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España España · VALLADOLID
Críticas de EDUARDO
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
9
6 de marzo de 2007
97 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película Antonioni utiliza a una mujer como símbolo de la vida “natural” en un mundo de hombres, que se desarrollan y articulan a través del trabajo como creencia sustitutiva de lo religioso o incluso de lo político.
Todo lo que la rodea es obra exclusiva del hombre, lo racional y en su aspecto más deshumanizado, lo fabril. Los escasos restos de naturaleza se envenenan hasta su total desaparición. El mar y la tierra son unos elementos mas del proceso productivo, al servicio de unos objetivos económicos ambiguos, ni siquiera decididamente malos (recordemos la escena del grupo en la cabaña), sino mas bien “desnaturalizados”.
En este ambiente, bajo una mirada más atenta, la protagonista a la que se hace pasar por una enferma mental, representa el resto de salud intuitiva, materna y natural que está perdiendo esta sociedad. Unas casas descompuestas, podridas, los cielos constantemente grises, las calles completamente despobladas, el aire y el agua muertos, extremadamente contaminados, un vendedor ambulante sin clientes, un ruido de fondo que imposibilita la comunicación…. el mundo cotidiano está enfermo y la mujer reacciona con un instinto reflejo de salud ante un panorama que todos diariamente aceptamos como “normal”.
Los colores cálidos o más vivos están reservados exclusivamente a los tubos y conducciones de la industria, nuevas arterias del mundo moderno, que extiende su estética hasta el interior del hogar familiar. El niño, posible esperanza de la madre, demuestra desde un principio comprender mucho mejor el universo del padre, no comparte el bocadillo del obrero y es incapaz de decirle a su madre que es lo que le pasa. El ingeniero que viene y se va con sus máquinas a poblar de industria tierras vírgenes lejanas no hace más que extender la epidemia de la que es victima la protagonista. En ningún momento parece representar una verdadera esperanza.

Es muy destacable el extraordinario trabajo con la cámara, la meticulosidad de todos los detalles, colores, vestuario (la mujer es la única que viste de colores vivos) el encuadre atípico y los sonidos (la mayoría pertenecen a nuestra vida cotidiana aunque ya no les oigamos) que sacrifican la estética creando una atmósfera desagradable al servicio de un fin comprometido.

Aunque la película resulta incómoda de ver el tono surrealista y psicodélico no es banal sino que se soporta bien gracias a la honestidad del director en la denuncia de una situación que hoy ya casi no se considera digna de mención por estar asumida como “única” forma de vida.
EDUARDO
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9
4 de diciembre de 2006
42 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hecho de no poner en duda en ningún momento los valores de la civilización nos hace deducir su necesidad e incluso su inexorabilidad. Así sucede en el cine francés, donde la máxima profundidad no cuestiona en ningún caso los principios y valores de la ilustración. Mas atrás no existe nada y el pensamiento no concibe una posición anterior.
El pequeño salvaje es el intento más directo dentro del cine francés de enfocar esta cuestión y no deja resquicio a la duda.
Desde incluso antes de la captura del niño queda claro que el lugar del ser humano no es la naturaleza sino la civilización y su destino ha de desarrollarse en dicho ámbito acompañado, eso si, de la nostalgia por la libertad perdida, concentrada como hace Truffaut en el agua pura.
El propio niño comprende y acepta ese destino que tiene como principal recompensa el afecto de otros seres humanos (¿hubiese hecho lo mismo un niño no francés?). Por otra parte el frío y científico educador demuestra por fin sus sentimientos enjugado por el agua de la naturaleza que representa el niño.
La ambientación, el vestuario, el mobiliario, el ritmo y la musicalidad de la película son impecables. La profundidad de los planos, con la cámara estática, se confía al movimiento de los personajes, recreando así la atmósfera de los paisajes románticos de la época donde el sujeto se presenta en acción pero insertado en la naturaleza.
Una vez mas es el artificio del cine (podría haberse rodado con la cruel vitalidad de Godard en “Al final de la escapada” o “Week end” mas próximo al torbellino de sentimientos y acciones que pudo suponer la entrada del niño en esa casa) sirve para transmitir una sensación que probablemente no se hubiese conseguido de haber rodado con el vitalismo nihilista con que rodó la posterior historia de Antoine Doinel.
Una obra maestra extraordinaria.
EDUARDO
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8
18 de diciembre de 2006
12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente los relojes en Rusia van mas espacio que en el resto del mundo, Tarkovsky no es una excepción. Algo más de 160 minutos carentes de sentido del ritmo.
¿Cómo ver esto y no atragantarse? con mucha calma y un descansito, por lo menos, a mitad de camino.
La película es una adaptación de la novela homónima de 1961 del polaco Stanislaw Lem (por cierto muerto este año 2006). El que se disponga a ver una película de ciencia ficción al uso con sus efectos especiales o uno de esos psicodramas donde los momentos de tensión se distinguen por el volumen de la música que no vea esta película, saldrá ganando. Sin embargo, el que admiró a Godard en Lemmy contra Alphaville, le gustó el género y tal vez echó de menos algo de fondo filosófico puede que encuentre su película perfecta en Solaris.
Al igual que en La infancia de Ivan y Andrei Rublev, Tarkovsky se lía en una enrevesada y aparatosa historia que al final desemboca en algunas de las dudas humanas mas antiguas y comunes a todos. ¿Quién quiere encontrar otros mundos a costa de abandonar este? solo un místico o un loco estarían dispuestos. ¿Cómo compaginar la vida en el espacio y en la tierra? O dicho de otra forma ¿quién estaría dispuesto a abandonar y olvidar su infancia y todos sus apegos por lo desconocido? un problema muy cotidiano ¿no? Muy pocos. Existencialismo del este del duro.
Por otra parte los escenarios y la recreación de un ambiente y las sensaciones que tienen los que allí viven con pocas palabras son muy meritorios. Después de ver el cine de los últimos años, sobre todo en este género, resulta entrañable y propio de un maestro el partido que saca a los escasos recursos con los que está hecha la película.
No apta para días un poco “depre”.
EDUARDO
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7
8 de enero de 2007
15 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta muy difícil comprender que clase de dios guió a Juana de Arco a liderar una guerra contra otros hombres. ¿Amará dios más a los franceses que a los ingleses? ¿Serán las intrigas políticas y las luchas por el poder uno de sus asuntos prioritarios?
Solo un francés, católico y embebido de un patriotismo entre cursi y fanático es capaz de dar verosimilitud a una historia como esta.

