Después de ver esta película, me he dado cuenta de lo común que es en el cine retratar la masculinidad desde la violencia. Los hombres tienen que demostrar ser duros para no ser percibidos como débiles o vulnerables, y esto se debe a la socialización de género, que no es otra cosa que aquellas normas de comportamiento que la sociedad te impone según el sexo asignado al nacer.

La historia sigue a dos adolescentes de trece años, Leo y Rémi, que expresan su amor como amigos, casi hermanos, pero, poco a poco, se ven presionados por la sociedad para ocultar ciertos sentimientos y comportarse de manera más "masculina".

Esta segunda película de Dhont, ha sido elogiada por su autenticidad y sensibilidad, además de ser nominada a varios premios. Asimismo, ha sido galardonada con el Gran Premio en el Festival de Cannes.

En el 2019 se hicieron dos películas inspiradas en dos conocidos casos reales muy similares de abusos de poder a nivel sexual, que despertaron el famoso movimiento #MeToo:
-por un lado, tenemos “El escándalo”, dirigida por Jay Roach y que retrata la caída del responsable de la Fox News, película que personalmente me pareció muy floja por ese bombardeo de información y ritmo acelerado que va de la mano de unos personajes con poca profundidad;
-por otro lado, tenemos “The Assistant”, una propuesta atípica y muy interesante, dirigida por la cineasta Kitty Green, que de manera indirecta habla sobre el caso de Harvey Weinstein.

Me resulta curioso, como un mismo tema puede ser fotografiado desde perspectivas tan diferentes. En el primer caso, Jay Roach se centra en lo sexualmente explícito para retratar a través del morbo, el abuso silenciado que sufren las víctimas, mientras que el filme de Green, es mucho más sutil y son los pequeños detalles los que convierten a nuestra protagonista (interpretada magistralmente por Julia Garner) en víctima y testigo de esos abusos de poder endémicos que sufre en la productora en la que trabaja.

De alguna manera, la forma en la que está narrada esta historia, me recuerda a la maravillosa película de "Jean Dielman,23 quai du commerce, 1080 Bruxelles" de Chantal Akerman, donde al igual que en "The Assistan" el espectador/a será capaz, gracias a ese ritmo lento y escasez de diálogos, de meterse bajo la piel de las protagonistas y sentir esa montaña rusa de sensaciones y emociones.

Si hubiese visto esta película ignorando quien la dirigía y me hubiesen preguntado después, habría dicho Isabel Coixet sin dudarlo, pues solo ella es capaz de contar una historia como esta con tanta belleza y sensibilidad.
Es la segunda película que veo de esta directora y la segunda vez que me quedo durante días ensimismada en ese universo Coixet donde cada personaje resulta tan real y auténtico que duele y te emociona a la vez. Tengo la sensación de haber observado esta historia no a través de una pantalla sino a través de la ventana de esa caravana donde viven Ann y su familia. Y que decir de esos momentos tan extravagantes y al mismo tiempo deliciosos; como el baile en el supermercado, la casa sin muebles o los momentos con el médico y sus caramelos de jengibre y todo ello envuelto en la preciosa canción de Sensa Fine (de Gino Paoli). Creo que pocos cineastas tienen la capacidad de conseguir que te abstraigas del mundo para verlo desde la distancia. Las actuaciones de todos/as son maravillosas pero Sarah Polley te atrapa desde el minuto uno, especialmente con esas reflexiones bajo la lluvia:

“Esta eres tú. Los ojos cerrados, bajo la lluvia, nunca imaginaste que harías algo así, nunca te habías visto como...no, no sé como describirlo, como una de esas personas a las que les gusta la luna, o que pasan horas contemplando el mar o una puesta de sol, seguro que sabes de que gente te estoy hablando, o tal vez no, da igual, a ti te gusta estar así, desafiando el frío, sintiendo como el agua empapa tu camiseta y te moja la piel y notar como la tierra se vuelve mullida bajo los pies y el olor y el sonido de la lluvia al golpear las hojas, todas esas cosas que dicen los libros que no has leído. Esta eres tú, quien lo iba a decir, tú”.

He disfrutado mucho viendo esta preciosa película donde el sabor y el aroma envuelven cada escena. Un canto a la vida a través de Chu, un viejo chef, que cada domingo hace gala de su arte culinario frente a su familia. Arte que no consiste en la simple preparación de platos y ya está; no, hablamos de algo mucho más profundo: una herencia de conocimientos ancestrales y valores tradicionales que trata de compartir con sus hijas.

Esta historia, donde el cineasta Ang Lee trata de compaginar las relaciones familiares con las diferencias generacionales, salpica de humanidad cada frase y cada silencio de los personajes.

Como sugerencia de películas gastronómicas que, como esta, han dejado huella en mí, recomiendo:

“Deliciosa Marta” de Sandra Nettelbeck.

“El festín de Babette” de Gabriel Axel.

Esta adaptación de la novela homónima de Celeste Ng (libro que aprovecho para recomendar) planteada como una miniserie de ocho capítulos, es sin duda alguna una serie de mucho nivel. Creo sinceramente que no era nada fácil llevar esta historia a la pantalla y han sabido hacerlo de forma sobresaliente, hasta el punto de conseguir que el espectador/a sea capaz de ir sintiendo el calor de cada uno de esos pequeños fuegos hasta quemarse completamente.

El tema central del argumento es la maternidad, que será abordada desde todos los enfoques posibles: maternidad subrogada, maternidad no deseada, adopción, no maternidad, maternidad en solitario, maternidad elegida… A esto se le unen los conflictos de clase, raza e identidad.

La historia se centra en dos personajes opuestos: Por un lado, está Elena (Reese Witherspoon ) una mujer blanca de clase acomodada que tiene una familia y vida perfectas llenas de convencionalismos y reglas, y por otro lado está Mia (Kerry Washington) una misteriosa artista negra, madre soltera que lleva una vida nómada y que tiene una profunda alergia a las normas sociales. Sus caminos se encontrarán cuando esta última acude a vivir con su hija adolescente a Shaker Heights, una zona residencial perfectamente planificada, donde también viven Elena y su familia.

A pesar de la pena que me causó terminar la serie, espero que no hagan una segunda parte de la ficción, pues temo que estropearían el buen sabor de boca que me han dejado con esa fantástica adaptación del poder incendiario de la novela.

Me quedo con dos frases que Mia le dice a Elena en momentos diferentes y que creo que son geniales:
«Tú no has tomado buenas decisiones, tuviste buenas opciones».
«Lo malo de los retratos es que tienes que mostrar a la gente como quiere ser vista; yo prefiero mostrarla como yo la veo».