Las matemáticas pueden resultar fascinantes si se saben explicar. Os propongo un juego. Escoged un número del 1 al 10. Multiplícalo por 0, como diría Bart Simpson. Sí, el resultado es 0. No hay ningún misterio. Ahora hagámoslo más difícil. Pensad otro pero esta vez del 1 al 100. Si multiplicas por cero el resultado es el mismo. Parece fácil. Pero si multiplicamos cero por infinito la cosa cambia. La solución puede dar cero, infinito o trece. Resolver este ejercicio es una nimiedad en comparación con los hallazgos de Ramanujan que describe la película “El hombre que conocía el infinito”.

Narra la vida de Srinivasa Ramanujan, un joven indio con el don de las matemáticas. Descubre series infinitas y propone nuevos teoremas a los que no había hombre preparado para descifrarlos. Y mucho menos para hallar alguna utilidad a todas las ecuaciones que Ramanujan dibujaba en sus cuadernos. G. H. Hardy, profesor de Cambridge, le ayudará a traducir sus números a un lenguaje comprensible.

La cabeza del genio matemático imaginaba todas las respuestas en su cabeza. Los números venían a él. Luego plasmaba la solución en una hoja de papel. El problema es que no sabía explicar cómo había llegado a esa conclusión. Por eso sus descubrimientos no tenían ningún valor hasta que no se corroboraran con pruebas. Para Ramanujan sus soluciones les parecía totalmente obvias así que será el profesor Hardy el encargado de llevarle por el duro sendero de probar sus afirmaciones.

Mientras que Ramanujan era una fuente incesante de nuevos teoremas, Hardy ejercía de poli malo al exigirle por escrito el proceso deductivo que había desarrollado antes de que se lanzara a descubrir más enigmas. Formaban una pareja al estilo de los televisivos Doctor House y la directora Cuddy. Uno diagnosticaba deduciendo la solución de los síntomas del paciente, la otra le exigía pruebas antes de iniciar el tratamiento, no vaya a ser que matara al enfermo de turno. Un tiro y afloja que alcanzaba el mejor resultado cuando la disputa se mantenía en equilibrio.

“El hombre que conocía el infinito” es un biopic al uso sobre la figura de Ramanujan. Conocemos su forma de trabajar pero sus estudios no acaban llegando al espectador quizá por la complejidad de sus teoremas sobre la Teoría de Números. No cautiva tanto como “Una mente maravillosa” pero mantiene el interés hasta el final. La película puede pecar de ser un poco fría debido a una amistad carente de complicidad entre el joven indio y el profesor. Además, las escenas de su esposa en la India apenas aportan emotividad al relato.

Dev Patel, bien conocido por su papel de “Slumdog Millionaire”, interpreta al genio matemático. Una oportunidad para reafirmarse como un actor bastante solvente. La dirección de Matt Brown es correcta. El guión coloca de trasfondo el interesante tema sobre la eterna disputa entre la ciencia y la religión.

La película nos descubre a Ramanujan. Una figura poco conocida pero que su original trabajo ya se utiliza para describir el funcionamiento de los agujeros negros. “El hombre que conocía el infinito” es la historia de un profesor que pone a prueba los límites de la intuición de un genio de las matemáticas. Porque si se sabe explicar, los números pueden resultar fascinantes.

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Se oye decir en la última película de Woody Allen que “una vida no examinada no vale la pena vivirla…” Una frase que augura que el genio neoyorquino va preparando su despedida. “Café Society” es la invitación del ya octogenario guionista y director a pasar una velada nostálgica a través de su filmografía. Una película dividida, como su vida, entre Los Ángeles y Nueva York, entre la comedia y el amor.

La historia se sitúa en el Hollywood de los años 30 adonde el joven Bobby (Jesse Eisenberg) acude para ganarse la vida con la ayuda de su tío (Steve Carell), un poderoso agente. Durante su estancia allí se enamora perdidamente de la joven Vonnie (Kristen Stewart) pero ella ya tiene pareja. Y a partir de ahí comienza a enredarse al estilo al que nos tiene acostumbrados Woody Allen.

Sus divertidas neurosis quedan personificadas en Jesse Eisenberg que repite tras “A Roma con Amor”. Pero esta vez, todo el universo Allen tiene cabida en “Café Society”. Una parodia al mundo de las estrellas de Hollywood y toda la cháchara que les rodea. Sobre el ego y las habladurías. Una historia de amor a tres bandas. Otra de gángsteres y asesinatos. Por supuesto, no podía faltar su ingenioso humor que saca punta a los judíos, el sexo y la hipocresía de la sociedad. En un tono de comedia triste envuelta en una melodía de Jazz (¿cómo no?). Y cháchara, mucha cháchara.