Ni santa, ni cristiana, ni espiritual. Uno de los grandes perjuicios que hizo a la iglesia el descubrimiento del inconsciente y todo lo que vino detrás fue robarles la capacidad de poder calificar de santo o demonio a un enfermo según la conveniencia de los intereses del momento. Hoy Juana sería una enferma mental y solo los franceses increíblemente miopes, o hipócritas, en todo lo que se refiere a su país son capaces de ensalzar llevándolo a los altares de lo santo aquello que les interesa.
Es repugnante como se rebozan los intereses humanos con lo espiritual cuando el bocado es de aspecto desagradable. Desde luego para un español resulta marciano tal despliegue de patriotismo.

Esta es una película donde la palabra, que va por delante, es más importante que la imagen, y que confía gran parte de su eficacia a los diálogos, por tanto solo apta para aquellos que entiendan perfectamente el francés. Para el resto, ente lo que se pierde en las escuetas traducciones de los subtítulos y la velocidad a la que hay que leerlos, que obliga a renunciar a mirar la imagen, resulta bastante hostil.

No obstante es muy destacable la exactitud de las interpretaciones y la sobriedad de las imágenes. También es de agradecer su corta duración. Es una lástima que un director de esta calidad dedique sus esfuerzos a fines tan pequeños.
EDUARDO
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6
29 de mayo de 2007
2 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me ha resultado difícil entender el sentido del humor de Truffaut, y en esta película por excelencia. Por que quiero creer que la película está planteada como una comedia, aunque le falten ciertos toques de autocrítica, que nos hacen dudar por momentos y creer que el director se olvida del planteamiento lúdico, y piensa de alguna manera que el amor y la vida sentimental de las parejas son eso que narra. Este es el problema con Truffaut nunca se sabe si bromea o va en serio.
La narración hablada va por delante de la imagen, y el poder evocador del cine sin palabras, cede ante un narrador racional e inafectivo en su tono pero incómodamente veloz y nervioso con la historia que cuenta. En esta película Truffaut no es por desgracia un observador desapegado y a pesar de fingir indiferencia a través de la entonación objetiva de la voz en of y los detalles de humor, el ritmo trasluce irascibilidad respecto al tema, temor y falta de control (compárese con la fuerza y la seguridad del arrollador ritmo de Buñuel en El ángel exterminador)
La película está rodada con primor, con calidad, con gran mérito por parte del director y los actores, eso es indudable, pero la intelectualización de un tema totalmente emocional resulta ridícula, patética, inverosímil y una vez mas el cine francés cae en las redes del racionalismo para tratar temas imposibles de explicar con la razón. A medida que la película se va desarrollando va siendo más y más retorcida, imposible y ridícula. Puede que haya una crítica al carácter francés en este film, pero no se puede evitar dejar de ver la personalidad retorcida que debía de ser Truffaut y su emborronada relación con lo sentimental-femenino, que a juzgar por películas muy posteriores (La mujer de al lado 1981) no llegó a resolverse nunca.
EDUARDO
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