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España España · Barcelona
Críticas de JRB
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
9
1 de octubre de 2020
229 de 235 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The Father" es la adaptación cinematográfica de la obra de teatro homónima del dramaturgo francés Florian Zeller, una de las obras más celebradas de la pasada década, representada en múltiples países (aquí en España con Hector Alterio en el papel principal) y adaptada ahora al cine por el propio autor, que firma el guión en colaboración con Christopher Hampton.

Zeller asegura que escribió la obra de teatro tras perder a su abuela víctima de la demencia. "The father" es una película que aborda esta enfermedad y lo hace en primer plano, exponiendo con un rigor casi quirúrgico los estragos que provoca en el cerebro de un hombre la pérdida progresiva de su propia identidad y de todos los puntos de apoyo y referencia en su día a día. Un hombre que, pese a la ayuda de su hija y sus cuidadores, va perdiéndose poco a poco a sí mismo sin poder hacer nada para evitarlo.

La verdad es que nunca me han gustado las películas sobre enfermedades. La mayoría no suelen aportar nada nuevo, algunas coquetean con la pornografía emocional y otras son meras excusas para intentar conseguir una nominación al Oscar para su intérprete. Sin embargo, "The Father" me sorprendió muy positivamente. La propuesta de Zeller se distingue de tantas otras películas sobre enfermedades degenerativas porque adopta el punto de vista del propio enfermo. Así, el guión y la puesta de escena se llenan de trucos e inesperados desvíos para hacerte sentir en primera persona la confusión, angustia y desorientación del personaje protagonista. El espacio físico cambia constantemente, el tiempo se pliega sobre sí mismo, las caras se mezclan y se confunden. Son artificios muy estimulantes que Zeller traslada desde la obra teatral a la gran pantalla con acierto y buen gusto; recursos narrativos que podrían haber resultado quizá algo cerebrales o artificiosos, pero fluyen con naturalidad en parte gracias a la humanidad y calidez con que Colman y Hopkins enriquecen el texto.

No puedo decir que la presencia de Hopkins en el papel protagonista me inspirara mucha confianza. Le tengo miedo. Y no por ser el escalofriante Hannibal Lecter; le tengo miedo por el resto de su carrera. Es un icono de la cultura popular desde principios de los 90, una estrella y actor de prestigio. Hubo un tiempo en que nos lo tomamos muy en serio, pero lleva viviendo de las rentas desde no se sabe cuándo. Él es así, lo mismo te hace "Tierras de penumbra" que "Leyendas de pasión", "El hombre elefante" o "Misión Imposible 2: la menos buena", cine de tacitas con James Ivory o "Transformers: el último caballero". Quisiera estar un día en su cabeza para saber cómo elige los papeles, si lanza todos los guiones al aire y coge uno al vuelo, o si se los da a oler a su perro y el que huela más a chuletón, ése escoge.

El caso es que el año pasado ya dio indicios de que volvía a tomarse su carrera en serio con su interpretación en "Los dos papas", donde estaba muy creíble como Ratzinger. Y este año ha sobrepasado cualquier expectativa y confirma su regreso por todo lo alto con la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera. Hopkins nunca ha estado mejor. En una sola intervención es capaz de parecer tierno, gracioso, indefenso, terrorífico y terminar poniéndote un nudo en la garganta.

No se le queda atrás Olivia Colman. Aunque sobre el papel tiene menos tiempo en pantalla y menos margen para el lucimiento, su interpretación es igualmente modélica, capaz de iluminar la escena con una sonrisa o transmitir un amplio abanico de estados emocionales solo con la mirada. Zeller asegura que la eligió para el papel por su capacidad para empatizar con el público y porque la considera la mejor actriz de su generación. Se queda corto en sus alabanzas.

Rufus Sewell, Olivia Williams... Todo en "The Father" es impecable y funciona como un reloj. Como un reloj que no sabes dónde lo has puesto pero como un reloj. Y eso también incluye su capacidad de conmover al público sin necesidad de caer en la sensiblería ni buscar la lágrima fácil (salvo quizá en un momento hacia el final que se alarga un poco más de lo estrictamente necesario). No le hace falta. No creo que quedara un ojo seco en toda la sala. Algunos estábamos en serio riesgo de deshidratación.

