Una cinta con un comienzo demoledor, con la tecnología propia de James Bond y con el espíritu de Torrente, nos trae de nuevo aquello que nos hacía reír sin parar. Con continuas alusiones a nuestros programas televisivos, anuncios, cantantes e incluso a nuestra propia historia, veremos cómo se enfrentan dos parejas inseparables: Mortadelo y Filemón frente a unos siameses comandados por un frío y malvado Jimmy El Cachondo.
Javier Fesser ha conseguido, por fin, dar con la receta que nunca falla. "Rico, rico".

Nos encontramos ante uno de los pulsos más intensos que en los últimos años se ha proyectado en la gran pantalla. Y es que el grado de perfección que el tirano profesor (J.K. Simmons) de uno de los conservatorios más prestigiosos le exige a su joven promesa en la batería (Miles Teller), lo alcanzan sobradamente ambos actores.

La historia evoluciona a un ritmo trepidante, con un montaje y una fotografía impecables, que nos permite colarnos en las tensas clases de jazz impartidas. Hasta el punto de acelerar el pulso al espectador, sentir desprecio hacia el irrespetuoso y abusivo profesor o incluso cuestionarnos hasta qué punto es humano lograr la excelencia.

Un film que la industria del cine tiene el orgullo de presentar a bombo y platillo.

En el año 1960 se crea, a base de palos y mucho arte, una herramienta con la que los rusos quieren demostrar al mundo que son los mejores, todo gracias a su socialismo. El emotivo documental recalca de manera magistral que, lejos de ser meros partidos de hockey, se trataba de una fría guerra sobre el hielo para manifestar qué sistema era el correcto: el individualista aunque libre americano, o el austero pero solidario estilo ruso.
El genio y líder de este irrepetible equipo, Fetisov, nos regala sus ojos durante unos apasionantes e impecablemente montados 85 minutos para que seamos conscientes del drama personal que supone un régimen dictatorial (tanto político como deportivo), las dificultades que surgen al emigrar a una cultura totalmente distinta, y sobre todo, el valor del compañerismo. Y es que, un atleta excepcional nunca funciona solo.

Un fantástico cuento del director de Billy Elliot que nos introduce en la piel de un adolescente brasileño con pocos finales posibles, pero con muchos principios. El chaval, que comienza hurgando en la basura, acaba hurgando en la herida de la corrupción, apoyado por dos amigos, una profesora y un incombustible Martin Sheen haciendo de sacerdote.
Una trepidante persecución de relevos frente a un ladrón disfrazado de policía que tratará, por todos los medios, que los chicos no hagan lo correcto.

Una gigante Macarena Gómez, en el papel de una musaraña casera que vive en cautiverio, protagoniza este sangriento thriller. Su personaje, la inestable y atormentada Montse, está decidida a acabar con todo aquel que se interponga en su camino, o más bien, en su hogar. Además de la sobresaliente actuación citada, cuenta con una cuidada fotografía, aunque ciertos errores reseñables: la escasa similitud entre la protagonista y la actriz que la encarna de joven, la discreta actuación de un Hugo Silva que no se lo pone nada fácil a Montse (ni al espectador) o la innecesaria duración, que acabará haciéndonos pensar en... la musa de los directores.