, es también un retrato fuertemente influenciado por el cine clandestino del siglo pasado; uno que remite, sobre todo en lo estético, a las primeras obras de Scorsese y los grandes trabajos de Sidney Lumet.

Nos adentramos, entonces, en la otra cara de la moneda. Una mirada a las entrañas de la sociedad norteamericana. El argumento se desarrolla con cautela y prudencia, dándole tiempo al sagaz ojo de Zaillian para indagar en la atmósfera y la psique de los personajes. El estilo visual toma acá un valor preponderante: los colores oscuros y escenarios sórdidos le advierten al espectador, desde el minuto uno, que esto será amargo, como amarga es la realidad de tantos. No quedan dudas que el relato se ve favorecido por la magnífica fotografía de Robert Elswit, ganador del Óscar por There Will Be Blood (2007).

Los elementos básicos están: intriga, investigación, giros argumentales y peripecias judiciales. Pero The Night Of va más allá del thriller criminal a la usanza. El trío de guionistas se ha propuesto ofrecer un análisis ya no sólo de los sectores sociales excluidos de Estados Unidos, sino también de su ¿fracasado? sistema jurídico y penitenciario. A medida que la serie transcurre, quedan patentes las nulas posibilidades de integración para aquellos prisioneros que ya lo eran mucho antes de caer en la cárcel; prisioneros de su realidad, de la pobreza y la marginalidad.

La solidez del relato se ve amenazada por ciertas resoluciones narrativas demasiado convenientes para los intereses de sus creadores. El excelente desarrollo de la historia (luego de un inicio que no está exento de cuestionables coincidencias) y el in crescendo de los capítulos finales, se ven mermados por una conclusión un tanto artificiosa. Los personajes, tan bien planteados, construidos e interpretados, se deben conformar con un final que no les hace justicia.

Espectacular en su aspecto formal y jugosa en su guion, The Night Of es una de las miniseries actuales más destacables. Tiene estilo, un reparto inspirado y muchas cosas que decir. Es exigente con el espectador, pues no busca impactar con golpes de efecto, sino con una narración cocida a fuego lento. El inicio y el final la alejan de la grandeza, pero se trata, en cualquier caso, de otro éxito de HBO.
Flavio Montes
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6
29 de agosto de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo afecta también a los mutantes. La carga que la vida les ha encomendado es tanto o más pesada que la que el resto de los mortales deben soportar. Como Atlas, que por infortunios del pasar se encontró con una mochila considerable a la espera de su espalda, Logan ha luchado por sobrellevar esa broma de mal gusto que llaman vida. El pelo argénteo y las arrugas que en 3D resultan más que palpables son prueba de ello. Pero ¿qué se le va hacer? Los mutantes proponen y el de arriba dispone.

El principal problema de Logan es su propia naturaleza. El intento de Mangold por reivindicarse luego de la mediocre The Wolverine (2013) se ve opacado por un conservadurismo interior que le hace frente (y con éxito, lamentablemente) a las ínfulas de rebeldía que amenazan, por momentos, con tomarse el poder de la cinta. Un desmarque visual y, muy ocasionalmente, de libreto, que se queda en el quiero y no puedo bajo el alero del atrayente +18.

La fórmula, probada y reprobada hasta el cansancio, sale airosa sólo cuando Mangold pone la violencia al servicio de la historia. Habría ayudado algo más de carácter en la dirección del norteamericano, quien parece esforzarse sólo cuando aparecen las garras del protagonista. El argumento avanza con cautela, a pasos medidos, y sus chispazos se ven opacados por el ritmo, fatalmente herido gracias a la excesiva duración.

Logan es respetable en cuanto intenta ir hacia los mismos lugares que sus pares, pero tomando otros caminos. Ni valiente ni del todo exitosa, se posiciona en un lugar estimable al interior de un género que se hunde cada vez más en la ordinariez. Seguiremos esperando.
Flavio Montes
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2
9 de abril de 2020
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mixtura de tonos profundamente torpe, que condena la experiencia a un desfile de personajes excéntricos, diálogos infantiles, mutilaciones y chistes que nunca se condensan en un todo armónico. Ni siquiera Mads Mikkelsen es capaz de levantar una cinta que falla en todo lo que se propone.

Al sueco Jonas Akerlund le interesa brindar un relato visceral, insensible y conceptualmente ofensivo, sustentado a lo largo y ancho por los headshots y la sangre derramada, que son finalmente los únicos recursos de la película. El mayor error de Polar, el único realmente garrafal, es ofrecer escenas de acción que en ningún momento justifican su misma existencia. Llegado el momento de subirle el volumen a la sinfonía de la muerte, el filme recurre a coreografías y ejecuciones excesivamente simples, que comparadas con otros trabajos recientes parecen poca cosa.

La dirección inexperta, un montaje cuanto menos cuestionable y la insólita elección de ciertos actores secundarios terminan por hundir un barco con demasiados hoyos. El libreto fracasa a la hora de conectar al y la espectadora con el Black Kayser y su turbulento pasar. En términos de contenido simbólico, el guion no se conforma con ser vulgar y simplista, sino que recurre frecuentemente a la humillación para surtir efecto en la audiencia.

Mientras no aclare sus ideas, el director sueco debería mantenerse en la escena musical. Y Netflix comenzar a cerciorarse dónde pone el dinero.
Flavio Montes
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