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JRB
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8
30 de septiembre de 2020
151 de 173 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contra todo pronóstico, la nueva película de Thomas Vinterberg (Celebración, La Caza) es una propuesta más cercana y amable de lo que nos tiene acostumbrados el director danés. De hecho se trata de una comedia dramática bastante divertida y con posibilidades comerciales; un poco al estilo de aquellas comedias británicas de los 90 a lo "Full Monty", pero con coartada intelectual y una pátina de cine de autor.

Presentada con sello Cannes en sección oficial del Zinemaldia, la película obtuvo el premio Feroz de la prensa cinematográfica y, en el palmarés oficial del certamen, el reconocimiento a la mejor interpretación masculina compartido entre sus cuatro actores protagonistas, entre los que destaca por méritos propios un Mads Mikkelsen absolutamente pletórico y entregado a su personaje, quien tiene una escena de baile que es ORO y demuestra que a sus cincuenta y tantos años está más ágil que todos nosotros.

La película cuenta la historia de cuatro profesores quienes, siguiendo la hipótesis de un filósofo que defiende que el ser humano nace con un déficit de alcohol en sangre del 0'05%, deciden llevar a cabo un experimento sociológico: beber durante el día para mantener una tasa de alcohol constante en sangre y evaluar los efectos que tiene en sus vidas, tanto en su desempeño laboral como en su vida personal. A un primer nivel, el film muestra cómo se ha normalizado y se tolera el consumo de alcohol en nuestra sociedad (impagable el montaje de videos de políticos ebrios que interrumpe la narración arrancando carcajadas entre el público, que a estas alturas de la película ya está fantaseando con echarse una copa nada más salir de la sala) y más concretamente en la sociedad danesa, punto que subraya Vinterberg con la inclusión del himno nacional danés en determinados pasajes de la trama.

A un segundo nivel, aún más interesante, "Drunk (Another Round)" habla de la crisis de la mediana edad de un grupo de hombres cada vez más grises e invisibles para sus propias familias. La cinta comienza con una cita de Kierkegaard: "Qué es la juventud? Un sueño. Qué es el amor? El contenido del sueño", y desarrolla esta idea por medio de esos cuatro amigos profesores que encuentran en el alcohol y la ebriedad la oportunidad de reconectar con su yo más joven y con una alegría vital que creían perdida, aunque sea un sentimiento engañoso y adictivo. Y finalmente peligroso.

Lo que no es peligroso en absoluto es recomendar esta película, un equilibrio perfecto entre cine de autor y cine comercial, comedia hilarante y drama, que gustará hasta a los abstemios. Citando a Los Simpson: "¡Por el alcohol! Causa y a la vez solución de todos los problemas de la vida".

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JRB
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4
27 de septiembre de 2020
46 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Beginning" es una película georgiana dirigida por la debutante Dea Kulumbegashvili que ha arrasado en el palmarés del Zinemaldia de este año, donde ha obtenido la Concha de Oro y los premios a mejor dirección, actriz y guión a manos del jurado presidido por Luca Guadagnino, que se ha debido pensar que esto eran los Oscars de Titanic. "Beginning" llegaba al festival con el sello Cannes y ciertamente es una peli muy Cannes para lo bueno y para lo malo.

Desde su proyección, "Beginning" se convirtió en la sensación del SSIFF de este año, la película revelación y a la vez la más divisiva, aquella que provoca deserciones en la sala y luego algunos críticos ensalzan como obra maestra mientras para el pueblo llano no es más que una muestra del cine de autor más snob y pretencioso.

