Esta película demuestra que una gran película, conlleva un gran guión (en este caso, adaptado). Alfred Hitchcock nos vuelve a sorprender con una trama que parece desembocar en un final, y siempre es otro.
Rebeca nos hace querer hablar con los personajes, querer escribir la historia, para que sufran quienes tienen que sufrir, y sean felices los que deben serlo. Sabe utilizar los escenarios, los diálogos, para causarnos tensión, una sensación se suspense que sólo terminará con un final satisfactorio, y en este caso, es más que eso.
Gran película, que nos enseña que las joyas cinematográficas llevan haciéndose desde hace más de 80 años.

Si buscas peleas, sangre, tiroteos, explosiones, etc, de esta película sólo te gustará al final. Pero si buscas dramas, conflictos internos, evolución de los personajes, situaciones límite, y empatizar, 1917 puede ser lo que llevas tanto tiempo buscando.
Sam Mendes, al más puro estilo de Alejandro González Iñárritu en Birdman, nos muestra una sucesión continua y sin cortes notables (salvo uno) de una travesía para impedir un ataque que está por empezar. Ponerte en el lugar de los protagonistas es posible gracias a unas actuaciones asombrosas por parte de los dos protagonistas, a una banda sonora nominada al Óscar, al igual que otros aspectos de la película, incluida como no, la nominación a Mejor Película. Es una experiencia también espectacular gracias a su fotografía, y su excelente montaje de las ciudades desoladas y las trincheras enemigas.
En resumen, 1917 pone sobre la mesa elementos dignos de una gran película, y en menos de dos horas, nos hace sentir adrenalina, tristeza, tensión, y sentimientos que sólo una película de tal magnitud puede hacer sentir.