En el año 1960 se crea, a base de palos y mucho arte, una herramienta con la que los rusos quieren demostrar al mundo que son los mejores, todo gracias a su socialismo. El emotivo documental recalca de manera magistral que, lejos de ser meros partidos de hockey, se trataba de una fría guerra sobre el hielo para manifestar qué sistema era el correcto: el individualista aunque libre americano, o el austero pero solidario estilo ruso.
El genio y líder de este irrepetible equipo, Fetisov, nos regala sus ojos durante unos apasionantes e impecablemente montados 85 minutos para que seamos conscientes del drama personal que supone un régimen dictatorial (tanto político como deportivo), las dificultades que surgen al emigrar a una cultura totalmente distinta, y sobre todo, el valor del compañerismo. Y es que, un atleta excepcional nunca funciona solo.