La parodia a la meca del cine está construida ya desde los decorados. Unos escenarios exageradamente falsos como si la película fuese rodada en alguno de aquellos gigantescos platós de los años 30. Una metáfora que ayuda a reflejar la mentira de la que se sustenta la Industria de las colinas doradas. Pero el tono de Woody Allen ya no es de denuncia sino de guiño nostálgico. Su humor deja de lanzar dardos y pasa a ser cómplice del típico ‘cómo nos lo pasamos aquellos maravillosos años’.

Al inicio de “Café Society” se adivina que Allen se niega a perder su creatividad como director con una serie de planos maravillosos y juega con la luz para generar atmósferas, pero a lo largo del metraje se aprecia que esa chispa se va perdiendo. Pero incluso cuando rueda en piloto automático sus encuadres rebosan vitalidad con una puesta en escena que habla por sí misma.

Como es habitual se ha rodeado de un renombrado elenco de actores como Jesse Eisenberg, Kristen Stewart, Steve Carell, Blake Lively, Corey Stoll y Parker Posey. Todos hacen un trabajo fantástico especialmente Corey Stoll como mafioso. Salvo una excepción, Kristen Stewart, que desentona un poco con su cara de póker, solo en los minutos finales es capaz de rescatar algo de su talento.

“Café Society” no deja de ser una obra menor pero es la más Woody Allen de los últimos años. Una invitación a dar un paseo por su carrera cinematográfica, al fin y al cabo, una filmografía no examinada no vale la pena vivirla ¿no?

Más en Butaca Sundance: https://butacasundance.wordpress.com/2016/09/01/cafe-society-la-vida-es-una-comedia-escrita-por-woody-allen/

Decía mi profesor de Cine que hay películas muy buenas pero que no están diseñadas para que se vean un sábado por la noche. “Manchester frente al mar” es una de ellas. De indiscutible calidad cinematográfica, la historia de un conserje que debe hacerse cargo de su sobrino resulta tan triste que te deja noqueado para el resto del fin de semana.

“Manchester frente al mar” es un drama que se construye a partir de una atmósfera de día gris, de mar en calma, de la nieve silente que cubre las aceras de las calles. La fotografía como una composición poética del escenario que deja tras de sí el paso de una tempestad. Echaremos la vista atrás para descubrir los tormentos que acompañan a los habitantes de una pequeña localidad costera que tratan de salir adelante pese a sus miserias.

Se respira drama pero también autenticidad por sus historias cotidianas, sus diálogos de andar por casa y su humor amargo. Sustentado por el guión sincero e inteligente del director y guionista Kenneth Lonergan, el relato avanza lentamente capturando el interés durante sus (más de) dos horas de metraje. De hecho, al llegar a los créditos finales el deseo de saber más acerca de los personajes sigue vivo.

La tragedia andante se personifica en Casey Affleck que nos regala una soberbia interpretación. Da vida al conserje que cada mañana tiene que retirar la nieve que cubre la entrada de su casa a modo de castigo. “Manchester frente al mar” habla del peso de la culpa, de la expiación y la inmadurez. La escena de la conversación de Affleck con Michelle Williams resulta tremendamente conmovedora. Pese a su breve aparición, la actriz aporta dureza, sensibilidad y ternura al sentimiento de culpa del protagonista.

Nominada a seis Oscar incluyendo el de Mejor Película. Casey Affleck ya se ha llevado el Globo de Oro y está en todas las quinielas para alzarse con la estatuilla más codiciada. “Manchester frente al mar” no para de recibir reconocimientos en la temporada de premios y es una de las mejores películas del año. No se la pueden perder.

Más críticas de cine en Butaca Sundance:
https://butacasundance.wordpress.com/2017/02/12/manchester-frente-al-marnoqueado/

La nueva de Jumanji se desentiende de su antecesora para presentar un juego basado en la comedia inteligente. Película de entretenimiento con dosis de acción, ideal como remedio casero para curar los complejos de la edad adolescente. Imprescindible.

Cuatro chavales son castigados a limpiar el trastero del instituto cuando son absorbidos por un videojuego llamado Jumanji. Una vez dentro se transformarán en los avatares de sus personajes arquetípicos adoptando tanto su aspecto físico como sus cualidades y debilidades. Juntos vivirán una experiencia que irá más allá de la mera aventura por salvar el pellejo ya que se convertirá en un viaje introspectivo que jamás olvidarán.

La clave de la película radica en las personalidades de sus protagonistas. Spencer es el chico enclenque, estudioso y callado que se convertirá en el aventurero cachas hecho a la imagen y semejanza de Dwayne Johnson; Fridge es el popular deportista del High School que se transformará en un bajito doctor experto en zoología; Martha es una cerebrito de biblioteca antisocial que lucirá una imagen atractiva y atlética al estilo Lara Croft; y, por último, Bethany es la rubia que vive atrapada en la superficialidad de las redes sociales que se transformará en ‘un genio con curvas’ en irónica referencia a la oronda figura de Jack Black.