Realmente no les falta razón ni a unos ni a otros. En el lado positivo de la balanza, "Beginning" es una muestra de cine radical, desafiante y valiente. La directora debutante demuestra tener las ideas muy claras y decide narrar la historia con una distancia (física, moral, emocional), una estructura de guión y planificación ciertamente atípicas y kamikazes desde el punto de vista comercial. Dicho esto, "Beginning" también es incómoda, antipática, tiene serios problemas de ritmo y parece empeñada en expulsarte a patadas. No puedo decir que sea una mala película porque no lo es. Ni siquiera puedo decir que sea una película fallida porque es exactamente el tipo de película fría y alienante que pretende ser. Pero sí puedo afirmar lo poco que conecté con la propuesta durante las dos horas que pasé en la butaca del Kursaal fantaseando con salir por patas de allí agitando los brazos en alto como alma que lleva el diablo.

La cinta cuenta la historia de una mujer en medio de una crisis existencial. Esposa del líder de una comunidad de Testigos de Jehová, madre de un niño y acosada por un extraño, el personaje interpretado por Ia Sukhistashvili sueña con escapar pero vive atrapada en un creciente clima de opresión y violencia contenida. La directora intenta transmitir la resignación y el tedio de la sufrida protagonista, sofocada por su rol de esposa, madre y mujer en un ambiente tóxico y profundamente machista; una mujer que fantasea con un cambio o incluso con la muerte.

Desconozco si la sociedad georgiana es tan misógina como relata la película o si se han cargado las tintas en un relato tremebundo y extremo en el que las reacciones de los personajes, empezando por la víctima y el marido de la víctima, se me antojan irracionales e incomprensibles. Lo que sí transmite bien es el tedio, vaya que si lo transmite bien, porque está contada a base de eternos planos estáticos de varios minutos de duración (algunos con muy buen gusto por la composición estética y otros más anodinos que podrían venir firmados por Securitas Direct), en muchos de los cuales no parece suceder absolutamente nada relevante y que por momentos provocaban risas nerviosas o comentarios por lo bajo en plan "Se ha parado la proyección?" entre los valientes que permanecíamos en la sala.

En mi caso, entiendo lo que pretende la directora y lo valoro más cuando lo analizo a posteriori que durante la mortificante experiencia que supone enfrentarse a la película. Escenas que durante un primer visionado pueden parecer carentes de cualquier contenido o interés (la protagonista se tumba en la hierba durante lo que se antojan interminables minutos, unos niños desconocidos hablan a cámara sobre lo que hay después de la muerte, el cielo y el infierno) cobran significado cuando concluye el film. Pero no por ello convierten a "Beginning" en una experiencia cinematográfica especialmente satisfactoria ni mucho menos redonda.

He leído por ahí que el estilo de Dea Kulumbegashvili es una mezcla de Tarkovski y Haneke. Mirad, brincos diera. Sí que está más cerca, para bien o para mal, del cine de Carlos Reygadas, que ejerce aquí de productor. Con todo, Dea K. se ha convertido en la estrella del 68º Zinemaldia y en el nombre de moda de cara a futuros festivales internacionales. Y eso siempre es positivo en el panorama del cine de autor. Su película arrasó anoche en el palmarés de San Sebastián, provocando en mí un repentino impulso de quemarme a lo bonzo delante del Kursaal. Ha ganado también el premio FIPRESCI en Toronto y a buen seguro la veremos a final de año encabezando la lista de Cahiers du Cinema. Es esa clase de película, es esa clase de autora. No digo que el emperador vaya desnudo, pero me parece que lleva menos ropa de la que algunos creen.

driveincine.blogspot.com
JRB
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6
28 de septiembre de 2020
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Rifkin's Festival" inauguró la pasada edición del Festival de San Sebastián, ciudad y festival en los que se desarrolla esta historia con la que Allen retoma ese cine con vocación turística que ha salpicado su filmografía en los últimos 15 años con algunos títulos memorables y otros no tanto. Ante todo, decir que "Rifkin's Festival" no ha venido para descubrirnos nada nuevo ni cambiar una sola coma en el discurso de su filmografía. Uno esperaría que tras el parón forzado de dos años, Allen podría haber pulido un guión más elaborado de lo que viene siendo habitual estos últimos tiempos, pero "Rifkin's" no es ni más ni menos buena que los últimos títulos de su catálogo.

