La historia de Mary y Max está marcada por el drama, la tristeza y los colores grises, es una relación a distancia entre dos personas con mala suerte que se utilizan mutuamente para escapar de su mundo gris. Sin embargo, justo cuando más cerca parecen estar de conseguirlo vuelven a ese hoyo del que salieron. Por eso mismo, no recomiendo esta película si te has despertado con el pie izquierdo, si tu estado de ánimo está un poco sensible.

Aunque Mary and Max es excelente, a nivel argumental y de realización, también es contundente como ninguna otra película, y que no engañe la animación. Detrás de esos muñecos se esconde un argumento capaz de conmover a cualquiera, lleno de humor negro y gags que te sueltan una sonrisa, sí, pero también de instantes oscuros que reflejan lo peor de la rutina y la cara más desagradable del existencialismo.

Si la ves, encontrarás una reflexión de fondo muy interesante, pero llena de emociones contra las cuales hay que luchar, y es que Mary and Max está, quizás, demasiado bien conseguida. Tanto que, en ocasiones, logra invadir la realidad y hacer que te cuestiones cosas tan trascendentales como el sentido de la vida o tan sencillas como la letalidad de la leche condensada.

Obvia, aburrida, monótona, así describiría Una historia verdadera. Tengo que admitir que no la llegué a terminar porque fui incapaz. Siendo un fan incondicional del cine de Lynch, amante tanto de Cabeza borradora como Mulholland Drive, esta película me decepcionó estrepitosamente. Su argumento es simple ya de por sí, y está manejado con tanta sencillez que lo convierte en una historia más predecible que la muerte de un personaje en una película de Tarantino. Si no has visto nada de Lynch, recomiendo mil veces cualquier otro film suyo (excepto Dune, quizás).

Lo más impresionante que tiene Parásitos es la manera en la que mezcla tantos géneros distintos sin que apenas te des cuenta del cambio, creando una historia tan novedosa como inclasificable. Bong Joon-ho coge lo mejor de dos mundos, el del cine norteamericano al que el mundo suele estar acostumbrado y el lenguaje asiático, más underground, y los mezcla con maestría, creando una simbiosis en la que ambos ganan. La película ni es demasiado comercial ni resulta un experimento pretencioso.

Por si fuera poco, el director expone aquí su técnica del dominio del tempo, mostrando detalles, al principio insignificantes, que acaban creciendo hasta dominar la historia por completo (la salsa de la pizza, el olor...).

Cuando vi la película Parásitos, me deslumbró esa manera de hacer cine que tienen los grandes directores surcoreanos, una técnica en la que se entremezcla la violencia al más puro estilo Tarantino con elementos orientales que pudieran recordar al cine de Kurosawa y una fijación por los argumentos retorcidos y los finales sorprendentes que se equiparan a Shyamalan o al mejor Scorsese.

La Doncella es una película que recoge todos estos elementos en lo que es la expresión más nítida de lo mejor que puede ofrecer el cine surcoreano. Es potente, es psicológica, y posee un argumento de gran inteligencia. No dudo que fue uno de los pasos que inspiró el éxito de Parásitos.

Si las películas fueran canciones esta sonaría como un adagio de Mozart o como una canción lenta de Guitarricadelafuente (que cada uno elija lo que prefiera), el caso es que Sorrentino maneja un argumento que se cuece a ritmo lento, una historia sobre, por, pero no para la vejez. En mi opinión, el manejo que hace de esta historia es formidable, cogiendo un argumento que en principio puede no resultar atractivo y creando una atmósfera en la que la realidad de la rutina se confunde con el mundo ficticio y en ocasiones surrealista de los recuerdos, donde se aprecia la enorme influencia que tienen películas de Fellini como La Dolce Vita, 8 1/2 o incluso Amarcord en él.

Puede que este sea un cine que no guste a todo el mundo, pero si se tiene la suficiente paciencia como para apreciar las referencias escondidas y el significado de cada escena, te encuentras con una película que no tiene desperdicio.

No es la más original del mundo, ya que la influencia felliniesca es en ocasiones demasiado evidente, lo que hace que le falte voz propia. Sin embargo, me parece un ejercicio interesante por parte de Sorrentino que, desde luego, vale la pena ver si te gusta el cine de Fede.