La verdadera dificultad para los protagonistas es que deben hacer frente a las distintas vicisitudes que se van presentando durante el camino mientras descubren quiénes son en realidad. Un poco como la vida real de un adolescente. Aunque la ventaja de Jumanji es que pueden agotar hasta tres vidas antes de llegar al temido Game Over. Para evitar tal fatídico desenlace deberán aprovechar todas las cualidades de sus avatares y las de ellos mismos. Incluso la de aquellas dotes que uno posee y no cree que sirvan para nada.

‘Jumanji: Bienvenidos a la Jungla’ es una comedia de humor inteligente y de mirada inocente. Hay aventuras y los efectos especiales son espectaculares pero no son el plato principal sino que son instrumentos para crear una atmósfera épica y emocionante. Las escenas de acción se reparten a lo largo de la película para dividir los divertidísimos gags que se marcan los protagonistas acerca del descubrimiento personal. Y es que debajo de las habituales inseguridades de adolescentes descubrirán que son valientes, inteligentes y que juntos forman un buen equipo.

Protagonizada por Dwayne Johnson, Karen Gillan (‘Doctor Who’), Kevin Hart (‘El gurú de las bodas ‘) y Jack Black (‘Amor ciego’). Es genial ver la química entre ellos y cómo sacan lo mejor de su vis cómica para cada situación. ‘Jumanji: Bienvenidos a la Jungla’ pasea por el territorio de la comedia de aventuras como ‘Guardianes de la Galaxia’ pero sin tanta acción y centrándose en una cadena de gags de humor inteligente que utiliza para ganarse la complicidad del público.

El guión puede ser tachado de predecible pero la película es consciente en todo momento de eso y lo explota para tener al espectador en vilo acerca de lo que realmente quiere contar que no es otra cosa que el viaje interior de los protagonistas. Obviando así el desarrollo de la acción y la intriga de la aventura relegándolo a un segundo plano. Tal y como sucede en la serie ‘Big Little Lies’. De hecho, durante los últimos minutos nos imaginamos un final (recordando la película original) que finalmente no será como el que esperábamos. Un giro de guión en toda regla que utiliza en forma de guiño para demostrarnos de lo autoconsciente que es la película de que su punto débil es lo predecible que es. Pero no es problema sino, todo lo contrario, mejora el resultado final. Porque una de las cosas que se aprende después de ver ‘Jumanji: Bienvenidos a la Jungla’ es la de hacer de la debilidad, un punto fuerte.

Esta y otras reseñas las encontrarás en Giro de Guión
https://girodeguion.com/2018/02/09/jumanji-bienvenidos-a-la-jungla-divertidisima-introspeccion/

Si te sientes solo y te sientes incomprendido en el trabajo por esa pandilla de imbéciles que tienes por compañeros y no digamos ya del jefe, mi primera recomendación sin lugar a dudas es ‘Un viaje de diez metros’. Por una sencilla razón: Lasse Hallström nunca falla. Y si el director sueco viene acompañado de sus amigos Steven Knight que firma el guión y Steven Spielberg en las labores de producción nos sale una película tierna, bonita y esperanzadora. Un aire fresco de buenrollismo.

‘Un viaje de diez metros’ sigue a una familia hindú que se queda a vivir en un pueblo remoto de Francia con la intención de abrir un restaurante. Pronto nacerá una entrañable rivalidad con la dueña (Helen Mirren) del lujoso restaurante local poseedor de una estrella Michelin. Sí, lo habéis pillado, es un ‘Ratatouille’ para adultos y con Helen Mirren de secundaria así que la puedes ver hasta con tu abuela. Nominaron a la actriz al Globo de Oro, por cierto.

Me gusta porque te invita a ver las cosas desde otro punto de vista. La película es un viaje que convierte el hábito de comer en una experiencia para el paladar y los sentidos. Como si la abuela nos diera una colleja para que atendiésemos a los pequeños detalles de los ingredientes, su aroma, su textura y la forma de elaborarlos en la cazuela. La satisfacción de aprender algo nuevo. Descubrir nuevos sabores y otras costumbres.

El uso de la anchura de la calle como metáfora. Los diez metros que separan los dos restaurantes, los dos mundos. Tan distanciados y a la vez tan cerca. A veces se mezclan por culpa del protagonista, un chico que sueña con ser un gran chef. Una oda muy amable al trabajo duro, el esfuerzo y la valentía que hay que tener para cruzar esos diez metros (entenderéis esta frase cuando la veáis).

También hay una inocente historia de amor. Hay historias de rivalidades y ambiciones pero no de esas de las que me voy a comer el mundo pisando a quién se cruce. Nada de eso. Sino más bien de las de salir al mundo a coger los ingredientes para que los cocinemos y nos lo comamos sentados todos juntos a la mesa. Es ahí cuando actúa la receta sueca de Lasse Hallström (‘¿A quién ama Gilbert Grape?’) y te reconcilias con el resto de tu especie. Al día siguiente te levantas de la cama feliz y con ganas de ir a trabajar.

Más críticas en Giro de Guión: https://girodeguion.com/2017/08/23/el-boticario-de-cineun-viaje-de-diez-metros/