Mort Rifkin, interpretado por el eterno secundario Wallace Shawn al que por fin vemos en un papel protagonista, es el alter ego de Allen en esta ocasión, con las neuras y crisis existenciales de rigor. Un profesor y proyecto de escritor, pese a su avanzada edad, que nunca ha terminado su primera novela por miedo al fracaso o a algo peor que el fracaso: descubrirse mediocre. Su mujer es la estupenda Gina Gershon, que aquí da vida a una publicista llegada al festival de San Sebastián para acompañar a su representado, un exitoso director francés pagado de sí mismo e interpretado con gracia por Louis Garrel. Las inseguridades de Rifkin salen a la luz conforme empieza a sospechar (ciertamente, tampoco hay que ser Sherlock) que su mujer tiene algo más que un interés profesional por el joven director francés. Llámalo destino, llámalo somatizaciones de sus inseguridades maritales o llámalo empacho de comida mexicana, el caso es que Rifkin acaba en la consulta de una doctora española (Elena Anaya) de la que queda inmediatamente prendado.

Ha salido a la luz estos días que durante el rodaje Allen le repetía constantemente a Elena Anaya que era la peor actriz sobre la faz de la Tierra. Desconozco si lo decía en serio o en broma, pero lo cierto es que la interpretación de Anaya es estupenda, de lo mejor de la película. Consigue dotar de calidez y vulnerabilidad a su personaje y hace creíble una extraña relación de amistad (amor platónico en el caso de Rifkin) entre dos inesperadas almas gemelas. Una trama escrita con buen gusto y sutileza, salvo por la breve aparición del personaje de Sergi López en el papel del marido de la doctora, histriónico y fuera de tono como si se hubiera escapado de otra película (concretamente de una llamada "Vicky Cristina Barcelona"). No sé si es culpa del intérprete o de Allen como director de actores y guionista. Probablemente de ambos, pero la escena es tan incómoda y desastrosa que dan ganas de taparse la cara con un cojín. Pero claro, esto es una sala de cine, aquí no hay cojines. Deberían repartirlos a la entrada.

Hay dos elementos que elevan "Rifkin's Festival". Uno se llama San Sebastián. La ciudad sale absolutamente espectacular, bellísima. Ciertamente lo difícil sería lo contrario. Vittorio Storaro obtiene algunas imágenes arrebatadoras de la ciudad vasca, aunque en otros momentos se le va la mano con una fotografía poco natural que distrae y desconcentra. Tengo sentimientos encontrados respecto a su trabajo con Woody Allen. Me fascina la fotografía tan artificiosa que utilizó en "Wonder Wheel", con una paleta de colores extremos que acentuaban el carácter teatral de la que para mí es la mejor película de Allen de los últimos años, pero también detesté cada segundo de "Café Society", con ese extraño colorido que parecía que habían rebozado la cinta en colorante para paella. Desde luego, y sin ánimo de menospreciar el trabajo de alguien con la trayectoria de Storaro, opino que nadie ha sabido dotar de una personalidad tan única a las películas de Allen como lo hizo Sven Nykvist.

El segundo punto que eleva "Rifkin's Festival" es su vocación de carta de amor al cine. Se trata de una película que se desarrolla en el contexto de un festival de cine y aprovecha para homenajear a los grandes autores clásicos europeos (Bergman a la cabeza con tres homenajes, pero también Fellini, Truffaut, Godard, Buñuel... e incluso salta el charco para recrear el clásico más reconocible de Orson Welles), y lo hace de forma explícita por medio de las ensoñaciones del protagonista, algunas más inspiradas que otras, que le otorgan un algo único a la película que la diferencia de las cuarenta veces anteriores que Allen ha tratado los mismos temas que aquí.

No es la primera vez que Woody Allen homenajea a sus maestros europeos: "8 y 1/2" impregnaba el espíritu y esqueleto argumental de "Stardust Memories"; "Desmontando a Harry", con ese viaje físico y emocional por los recuerdos de un autor a punto de ser homenajeado en la universidad, se podía interpretar como una revisión muy sui generis de "Fresas salvajes"; incluso había pinceladas de "El séptimo sello" en ese cara a cara con la muerte de Boris Grushenko en sus últimas horas de vida... Pero es aquí en su película donostiarra donde los homenajes cobran vida y se adueñan de la pantalla. Lo mejor, la breve intervención de Christoph Waltz recreando de forma divertidísima uno de los personajes más icónicos de la historia del cine europeo.

driveincine.blogspot.com
JRB
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9
30 de septiembre de 2020
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Nomadland" es la película del año. Nunca antes una misma cinta había ganado dos festivales de clase A a la vez, en este caso el León de Oro en la Mostra de Venecia y el Premio del Público en el festival de Toronto. Esa etiqueta y su condición de front runner en la carrera de los Oscars han generado un hype en torno a ella que a la larga podría jugarle en contra, pero lo cierto es que estamos antes una película bellísima y emocionante, en la que vale la pena adentrarse y perderse entre sus carreteras, paisajes exteriores e interiores, sonidos y pequeñas historias que confirman a la directora china-estadounidense Chloé Zhao como una autora con una voz y sensibilidad propias. Zhao no solo dirige sino que se encarga del montaje y escribe el guión, adaptando el libro de no ficción "Nomadland: Surviving America in the 21st Century". Ella es la película (y Frances McDormand, pero luego llegaremos a eso), así que nadie debería sorprenderse si de aquí a unos meses la vemos levantando el Oscar a la mejor dirección.

El estilo de Zhao es fácilmente reconocible para todo aquel que haya visto su anterior cinta "The Rider" (2017). La mezcla de realidad y ficción, actores profesionales y no profesionales que se interpretan a sí mismos (descubrimientos como Linda May o Swankie que llenan la pantalla en sus breves apariciones), una mirada serena, crepuscular y llena de autenticidad sobre la América profunda que por momentos puede recordar a "The Straight Story" (David Lynch, 1999), aunque con un estilo más indie y por momentos pseudodocumental. Zhao confirma y expande aquí los hallazgos que ya apuntaba en su anterior película, creando una gran road movie hacia ninguna parte llena de personajes memorables.

La protagonista de la película es Fern, una mujer que lo ha perdido todo. Recientemente viuda, ha visto como su trabajo, pueblo y casa desaparecían como consecuencia de la crisis económica de 2008. Decidida a sobrevivir y no rendirse, Fern funda un nuevo hogar en su propia camioneta. Ella es "houseless but not homeless", lleva su hogar a cuestas siempre como un caracol, lleno de todos los recuerdos que le quedan de su anterior vida, siempre en la carretera, siempre de viaje sin un claro destino.

En su periplo, Fern se encuentra con otros nómadas modernos como ella, personas que por necesidad o convicción lo han dejado todo atrás, en constante movimiento en busca de un sentido, un vínculo o de algo parecido a la libertad. Libertad dentro de las limitaciones y ataduras (laborales, personales) de cada uno, porque la película no cae en idealizar esa vida nómada, sino que muestra también el coste del peaje: la rutina y la soledad que traen consigo ese estilo de vida.

Lo que hace Frances McDormand con Fern es... bueno, no sé ni qué decir. Aquí está tan inmensa como siempre, pero además en una interpretación y un personaje tan distintos a los de "Fargo" y "Tres anuncios en las afueras" que parecen tres mujeres diferentes las que han protagonizado esas películas. Fern es un personaje maravillosamente escrito, lleno de matices, complejo, fuerte, empático, luchador... pero McDormand además hace que parezca tan real que la confundes con los personajes de no ficción que se cruzan en su camino.

Ahora que Hollywood ha puesto a Chloé Zhao a dirigir una de Marvel y a Barry Jenkins la secuela que nadie había pedido de "El rey león", dejando alto y claro que no respetan NADA y que además disfrutan viéndome sufrir, cada vez queda más claro lo raro que resulta que surjan joyas como esta "Nomadland" en el panorama cinematográfico actual. Nadie debería perdérsela.

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JRB
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